Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.
La Última Hija del Mar
Belerofonte, decidió leer el próximo capítulo. —Capítulo 32: Nos llevamos una sorpresa en Miami Beach.
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Miré a Clary y a las Cazadoras, quienes consideraban la misión, prácticamente terminada. Yo no pude evitar sonreír de orgullo, de que mi novia hubiera logrado todo esto.
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Todos comenzaron a silbarle a Clarisse, quien se sonrojó y miró asesinamente a su novia, por avergonzarla. En cambio, Penny, ni siquiera la miró.
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—Clary —le dije, acercándome a ella. —Debes de tomar un transporte, volver a Campamento y colocar el Vellocino, lo antes posible, en una rama del Árbol de Thalía, antes de que todo sea destruido.
Ella tragó saliva, y asintió.
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—Ya, claro, sin presiones —dijo Clarisse sonriente. Penny le dio un beso en la mejilla, provocando unos grandes celos en Thalía, Zoë y Artemisa.
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De vuelta entre los mortales, la niebla hacía su trabajo. Clary, con el vellocino encima, este se había transformado y ya no era una piel de cordero, sino una chaqueta de instituto roja y dorada, con una Omega resplandeciente bordada sobre el bolsillo.
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Los Stroll, parecían fascinados ante eso.
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Zoë corrió al expendedor de periódicos más cercano y comprobó la fecha del Miami Herald. Soltó una maldición. — ¡Dieciocho de junio! ¡Hemos estado diez días fuera del campamento!
— ¡No es posible! —dijo Clarisse, repentinamente pálida.
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Todos temieron lo peor. Pero los del futuro, se veían más calmados. No al 100%, pero estaban mejor.
Aun así, leer eso, no era agradable.
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El mar de los monstruos, parecía actuar de forma similar, al Hotel Casino Loto.
Clarisse se dejó caer en el pavimento, abatida. — ¿Cómo demonios se supone que vamos a hacerlo? —dijo con voz temblorosa—. Estamos a miles de kilómetros. Sin dinero y sin vehículo. —Yo, me llevé la mano al bolsillo y le tendí algo. Estaba tan abatida, que le costó ver lo que era. Saltó de la emoción, agarrándola. — ¡Claro! Las tarjetas del Loto —llevó su mano al bolsillo, y extrajo su propia tarjeta. Con algo de suerte, servirá para el pasaje del avión.
Miré hacia atrás. Pero Zoë habló primero, tomando mi idea. —Quizás lo mejor, sería volver a los barcos, y navegar hasta la playa del Campamento.
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—Ladrona de ideas —bromeó Connor Stroll.
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Clarisse se fue inmediatamente, en un Taxi mortal.
Cuando ella se alejó, nos vimos atacados por los sobrevivientes del grupito de Luke, a quienes empezamos a combatir.
Luke intentaba luchar conmigo, pero yo usaba en todo momento, el tridente para intentar apuñalarlo, manteniéndolo a distancia, los bordes del tridente para cortarlo y lo mismo con la guadaña. Eso solo lo hacía gruñir de frustración. — ¡SUFICIENTE! —Gritó Luke enfadado, solo para escuchar gemidos de dolor, detrás suyo. Al girarse, se encontró con cinco de sus aliados, degollados y castrados. Las Cazadoras que los mataron, lo miraron con sed de venganza, haciéndolo palidecer. — ¡Entrégame el Vellocino, ahora mismo, Jackson! —ordenó.
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—Niño estúpido —se quejó Ares. —Estás rodeado de enemigas, superado en número y, aun así, intentas dar órdenes.
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—Estás rodeado, Luke —le dije.
—Dame el vellocino, hermosa —me ordenó Luke. —Y yo permitiré que reanudes la búsqueda que habías emprendido. —Ninguno de nosotras contestó. No hacía falta. Clarisse ya estaba un poco lejos. Y para cuando Luke y su grupito, pudieran alcanzarla, ya sería tarde. Además: estaban rodeados de flechas, y por feministas, más que dispuestas a matarlo, solo porque era un hombre. —Quizá no me has oído. —La voz de Luke sonaba peligrosamente tranquila—. ¿Dónde… está… el vellocino?
—Aquí no —dije. Seguramente no tendría que habérselo dicho, pero resultaba agradable soltarle la verdad en la cara—. Lo hemos enviado por delante. Esta vez la has pifiado, «amigo».
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Los dioses y semidioses, se reían de la mala fortuna del traidor.
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Luke entornó los ojos. —Mientes. No puedes haber… —Se sonrojó repentinamente ante la espantosa posibilidad que se le estaba ocurriendo—. ¿Clarisse? —Asentí. — ¿Le has confiado…? ¿Le has dado…?
Me llevé una mano a la cara, fingiendo exasperación. — ¿Tengo que explicártelo con títeres, Luke? —hice girar rápidamente mi arma, Luke esquivó el tridente afilado, pero, aun así, conseguí córtale el ojo derecho, haciéndolo chillar de dolor. Entonces, tuve una idea y saqué un par de dramas del bolsillo. —Oh Iris, diosa del Arcoíris, comunícame con el Sr. D, en el Campamento Mestizo y con el salón del trono del Olimpo. —Pensé, mientras arrojaba ambos Dracmas, y atacaba a un enemigo a mi derecha, para que se distrajera.
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—Eres muy inteligente, cariño —dijo una sonriente Anfitrite. —Afortunadamente, Sally y yo, te salvamos de las peores mañas de Poseidón.
— ¡HEY! —Se quejó el rey del mar, mientras que los demás se reían de él.
—Es un muy buen plan, Johnson —dijo Dionisio sonriente.
—Gracias, señor Donoso —dijo ella, burlándose de él. Dionisio frunció el ceño, pero no contestó. No sabía qué contestar. Era la primera vez, que se la devolvían así.
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—Has estado jugando con nosotros desde el principio —le recriminó Zoë, al ver la transmisión—. Pretendías que te trajéramos el vellocino y ahorrarte así el trabajo de encontrarlo tú.
— ¡Por supuesto, idiotas! —replicó ceñudo—. ¡Y ustedes acaban de estropeándolo todo!
—Somos tus enemigos, estúpido niño —le riñó mi hermana. —No tenemos motivos, para ser amables contigo.
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Los hijos de Ares asintieron, mientras pensaban que Luke era estúpido.
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— ¿Quién envenenó el árbol de Thalía, Luke?
—Yo, por supuesto —gruñó—. Ya se los dije antes. Usé veneno de pitón vieja, traído directamente de las profundidades del Tártaro.
— ¿Quirón no tuvo nada que ver en el asunto? —era obvio que no tuvo nada que ver, pero necesitaba que los miembros del Campamento y en el Olimpo, lo supieran.
— ¡Ja! Sabes muy bien que él nunca lo habría hecho. Ese viejo idiota no tiene agallas. —Dijo sonriendo, con lo que él creía, que era una sonrisa malvada.
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—No. Es más bien, que mis deseos son apoyar al Olimpo —dijo Quirón. —Y los deseos de Luke y mi padre, son destruir el Olimpo.
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— ¿Eso son agallas, según tú? ¿Traicionar a tus amigos? ¿Poner en peligro a todo el campamento? —Luke levantó su espada, nosotras nos pusimos en guardia. —Estás rodeado. Baja tu espada.
—Tú no entiendes ni la mitad de todo este asunto. Iba a dejar que te llevases el vellocino… una vez que yo lo hubiese utilizado.
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Los dioses fruncieron el ceño. Para ellos, no tenía sentido que Luke los dejara llevarse el Vellocino. Era obvio, que Luke trabajaba con Cronos, así que: ¿Por qué dejar que se llevaran el Vellocino?
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Lancé una risilla. —Oh, claro. Había olvidado que eras un alma tan caritativa.
—Pensabas reconstruir a Cronos —dijo Zoë, moviéndose ligeramente y ahora tenía a Luke, listo para ser asesinado, una vez que disparara su flecha.
— ¡Sí! Y la magia del vellocino habría acelerado diez veces su regeneración. —Dijo él furioso. Antes de sonreír. —Pero no crean que nos han detenido, Penny. Sólo han ralentizado un poco el proceso. —Yo suspiré. ¿necesitan que le hagan un juego de luces, para descubrir que esto era la trampa?
Me quedé en silencio, por un momento. —Para simplificarlo todo: envenenaste el árbol, traicionaste a Thalía y nos tendiste una trampa… todo para que trajéramos el Vellocino y así ayudar al abuelo a destruir a los dioses.
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—Tendremos que hacer algo más —dijo Zeus, mentalmente a sus hermanos. —Necesitamos de algo, para evitar que los Mestizos, puedan llegar fácilmente al Tártaro y extraer el ataúd.
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Luke apretó los dientes, enfadado. — ¡Ya lo sabes! ¿Por qué me sigues preguntando?
—Hombres —Dije yo, llevándome la mano al rostro, ante cuan estúpido era Luke.
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Artemisa le sonrió a su novia. Y habló con un tono coqueto. —Cariño, ¿segura no quieres venir conmigo, y las Cazadoras? —preguntó, con un tono de voz, que pensarías que Afrodita acababa de tomar control, sobre el cuerpo de Artemisa.
—No olvides a la Hija de Ares, con la cual debes de compartir a la rubia —gruñó Clarisse. —Y quizás, a las hijas de Bellona.
Artemisa se encogió de hombros, y miró a Penny. —Si no quieres estar rodeada de hombres, solo tienes que venir con nosotras.
—Gracias Darth Vader, pero no estoy segura —bromeó Penny.
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—Porque quiero que te oiga toda la audiencia. —Dije yo, mientras me tapaba la cara con la mano derecha, avergonzada de tener a estos idiotas ante mí.
— ¿Qué audiencia? —preguntó Luke.
—Mira detrás de ti, imbécil —gruñí, enfadada por tener que hablar, con tales imbéciles.
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Todos en la sala del trono, se rieron por la forma en la cual habló Penny.
En la sala del trono, el Luke allí presente, quien era más bien... "bueno", no pudo evitar sentirse como un imbécil, por no haber captado la trampa.
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Dieron un grito y retrocedieron un paso. Sobre la piscina, en medio del arco iris nublado de vapor, temblaba la imagen de un mensaje Iris: Dionisio, Tántalo y el campamento entero en el pabellón del comedor. Todos permanecían sentados y en silencio, mirándonos atónitos.
—Bueno —dijo Dionisio secamente—, una inesperada distracción nocturna.
—Señor D, ya lo ha oído —dije—. Todos han oído a Luke. Quirón no tuvo ninguna culpa en el envenenamiento.
El señor D suspiró. —Supongo que no.
—Ese mensaje Iris podría ser una trampa —sugirió Tántalo, aunque él tenía casi toda su atención puesta en una hamburguesa de queso, que estaba intentando acorralar con ambas manos.
—Me temo que no —dijo el señor D, mirando con repulsión a Tántalo—. Por lo visto, tendré que rehabilitar a Quirón como director de actividades; creo que echo de menos las partidas de pinacle con ese viejo caballo. — Tántalo atrapó la hamburguesa, que esta vez no se le escapó volando. La levantó del plato y la observó asombrado, como si fuese el mayor diamante del mundo. —Ya no necesitamos tus servicios, Tántalo —anunció el señor D. Tántalo parecía estupefacto. —Puedes regresar al inframundo. Estás despedido.
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Dioses y Semidioses, alzaron las manos felices, de recuperar a su entrenador centauro, y que el recluso, se fuera.
Definitivamente, el mejor entrenador que podrían tener los mestizos, era el Centauro.
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Me sentí bastante satisfecha de mí misma, hasta que Luke se volvió y me dirigió una mirada asesina. —Cronos tenía razón, Penny. Eres poco fiable. Habrá que reemplazarte.
—Miren nada más. —Dije yo, calmada. —El ciego se asombra del sordo. Eres un traidor... ¿y me llamas "poco fiable", a mí? —Lancé una estocada veloz, y con fuerza, haciendo a Luke desviar mi tridente. Deslicé mi otra mano, por la empuñadura del arma, y empujé con fuerza, como una palanca, contra la espada de Luke, haciéndolo retroceder, y permitiéndome a mí, avanzar al frente, mientras hacía girar mi tridente, y le lancé un corte con la guadaña. Luke intentó detener el avance del arma, pero solo resultó en que fuera cortado, y recibiera un par de flechas en la pierna derecha, haciéndolo gritar de dolor.
Viendo que no podría derrotarnos, decidió huir.
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Ares frunció el ceño, y estuvo a punto de burlarse de Luke, por huir del combate. Aun así, no dijo ni una palabra, pues según la lectura, incluso él, había terminado escapando del combate contra Penélope Jackson, cuando ella volvió del inframundo, cuando perdió el Yelmo de la Oscuridad de Hades, y se evitó la guerra entre los Tres Grandes.
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Cuando las Cazadoras empezaban a organizarse, para ponerse en marcha, Cecyl me colocó una mano en el hombro, yo la miré extrañada, y sentí como si mi estómago diera vueltas, dentro de mi cuerpo, y como si mi cuerpo temblara, producto del frío, (solo que yo NO tenía frio)
Cuando pude ver algo, fue que estábamos en el Campamento nuevamente, y tanto los mestizos, como los Sátiros, contemplaban el Árbol de Thalía, del cual colgaba el Vellocino de Oro.
A mí, y a las Cazadoras, nos dieron laureles. Y junto a Clarisse, quemamos nuestros sudarios nuevamente.
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Los dioses se alegraron, de que el Campamento fuera a curarse, y las barreras volverían a alzarse.
Zeus miró con agradecimiento, a su nieta Clarisse, y a su sobrino Percy.
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Belerofonte, solo leería el titulo del próximo capítulo. —Capítulo 33: Salvando nuevos amigos y reencuentro con las Cazadoras.
