Episodio 05: La familia de Bardock

El planeta Vegeta era conocido por tener un clima árido por todo sus continentes y por tener pocas zonas de agua. Donde más abundaba el agua era subterráneamente. Fueras donde fueras del planeta encontrabas desierto (y algún que otro oasis) con enormes montañas.

Las pocas ciudades que habían eran con edificios redondos muy básicos, parecían hechos por gente de la prehistoria. Pero los Saiyans no necesitaban muchos más lujos. Aquellas casas no cuadraban junto a los edificios que había construido el imperio de Freezer para sacarle el máximo beneficio a aquella raza guerrera. Había construido mejores hospitales, un centro para las naves espaciales. Los encargados de todo ello eran los propios soldados que enviaba el emperador para tratar de tener más control en aquel planeta.

Los niños Saiyans normalmente no jugaban, no tenían una infancia como la conocemos. Pero aquel niño era algo distinto a los demás gracias a que su madre lo había mimado desde pequeño. Aquel niño y aquella mujer eran Raditz y Gine, hijo y esposa de Bardock. Gine había tratado de cambiar las leyes del planeta. No le gustaba que los bebés pasarán años dentro de una cápsula de incubación. Pero nadie de aquel planeta escuchaba sus reivindicaciones.

Raditz, de cinco años, siempre jugaba solo por el desierto cercano a su hogar. Su mayor afición era jugar con unas marionetas que Gine le había conseguido en una incursión a otro planeta hacía ya tres años. Estaban hechas polvo de tanto jugar pero aún así Raditz no se alejaba de ellas.

Desde hacía unos días, una bestia salvaje similar a un conejo (con patas más largas y orejas más pequeñas y con la mayor diferencia que tan solo poseía un ojo) no paraba de acercarle a Raditz. El pequeño pensaba que había hecho un amigo así que siempre le llevaba algo para que pudiese comer de su propia mano. Era como su mascota. Hasta le había puesto nombre: Vegeta porque el niño respetaba y admiraba al príncipe por partes iguales, el pobre no sabía que el príncipe lo mataría si se enterase de que le puso su nombre a una alimaña. Normalmente nadie pasaba por aquella parte del desierto, pero aquel día Raditz tuvo bastante mala suerte.

-Que ven mis ojos, pero si Raditz ha encontrado novia. Dos ratitas se han enamorado.

Aquel era otro niño más, tres años mayor que Raditz aunque de apariencia nadie sabría decir cuál de los dos era más grande que el otro. Ya que los Saiyans mantenían el cuerpo de un niño hasta pasada la adolescencia que crecían de golpe. Así que alguien de cinco años aparentaba los mismos años que uno de doce.

Nuestro pequeño amigo trago saliva al escuchar aquella voz y su cuerpo tembló de arriba a abajo. Movió su cabeza para encontrar a quien ya esperaba. Con una sonrisa burlona y encima de unas rocas para parecer más alto, estaba Turles. Quien siempre se burlaba de Raditz en cuando tuviera oportunidad.

Turles saltó de las rocas para acercarse al "conejo" y agarrarlo por la parte de detrás. Luego lo acercó lentamente hacia Raditz quien se apartó hacia atrás.

-¿No vas a darle un beso a tu novia? Que mala pareja eres, venga dale un pequeño morreo.

-P-para, de-déjale en paz-La voz de Raditz salió entrecortada nunca se había defendido de Turles pero hoy había nacido algo de coraje en él.

El otro niño se quedó unos segundos callado para finalmente afirmar con la cabeza.

-Esta bien, la soltaré.

Con toda la fuerza que pudo, Turles lanzó el "conejo" hacia una pequeña elevación del suelo y cuando se chocó varias rocas se desplomaron encima de la criatura. Aunque las posibilidades de sobrevivir a aquello eran nulas, quiso rematarla lanzando una bola de energía que hizo desaparecer completamente aquella criatura de la faz de la existencia.

Raditz estaba helado, no pudo reaccionar y tardó unos segundos en darse cuenta de lo ocurrido. Empezó a llorar con mucha fuerza lo que logró que Turles pusiera una cara de asqueamiento.

-¡La has matado!-Gritó Raditz entre sollozos mientras los mocos le caían por la nariz- ¡No te había hecho nada! ¡Era una criatura inofensiva! ¿Por qué lo has hecho?

-¿Eh? ¡Pues exactamente por eso mismo! ¡Nosotros los Saiyans aplastamos todo lo que hay por nuestro camino! ¡No las alimentamos! Tenían razón todos los demás adultos... Si te alejaras unos meses de la rarita de tu madre te darías cuenta de lo que somos en realidad.

Como la sangre de Bardock corría por las venas de Turles, Raditz se lanzó a golpear la mejilla de Turles con el grito de "¿Que acabas de decir de mi mama?". Aunque el efecto del golpe no fue tan brutal como el de Bardock hacia Elec. Y es que Raditz solo había logrado girar ligeramente la cabeza de su abusón y este se había mantenido en la misma postura. Solo bastó que Turles insultara a la madre de Raditz para que este reaccionara y se defendiera por primera vez.

Al darse cuenta de lo que acababa de hacer, gritó ahogadamente y agachó su cabeza temblorosa.

-¡Lo siento mucho Turles! ¡Me he excedido! ¡Te pido perdón!

-Tsk... Me molesta mas escuchar un Saiyan pedir perdón que ser golpeado ¿¡Que es esa cobardía tuya?! ¡Vamos a pelear y voy a sacar el guerrero del espacio que hay en ti!-Turles crujió los nudillos de sus puños mientras se acercaba cabreado hacia el hijo de Bardock.

-No quiero luchar contra ti, no me gusta pelear-Otra vez los ojos de Raditz se volvieron lagrimosos.

-¡Muy tarde! ¡Has sido tú quien ha empezado!

Raditz deseo poder huir teletransportandose donde estuviera su madre para que le protegiera, pero tristemente nunca había viajado al planeta Yardrat para saber hacerlo. Turles despegó del suelo con impulso preparado para atacar mientras su contrincante tan solo cerraba los ojos con fuerza esperando el golpe. Turles le dio una patada a Raditz mandando hacia el cielo.

-¿Te vas a quedar quieto? ¿Ni vas a intentar defenderte? Tú mismo...

Tras gruñir, salió volando persiguiendo a Raditz que se movía aún por el impulso del golpe recibido. Cuando llegó hasta él, puso sus dos manos juntas en el aire para derribar a Raditz hacia el suelo. Al ver que su contrincante acabó tirado en el suelo sin intentar el mínimo esfuerzo por pelear del miedo que tenía, Turles empezó a reunir energía con las dos manos para crear una bola de energía.

-Ahora tendrás que actuar o acabarás en una cápsula de recuperación durante meses.

Pero alguien no parecía de acuerdo con aquella idea, pues, a una velocidad de la que Turles le costó darse cuenta de quien era, una persona agarró el cuerpo de Raditz para apartarlo. Aunque Raditz seguía consciente se había autoconvencido de que no podía ganar y abrazó su cuerpo esperando a ser derrotado. La persona que le había rescatado era su propia madre, Gine. Quien se interpuso entre los dos chavales.

-Vas a detenerte ahora mismo o tendrás que enfrentarte a mi-Gine sin vacilar se puso en una posición preparada para atacar.

-Deberías estarme agradecida, estaba haciendo tu trabajo enseñando a tu hijo a no ser un cobarde.

Turles le saco la lengua a Gine de forma burlona para acto seguido salir volando de aquel lugar. Ella prefirió no perseguir y ayudar a su hijo para que se levantara del suelo. Le acarició el pelo para también poder observar el golpe que le hizo el otro niño Saiyan para derribarlo al suelo. Por suerte la herida no era nada importante.

-Gracias mami, pensaba que iba a morir-Y por tercera vez, Raditz empezó a llorar ligeramente algo que parecía que se repetía bastante en su patrón de comportamiento- ¿Por qué has venido?

-Tu padre ha contactado conmigo-Aquello lo decía mientras señalaba el Scooter que llevaba puesto- Ha dicho que está a punto de volver al planeta tras el último encargo del emperador. Parece que todo ha ido bien y había pensado en prepararle una pequeña fiesta sorpresa para su vuelta ¿Te apuntas a ayudarme?

La dulce sonrisa que hizo Gine parecía más la de un ángel que la de un guerrero despiadado como lo eran los Saiyans. Aquello ayudó a su hijo a tranquilizarse.

-¡Pues claro! ¡Y de paso por el camino podemos ir a ver a mi hermanito pequeño!

Tras aquella petición, Gine tan solo podía abrazar con fuerza a Raditz. Estaba un poco preocupada por el destino de su hijo pequeño, Kakarotto. Que pronto cumpliría los tres años y como era un guerrero de clase baja iban a apuntarle en las misiones de "Infante Volador". Una tradición que se llevaba años haciendo entre aquella raza y es que para mostrar si un guerrero del espacio de clase baja valía la pena lo enviaban a un planeta con poco valor y si lo conquistaba el solo podía regresar al planeta. Y si no, tan solo lo dejaban morir.

Pero aquella no era la única decisión cuestionable y es que como un bebe era muy aburrido y tenían que estar a cargo de ellos casi las 24 horas prefirieron ponerlos en una cápsula de incubación durante los primeros tres años. Era la mejor forma de librarse de ellos cuando tan solo eran molestos y sacarlos cuando ya podían combatir o enseñarles a hacerlo.

Por el camino hacia la instalación donde estaban todos los bebés del planeta, tuvieron que cruzar por la capital del planeta. Raditz siempre tenía miedo de pasar por aquellas calles y como siempre se agarraba con fuerza a las piernas de su madre ya que aunque fuera la capital la violencia estaba al día. Ocurrían peleas de borrachos incluso por la mañana, asesinatos. Incluso mientras cruzaban una calle una de las casas fue destruida por un Saiyan porque su mujer le puso los cuernos con el propietario de aquella casa. Aquello no sorprendió a Gine, ya que era el día a día de aquel planeta. Era corriente ver casas y edificios siendo destruidos. Al llegar al edificio, había un guardia (guerrero de clase media) dentro para vigilar. Gine le preguntó si podía visitar a su hijo.

-Esta bien, podéis entrar pero no hagáis mucho ruido. No quiero que todos se despierten a la vez.

Aquel guardia miraba con cara extraña a Gine. Normalmente un Saiyan solo visitaba una vez a su hijo o como mucho dos mientras estaban en aquella incubación. Pero Gine iba cada día a algo que hacía que el guardia desconfiara de ella pero nunca había hecho nada sospechoso. El edificio eran pasillos y pasillos llenos de bebés uno al lado de otros. Al acercarse a su hermano pequeño Raditz corrió y empezó a golpear el cristal.

-¡Hey mírame Kakarotto! ¡Soy Raditz! ¡Tu hermanito! ¡Raditz! ¿Me escuchas?

Y Raditz no paraba de tratar de llamar la atención de su hermano pero parecía que no lo conseguía ya que Kakarotto estaba completamente dormido mientras flotaba en aquel extraño liquido de color verdoso. Gine se reía ligeramente mientras se acercaba más lentamente que su hijo.

-Creo que hoy no vas a tener suerte, tu hermano ha decidido tomarse una siesta.

Gine se quedó mirando a su pequeño hijo pero giró su vista hacia un lado, desde hacía semanas el bebe que debía estar justo al lado de su hijo había desaparecido misteriosamente. Era imposible que su etapa de incubación hubiera acabado porque era más pequeño que Kakarotto. Estaba ligeramente preocupada, siempre le hacían gracia los gestos de asco que ponía aquel bebe cuando Kakarotto se ponía a llorar. Quería preguntarle al guardia sobre el.

-Perdone ¿Qué le ocurrió al bebe que estaba en esa cápsula?-Señaló la cápsula con el dedo índice.

-No estoy muy seguro, por los datos de los que me informaron tanto él como su padre contrajeron una extraña enfermedad y murieron.

-Vaya...-Gine sorprendida acarició su propio mentón- Parece que ni aunque seas extremadamente poderoso puedes salvarte de enfermar...

Los soldados de Freezer se encontraban revisando las naves del escuadrón que acababa de llegar. Normalmente aquella zona estaba casi vacía, tan solo llegaban y salían Saiyans que estaban destinados a alguna misión. Solían irse más de los que regresaban, pues no era nada raro que algún miembro muriese tratando de conquistar algún planeta. Pero cuando el escuadrón de Bardock llegaba de sus misiones, todo eso era muy distinto. Al ser el grupo más popular entre los guerreros de clase baja, siempre se llenaba de otros Saiyans curiosos de como les había ido la misión. A casi todo el grupo no le molestaba aquello pero a Fasha un poco sí, prefería ir a lo suyo y pasar desapercibida. Mientras que a Toteppo le encantaba, siempre enseñaba sus músculos a los otros Saiyans.

-¿Tenían alguna sorpresa preparada para defender su planeta?-Preguntaba un Saiyan.

-¿Cómo se sentía aplastar sus cráneos?-Preguntaba otro Saiyan, cuya mayor afición al conquistar planetas era aplastar los cráneos de los habitantes y beber de su sangre como si fuera zumo vegetal. Algo normal para ellos.

Cuando Toma iba a responder aquellas preguntas. Bardock no esperaba tener otra visión justo en aquel momento. Lo que estaba viendo lo reconoció rápidamente porque era un lugar donde había pasado mucho tiempo en su vida, era el propio planeta Vegeta. Parecía que los mismos guerreros de clase baja que estaban preguntándole acerca de su última conquista también aparecían en su visión. Estaban todos mirando al cielo.

¿Y que estaban observando con cara de confusión? Pues en la estratosfera (donde a duras penas podía respirar un ser vivo pero aún era posible) estaba la nave personal del emperador Freezer rodeado de soldados completamente armados y preparados para protegerla. Y justo encima de la nave, se encontraba el mismísimo emperador encima de su vehículo favorito mientras alzaba el dedo índice hacia el suelo y preparaba lo que parecía un ataque especial.

Pero Bardock no pudo ver nada más, pues Fasha había agarrado su cuerpo y lo empezaba a zarandear mientras lo llamaba, lo que hizo que volviera en sí.

-¡Bardock! ¿Estás ahí? ¿Te está volviendo a pasar?-La chica gruñó.

-Tan solo me he quedado pensativo, no es nada más-Bardock agarro su cabeza, tras una visión le dolía un poco y escuchaba un pequeño zumbido. Aunque no tan bestia como la primera vez.

-Será mejor que te acompañe a casa-Toma se acercó a Bardock y le hizo un gesto para irse.

Los dos se despidieron de sus otros camaradas y emprendieron su pequeño viaje de unos minutos hasta la casa de Bardock. Para ahorrar tiempo fueron volando, que era mucho más rápido que caminar y la mayoría de habitantes de aquel planeta usaban este método. Toma no podía quitarse de su cabeza la preocupación por aquel estado de Bardock.

-Déjame darte un consejo, capitán. Deberías ir a que te hagan una revisión completa.

-Estoy perfectamente bien Toma.

Bardock era algo obstinado y también empezaba a creer que aquello podía ser útil aunque aún no comprendía qué era lo que estaba viendo. Cuando llegaron a su hogar, se encontraron con una enorme pancarta que ponía "Bienvenido de vuelta". No había globos ni nada de eso, pero porque encontrar decoración de aquel estilo en ese planeta era prácticamente imposible. Tan solo Gine hacía esa clase de cosas así que un negocio con un solo cliente es algo que no rentaba. Pero en la mesa había un montón de platos de carne de distintos planetas que Gine había cocinado junto a la ayuda de Raditz. Toma al verlo sonrió y le dio un pequeño golpe en el hombro a Bardock.

-Parece que tienes una familia bien encantadora. Será mejor que os deje a solas y con intimidad. Acuérdate de lo que te he aconsejado.

Tras despedirse, Toma se fue volando. Y Bardock aprovechó para agradecérselo primero a su esposa. Agarrándola de la cintura para darle un romántico beso aunque Raditz estuviera presente. Tras besarla, le acarició suavemente los labios y le miró fijamente a los ojos. Pero pronto se dio cuenta de que algo le agarraba una pierna como si fuera un Saibaman a punto de explotar. Pero era su propio hijo abrazándolo. Una sensación que no había experimentado mucho.

-¡Papá al fin has vuelto te he echado mucho de menos!

Pero Bardock en vez de devolverle el abrazo o el comentario, le agarró como si fuera una bolsa para poder observar mejor aquella herida que tenía en la cabeza.

-¿Cómo te has hecho esto?-Acercó a Raditz todo lo que podía de su ojo mientras cerraba el otro, tratando de investigar- Parece una herida de pelea ¿Al fin mi descendiente ha decidido luchar? Seguro que has ganado.

Cuando Bardock iba a alabar a su hijo mientras lo alzaba, Gine suspiró.

-Más bien le han dado una paliza. Ha sido ese niño huérfano, Turles. Ya te he dicho muchas veces que no me gusta para nada. Parece toda una mala influencia-Tras decir eso, cruzó los brazos.

Bardock dejó a su hijo al suelo y este se entristeció sin poder levantar la mirada, sentía que porque le hubieran golpeado era un deshonor para sus padres.

-Eso lo dices de todos los otros niños, como el príncipe Vegeta. Deberías dejar que Raditz socializara mas, espero que esta vez no te hayas metido en medio.

-No importa si me metí o no, pero ese niño es incluso peor que todos los demás. Al haberse criado solo parece una especie de monstruo sin control.

Sin que ninguno de los dos lo viera, Raditz afirmó con la cabeza varias veces ante los comentarios de su madre. En el fondo quería soltar todo el miedo que le tenía a Turles, pero era tan enorme que incluso le daba miedo hablar mal de él por si se enteraba y recibía aún mas.

-¿No le tendrás tanto odio a ese niño porque tuve una relación con su madre antes de que saliéramos juntos?

Aunque la conversación no había acabado, Bardock se sentó en una silla para empezar a comer carne sin esperar a su esposa o hijo. Había pasado varios días dentro de aquella nave sin poder comer nada y su barriga estaba completamente vacía.

-No, no es nada de eso. Turles es el mayor ejemplo de todo lo que está mal con nuestra raza-Mientras decía eso, Gine recordó que Toma habló de que había aconsejado a Bardock- No es por cambiar de tema pero... ¿Toma que te ha aconsejado? ¿Tienes algún problema?

-No, estoy completamente sano.

Gine entrecerró los ojos para mirar fijamente a Bardock, ella sabía que él mentía y Bardock sabía que había dado una respuesta incorrecta porque no era exactamente lo que le había preguntado haciendo incluso más notable que ocultaba algo. Pasaron unos segundos en silencio y cada uno de ellos Gine se preocupaba más. Hasta que por fin Bardock explicó lo que le había ocurrido, absolutamente todo. Aquello hizo que Gine empezará a analizarlo todo, dando vueltas en redonda.

-¿Y si todas tus visiones están relacionadas? Podría significar que el planeta que habías visto explotando fuera el nuestro y el causante de todo eso fuera... Freezer.

Tras escuchar la palabra "Freezer" salida de la boca de su esposa, Bardock tuvo una segunda visión aquel mismo día. Y por fin pudo verse a sí mismo en una visión. Estaba en el cielo, volando cada vez más y más alto.

Unos soldados del ejército de Freezer trataban de detenerle para que no avanzara más. Pero Bardock no les hacía caso ni se detenía aunque le agarrasen, siempre conseguía derribarlos e incluso asesinarlos sin piedad ¿Por qué estaba haciendo eso si eran del mismo ejército?

Se estaba dirigiendo hacia la nave de Freezer, donde Freezer estaba parado cargando un ataque con el dedo índice levantado. Y en aquel momento relaciono aquella visión con la anterior que tuvo. Todos los soldados que estaban protegiendo a Freezer fueron a por él a la vez. Aunque malherido, Bardock pudo superarlos a todos casi sin problema.

Y cuando llegó frente al traidor empezó a cargar un ataque de Ki que rápidamente lo reconoció. La llamaba "Cañón Espiritual Final" y para realizarla tenía que usar todo el Ki dejándose vendido tras usarla. Un último ataque desesperado que había tenido que usar muy pocas veces en su vida.

-Ahora todo cambiara, yo cambiaré el destino del planeta Vegeta y el destino de los míos. El destino de toda mi familia y también el tuyo ¡Muere maldito!

Pero parecía que Freezer hacía caso nulo a las palabras de Bardock, lo ignoraba porque para él Bardock era un ser demasiado inferior. No era ningún problema ni siquiera un contratiempo. Cuando los dos lanzaron sus ataques estos chocaron y antes de poder ver cual de los dos movimientos ganaba al otro la visión terminó. Aunque ya había suficiente información como para que Bardock supiera que su mujer tenía razón.

-¿Acabas de tener otra visión?-Gine miró a su marido preocupada.

-Si, Freezer nos va a exterminar a todos sin piedad junto al planeta. El maldito traidor nos ha utilizado durante años para deshacernos de nosotros cuando le ha apetecido. Voy a reunir a todos los guerreros Saiyans para derrotarlo y que se trague su propio orgullo.

Gine al oír que sus temores eran ciertos, agarró con fuerza la muñeca de Bardock con sus dos manos mientras le miraba a los ojos.

-Eso es una locura Bardock, ninguno de ellos te va a creer y te trataran como un loco. Y si te llegasen a creer ¿Qué pasaría luego? Ni siquiera toda la población en Ozharu podría vencer a Freezer. Hay rumores de que él también guarda otras transformaciones más poderosas-Los ojos de Gine estaban a punto de llorar- Tan solo huyamos. Nosotros dos junto a nuestros hijos, vayamos a otro planeta y esperamos a que todo ocurra.

Y al escuchar eso, Bardock apartó las manos de Gine mientras le miraba molesto. Se levantó de la silla y dejó de comer. En su cabeza se imaginaba a todos los Saiyans que había conocido en su vida: Toma, Fasha, Panbukin, Toteppo, Turles incluso los inútiles de Pumpkin y Brocco.

-No puedo hacer eso, sería traicionar a todos los de mi raza. No puedo dejarlos morir, si tengo que enfrentarme a Freezer yo solo lo haré-Concluyó Bardock.

Raditz, quien había estado callado todo este rato, pensó en todo lo que él admiraba de la familia real. Al príncipe y su padre, pensaba que ellos seguro que harían algo en esta situación y que seguro el juicio del rey no podía estar equivocado por algo él era el rey del planeta y quien mandaba a todos.

-Papa y si... ¿Lo hablas con el rey Vegeta? Seguro que encontrareis una solución ¡El rey es muy inteligente!

Tanto Gine como Bardock se quedaron callados, ninguno de los dos llegaba a tener en tanta estima al Rey Vegeta pero Bardock acabó afirmando con la cabeza.

-Llegados a esta situación tampoco es un mal plan, los Saiyans no me harán caso a mi pero al rey seguro que si. Iré al palacio ahora mismo, me da igual no tener una cita con el rey si tengo que entrar por la fuerza lo haré.

-¿Ahora? Acabas de llegar Bardock, al menos descansa-Gine estaba preocupada, ella se había enfrentado verbalmente contra el rey en muchas ocasiones por las ideas morales tan distintas que ella tenía. Sabía que había muchas posibilidades de que aquello acabara mal.

-No voy a esperar, la salvación del planeta está en mis manos.