Fic

Historias de Albert y Candy

Amante Bandido

De Mayra Exitosa

Inspirada en la imagen de Loren Mont para OctoBert2022

Su marido se fue una mañana, el frío se comenzaba a sentir, románticas palabras a su mente venían en un poema que él le decía en su lenguaje cercano al oído le solía comentar, cada que pensaba en él, una mala jugada su mente le quería pasar, pues sus tíos se lo llevaron a no sé qué cosa iban a recuperar, lo cierto es que la casa, guardaba ahora sus bienes y como su abuela dijo, ella debía conservar todo lo que el traía y multiplicarlo por mucho más, así comenzaba su tarea de sembrar rosas en los jardines, de esas que con el invierno podía cultivar, usando huertos techados, sus bases iba cultivando y en la otra ala de la casona de verduras y frutas, sus manos iban sembrando para poderse tranquilizar, esas angustias que le venían a su mente, si herido o enfermo sin ella podía él estar. Recordaba la celebración que sus tíos le hicieron ese bonito baile en el que celebraron junto a toda su nueva familia, era para rememorar los bellos detalles que podía extrañar.

Para Albert ver a su tío con mujeres, le advertía que ninguna de todas a ella se parecía en lo hermosa que su nueva esposa, por lo que infiel no le sería, sabía que su mujer en casa lo esperaría, por lo que tomar una cerveza, beber de su whiskey y llegar hasta aquellos lugares que la mansión de sus suegros fue, ahí encontró a la mujer que podía ser la tía de Candy, vendiendo las pinturas que ya no quería guardar, él por todo lo que vendía una oferta le hacía, para salvar esa imagen de su mujer siendo niña tomada de las piernas de su padre y su madre muy abrazada a su lado, se notaba enamorada, su mirada lo decía, su rostro eso expresaba. - ¿Cuánto le doy por todo lo que vende? -Cinco chelines, son cosas viejas que dejaron olvidadas. La señal de su tío, desde una ventana dentro un dedo pulgar alzaba. Por lo que Albert solo fingía hablar francés y negociaba las viejas tazas de te, la pintura de un árbol en mayo se notaba a otra mujer enviada por su patrona, por lo que los tíos no se encontraban y alguien se les había adelantado, la servidumbre les estaba robando.

Candy notaba los vientos del otoño llegar, angustiada por tantas cosas que enferma le pasaban más, casi no podía comer y su abuela comenzó a enseñarla a tejer. Dormía más tiempo en él pensado y la vieja tenía ahora fuerzas para caminar y andar bailando. Parecía cada día, descubrir cuanto su querida anciana de malestares eran verdad o mentira, lo cierto es que la nieta estaba embarazada y su marido aun no regresaba.

- Vamos hija toma este caldito te sentara bien. - Abuela debía ser yo quien cocinara, no tu que debes guardar cama, el frío se avecina y tus dolores se vendrán encima. - Deja eso para los viejos, yo me siento rejuvenecida, en ti veo a tu madre, hace muchos años la tuve aquí, estaba triste llorando porque tu padre se iba, ella se la pasaba suspirando, lo mismo pasa contigo, debes estar anhelando a tu apreciado marido que venga, la sorpresa que le darás se pondrá muy bueno contigo, verás que regresa pronto, ansioso por estar en casa, tu aprovecha y descansa, que para ellos estar de encargo, no los deja en celibato, no le des la noticia tan pronto, deja que llegue y descanse, ya luego cuando se dé por enterado, el mismo sacara sus cuentas y veras que no se ira de tu lado.

Los problemas de la ruta cada vez se hacía más larga, ahora resultaba que a la servidumbre se juzgaba y les tocaba lo peor, por lo que terminaron rescatando a los que ni pago les daba, el tío de su mujer avaro y tacaño resultaba. Por lo que llevar a la gente a los limites de Francia, fue tarea de dos de ellos, mientras los demás los iban resguardando que ni la servidumbre supiera que los estaban ayudando.

- Vete por delante, por el parque nos separamos. - No tío, lo mejor es salir de estos juntos y tomar camino por el mar, así nos iremos a casa cuanto antes, que ya quiero regresar. - será nuestro último golpe de suerte, ya no podré volver, me dañe la pierna y de cojo no me quiero ver.

Los tíos por fin llegaban al rumbo donde vivían, el flamante marido por las horas se debatía, repartiendo las ganancias, ayudando a la familia, pero sobre todo, buscando regresar a casa con su vieja abuela y su amada niña. Las familias se quedaron bien, él por fin contra viento y marea, una tarde de comienzo de nieve llegaba, el pobre caballo cansado se encontraba y él tan solo ver el humo de la chimenea salir, no podía pensar en otra cosa que no fuera estar con ella en su lecho abrazado para el calor compartir.

-. ¡Abuela! ¡Abuela! Que mi esposo ha llegado. - Ya lo vi, se nota tras esa felpuda barba debe estar muy agotado. - Un baño te he de preparar. Y sin que ella se diera cuenta el rubio una barriga tras el mandil pudo notar, quedándose con las quijadas sueltas, su mujer ya estaba en cinta y sus dedos movía sacando las lunas y las cuentas, de cuando su hijo nacería. Para abril o para mayo, por allá nacerá.

- No cargues agua cariño, déjame eso a mí, acompaña a tu abuela un rato, que tengo que darle alimento al caballo, bajar las cosas que traigo y en un rato voy por ti. Las cosas comenzó a meter por una puerta del establo descubría que un huerto con cristales encima cubría a las rosas que veía, muchas cosas nuevas estaban, su mujer de jardinería sabía bastante y se veía un lugar renovado y maravilloso que era el hogar que siempre había deseado.

La comida estaba lista, vaya que si, era del mismo estofado que un día se terminó y con mucho viento en un cuarto a cero grados quedó atrapado, junto a esa bella mujer que el destino le cruzó, ahora debía hacer como si no se diera cuenta, que la había visto de lado, con su vientre abultado, traía hambre y tomaba dos panes para comer más, un estilo sándwich se hizo para continuar recordando aquel lugar donde ambos abrazados toda la noche compartieron calor y al amanecer quedaba comprometido con ella para toda la vida, ahora era suya y no se arrepentía, la amaba con locura y ella le correspondía.

- Hace mucho frío, no sé si pueda darte el calor, - Tranquila cariño, cuidare de ti mejor. - Es que, me hubiera gustado ayudarte a bañar, - No es necesario, me tuve que rasurar. - La abuela me enseñó a tejer y bordar, - Es una buena idea, te traje un nuevo telar. - No sé si las noticias nuevas te vayan a gustar, - Siendo tuyas y a tu lado, por supuesto que me van a agradar. - en la primavera podríamos ser más. - Es lo que he anhelado desde que en la cama contigo suelo estar.

Continuará...


Gracias por sus comentarios tanto aquí como el OctoBert 2022, deseando avanzar más rápido la historia para poderla finalizar.

Agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa