Antes que lean quiero ir ubicando algunas cosas para que comprendan el armado de línea temporal. Todo lo que sucede es en el transcurso previo a cuando hieren de muerte a Ren. No olvidemos que la historia contada es a través de Manta, y no tenemos un diagrama de tiempo exacto entre los eventos, por lo tanto me da la libertad de decirles que esto es un "detrás de escenas" del personaje que menos sabemos en toda la historia de SK: Anna, y esa relación tan inusual y complicada entre ella y Hao. Que parecen que se entienden pero no pueden estar del mismo lado, que se siente una complicidad a la vez que se percibe tensión. En fin. Otra cosa es que a medida que avance la historia se ira desprendiendo un poco del canon ,ya que no tomaré el final del manga.
Por último les cuento que esto es un experimento de exploración, ¿Quién es Anna? ¿Qué desea? ¿Qué siente? y ¿porqué Hao esta tan interesado en ella como nunca le intereso nadie en sus tres desgraciadas vidas? Bueno algo debe tener, ¿no?
Nos vemos al final ¡Espero que lo disfruten!
La mente del enigma
CÁPITULO II
Rincón neutral
La temperatura del ambiente comenzaba a elevarse a medida que el Sol calentaba el concreto del estadio y la arena del campo de combate, los espacios con sombra disminuían en las tarimas, y se sumaban los cientos de espectadores que habían copado el circuito.
Día tras día Hao y su cuadrilla de seguidores asistían a algunas de las peleas como un entrenamiento de análisis, más no era para evaluarlos que su líder se encontrara allí, ni tampoco por mero ocio considerando la abrumadora cantidad de personas que tenía soportar a su alrededor; sin duda alguna su motivación para estar ahí superaba con creces el hastío que sentía.
Desvió unos milímetros la dirección de sus binoculares para ver a su motivación con nombre y apellido: Anna Kyoyama. Siempre cerca o al lado de su gemelo.
Ella se levantó de su asiento para estirarse, alzó ambos brazos cómo si quisiera tocar las nubes y alargó la columna, después llevó sus manos con suavidad al borde de la baya de contención, quien diría que esos dedos tan finos tenían la misma delicadeza de un látigo.
Anna se paraba con un pie delante del otro, hombros atrás e impecablemente derecha, esa postura era inhumana, pero natural en ella; y su rostro siempre elevado con orgullo, como si presumiera su privilegiada belleza. Hasta en una multitud se destacaría sin hacer nada.
Se soltó el rodete y movió la cabeza haciendo que este se desarme cayéndole sobre los hombros, luego giró la cara en su dirección, la luz se reflejaba en sus ojos volviéndolos de un verde ámbar más claro ¿Sería por el efecto de los prismas? Para quitarse esa duda tendría verlos de cerca, pero era improbable...
Afortunadamente lo improbable resultaba ser su especialidad.
De pronto su mirada se acentuó cómo si lo estuviera viendo directamente. Él se humedeció los labios, el calor estaba secando su boca.
—Señor Hao...— La voz masculina a su lado lo interrumpió.
— ¿Qué? Estoy ocupado ahora Luchist. — Contestó mientras veía que ella se inclinaba hacia Yoh.
— ¿Desea comer algo distinto? — La pregunta no era absurda, no había tocado ningún bocadillo desde que habían llegado ahí, o más bien desde que el grupo de su hermano menor había llegado.
— No. — Respondió bajando los binoculares. — Pero sí tengo sed. — Su sonrisa se amplió taimada y sagaz. Le extendió el aparatejo y sin lugar a preguntas ni mucho menos explicaciones se fue del lugar.
Luchist automáticamente miró hacia el extremo donde se encontraba el grupo que siempre observaba, todos estaban ahí... Todos excepto la chica rubia.
Anna sintió la brisa recargada en el umbral de la enorme salida del recinto. Llevaba una cuenta mental interna con los ojos cerrados.
« 45...46...47...»
Abrió los ojos y se volteó confirmando lo que sospechaba al ver a Hao Asakura aparecer en la galería. «48 segundos. Que rapidez». Pensó.
— ¿Qué quieres? — Su tono sonó áspero.
— Hola ¿Cómo estás?— Comentó de forma grácil ignorando su severidad mientras se aproximaba. — Verte. — agregó con obviedad deteniéndose a un metro de ella.
— ¿No tienes tus binoculares para eso? — Peguntó cruzándose de brazos.
Él sonrió como quien es descubierto en una travesura. — Ups. — Se encogió de hombros. — No pienses mal. — Aclaró.
—No claro, porque tus intenciones siempre son limpias.
Él dio un paso hacia ella y se apoyó con la palma en la pared. — Soy claro en mis intenciones, la que juega sucio eres tú, no cambies los roles.
Anna hizo una caída de parpados y curvó sutilmente los labios de lado. — Bueno "Caiga quien caiga y a costa de lo que sea" ¿no? — Usó sus mismas palabras.
—Aprendes rápido. — Dijo con leve incredulidad. — Pero tú no eres así.
—No sabes cómo soy.
—Eres tramposa, astuta, y aparentas usar a los demás, pero, lo haces ayudándolos, asi que no los estas usando. — Hablaba mirando hacia cualquier lado cómo si intentara razonar lo que decía.
Ella se quedó sin aire ante esa certera observación. Definitivamente la había estado analizando; por suerte él no la estaba viendo y ella ya había deshecho su expresión de asombro. — Lo que dices no tiene sentido, es contradictorio.
Él rio negando con la cabeza y se inclinó a ella, dando un paso más. — Es exactamente mi problema. Eres toda una contradicción.
Hao sabía que tenía pocos segundos. Miró detrás de ella, afuera estaba desolado; luego respiró hondamente a tiempo que se enderezó tomando distancia. — Ya no les queda mucho tiempo.
La sacerdotiza sabía que era cierto. Estaban abismalmente lejos de poder ganarle, por muchas herramientas que tuvieran no conseguirían hacer nada para detenerlo.
—Sólo para que quede claro, tú fuiste la de la idea. "Suerte descubriéndolas"— La imitó.
—No fue una propuesta. — Se quejó ella encogiendo las cejas.
Él expuso ambas palmas hacia arriba encogiendo un hombro mientras la rodeaba caminando. Ella ya debería haber sabido cómo resultaría insinuarle un reto.
— La playa es perfecta para una mañana aburrida como esta. — Se detuvo a su lado para mirarla directo a los ojos. — Y eso, sí es una propuesta.
A penas terminó de hablar sonó la chicharra indicando el fin del combate y el inicio del entretiempo, por lo que una multitud aparecería en cualquier momento.
Él se alejó deteniéndose en la salida. — Tú eliges, pero ten en cuenta, el tiempo se les agota. — Luego desapareció en la encandilante luz del exterior.
A Anna se le suspendió el aire en los pulmones, había dado un paso sin pensar quedando en el umbral, un pie delante otro, exactamente en el límite, se detuvo, incrustándose allí, en medio.
Ella sabía que ésta era una oportunidad, una que Yoh no tendría: la posibilidad de encontrar la clave, de ver la carta.
Pero irse con "el enemigo" no era en lo absoluto sensato, mucho menos sabiendo el interés particular que él tenía en ella.
Por donde lo vea estaba mal; sin embargo si ella no estaba interesada en él, si no daba el lugar, si ponía los límites no estaría haciendo nada malo, sólo cumpliendo con su deber.
Escuchó las voces a lo lejos. Podía sentir su propio pulso acelerándose ante lo inminente.
«¿Te quedas o vas?» Le preguntó una voz interna.
Miró hacia atrás y luego afuera.
Las elecciones determinantes se toman en cuestión de milésimas de segundos, son insignificantes a simple vista, y la mayoría de las veces no sabemos que tanto pueden repercutir, pero ella lo sentía. En su interior Anna sabía que cruzar el umbral simbolizaba más que sólo cruzar la salida; ese límite que estaba a punto de romper era el suyo.
Cerró los ojos tomando una respiración profunda, sintiendo la calidez mezclarse con la adrenalina en su pecho y la energía cosquilleándole hasta la yema de los dedos.
La luz golpeó de lleno en su cara.
Hao agrandó su sonrisa orgullosamente al verla apurarse hasta la bajada en donde se encontraba. — Sabía que no te resistirías a poder golpearme en la cara de nuevo. — No iba a demostrarle que por un instante su seguridad flaqueó al no verla salir.
—Más te vale que no me des motivos. — Le dedicó una de sus miradas matadoras.
Caminaron por la bajada desapareciendo en el horizonte tras los altos médanos.
—Muy bien aclaremos algo antes de continuar. — Dijo con seriedad como si se parara sobre sus cimientos. — Esto no cambia nada, no confió en ti.
—Y yo pensando que podíamos ser amigos. — Acotó burlescamente.
—Para empezar tú no tienes amigos, sólo seguidores que manipulas, y tampoco soy una de las mujeres con las que te puedes acostar, así que ni siquiera lo intentes, a menos claro que quieras morir de una puñalada en pleno acto.
Abrió los ojos al escucharla —Lo bueno es que te levantaste tranquila esta mañana. — Comentó con marcada ironía retomando la caminata a su lado.
— ¿Esperabas menos?
—No esperaba una gacela, pero eso fue demasiado explícito. — Reconoció.
— Tengo que-
— ¿Dejar en claro que no eres mi aliada?— La interrumpió. — Ya sé que eres mi enemiga.
Anna se detuvo y le clavó la mirada directamente— ¿ah sí? Algo me dice que no lo tienes tan claro. — Levantó una ceja fugazmente mientras afilaba la sonrisa.
Hao metió las manos en los bolsillos. Tenerlas libres podía ser un error. Sus rostros estaban enfrentados. Sonrió lentamente sin dejar de verla. No era el efecto de las lentes del binocular, sus ojos eran como un cuadro de acuarelas verdes, la sombra de sus propias pestañas largas y arqueadas contrastaba con los reflejos de luz, dándole el marco perfecto.
La tensión se formó en medio del silencio, cómo si el aire entre ellos estuviese cargado de vatios.
— Tal vez ninguno de los dos lo tiene. — Su voz se deslizó como la seda.
Ella no se inmutó a pesar del ligero escalofrío que le erizó los vellos de la nuca o el estremecimiento que le provocaba sostenerle esa mirada. Las sensaciones le advertían del peligro, pero ¿Peligro de qué exactamente?
Él desvió la vista soltando el aire con tranquilidad. —A menos que no te importe que te vean conmigo es mejor que sigamos. — Habló recuperando su compostura naturalmente. Unos ojos bonitos no eran motivo para parar el mundo a su alrededor.
Habían tomado la dirección hacia el noroeste, sabían que esa ribera no era popular dada la distancia y el aspecto descuidado a primera vista.
— ¿Por qué presupones que no puedo ser de confianza?— Le preguntó por vana curiosidad.
— Te cito textualmente: —Inspiró armando las comillas con los dedos. —"Perdí lo que se llama una conciencia limpia y sin remordimientos".
— No puede ser... — Musitó exhalando y desparramando arena a su paso. — ¿Todo lo que diga puede y será usado en mi contra?
—Por supuesto. — Aseguró con apatía poniendo el gesto más frío posible.
Él entrecerró los ojos notando cómo marcaba esa distancia entre ellos. Ella buscaba el rechazo pero solo incentivaba su ingenio para demostrarle lo contrario. — ¡Me encanta que seas tan brava! — Resaltó exageradamente.
Anna se llevó las manos al rostro tratando de ocultar la repentina risa que le había provocado. Es que no había caso, ese hombre simplemente no parecía verse afectado por sus constantes comentarios ácidos, por el contrario los manejaba muy bien y hasta usaba el filo del sarcasmo elocuentemente para rebatirlos.
Hao se sintió realizado al sacarla de su papel de mujer inmutable. Ella podía parecer la reina del hielo pero no lo era, aunque tuviera un fuerte temperamento y una coraza dura no era tan inflexible como pretendía.
Llevaban un tiempo de caminar bajo el cielo despejado y radiante, el mar estaba metros adentro pero aun así oían su vaivén a lo lejos. Sin darse cuenta el aire entre ellos se sentía más liviano, incluso sin que hablaran, a ninguno le molestaba el silencio.
— Trajiste agua, ¿verdad?— Le dijo ella sin poder controlar ese tono imperativo.
Él cerró los ojos como respuesta. Se supone que iba a hacerlo, pero lo olvido por completo, se distrajo por culpa de la señorita a su lado. Y eso que había sido la excusa para irse.
Tanteó el bolsillo del pantalón cargo y sacó la cantimplora, sintió alivio al agitarla y comprobar que tenía agua, aunque no mucha.
—Eres un pésimo organizador.
Él rio. —No lo había planeado, fue de imprevisto.
La miró de reojo mientras ella se recogía el cabello apartándoselo de la cara y del cuello.
Observarla se había vuelto algo cotidiano para él, pero estando cerca debía obligarse a ser discreto, le costaba no mirarla, y no podía permitirse que Anna se diera cuenta que tenía su completa atención cuando se rosaba la nuca y el cuello con los dedos para recogerse el pelo; o cuando se le escapaba una de sus sonrisas filosas y se mordía la boca como lo hacía en ese instante mientras renegaba porque tenía sed.
— ¿No que tú tienes ya todo planeado? — Preguntó y se encontró con que sus ojos ya estaban en los de ella. No entendió por qué pero sintió que el calor se le concentraría en la cara. Volteó rápidamente divisando el lugar perfecto para parar. — Hay una buena sombra ahí. — Señaló el pie de un médano con tamariscos frondosos y se dirigió a ellos dejándolo atrás.
—Tú no estabas en mis planes. — murmuró cómo un pensamiento que se le escapó de entre los dientes. — Luego se dirigió hasta esa sombra.
— ¿Dijiste algo?— Le preguntó mientras él se ubicaba sentándose a su lado.
— Que eres increíblemente mandona. — Contestó sin verla y con una inusual seriedad que no le pasó desapercibida.
— Alguien tiene que ser ordenado, ya que tú lo haces terrible. — Se quejó demandante.
Se mordió el labio inferior inhalando con paciencia, ella era en verdad irritante. — Te divierte pelearme ¿no?
—Admito que es entretenido ver cómo luchas por estar en tus cabales.
— No te será tan divertido cuando no me pueda mantener en ellos. — Sonrió viéndola mientras se medió recostaba con las manos haciéndole de sostén. — Es cómo encerrar a un toro, molestarlo y luego soltarlo esperando que no te embista.
Anna apoyó la mano en la arena para inclinarse hacia él. — Para empezar sería él quien vino a mí para que lo moleste, y además me tiene sin cuidado yo puedo manejar perfectamente al toro. — afiló los ojos.
Hao se quedó procesando lo que ella había dicho con un gesto es estupefacción evidente—Sabes que tiene mucho doble sentido lo que acabas de decir ¿no?
— No seas tan soñador ¿sí? De verdad, es perjudicial que uses tanto la imaginación.
— Nunca creí que yo diría esto pero: Eres un demonio. —No imaginó que la elegida y "adoctrinada" – no realmente- futura señora Asakura fuera tan poco recatada. — Tenía razón cuando dije que tienes algo de sirena, eres perversa.
Seguramente el comentario le habría molestado de ser otra persona, pero ella sabía en qué sentido lo estaba usando. — Deja de delirar. — Dictaminó sacando unas gafas del bolsillo del pantalón pescador y colocándoselas.
Le escuchó la voz rasposa por lo que le extendió la cantimplora con lo que había de agua, ella la aceptó y bebió un poco devolviéndosela.
Anna se veía cómoda, y lo estaba, aunque no lo reconociera precisaba distenderse, y se sentía fuera de servicio en aquel lugar, cómo si todo el resto del tiempo se mantuviese entre varillas.
Tenía un justificativo para explicar porque había aceptado la propuesta, una excusa, pero también había una verdadera razón: quería estar ahí. Quería hacer algo que ella decidiera por completo, no por un deber o un favor, ni siquiera por auto imposición, sólo hacerlo sin demasiada ceremonia ni análisis. Necesitaba salirse del molde para dejar de estar pendiente de todo por un rato.
Debería podía hacerlo sola, pero cuando lo intentaba siempre terminaba anteponiendo necesidades ajenas.
En cambio ahora había sido un impulso en conjunción con la oportunidad; por otro lado con Hao no tenía cuentas que rendir ni debía estar pendiente de él; cuanto mucho tendría que marcarle los límite de ser necesario, y eso no le representaba ningún sobre esfuerzo mental ni físico.
— ¿Te pondrás a cantar de nuevo o esperaras porque sólo lo haces de noche?— Dijo él con malicia.
—No, la verdad es que sólo lo hago cuando deseo ahogar a mis víctimas. — Contestó con seriedad siniestra.
Se quedó viéndola de reojo, si era un chiste no lo parecía. —Ahora es la parte en la que te ríes y dices que sólo fue un chiste ¿no?
Ella hizo una mueca con los labios y se encogió de hombros. — Lo dije muy en serio. Es lo que hacemos las criaturas crueles. —Sonrió dando la pauta de que efectivamente estaba siendo elocuente.
— Dime que trajiste tus auriculares, así puedes calmarte. — Ella volteó a verlo sin entender de que venía el comentario. — Te he visto cuando te apartas del mundo con tus auriculares puestos. Creo que eso te relaja. — Aclaró.
Anna arqueó una ceja. — Espero que no estés obsesionándote, no es saludable Asakura.
— Un poco tarde para eso, me hubiera venido bien saberlo tres vidas atrás. — Señaló. —Y no creas que estoy acosándote, vigilo a Yoh y siempre estas con él, además tu misma lo dijiste: eres mi enemiga, por supuesto que estas en mi radar. — Justificó arteramente.
Ella guardo silencio un momento — No los traje. No traje el reproductor de música. — Aclaró. — De haberlo hecho posiblemente no estaría aquí.
—Ya veo. — Ahora tenía sentido que no lo hubiera obviado y que haya elegido irse a la playa. No quería estar metida en medio de tanto ruido, y él entendía perfectamente esa sensación.
Para Anna la música era un lugar seguro, se podía escapar de donde sea sin moverse, aislarse rodeada de personas, era una forma de callar las voces, no sólo las del exterior, si no las propias.
Sin embargo no siempre que huimos lo hacemos para escapar, a veces irse es la única manera de encontrarse.
Ya lo había hecho antes, aunque no lo recordara, aunque no quisiera recordar.
Las memorias pujaban desde su subconsciente para salir a la superficie, se encontraban a una chispa de incendiarse y volverse luz, el sexto sentido se sacudía desde el fondo de su conciencia, lo sentía latente siempre, por eso mismo es que el autocontrol era un punto clave para ella.
Entonces ¿Por qué se sometía a perderlo?
Hao ya consideraba una tarea difícil leer sus gestos en condiciones normales, ahora con los lentes oscuros era prácticamente imposible.
— ¿Cómo puedes apartarte del mundo sólo con un aparato? — Le preguntó sin entender realmente.
— ¿Tu no escuchas música? — Repreguntó con incredulidad. Especulaba que si Yoh y él eran realmente una misma alma podía ser un buen punto de inflexión, además de que en su caso había sido un buen aplacador para el reishi. La melodía se podía utilizar como un catalizador energético.
— No es algo que llame mi atención. — La verdad es que no tenía la música relacionada a recuerdos alegres.
— Deberías intentarlo, te pierdes una de las pocas cosas buenas de esta era.
—No lo creo. — Sostuvo con reticencia. — Y no me contestaste. — Agregó determinante.
Anna se dio cuenta de que su voz se había vuelto desabrida. —Es porque debes intentarlo —Carraspeo girando el cuerpo hacia él y se quitó los lentes. — La música es algo que se vive, se siente; de la misma forma que tienes que hacerlo cuando canalizas tu posesión; o transmutas un elemento; cuando conectas con la tierra... — Obviamente ella no veía cómo su ojos brillaban de entusiasmo al hablar. — ...O cuando canalizamos. —Centró su mirada en la de él. — En verdad no puedes irte de aquí sin experimentarlo.
Se notaba que el tema le apasionaba y tenía facilidad para bajar los conceptos a un plano que lo pudiera comprender. Había hecho comparaciones muy precisas y tenía coherencia. A través de la historia, los instrumentos y la voz han sido grandes potenciadores y canales de conexión para las diferentes culturas y los chamanes alrededor del mundo.
Era la primera vez que la veía hablar con esa soltura. — Entonces muéstrame. — Propuso. — La próxima vez. — Sonrió con suavidad.
Ella arqueó una ceja mientras volvía a sentarse de costado a él y se colocaba los lentes meditando aquella posibilidad.
No era mala idea. Después de todo consiguió apaciguar a sus demonios gracias a la música y por supuesto al cariño de Yoh. Una sutil sonrisa le endulzó los labios al pensar en él.
Además disfrutaba la tranquilidad de esa playa lejana en el clima agradable de la época estival y la momentánea paz del torneo antes de que la vorágine de las siguientes instancias haga su catástrofe.
Mientras tanto Hao disfrutaba tanto como detestaba no poder leer su mente cuando sonreía de esa manera con sus pensamientos lejos de él.
Ella largó un suspiro coronado con su voz. Y después de todo no había diferencia tras haber aceptado una primera vez. Al menos ella tenía su objetivo claro. — De acuerdo. — Aceptó con indulgencia.
Hao sonrió satisfecho.
—Y no olvides traer agua. — Le dijo con rigurosidad hostil.
— Tus cambios de humor son mucho más severos que los míos. — Señaló.
— Lo dice el que quema a las personas. — Expuso.— Y tendrás que lidiar con ello, todo requiere un sacrificio.
— Creo que puedo llevar muy bien tu carácter infernal. Hasta ahora no has vuelto a querer darme uno de tus correctivos. — Inmediatamente extendió ambas manos sobre la cara. — No es una sugerencia. — Se atajó.
— Te estas volviendo rápido. — Observó riendo.
— No tuve opción. — Dijo con fingida resignación y soltando una risa silenciosa.
Ellos arecían conocerse, se comprendían con palabras sueltas, comentarios ambiguos y miradas.
No había banderas ni un campo de combates, no existía la necesidad de destilar habilidades... Un lugar fuera de la guerra.
Un rincón neutral
Finalizado este capi. Vayan preparando el caladril, (porque de pica(?)),en serio, son personajes con personalidades muy heavys asi que nada de sutilezas, y a penas arrancamos, Anna es lo menos correcto que hay, se la pasó haciendo lo que quiso con las reglas y lo hizo todo de afuera, desentendiendose de todo el lio, asi que yo no la imagino cómo una chica tan aplicada, y si quiero soltarla con quien mejor que con el desubicado de Hao que le importa muy poco todo.
Espero sus opiniones.
Pd: Ya tengo otro capi listo pero bueno, esperen perris. Y no sean frívolos, diganme algo por favor, me gusta conocer sus pensamientos al respecto.
Pd2:A mis hermosos lectores que me comentan: GRACIAS TOTALES LOS AMO FUERTE. NO ME DEJEEEN. (Kurobina tus comen me la suben, sabelo)
Pd3: Ya me calme. Adiós 3
