Capítulo 4


—Bella ¿Qué opinas de Severus? —Le preguntó Harry a Bella mientras decoraban el primer arco de la entrada principal.

—¿A qué te refieres Harry? —.

—Bueno... él me invito a cenar hoy—Dijo Harry, ruborizado y sin querer ver a Bella a los ojos.

Bella estaba feliz, ya que los hilos el día de ayer estaban casi completos. Unos pocos más y el hilo de oro debería estar reparado.

—Uhmm, creo que es una persona bastante seria, pero eso no es algo malo. Seco y mordaz, pero me agradan las personas honestas y Severus es honesto. A Tom le gusta su mente y mi hermano es muy bueno juzgando personas y Severus también le agrada—.

Harry pareció pensativo antes de hacer su siguiente pregunta—¿Y físicamente? ¿Qué opinas de él? —.

Bella estaba pegando uno de los adornos de paja luego de tejer la enredadera que había hecho Harry con Severus hace unos días.

—¿Físicamente? —Harry asintió—No dudaría en encamarme con él—.

—¡Bella! —.

—Es la verdad Harry. El hombre es muy atractivo en una forma que cualquier clásico guapo no lo es. Tiene presencia, porte, elegancia, su rostro no es atractivo para los estándares comunes, pero tiene algo que te agrada, como un aire patricio. Ya sabes, como de noble y su voz, con ese acento inglés de su país es simplemente como chocolate. Te puedes imaginar a ese hombre en la cama diciéndote cosas sucias y deliciosas—.

Harry se sonrojo porque así es precisamente como veía a Severus en lo físico, pero con varias cosas extras. Su cabello que parecía tinta hecha hilo para empezar, o su piel pálida que le recordaba a esas películas de vampiros en blanco y negro.

—Es muy guapo—Dijo Harry sin comprometerse.

Bella sonrió—Creo que deberías llevar condones, solo por si acaso—Harry se sonrojo pero no dijo más y siguió trabajando en su lado del arco.

Del lado contrario, Severus estaba trabajando con las decoraciones del laberinto de paja junto a Tom y fue Tom quién trajo a colación el tema de Harry.

—¿Qué piensas de Harry, Severus? —.

—¿A qué te refieres? —.

—Bueno, no se me ha pasado por alto que Harry parece estar interesando en ti—.

Severus considero su respuesta—Lo invite a cenar hoy—.

—Vaya, eso es genial Severus—Contestó Tom y dejo que Severus considerara su respuesta. 3, 2, 1...

—¿Qué opinas tú de él? —Y ahí estaba.

—Bueno, es un chico muy guapo y contrario a lo que aparenta, me parece muy centrado. Digo, no es tarea fácil venir desde el otro lado del mundo, tan joven y ya trabajar con los enanos. Dicen que son más duros que los Goblins y eso ya es mucho decir—.

—Si, he notado eso, pero me refería a físicamente, ¿Qué opinas de él? —.

—¿Puedo ser totalmente honesto? No quisiera que luego mi sincera opinión regresara a morderme el trasero—Severus asintió—Creo que es hermoso. No hermoso en el sentido de "princesa" sino en un estilo inocente y sensual. Él mismo no se da cuenta de lo atractivo que es y ese despiste es atrayente. Te dan ganas de mostrarle como "portarse mal" y sabes que debajo de eso, hay un pequeño íncubo insaciable. No sé si eso se acerca a como lo veo físicamente—.

—¿Te gusta? —Tom pensó un momento en esa pregunta y decidió contestar con sinceridad—Si, pero no como crees. Cuando lo conocí, me gusto físicamente, pero fue evidente que él no estaba interesado en nadie en particular y pensé en hacer un movimiento, pero luego los vi juntos y bueno, él tuvo interés en ti apenas te conoció, aunque fue algo sutil—.

—No lo entiendo, cuando lo conocí fue de hecho muy anticlimático—Severus seguía adornando la parte superior del pasillo del laberinto, mientras contestaba—Creo que de hecho fue algo bastante parco y seco, y se dé eso—.

Tom rió, ya que eso era muy cierto—No fue algo que dijo sino lo que sucedió en sus ojos. Lo vi cuando te dio la mano y fue como una chispa de algo, intangible y sus últimas interacciones me demostraron que mi primera impresión era la correcta. Harry se interesó en ti, y no soy bueno peleando una pelea que ya está ganada, así que mi interés inicial ahora se transformó en un sincero interés de amistad—.

—¿Entonces no habría problemas estuviéramos en una relación? —.

—Por los Dioses, claro que no. Es más, soy partidario de que salgan y vean que tan lejos pueden llegar. El tiempo de los humanos es efímero y negarte el amor por algo como no lastimarme sería ridículo. Sobre todo porque no siento nada por él más allá de un cariño amistoso, independientemente de mi interés inicial—.

Severus ya no dijo más y terminaron de decorar el laberinto.


La cena fue todo lo que ambos habían esperado, el lugar era muy cálido, la comida bastante sabrosa, no hubo silencios incomodos, la conversación fluyó y hubo besos robados durante la cena y luego una sesión intensa de besos en el auto de Severus en un lugar apartado de un parque.

Luego de ese día, Severus y Harry se veían con ojos de cordero uno al otro. Lo que frustraba aún más a Tom y Bella, ya que esperaban que su último truco los hubiera acercado aún más y eso paso, pero no lo suficiente para que esos dos se acercaran tanto como les gustaría.

Bella se pegaba mucho la cabeza contra la mesa de la frustración pero los hilos que se habían teñido de oro en los muñecos permitirían hacer el hechizo final para que el vínculo terminara de tejerse.

Finalmente el día llegó y mientras Harry y Severus continuaron saliendo y besándose por muchos rincones oscuros de Salem, la feria de Halloween estaba lista, completamente terminada y la fecha más esperada por todos había llegado finalmente.

Todos habían ido a dormir esa madrugada, conscientes de que los empleados de Bella y Tom se encargarían de atender los juegos y puestos y todos los que ayudaron a levantar la feria, simplemente debían dedicarse a disfrutar de la misma.

Bella y Tom esperaron a que todos sus amigos se fueran a dormir antes de entrar a un área protegida para todos, excepto ellos dos. Dentro de la propiedad Riddle había un claro rodeado de árboles donde los hermanos solían hacer sus hogueras rituales. Era su lugar sagrado.

Tom empezó a armar el atado de ramas de la hoguera mientras Bella ponía los elementos rituales. El día 31, el efluvio de energías mágicas era mayor que en cualquier otro día, y sería su mejor oportunidad para lograr hacer el tejido del vínculo.

Los muñecos encantados ya estaban casi completos y una vez que Tom encendió la hoguera, empezaron a cantar, pidiéndole al fuego santo y agua sagrada que guiaran a los hijos e hijas leales, una llamada a los espíritus.

Lentamente, la magia empezó a crepitar mientras sus ancestros llegaban uno a uno, rodeándolos mientras la hoguera empezaba a rugir, alimentándose del cántico y la magia que iba construyéndose.

Bella estaba rodeando la hoguera, ofreciendo sus ofrendas a los Dioses, agradeciendo los regalos de ese año y la oportunidad de corregir su máximo error. Tom hacía algo similar, pero además de todo, Tom observaba de reojo los muñecos y notó que empezaban a levitar.

—Bella, es hora—Le gritó Tom a través del rugido de la hoguera que había alcanzado una altura considerable y las llamas se extendían hacia el cielo como si quisieran alcanzarlo. Los muñecos aparejados de sus amigos ahora estaban levitando y dirigiéndose a la hoguera.

—Norte, sur, este y oeste, les pedimos que reparen el daño que hemos hecho. Norte, sur, este y oeste, reparen los lazos que la ambición cortaron. Arawn, Dios del inframundo, deja que tus hijos e hijas leales nos ayuden a reparar el error que cometimos—Dijo Bella, recitando su encantamiento y agregando sus pensamientos a la mezcla.

—Norte, sur, este y oeste, les pedimos que reparen el daño que hemos hecho. Norte, sur, este y oeste, reparen los lazos que la ambición cortaron. Morrigan, Diosa de la guerra, deja que tus hijos e hijas leales nos ayuden a reparar el error que cometimos—Recitó Tom.

Al unísono, ambos hermanos recitaron la encantación final—Norte, sur, este y oeste, les pedimos que reparen el daño que hemos hecho. Norte, sur, este y oeste, reparen los lazos que la ambición cortaron. Ainé, Diosa del amor, deja que tus hijos e hijas leales nos ayuden a reparar el error que cometimos—.

La hoguera rugió una vez más y los muñecos flotaron sobre las llamas y cuando iban a caer sobre el fuego, algo parecía evitar que cayeran a las llamas y terminaran la encantación. Tom y Bella fruncieron el ceño. No tenía sentido lo que sucedía hasta que Tom tuvo una idea.

Filum Revelare—Recitó Tom y observó que había un par de tenues hilos rojos saliendo de sus corazones (el de Bella era algo más grueso), que se unía a los muñecos. El de Tom a Harry y el de Bella a Severus.

Bella entendió lo que sucedía pero no le agradaba. Tom también lo entendía y le agradaba aún menos, pero el hechizo había detectado que esa conexión existía y no permitiría menos que la libertad absoluta de los destinados antes de unirlos por la eternidad.

—No, por favor, Tom. Él puede tenerlo en esta vida, ¿Pero y la siguiente? ¿Acaso no puedo estar junto a él? —Bella tenía lagrimas pendiendo de sus ojos azules.

—Bella, esto tiene que pasar. Nunca dejaremos de amarlos, pero parte de amar, es desear la felicidad del otro, incluso si eso te hace infeliz a ti—.

—Pero deseo su felicidad, solo que no vivirá por siempre. Hay una posibilidad de que en la siguiente vida podamos estar juntos—Tom meneo la cabeza negativamente.

—No Bella, no. Ellos se pertenecen. Son almas gemelas y lo sabes. Este hechizo reparara el daño que le hicimos a su vínculo, pero eso implica que ellos siempre se encontraran, en esta vida y en la otra. No habrá lugar para nosotros, más allá de una amistad—.

Bella dejó correr algunas lágrimas y tomo con sus manos aquel hilo entre sus manos, acariciándolo como si pudiera acariciar con eso el rostro de Severus. Su Meilyr. Bella lloró porque aún lo amaba, incluso luego de tanto tiempo pero Tom tenía razón, ellos no estaban destinados a estar juntos más allá de una amistad. Era hora de hacer lo correcto para su amor.

—Aonghus y Ainé, les ofrezco el amor que tengo para su hijo leal Severus Snape, para que su alma gemela Harry Potter, pueda estar con quien le corresponde—Recitó Bella, sabiendo las palabras, aunque no estaban en la encantación original.

El hilo rojo que unía su corazón al de Severus se rompió y desapareció, dejando a Bella con una enorme sensación de vacío y tristeza pero que sabía que podría superar, algún día.

Tom tomó el tenue hilo que unía su corazón al de Harry. Su Heulyn. Tom, contrario a Bella, había renunciado a estar con Heulyn desde hace mucho tiempo. La amaba tanto que estaba dispuesto a renunciar a ella, mientras tuviera su final feliz. En esta vida y en la otra y las que siguieran, le deseaba la felicidad eterna al lado de su alma gemela.

—Aonghus y Ainé, les ofrezco el amor que tengo para su hijo leal Harry Potter, para que su alma gemela Severus Snape, pueda estar con quien le corresponde—Recitó Tom, repitiendo las palabras de su hermana y sintiéndose en paz cuando el hilo se rompió y desapareció, dejando que el vacío lo inundará pero lo golpeara con menos intensidad que a Bella.

Los muñecos que hasta ese momento no habían podido atravesar hacia la hoguera, cayeron a las llamas y los muñecos, hilos incluidos, brillaron en dorado antes de consumirse. La magia crepito entre las llamas y miles de palabras doradas fueron saliendo de la hoguera, flotando alrededor del lugar sagrado y extendiéndose en todas direcciones antes de convertirse en hilos dorados que se dispersaron hacia un par de direcciones.

Bella y Tom se abrazaron y lloraron como los hermanos que eran en esos cuerpos, ambos sintiendo el vacío un poco menos con el abrazo filial. El hechizo estaba hecho y la hoguera estaba apagándose con tranquilidad, al tiempo que sus ancestros regresaban a las tierras de Arawn. Los esperaba Tír na nÓg y los dos vivos por fin dejaron de llorar por el amor que habían sacrificado.

Mientras esto pasaba, en dos casas distintas, dos hombres brillaban en dorado mientras múltiples palabras se introducían en su piel, al tiempo que un hilo dorado salía de sus corazones y se entretejía con el del otro. Cuando los hilos se terminaron de entretejer, las palabras desaparecieron y los hombres jamás supieron que había pasado.

El hechizo tomaría tiempo para activarse, pero una vez que lo hiciera, ellos se unirían, en esta vida y las que siguieran por la eternidad.