Cielo – Trono de Dios
Un hombre de cabello rubio y ojos celestes abrió los ojos con sorpresa para luego mostrar una expresión molesta. Tenía una complexión física bien desarrollada, se encontraba vestido con una armadura un tanto peculiar y que estaba sentado en un trono de oro.
Este hombre era Michael, líder de los Ángeles. Había observado gracias al poder de la omnipresencia el brutal asesinato del Sekiryuuttei. Había sentido magia de luz sagrada y sabía perfectamente de quien era.
Había escuchado las palabras de Kokabiel y no permitiría que el tratado se vea afectado. Rápidamente llamó a la persona más confiable que conocía, Gabriel, una de las 5 Arcángeles Celestiales y su hermana.
-Que sucede Michael?- dijo una mujer hermosa, con una no tan voluptuosa figura, estaba vestida con una túnica de color blanco algo holgada además de tener algunas partes de una armadura de color dorado en su cuerpo. Posee un hermoso rostro con facciones finas, una larga cabellera dorada y unos ojos hermosos de color jade, y su pupila tenia forma de cruz además de estar siempre en un brillante color dorado.
-Te he llamado Gabriel… porque asesinaron al Sekiryuuttei- Michael se levantó de su trono mostrando sus doce alas, que mostraban un brillante tono dorado. La arcángel supo inmediatamente que su hermano estaba enojado.
-Quien lo asesino?- pregunto Gabriel quien también mostraba molestia ante la noticia.
-Kokabiel… usando a Gram en contra de su portador y también fue ayudado por un arcángel, que evito la llegada de los aliados del Sekiryuuttei- los ojos de Gabriel se afilaron al escuchar la declaración.
Como era posible que uno de sus hermanos buscara asesinar a un Dragón Celestial? Este no había hecho nada que afectara duramente a la iglesia y dudaba que planeara algo contra ella.
-He notado desde hace mucho tiempo comportamientos extraños en uno de nuestros hermanos… y lamento no haber actuado antes- Michael sabía que era culpable en cierto modo por no prestar atención a lo que sucedía en su facción.
-Yo me encargare de él ahora… quiero que tu vayas a ayudar- ordeno Michael usando un círculo mágico para cambiar sus ropas y mostrar otras más aptas para el combate.
-Pero todavía no he encontrado a Ascalon… y si él la tiene?- Gabriel sabia a quien se estaba refiriendo su hermano, pues también comenzó a sospechar de él hace mucho tiempo.
-Ascalon eligió al Sekiryuuttei como su portador, ahora no sé dónde está. Pero sé que ese bastardo no la tiene… ve a ayudar a los demonios. Yo me encargare que no salga de aquí- Gabriel se sorprendió ante la revelación, pero no le dio más importancia y asintió.
-Cuídate hermano… y haz lo que creas necesario?- Gabriel dijo esto con pesar antes de desaparecer mediante un círculo mágico.
Por su parte, el líder del cielo se acercó hacia una mesa que tenía cerca para activar dos círculos mágicos. En ellos aparecieron dos siluetas. La primera pertenecía a una mujer hermosa con el cabello castaño, ojos de color ámbar y que se encontraba vestida de forma similar a Gabriel. Y la otra silueta era de un hombre con el cabello de color rojo, ojos de color marrón, vestido de manera similar a Michael.
Eran Uriel y Rafael respectivamente, que mostraban en sus rostros una gran sorpresa al haber sido llamados por Michael y verlo usar su antiguo traje de batalla. Después de todo no lo había usado desde la guerra hace siglos.
-Michael? Que es lo que ocurre? Y a donde va Gabriel-nee-sama?- la primera en hablar fue Uriel que parecía algo sorprendida pues acaba de ver a su hermana volar hacia las puertas del cielo.
-Que es lo que ha pasado hermano?- Rafael, al ver la expresión seria en el rostro de Michael asimilo que algo andaba mal.
-Quiero que vengan aquí ahora, es una orden- esa última palabra soltada por el Arcángel más fuerte de todos ellos, fue lo que los sorprendió totalmente. Y dejaron sus labores para aparecer en el lugar lo más rápido posible.
-El Sekiryuuttei fue asesinado…- comenzó Michael viendo el trono de oro con algo de rencor.
-Quien fue? Por qué harían algo asi?- pregunto Uriel quien era fan del castaño por todo lo que hacía, aunque alguna de esas cosas le desagradaran.
-Fue un Kokabiel… ayudado por uno de nuestros hermanos-
-P-Porque? Porque uno de nosotros ayudaría a Kokabiel?- pregunto Rafael estando algo intrigado.
-No lo sé… pero lo que si se es que fue Kokabiel quien ha estado robando los fragmentos de Excalibur. No sé para qué exactamente… Quiero que cierren todo, nadie podrá salir del cielo durante un día entero y díganle a Metraton que venga aquí- revelo Michael sorprendiendo aún más a los otros serafines.
-Pero si cerramos todo, debido al sistema del cielo nosotros tampoco podremos salir ni usar círculos mágicos- dijo Uriel haciéndole notar este detalle a Michael.
-Metraton no conseguirá salir… yo mismo me encargare de ello- afirmo Michael con severidad, con esas últimas palabras, supieron inmediatamente quien había ayudado en aquel asesinato.
-Bien… de todas formas preparare a los Ángeles- Después de eso Rafael desapareció mediante un círculo mágico antes de que estos fueran desactivados.
-Que es lo que harás, Michael?- pregunto Uriel mirando fijamente al mencionado.
-Acabare con el problema de raíz… cierra el cielo- respondió el serafín sin voltear a ver a la mujer. Quien se fue en silencio.
Michael se reprochaba el no haber intervenido, pero no pudo anticiparse a los actos de su hermano. Su magia celestial estaba escapando de sus manos al no poder controlar su enojo. Y aquellas palabras que escucho después le complicaron más él trabajo.
-Me llamaste, Michael?- en la sala entro un hombre con una buena complexión física, tiene el cabello de color negro, ojos de color celeste y un hermoso rostro. Estaba vestido con una armadura de color dorado y entre las piezas de la armadura se podía ver que debajo de esta vestía una túnica blanca. Además de ser acompañado por un grupo de Ángeles más jóvenes.
-Dime Metraton… por qué lo hiciste?- comenzó el líder del cielo mientras miraba el trono de oro frente a él.
-A que te refieres hermano?- Metraton por su parte prefirió hacerse el despistado.
-En los últimos meses tu comportamiento se volvió… errático y te distanciaste de nosotros. Pensé que tu preocupación abarcaba algo relacionado al Cielo… no que planeabas el asesinato. Por qué ayudaste a Kokabiel?- Michael fue directo al grano usando un tono de voz calmado.
Metraton solo sonrió, y miro a su hermano con la aquella sonrisa que demostraba confianza en lo que diría. Casi inmediatamente el ambiente se puso tenso entre ambos.
-Los dragones fueron los causantes de las grandes bajas que sufrimos durante la Gran Guerra, y no podemos engendrar ángeles con tanta facilidad. Los demonios desarrollaron un sistema de reencarnación y los ángeles caídos se reproducen como ratas… nos estamos quedando atrás. La única salvación es hacer que ambos bandos se maten entre si…-
-Y luego cazarlos como animales? Incluso a los niños?- refuto Michael a las palabras de su hermano mostrándose sereno. Los Ángeles más jóvenes escucharon esto con sorpresa. Sabían que su mentor Metraton añoraba la paz más que nadie, pero no que la buscaría a través de la dominación.
-Porque ayudaste a que asesinaran al Sekiryuuttei?- Michael supo que su hermano había evadido su primera pregunta y decidió ser más directo.
-El asesino a varios exorcistas en esa ciudad y protegía a demonios renegados… merecía morir- se justificó Metraton tratando de llenar la cabeza de los Ángeles más jóvenes.
-Hablas de los exorcista asesinados por un miembro expulsado de la iglesia? Las dos últimas exorcistas enviadas allí fueron defendidas por el Sekiryuuttei. Y sobre los demonios, eran familias de demonios desertores que actuaban de manera pacífica… ninguna de las acciones que mencionaste eran verdad ni justifican tu delito- reclamo Michael asombrando a los demás Ángeles presentes.
-Ahora nos vamos a poner a discutir por un asunto insignificante hermano? Deberías preocuparte por lo que sucederá después- Michael estaba muy molesto por la actitud de su hermano. Los espectadores se mostraban asustados por la ira de su líder, y poco a poco comenzaron a retroceder.
-No pienso apoyarte en esa idea estúpida de gobernar sobre las demás razas… Metraton-
-Ya veo… asi que estas condenando a los nuestros a quedar por debajo de las otras facciones?! Nosotros no pelearemos directamente! Nos quedaremos atrás viendo cómo se matan entre sí. Y con el asqueroso dragón fuera del tablero no tendrán como rebasarnos! Tenemos a Ascalon, nada puede pararnos!- Metraton había traído a varios ángeles para que oyeran su discusión con Michael. Cada palabra que salía de su boca estaba fríamente planeada, para tratar de convencer a estos ángeles de que tenía la razón.
-Condenar a nuestra raza seria hacer lo que tú quieres! Comenzar de nuevo la guerra! Condenarías a nuestra raza a una masacre de la que no nos recuperaremos!- refuto Michael enojado, antes de continuar prefirió volver a tomar compostura.
-El Sekiryuuttei fue elegido por Ascalon para ser su portador! Y el también era el portador de Gram! El representaba la unión de las tres razas… pero tú acabaste con todo eso al asesinarlo- aquel dato sobre el portador de Ascalon desubico a Metraton que no creía las palabras de su hermano, pero a la vez sabía perfectamente que él no mentía, pues sus alas nunca cambiaron de color. Los ángeles se pusieron a murmurar, pero para mala suerte de Metraton, no eran los que él quería escuchar.
-Entonces, el Sekiryuuttei era portador de Gram, la espada gemela de Ascalon?-
-El tal vez forjaría la alianza con las demás facciones?-
-En verdad fue elegido por Ascalon?! Un demonio?! Eso es algo genial!-
-No lo entiendo… si forjábamos la paz, por fin podríamos vivir sin temor a que una guerra se desate-
Aquellos murmullos llegaban a oídos de Metraton y no le agradaba. Su plan era que los ángeles cercanos vieran a Michael como el que los condenaría y que lo atacaran para que el pudiera atacar por sorpresa y matar a su hermano, pero nada de eso estaba pasando.
-Ya veo… entonces no queda de otra- en un movimiento rápido Metraton trato de atacar a Michael con una daga de luz que iba dirigida directamente al corazón, pero fallo.
Michael estaba molesto y esperaba esa clase de desenlace con su hermano. Cuando Metraton atacó, fácilmente vio el ataque y tomo la mano del Serafín logrando detener su ataque con facilidad… solo para romper la daga de luz con la otra mano y darle un fuerte rodillazo en el pecho a Metraton, que le quito el aire a este y quebró su armadura en medio del pecho. Ya allí, Michael pateo el rostro del Serafín con tal fuerza que lo elevo un poco por el aire. Después sujeto el pie del Serafín herido y lo estrello contra el suelo.
Metraton trato de reincorporarse hasta quedar de rodillas en el suelo. Tratando de recuperar el aliento y a la vez, estaba totalmente sorprendido por la fuerza de su hermano. Nunca se había enfrentado a él, asi que asimilaba que era más fuerte al ser el mayor.
Pero con ese simple ataque se había dado cuenta de porque había sido elegido como líder de los Ángeles. Levanto un poco su mirada para ver a Michael y por primera vez en su vida tuvo miedo… miedo a morir al sentir que el aura de su hermano demandaba sangre.
Fue ahí que Metraton relaciono el apodo que antes tenía el Serafín de doce alas. El Azote de Dios.
Al sentir la mirada de los otros Ángeles menores sobre él, decidió intentarlo una vez más… no sería degradado tan fácilmente. Se levantó rápidamente a la par que creaba una lanza de luz que iba dirigida hacia el rostro de Michael, que se mostraba con un semblante tranquilo, pero su aura demostraba lo molesto que estaba.
No le costó mucho al líder de la facción angelical esquivar la estocada de Metraton, posicionarse a un costado de él y asestarle un gancho a la boca del estómago para después sujetarlo de la cabeza y estrellarla contra el trono dorado que alguna vez le perteneció a Dios. La fuerza de Michael fue tal que destruyo el trono fácilmente.
-No olvides Metraton, porque soy el líder de los ángeles. No voy a permitirte causar más daño del que ya has hecho…- Michael decía estas palabras mientras se acercaba a paso lento mientras una espada de luz se creaba en su mano.
Su hermano, que salía lentamente de los escombros, vio esto con terror mientras su rostro sangraba y su armadura estaba rota casi en su totalidad.
No había tomado en cuenta la gran brecha que había entre su poder y el de su hermano. Creyó que Michael sería mucho más fácil de derrotar y lo comprendió de una manera poco particular.
-Espera, Michael!- la actitud arrogante de Metraton desapareció mostrando lo asustado que estaba por morir. Trataba de crear un círculo mágico de escape pero este no reaccionaba.
-Ultimas palabras?- preguntaba Michael para asegurarse, por alguna razón no creía ni una sola palabra que salía de la boca de su hermano.
-Claro… sorpresa!- para cuando Michael se dio cuenta, Metraton provoco una pequeña explosión de luz que lo cegó un segundo y esto le dio el tiempo suficiente al Ángel cobarde para salir volando hacia las puertas del cielo.
Una vez recuperado Michael no perdió tiempo y empezó a seguir a Metraton. Los ángeles que estaban en la zona lograron ver cómo es que su líder supremo perseguía a uno de sus Serafines, estaban muy confundidos por eso, pero su duda quedaría resuelta muy pronto.
Michael observaba como es que las puertas del cielo empezaban a cerrarse, y la desesperación empezaba a crecer en su ser… sino lograba alcanzarlo, ya no podría seguirlo si lograba cruzar y fallaría a su palabra.
Cuando estaba a punto de alcanzarlo, debió frenar de golpe ya que las puertas del cielo se habían cerrado en su cara… y Metraton estaba del otro lado.
-Jajajajajajajajaja… que se siente, Michael?! Haber fallado en asesinarme!?… No te preocupes… me asegurare de que todos ellos sepan que el poderoso líder del cielo me mando a ejecutarlos! Jajajajajaja…- Metraton estaba burlándose de Michael, mientras este solo miraba con odio contenido.
-No te preocupes hermano…- Metraton se acercó demasiado a Michael y le susurro…
-Me encargare que el mensaje quede bien grabado en los cadáveres de esos demonios!- dijo Metraton antes empezar a caer en dirección al mundo humano.
-METRATOOOOOOON!- grito Michael directamente a los cielos mientras expulsaba todo su poder… los ángeles observaban con un poco de temor a su líder, nunca lo habían visto asi.
Rápidamente, el Arcángel volvió al lugar de su enfrentamiento anterior y convoco un círculo mágico allí para ver lo que sucedía en el mundo humano. Uriel y Rafael llegaron al lugar después de sentir el poder de su hermano estallar ferozmente.
-Que sucedió, Michael?- pregunto Uriel sin recibir respuesta de su líder, que miraba atentamente el circulo.
Los otros arcángeles decidieron hacer lo mismo que su líder, y observar con detenimiento la proyección del círculo mágico.
-Comienza Galilei…- Uriel y Rafael se sorprendieron al ver Metraton bajar del cielo y supieron inmediatamente el motivo de la molestia de su líder al haber fallado.
-Por qué estás tan molesto, Kokabiel? Acaso las cosas no salieron como esperabas?-
-Mírate a un espejo, Metraton. Que? Acaso tus ángeles no escucharon a la supuesta "Voz de dios"? Michael casi te mata, tuviste suerte de poder arrastrarte y escapar- Rafael miro a su hermano con algo de temor, y comenzó a pensar que tal vez debería decirle su secreto para no meterse en problemas.
-Cállate! Ahora entenderán que solo hay un modo de salvarse! Y esa es la dominación sobre las demás facciones! La guerra debe volver para concluir de una buena vez con ella- Uriel no entendía cómo es que su hermano tuviera tan grandes deseos de guerra.
En el inframundo había ocurrido algo parecido, los cuatro Maou's no podían salir del inframundo, nadie podía salir del inframundo. Todos, miraban asombrados aquella escena… los únicos que se oponían al plan de Kokabiel, eran los mismo demonios Sitri y un par de humanos.
-Bien… ya no tienen al Sekiryuuttei de su lado… díganme, creen que tienen alguna esperanza después de que elimináramos a esa plaga?- Metraton hablo con un tono de superioridad absoluta, sentía que su plan ya no podía fallar. El único que podía cambiar las aguas de la batalla, ya estaba muerto y los demonios frente a ellos, no suponían un gran desafío. O eso era lo que él creía, después de todo el Sekiryuuttei les había demostrado hace tiempo que a pesar de verse sobrepasado uno podía triunfar en su cometido.
-Le tenían miedo a lo que podía hacer, lo asesinaron cobardemente por eso… le temían a su poder- Tomoe fue quien respondió, pues no dejaría pasar el que insultaran a su amigo.
El resto del grupo se limitó a no responder, pero apoyaban las palabras de la joven. Rias apenas y podía guardar su poder, al igual que Souna quien era la que más energía estaba liberando inconsciente.
Sirzechs estaba aliviado de ver a su esposa en buena forma, ya se le notaba bastante su estado y según sus cálculos faltaba apenas un mes para el nacimiento de la bebe. Su calma pronto fue opacada por odio y rabia hacia los demonios del concejo, sabía que ellos planeaban algo y con solo verlos ahí le confirmo sus sospechas.
Serafall se mostraba muy preocupada e impotente al no poder ir a ayudar a su madre y a su hermana… y su ser se llenaba de odio al ver ser que hizo sufrir a su mamá y a su hermana. Ver a Alex Balam participando en un plan que ponía en peligro a su madre y hermana despertó una gran sed de sangre en la joven Leviathán, cosa que no sucedía desde la antigua guerra.
-Aunque lo dejara vivir, ustedes serian atormentados por la maldición que siempre persigue a los que poseen al dragón celestial rojo. Causarles dolor y sufrimiento a los seres que ama… solo les hice un favor- dijo Metraton hablando con seriedad.
-La maldición del dragón celestial rojo, no es causarle dolor a los seres que ama de forma directa… ellos deben cargar con el dolor que les provoca la gente que quiere destruirlo, por ellos buscan cualquier manera para hacerlo… incluso hiriendo a los que el dragón ama- contesto Grayfia dejando escapar su poder mostrándose dolida por la pérdida de Issei.
-Y si lo querían tanto, porque dejaron que el cargara con todos sus problemas… sin siquiera preocuparse por el?- replico Kokabiel tomando una posición neutral, participando de la conversación por primera vez.
-Porque no sabíamos de eso… no nos dimos cuenta, y dejamos que él cargara con nuestros problemas, con responsabilidades que no le correspondían…- respondió Sara sintiéndose un poco culpable. Después de todo nunca supo de todos esos intentos de asesinato.
-Entonces Kokabiel no les hizo un favor a ustedes, sino al Sekiryuuttei. Lo ayudo a descansar… no puedo decir que en paz, pero por lo menos ahora descansa. Si hubieran matado antes perra preñada del estúpido Lucifer actual, no tendríamos que lidiar con ella ahora- Sirzechs dejo escapar un poco su poder al escuchar como Metraton nombro a su esposa.
-P-Pero señor Metraton, no fue nuestra culpa… el Sekiryuuttei frustro nuestros ataques- refuto un miembro del concejo demoniaco.
-No oses mencionar mi nombre!- grito el arcángel formando una lanza de luz en su mano.
-Detente idiota! Acaso quieres que los Reyes Demonios aparezcan aquí?!- amenazo Balam con romper el sello que mantenía a los Reyes retenidos en el inframundo.
Metraton mostro una expresión iracunda, pero cedió en su intención. Era un Serafín de elite, pero incluso su hermano Michael tendrá complicaciones con enfrentarse a 4 Reyes Demonios y después de lo que paso en el cielo… prefería evitar algún combate de ese calibre.
-Tratamos de hacer todo lo posible por eliminarlos, durante estos dos meses hemos mandado asesinos de elite y soldados de clase media a lidiar con el problema… Mandar soldados de elite o legiones de demonios al mundo humano conllevaba llamar la atención de los Ángeles caídos e incluso de los de tu misma facción, y dudo mucho que fueras capaz de ocultar la presencia de miles de demonios- refuto Balam justificando sus acciones además de demostrar que nunca se inclinaría ante un Ángel, a pesar de no ser tan fuerte como él.
Los presentes que habían escuchado esa conversación entre demonio y ángel estaban más sorprendidos. Issei había protegido a Grayfia y a Sara diariamente durante los últimos dos meses… estas dos estaban dolidas al no haber sido más atentas para darse cuenta de aquellas intenciones de asesinato y no poder ayudar a Issei… la culpa los invadía, pero pronto ese sentimiento se convertía en odio hacia los seres que tenían enfrente.
-Bien ya no importa… Reynare, Freed… encárguense de los demonios de clase baja. Ustedes cumplirán su palabra y se encargaran de los dos demonios de clase alta y Suprema. Tú, Valper… me dijiste que te faltaba una cierto?- ordeno Kokabiel mientras seguía mirando al frente, y solo volteándose para ver al Arzobispo de la Masacre que solo asintió ante su pregunta.
-Efectivamente mi señor, claro si contamos con la que el Sekiryuuttei le robo a Freed hace meses… de lo contrario faltarían dos espadas sacras- respondió el anciano sonriendo tranquilamente
-Freed!- ante el grito del Cadre, el sacerdote loco se acercó y presento las espadas que tenía en su poder, una de ellas… aun empapada en sangre. A su vez y sin decir nada, Kokabiel entrego a Excalibur Destruction.
-Metraton, ayuda Valper a terminar de hacer el ritual- el ángel mira con fastidio a Kokabiel al escuchar esas palabras.
-Hare lo que me dices solo esta vez… pero la próxima vez las ordenes las doy yo- dijo el Serafín con autoridad.
-Sí, si, si como digas…- dijo Kokabiel para luego levantar un escudo encerrándose junto con Metraton, el anciano y los fragmentos de espada. De esa manera se aseguraría de que nadie interrumpiría el ritual, a la vez cerró los ojos y Sara pudo notar como los ojos de Reynare comenzaron a brillar tenuemente.
Kokabiel ya había ordenado a los suyos a quienes atacar, y no tardaron en hacerlo. Los primeros en moverse fueron Reynare y Freed. El grupo de Sona y Rias se preparó para recibir el primer ataque, pero se vieron sorprendidos cuando Freed pasó a alta velocidad al lado de ellos y lanzo una patada a Souna que logro bloquear por poco, pero aun asi fue empujada lejos de su grupo. Algo similar paso con Rias, Reynare se lanzó contra ella mostrándole una pequeña esfera de luz, que estallo cegando momentáneamente a esta e impidiéndole bloquear un ataque que la mando al mismo lugar que Souna. En su camino, arrastro a Ravel con ella, la joven Phoenix no pudo esquivar en parte por el temor y la sorpresa que trajo esa acción de la Caído.
De esta manera, en solo unos instantes, lograron separar a los demonios de clase Alta de sus respectivos sequitos. Ambas líderes se recompusieron rápido y trataron de volver con los suyos, pero se toparon con los miembros del concejo demoniaco impidiéndoles el paso.
-Como estas hija? Hace tiempo que no te veía- el que hablo fue un hombre con una muy buena complexión física, cabello negro, ojos de color rojo y que estaba vestido con un traje con un estilo inglés del siglo XVI. Este hombre, era Alex Balam, padre de Serafall y Sona, y ex esposo de Sara Sitri.
-No soy tu hija, bastardo…- la voz de Sona salía con puro odio y rencor, estar enfrente del hombre que la abandono de niña por otra mujer, que hizo sufrir a su madre y que es participe del asesinato de su amado, la ponía de muy mal humor.
-Esa no es la forma de hablarle a tu padre, cariño- la que dijo esto fue una mujer de una muy buena figura voluptuosa, de ojos color celeste y cabello de color ámbar. Esta es Kristel Furfur, la amante de Alex Balam y representante de la casa Furfur en el concejo demonio.
-No te atrevas a dirigirme una palabra, ramera miserable- fue la respuesta entre dientes de Souna dejando salir un poco su poder.
-Oh lo siento, tienes razón… el único que te podía llamar asi ya está muerto- dijo Kristel provocando a Sona, y llevando su dedo índice a su barbilla y poniendo una cara pensativa dijo.
-Como era que se llamaba?… ah! Hyoudou Issei, el Sekiryuuttei más débil y el demonio más patético- sin poder controlarse más ante las provocaciones de aquella mujer, Souna se lanzó a atacar creando una lanza de hielo en el camino.
-En verdad creíste que sería tan fácil niña?- Respondió Kristel mostrando una sonrisa orgullosa mientras detenía el ataque de Souna sujetando la punta de la lanza con las dos manos.
Para su sorpresa, Kristel sintió como sus manos, en vez de enfriarse, se empapaban. Miro a esa dirección y vio como sus manos estabas totalmente mojadas por agua. Pronto aquel liquido se solidifico reteniendo las manos de la representante del clan Furfur.
Souna, sin perder tiempo, jalo de su lanza haciendo que Kristel fuera hacia adelante para luego acertarle un fuerte rodillazo en medio de la cara logrando hacer sangrar a la demonio de clase alta. Luego de esta acción se alejó rápidamente para evitar quedar aislada de sus compañeros.
-El me enseño muchas cosas sobre el combate cuerpo a cuerpo y mi madre me enseño como usar mis habilidades a su máxima capacidad- sentencio Souna disolviendo la lanza de hielo para convocar dos círculos mágicos defensivos. Rias se posiciono al lado de su amiga mostrando círculos mágicos ofensivos.
-Maldita mocosa! Mira lo que has hecho!- grito Kristel que no paraba de sangrar por la nariz.
-Vaya… y yo que creí que sería más fácil- sentencio Balam mirando seriamente a su hija, acción que era devuelta. De manera sorpresiva el demonio lanzo un poderoso ataque a Souna, aunque este nunca llego. Pues Sara se había interpuesto entre ellos, desviando fácilmente el ataque de su exmarido.
-Cómo has estado amor? Has estado cuidando bien esas curvas?- pregunto Balam con cierta sonrisa en su rostro mientras miraba a Sara de arriba a abajo.
Sara por su parte no contesto, solo levanto su mano hacia el frente mostrando un pequeño círculo mágico en su palma. De pronto el mismo círculo apareció debajo de los miembros del concejo demoniaco y casi de inmediato comenzaron a surgir varias estacas de hielo. Estacas que lograron herir a varios miembros del concejo y elimino a 4 con ayuda de Grayfia que había invocado un círculo mágico en ellos, logrando retener sus movimientos. Entre los que perecieron, estaban el representante del Clan Gremory y el Clan Bael, que eran los más longevos en el concejo demoniaco.
-Pero que?…- Balam miro sorprendido a su exmujer, que siempre mostro una mirada sombría.
-No olvides tu posición asqueroso demonio de clase alta… No olvides el por qué mi clan posee el rango de Príncipe!- grito Sara dejando ver sus cinco pares de alas, a la vez que congelaba parte del terreno a su alrededor. Grayfia, por su parte, cuidaría las espaldas de Sara. Después de todo, no podía aventurarse a pelear cuerpo a cuerpo como solía hacer.
-No podrás contra todos nosotros… perra- sentencio Balam liberando sus dos pares de alas, el resto de los miembros del concejo imitaron esta acción.
-Yo me encargare de las dos mocosas… tu hazla sufrir- dijo Kristel viendo con odio principalmente a Souna. Como era posible que una niña la haya hecho sangrar con un movimiento tan sencillo.
-Te has rebajado Balam, antes no seguías las ordenes de nadie… pero ahora te limitas a ser el perro faldero de un Ángel- cuestiono Sara queriendo molestar a su expareja.
-Quiero gobernar! Si la guerra se desata y los lideres mueren yo y el resto del concejo demoniaco gobernara! No será muy difícil acabar con los Ángeles y los Ángeles Caídos! Nosotros gobernaremos sobre todas las razas!- respondió Balam mostrando sus aires de grandeza.
-Se lo que estás pensando… que es una estupidez asociarme con ellos. Una alianza mortal en la que al final acabaremos asesinándonos entre nosotros. Pero en eso no hay remedio. Los únicos seres que podían detener esto eran dos, uno está muy lejos y no le interesa nuestros asuntos y el otro… jajajajaja, está muerto- con aquellas últimas palabras Sara enfureció y estaba dispuesta a atacar con todo.
Por su lado, los siervos de Souna y Rías estaban por enfrentarse a Freed y Reynare. El primero se mofaba de su reciente cometido y la segunda miraba seriamente a sus adversarios sin decir una sola palabra.
De pronto y para sorpresa de los jóvenes demonios. Del ojo derecho de Reynare salió una lágrima a la vez que pudieron leer en sus labios un "lo siento". De un momento a otro, Reynare apareció enfrente de Saji atinándole una fuerte patada en el estómago sacándole el aire, inmediatamente salto a atacar a Yura que apenas y logro bloquear la fuerte patada a su rostro.
Al estar asombrados por el movimiento de la ángel caído, los demás demonios no notaron cuando Freed se les acercó por la espalda listo para atacarlos con una espada de luz otorgada por Kokabiel. Pero aquel ataque fue detenido por Kiba, que nunca perdió de vista al sacerdote loco. Al verse frustrado desenfundó si pistola de balas de luz y comenzó a disparar a los demonios frente a el. Tsubaki y Akeno pusieron una barrera para detener esas balas.
Luego de presenciar esto, los jóvenes entendieron claramente a qué se refería Issei cuando les decía que los enemigos no los esperarían. Teniendo eso en cuenta se prepararon para contra atacar.
Grayfia y Sara se complementaban muy bien al pelear, contraatacar y repeler los ataques de los miembros del concejo. Aunque pronto Grayfia comenzó a resentir el esfuerzo que estaba haciendo. Tener esos sentimientos negativos de rencor y odio estaban empezando a pasarle factura poniéndole el estómago duro. Algo que le provocaba dolor, empezó a quedarse sin energía y ya no podía atacar con las misma fuerzas de antes. Sara evidentemente notó esto, y tuvo que adoptar una posición defensiva para así proteger a la esposa del Rey Lucifer… pues no quería perder a nadie más.
Souna y Rías no la estaban pasando mejor contra Kristel, no estaban acostumbradas a pelear juntas pues ambas diferían muchas veces en sus estrategias y decisiones. Aparte de esto, la amante del padre de Souna tenía mucha más práctica en combate. Después de todo, los miembros del conejo demoníaco habían participado en el apogeo de la guerra entre facciones.
Al principio, la representante del clan Furfur pensaba que el combate sería mucho más complicado al tratarse de dos demonios de clase alta. Pero al ver qué en muchas ocasiones Souna y Rías se enredaban en sus ataques al estar muy juntas. Kristel empezó a jugar con ellas divirtiéndose cada vez que ambas demonios fallaban un ataque por culpa de la otra. Aún así, muchas veces las jóvenes la sorprendían logrando herirla levemente cuando se acercaban lo suficiente.
De pronto todos los combates cesaron al sentir una fuerte aura sacra proviniendo del lugar donde estaban Kokabiel y Metraton. Este momento fue aprovechado por los siervos del clan Gremory y Sitri para reposicionarse y salvaguardar a los más heridos, que eran Ruruko, Koneko, Yura y Momo; quienes ya no podían pelear al recibir balas de luz por parte de Freed y las heridas provocadas por Reynare. Aunque ellos tampoco estaban del todo bien, Freed se había acostumbrado a sentir dolor en cierta medida en sus entrenamientos con la iglesia y Reynare era la más herida, pero luchaba como si aquellas heridas no existiesen.
-Al fin! Aquí esta nuevamente!- gritaba extasiado Valper mientras sonreía como un loco. Las 5 espadas que antes estaban en un circula mágico desaparecieron en un destello de luz. Al cesar, dentro del círculo mágico y a cambio de estas se encontraba una espada bastante extraña con la empuñadura de oro, que mostraba un color azuloso desde la guarda de la espada hasta la mitad del largo de la hoja y varios detalles en la misma hoja. Tenía la longitud de una espada bastarda, pero era más liviana que una.
-Después de tanto tiempo separadas! Excalibur Mimic, Excalibur Blessing, Excalibur Transparent, Excalibur Rapidy y Excalibur Destruction están juntas como una sola!- los demonios miraban aterrados aquella espada que liberaba un aura sacra extraña en el lugar.
-Un momento anciano… Excalibur Mimic? Yo te entregué a Excalibur Nightmere, que fue lo que sucedió?- pregunto Freed bastante confundido mientras observaba a Valper, que no dudo en responder.
-Lo que tu me trajiste fue Excalibur Mimic con la forma de Excalibur Nightmere… al parecer el Sekiryuuttei se la llevo a la muerte. Es una lástima, hubiera sido mejor Nightmere… después de todo, posee el poder de crear ilusiones y manifestar tus peores pesadillas. Seguramente el Sekiryuuttei sabía esto y por eso decidió no entregártela- explico brevemente Valper presenciando la espada estando muy orgulloso de su acción.
-Maldita perra mentirosa…- murmuró Freed refiriéndose a la joven de coletas que se atrevió a mentirle.
-En el pasado, los demonios no podían contra tu poder, los ángeles caídos se quemaban con solo tocarte y los ángeles se arrodillaban ante ti por tu grandeza y majestuosidad… por fin estás de vuelta, Excalibur!- pronunció Metraton con claras intenciones de portar la espada.
-Freed… tu usarás está espada- En ese momento y por orden de Kokabiel, Freed tomo la espada mientras sonreía como un verdadero psicópata olvidando toda su molesta anterior.
Metraton miro confundido y baste molesto al Cadre, pero antes de que pudiera soltar una sola palabra, Kokabiel hablo.
-Ni tu ni yo podemos portar esa espada y lo sabes… yo porque me quemaría al tocarla y tu, porque al tomar esa espada irías en contra del cielo y su norma de paz… caerías. Y estoy seguro que ninguno de tus ángeles seguiría a un Ángel Caído- pronunció Kokabiel mirando a Metraton seriamente.
Ante está justificación, Metraton desistió en su intento de utilizar aquella legendaria espada.
De un momento a otro y aprovechando que todavía los demonios estaban asombrados por lo que acababa de pasar, Metraton creo y lanzó una flecha de luz hacia Sara que rápidamente creo una barrera defensiva. Pero la flecha tenía tal poder que rompió la barrera como si fuera un cristal y paso rozando el rostro de la líder Sitri.
-Cobarde! Que mala puntería tienes!- grito Sara preparándose para devolver aquella acción.
-Eso crees?- respondió Metraton mirándola con una sonrisa mientras apuntaba en dirección a Sara. La matriarca volteo rápidamente y quedó paralizada.
El ruido al caer gotas de agua de podía oír claramente ante el silencio que se provocó. Lastimosamente, no era agua lo que goteaba. Sino sangre, sangre que caía sin detenerse manchando el suelo… casi al mismo tiempo, se pudo oír cómo es que un cuerpo caía al suelo.
Se podía ver las partículas de luz de la flecha que desaparecía lentamente, no si antes dar en su objetivo. Souna, había sido herida en el abdomen severamente. Pues la flecha la atravesó. Originalmente, el objetivo de Metraton era Rías, pero Kristel logro ver la dirección de la flecha y de un movimiento veloz y una patada logro posicionar a Souna enfrente de Rias.
Rápidamente y sin dejar a Grayfia atrás, Sara se acercó a su hija no sin antes alejar con ayuda de Rias a la amante de su marido.
Souna vómito sangre y casi se ahoga con esta misma si su madre no hubiera llegado.
-Mis alas no han perdido su color ni mi magia ha cambiado Kokabiel… no hay excusa para que yo no use esa espada. Dejaré que esté sacerdote la use, pero luego será mía- dijo Metraton, que había hecho eso solo para probarle a Kokabiel que no caería de la gracia del cielo. Este por su parte, solo se limitó a mirar serio al Serafín, para luego volver a cerrar los ojos.
-N-No… entiendo, como es que Issei pudo… soportar esto?…- decía Souna que casi no aguantaba el ardor que tenía en la herida. Sara miro iracunda a Metraton y, después de dejar a su hija con Grayfia y Rías, se dirigió rápidamente para atacar al serafín.
Sin embargo, Metraton se adelantó a Sara velozmente y corto su recorrido golpeándola en el estómago, para luego mandarla a estrellarse contra el suelo de una patada.
-No olvides asqueroso demonio… que soy un Serafín!- proclamo Metraton con orgullo y soberbia.
-Es impresionante que una lagrima de Phoenix no pueda curar una herida como esta- admitió Grayfia después de usar tres lágrimas de Phoenix para sanar la herida de Souna.
-Su magia de luz es mucho más pura que la de los demás Ángeles… ya no tenemos lágrimas de Phoenix- dijo la mujer peliplata mientras ayudaba a la joven heredera a levantarse.
-Maldición… a pesar de que ya sano, sigue ardiendo- se quejó Souna mientras se sostenía el abdomen.
-No te distraigas niño bonito- advirtió Freed atacando por la espalda a Kiba que se había distraído viendo lo que sucedió con Souna. Fue Tomoe quien se apresuró y desvió el ataque del sacerdote loco, pero su espada fue destruida por la ahora reconstruida Excalibur.
-Ten- dijo Kiba mientras creaba una espada demoniaca con forma de katana y se la entregaba a la joven caballero Sitri.
-Gracias… va estar muy complicado a partir de ahora- Tomoe rápidamente se lanzó hacia Reynare que estaba por ejecutar a Akeno, que ya estaba muy herida. Con un movimiento veloz, detuvo la lanza de luz de su enemiga y, recordando las palabras de Issei, le propino una fuerte patada en la nuca a Reynare, quien no se esperaba ese ataque, cayendo pesadamente al suelo.
-Ggghh!- la ángel caído se sujetaba la cabeza mostrando claros signos de dolor mientras temblaba en el piso. A su vez Kokabiel abrió los ojos, cuando esto sucedió; Reynare dejo de temblar y se quedó inconsciente en el suelo.
-Vaya… no me esperaba un ataque como ese de una caballera. Acaso los caballeros de tu clan no tienen honor?- pregunto Kokabiel sintiéndose traicionado, pero a la vez sorprendido de aquel acto. Después de todo, aquella joven logro romper el sello de control, ya debilitado por todos los enfrentamientos pasados contra el Sekiryuuttei y otros enemigos.
-Da igual… esa niña ya no me sirve. No por como está ahora- dijo el Cadre viendo como lentamente la sangre de las heridas de la joven Ángel de alas negras manchaba el suelo.
-Bien… es hora de que yo personalmente me una a la batalla- Kokabiel mostro sus diez alas a la vez que se elevaba del suelo. Un rayo cayó a su espalda generando una horrorosa imagen para los demonios que ya comenzaban a desanimarse. La lluvia que comenzó después del rayo solo ponía más dramatismo a la situación.
-Mi venganza contra los demonios comienza ahora!- grito Kokabiel a la vez que se elevaba del suelo y dejaba libre su poder.
Siglos atrás – Petra
La joven ciudad parecía surgida desde las mismas montañas, pues compartían el tono rosado de las piedras del lugar. La ciudad era prospera, pues era un punto de encuentro importante para los comerciantes de China, India, el Mediterraneo, etc.
Los pasajes hacia la ciudad a menudo se encontraban entre medio de grandes formaciones rocosas de color rosado, estas estaban siendo pintadas con un color rojo fuerte… como si se tratara de sangre.
Y en efecto, era sangre. Un hombre de cabello negro y ojos rojos, vestido con lo que parecía ser una toga toda desaliñada, sucia y manchada de sangre; estaba tratando de mantenerse de pie apoyándose en la pared, manchando a esta con su sangre sin saberlo.
Este hombre se llamaba Kokabiel, el Ángel de las Estrellas, y uno de los Arcángeles de Dios. Había sido interceptado por el Rey Demonio Satanás quien quiso hablar sobre un asunto, pero él se negó a escuchar la palabra de uno de sus hermanos traidores para después comenzar una pelea que no gano.
Durante todo su camino hacia la ciudad, en busca de algún templo cristiano para volver a los cielos donde lo ayudarían, se pasó reflexionando el por qué el supuesto Heraldo de la Ira lo dejo escapar teniendo el toda la ventaja en la batalla o siquiera porque lo dejo con vida. También se cuestionó por qué su "talento" no había sido capaz de prevenir aquel encuentro. Con tantas preguntas e incógnitas… al final, solo deseaba escuchar lo que su hermano tenia para decirle.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando se tropezó con su mismo andar y no encontró fuerzas para levantarse, sus sentidos se apagaban y lo último que vio con su borrosa vista, fue como alguien se acercaba hacia él.
Paralelamente a lo anterior
-Tienes la lista Farah?- pregunto un hombre de mediana edad, ojos marrones, complexión robusta, alto, piel morena, cabello y barba de color negro que mostraba ya muchas canas.
-Si padre- respondió una joven con tez morena un poco más clara que la del hombre junto a ella. Tenía ojos color miel, cabello negro largo y vestía unas prendas color rojo. Esta llevaba en la cabeza un gran jarrón con agua, que tuvo que bajar para poder entregarle la lista de compras.
-Estas segura de poder llevar eso tu sola?- pregunto el padre estando algo preocupado por su hija.
-Si padre, estoy bien- dijo ella sonriendo con confianza lista para volver a cargar el jarrón. Pero un estrepitoso sonido llamo su atención. Al voltear a ver en la dirección del sonido, vio a un hombre en el suelo. Al parecer estaba herido y algo deshidratado. Ella corrió a ayudar a aquel hombre, siendo seguida por su padre que cargo el jarrón con mano.
-Estas bien? Puedes oírme?- dijo la chica a un ya desmayado hombre.
-Padre… podemos ayudarlo?- pregunto la chica mirando al hombre con una mirada suplicante.
-Llevémoslo con tu madre… ella sabrá que hacer- el hombre fue a buscar la carreta con la que fueron a la ciudad para dejar las compras y luego volver por el hombre moribundo.
Al día siguiente
Kokabiel empezaba a despertar sintiéndose un poco mejor con respecto a sus heridas, pero sentía mucha sed y algo de calor. Lentamente trato de reincorporarse en el lugar en el que estaba, sintiendo de vez en cuando unas cuantas punzadas en la zona de las heridas.
-Ya despertaste, como te encuentras?- pregunto el padre de Farah mirando a Kokabiel de forma seria. Después de todo no era común ver a personas caucásicas por el lugar. Se preguntaba si siquiera podía entenderlo.
-Donde estoy?- pregunto Kokabiel buscando a su alrededor un poco de agua.
-Ten…- el hombre le ofreció un pocillo con agua. Kokabiel sin perder tiempo lo tomo y bebió de él como si le fuera la vida en ello.
-… Muchas gracias y disculpe las molestias- el arcángel estaba apenado por su accionar. Aquel hombre, a pesar de no saber qué idioma hablaba el hombre frente a el, podía enteder sus palabras.
-No hay problema… mi nombre es Akram, mi hija y yo te encontramos en una de las entradas de la ciudad. Mi esposa te curo lo mejor que pudo- comento Akram, mirando como Kokabiel trataba de ponerse de pie, lográndolo a duras penas.
-Le agradezco de corazón por salvarme la vida, pero ahora debo irme- Kokabiel sabía que no estaba en tierras cristianas, y pensaba que posiblemente estaba invadiendo territorio Olímpico o Hindú. No quería problemas con ninguno y deseaba marcharse lo más rápido del lugar.
-Deberías quedarte hasta que tus heridas sanen por completo, es peligroso salir de la ciudad con tantos bandidos cerca- sugirió Akram tratando de detener al hombre que apenas y podía caminar.
-Que sucede padre?- Kokabiel vio entrar a aquella joven con rojas vestimentas y se quedó asombrado con lo hermosa que era a sus ojos.
-Oh! Ya despertaste. Como te encuentras?- con esas palabras el Arcángel retomo conciencia de su entorno.
-Y-Ya me encuentro mejor… ahora quiero seguir con mi camino- respondió el pelinegro con algo de dificultad para hablar.
-Le dije que se quede por lo peligroso que son las afueras de la ciudad, pero no quiere razonar- menciono Akram al ver a su hija.
-Estas muy mal como para seguir tu camino, ven. Mi mamá te preparo algo para que comas, por cierto mi nombre es Faraj- la chica tomo la mano de Kokabiel obligándolo a seguirla. El pelinegro, no muy convencido de aceptar el gesto solo se dejó guiar.
-Buenos días, te duelen mucho tus heridas?- pregunto una mujer con la misma tez de piel que Farah, ojos marrones y un largo cabello negro hasta la mitad de la cintura. Tenía un vestido amarillo claro.
-Ya no tanto… muchas gracias por cuidarme- agradeció Kokabiel que miraba el lugar curiosamente. Noto casi de inmediato que la familia no poseía grandes cosas, eran humildes pero aun asi compartían sus alimentos con él. Inconscientemente se le fue metiendo la idea de tratar de devolver aquella amabilidad regresando en algún momento después de regresar al Cielo.
-Mi mamá se llama Tasmin- susurro Farah regalándole una sonrisa, que parecía ser contagiosa pues Kokabiel le devolvió el gesto.
-De donde eres muchacho, es evidente que no eres de por aquí. Si me permites, creo que podrías ser del oeste- pregunto Akram queriendo saber el nombre del joven al que rescato, sus orígenes y cuál sería la razón por la estar tan herido a la hora de encontrarlo.
-Asi es señor, soy un pequeño pueblo a kilómetros hacia el oeste. Mi nombre es Kokabiel- se presentó Kokabiel tratando se hacerse pasar por un humano, pues creía firmemente que no debía presentarse como un ángel en tierras extranjeras.
-Cómo fue que terminaste asi Kokabiel?- pregunto Tasmin recordando las graves heridas que tenía, para ella era un milagro que aquel joven pudiera moverse.
-Me emboscaron unos bandidos… me golpearon y se llevaron todo lo que tenía- mintió, era la primera vez que lo hacía. Pero seguía con en su convicción de no revelar su especie.
-Y asi quieres seguir tu camino? Mejor descansa y espera a que tus heridas sanen por completo. Ven te mostrare el lugar- dijo Farah levantándose de la mesa para luego casi arrastrar a Kokabiel fuera de casa.
-Farah no regresen tarde y no lo lleves a escalar, todavía no se encuentra bien!- grito Tasmin viendo como a su hija y a aquel joven con mucha preocupación. Akram saldría a vigilarlos, no desconfiaba de Kokabiel pero tampoco confiaba en él y no dejaría que nada le pase a su hija.
Kokabiel observaba con asombro el lugar que estaba bañado en un hermoso color naranja producto del atardecer. Todo parecía estar nacido de las montañas rosadas. Había canaletas donde pasaba el agua para mantener húmeda la tierra de los cultivos, habían unos cuantos animales pastoreando por las pocas tierras con pasto que había en el lugar. Pero algo llamo su atención y lo hizo detenerse. Era como una especia de jardín encima de una superficie de madera que estaba alejada del suelo.
-Umm? Esto te llama la atención?- dijo Farah observando lo mismo que el pelinegro.
-Nosotros le decimos cultivos en terrazas, la usamos mayormente en zonas donde la tierra no es fértil… ven te enseñare a cosechar- la chica, subió a la terraza usando un movimiento acrobático.
-Tu puedes usar esa escalera- señalo la joven pelinegra mirando con una sonrisa a Kokabiel, como si se estuviera burlando de él. Sin quedarse atrás, el arcángel subio usando la fuerza de sus brazos.
-Vaya, estas mucho mejor de lo que creía- dijo Farah con una mirada incrédula.
-Muéstrame tus manos… mi papá siempre dice que sabes lo que vale una persona por como tiene sus manos- explico la joven al ver la cara de confusión de Kokabiel. Ya sabiendo esto procedió a mostrarle sus manos.
-Oh! Tú también eres un granjero?- pregunto ella mostrándose un poco emocionada al ver que él tenía algunas cicatrices en la mano, asumiendo asi que tenían la misma profesión.
-No… yo era guerrero, no sé nada de esto- esto era verdad, Kokabiel era uno de los comandantes del Cielo, no tenía ni idea de lo que la chica estaba tratando de explicarle.
-Oh, ya veo. Aquí no hay muchos de esos… esta ciudad es muy tranquila. Bueno tienes que tomar esto desde aquí…- asi pasaron toda la tarde. Farah explicando y mostrándole cosas y Kokabiel mostrándose cada vez más interesado y asombrado por la ciudad. No tenían dioses, y si los tenían muchos de ellos pertenecían a los olímpicos que no estaban pendientes de esa hermosa ciudad.
Meses Despues
Al final, Kokabiel fue convencido de quedarse en aquella casa hasta que sus heridas sanasen. Pero poco a poco, mientras iba colaborando con la familia para tratar de regresarles el favor que le habían hecho al salvarlo; se fue olvidando de su propósito de volver a tierras cristianas. Después de todo, la vida como un humano común y corriente no le parecía nada mala. Aquella ciudad estaba lejos de la guerra entre facciones. Si sentía curiosidad por tratar de regresar y ver cómo van las cosas, pero sabe que si lo hace no podrá regresar con aquella familia que le mostro tanto cariño.
Después de todo, aquella familia lo fue viendo como un integrante más. Akram lo llevaba a trabajar con él en su granja y muchas otras veces a tallar piedra para conseguir dinero. Tasmin comenzó a verlo como un hijo más regañando a su marido cuando lo hacía trabajar de más. Pero Farah comenzó a mirarlo con otros ojos. Después de todo era amable y atento, y tampoco podía negar que le llamaba mucho la atención su físico. Era el hombre más hermoso que ella había visto jamás, además de ser también muy valiente al repeler a unos ladrones el solo, que aprovecharon el manto de la noche para robarles. También ahí supo que aquello de ser un guerrero no era mentira.
Y a Kokabiel también le pasaba lo mismo. Farah era intrépida, valiente, amable, algo terca pero por sobre todo muy alegre. Cuando le dijeron el significado de su nombre, supo que le quedaba muy bien. Creía que aquella sonrisa lo había conquistado desde el primer día que la conoció. Además también su cuerpo le resultaba muy atractivo. Pero como podría amar a una humana sin caer de la gracia del cielo. Sus dos hermanos, Azazel y Penemue cayeron al enamorarse y consumar el acto. Su hermano Shemhaza cayó al enamorarse de una humana. Barakiel lo hizo al estar en desacuerdo con su padre. Pero lo mas importante, Farah le correspondería? Sus padres estarían de acuerdo?
Aquellas preguntas y dudas no lo dejaban dormir. Por ello prefería salir y tratar de ver las estrellas con esperanza de ver como resultaran las cosas, pero siempre que está por hacerlo deja de mirarlas. No quiere que las estrellas le revelen su destino, quiere averiguarlo por sí mismo sea para bien o para mal.
-Aquí estas…- aquellas palabras lo sacaron de sus pensamientos, pero curiosamente era la fuente de aquellos pensamientos. Farah había salido a buscarlo por alguna razón.
-Y-Yo… necesitaba tomar un poco de aire, hace mucho calor- dijo Kokabiel algo nervioso tratando de ocultar lo sonrojado que estaba.
-Y-Yo la verdad… que, quería decirte algo- Farah estaba muy nerviosa, no se sentía asi desde hace muchísimo tiempo.
-S-Si?- pregunto Kokabiel tragando algo de saliva estando casi igual de nervioso que ella. Pues sentía su corazón latir frenéticamente al ver la hermosura de Farah bajo la luz de la luna.
-L-La verdad es que… no sé cómo decírtelo, pero… se directa! Yo tee amo!- grito la joven mientras su rostro estaba caliente y algo colorado por la vergüenza pero a la vez, sentía algo de paz por poder decirlo al fin. Aunque pronto aquella paz comenzó a convertirse en ansiedad, al sentir el pasar del tiempo y no escuchar una respuesta. Levanto tímidamente la cabeza, solo para ver una sonrisa algo tímida de Kokabiel, que estaba muy alegre por aquellas palabras.
-Yo… yo también te amo- con aquellas palabras Kokabiel dejaba de ser un ángel, para ser totalmente un humano. Porque ya no le importaba caer. Solo le importaba aquel momento que era de ellos dos y nada más. Se levantó para poder mirar bien a su amada, y ella sin pensarlo dos veces luego de aquella respuesta, dio un pequeño salto para besarlo con los ojos cerrados.
Fue allí mismo, con aquel beso apasionante, que Kokabiel mostros sus diez alas blancas como las nubes… y estas poco a poco fueron tornándose negras como la noche. Pero asi como aparecieron, se desvanecieron en sin que nadie las haya visto… o eso era lo que él creía.
Meses Despues
Con el paso del tiempo y la convivencia con la familia de Farah y conocidos, Kokabiel fue dejando de lado las tradiciones cristianas para aprender y seguir las que la gente de aquella ciudad conocían y realizaban. El ahora Ángel Caído, admiraba mucho las costumbres, tradiciones, días festivos y arte que abundaba en la ciudad. Fue por esto mismo, que dejo que la boda con Farah sea con las tradiciones y normas de aquella ciudad.
Kokabiel estaba vestido con una toga blanca que dejaba al descubierto la mitad de su pecho, una faja de color negro ajustada a la cintura y unas sandalias. Estaba sentado junto a su futuro suegro Akram, esperando a que Tasmin entrara a darles la señal para poder salir al jardín donde se celebraría la boda.
-Estas nervioso?- pregunto Akram mientras se frotaba las manos de manera intranquila.
-Algo… esto se aleja de las costumbres de mis tierra pero, también es bonito- se sinceró Kokabiel mientras mostraba una sonrisa nerviosa.
-… De verdad, vas a cuidar a de mi hija?- pregunto Akram tratando de sacarse sus propias inseguridades.
-Ella… puede ser muy terca, algo cabeza dura y muy valiente como para notar en lo que se está metiendo, pero es un buena chica. Yo como padre, quiero verla feliz… pero me preocupa no estar allí cuando ella me necesite- comento Akram, mostrándole por primera vez a su nuero sus preocupaciones.
-Por eso… quiero confiar en que tu estarás ahí para cuidarla cuando yo no pueda hacerlo- concluyo Akram mirando los ojos de Kokabiel buscando una respuesta.
-Le prometo, que haré todo lo que este en mis manos para protegerla a ella y a ustedes de todo mal- juro Kokabiel totalmente decidido.
-Kokabiel, Akram… vengan, estamos por comenzar- Tasmin, apareció para llevar a los dos hombres al lugar donde se realizaría la ceremonia.
Al llegar, Kokabiel estaba sorprendido. Pues aquella organización y decoración, le recordaba mucho a los casamientos cristianos. Fue llevado de la mano por Tasmin hacia un arco hecho con hojas, flores y frutos que se sembraban ahí.
-Farah consiguió leer algunos libros con ayuda de Akram sobre tu tierra natal y sus costumbres… ella quiso que tenga algo de ese toque de tus tierras- revelo la madre de la joven mostrando sus ojos cristalinos, pues a ella también le hubiera gustado tener una ceremonia asi.
-Cuida de mi hija…- dicho esto, ella se paró a un costado viendo hacia el camino hecho polvo de roca de las montañas rosas, simulando asi una alfombra roja.
Allí, tomando del brazo a su padre, Farah se acercaba mientras vestía una toga blanca que dejaba los brazos, las piernas y parte del cuello descubiertos. Kokabiel no podía estar más feliz y emocionado.
Un año después
Eran casi las 3 de la mañana, y un llanto agudo comenzaba a escucharse y a hacer eco en la tranquila noche. Pues Farah acaba de dar a luz, con ayuda de su madre, a una pequeña niña de tez morena similar a la de su madre, los ojos carmesí de su padre y el cabello negro de ambos.
-Felicidades Kokabiel! Es una niña!- Tasmin salió de la habitación cargando a la pequeña, ya limpia y envuelta en una tela blanca. El mencionado estaba sin palabras, aquella niña parecía muy delicada, como si de una muñeca de porcelana se tratase.
-No tengas miedo, cárgala…- la madre de Farah poso suavemente a la pequeña bebe en los brazos de su padre, que no pudo aguantar las lágrimas de felicidad.
-Como esta Farah?- pregunto el ángel mirando a su suegra.
-Entra, a ella también le gustara verla… allí decidan el nombre- Tasmin se paró junto a su esposo y juntos salieron para dejar algo de privacidad a la pareja, por lo menos un momento.
-Cómo es?- pregunto Farah algo débil al ver a su marido entrar junto a su hija.
-Es igual a ti… hermosa- soltó Kokabiel fascinado con la pequeña ser que sostenía en sus manos.
-Sí, también que "hermosa" hora para nacer- bromeo la joven algo adolorida. Kokabiel apoyo su mano en el hombro de su pareja, sanándola levemente y quitándole la mayor parte del dolor.
-Cómo quieres llamarla…- pregunto el ángel entregándole a la bebe a su mujer.
-No quieres llamarla con un nombre de tus tierras?- pregunto Farah algo extrañada.
-No… ya no tengo nada más que nombre que me ligue a esas tierras, ahora pertenezco aquí… y quiero que tenga un nombre de aquí- respondió Kokabiel totalmente decidido.
-Que tal… Samira, significa compañera de charlas vespertina. Je, le va a quedar bien…- solto Farah besando la cabeza de la bebe.
-Entonces, Samira será- Kokabiel se acercó a su mujer para besarla en la frente y dejarla descansar.
4 años después
Aquella hermosa ciudad surgida de las montañas rosas, con un hermoso arte, tecnologías magnificas, punto de encuentro para comerciantes de todo el mundo… ahora se encontraba devastada, con las canaletas de agua convertidas en ríos de sangre y cientos de cadáveres esparcidos por la ciudad. Fuego en los cultivos y en las casa, gritos desesperados de personas que segundos después hallaron su fin.
Herido, perplejo y confundido Kokabiel sostenía los cuerpos de su esposa y su hija que poco a poco comenzaban a soltar sus últimos suspiros. Su suegro, Akram, estaba un poco más lejos con una espada clavada en su pecho, a un lado, estaba Tasmin boca abajo con varias flechas clavadas en su espalda.
Su confusión solo era más grande, al ver que en su mano solamente había una copa de cristal vacía.
-Por qué… Por qué?! Que es esto!- grito el Ángel caído desesperado esperando que todo aquello fuera un sueño.
-NOOOOOOOOOO!- su grito de negación y el sentir como la copa que tenía en su mano le hacía daño al romperla, le dejaron totalmente claro que aquello no era un sueño.
EmiLiz15
