Disclaimer: el mundo mágico es propiedad de J.K., lo que yo tengo es algo de inspiración y mucho amor por esta pareja.

Nota de la autora: damas, caballeros y demás seres que me honran con su presencia, bienvenidos al epílogo más infame que su servidora haya escrito jamás. Jajaja, pero ya en serio. Creo que desde los idiotas no escribía algo más tirando a comedia que a otra cosa y esta es la forma adecuada para dar fin a esta historia. Pero sin más introducción, vamos a ello.


Epílogo. Curiosidad.

Los muggles suelen decir que la curiosidad mató al gato. Los magos suelen decir que la curiosidad atrapó al Kneazle. Nunca se especifica si muere o logra escapar. Por lo que Ron estaba viviendo, apostaba por la primera opción.

Contrario a lo que algunos pensaban, él podía ser muy observador. Y lo que había detectado en los últimos días lo tenía cada vez más preocupado. Ginny había dejado de departir con ellos como era usual y tenía aún más tiempo sin verla hablar con su amigo. Había evitado preguntar algo para no ser intrusivo o indiscreto, pero era obvio que se enfrentaban a una ruptura. No sabía si sería algo temporal o definitivo, pero intuía que uno de los motivos había sido la extraña situación de Harry con Malfoy ese año. En un par de ocasiones había intentado volver a hablar con el chico sobre eso, pero o bien se escabullía de él, o balbuceaba algo incomprensible y cambiaba de tema. Fue por eso por lo que, decidido a averiguar qué pasaba, empezó a emplear sus dotes de observación.

Lo primero que notó fue que Harry seguía con su acoso. Contemplaba al Slytherin por más tiempo del necesario, incluso cuando él le devolvía la mirada. Y lo que era más sorprendente y cuestionable: parecía responder a sus insinuaciones. Lo había captado sonriéndole e incluso lanzándole besos. ¿Por qué había decidido combatir fuego con fuego? No lo sabía ni lo entendía, pero era obvio que buscaba vencer al rubio en su propio juego. Sin embargo, el tipo parecía inmune, riéndose ante los intentos del moreno y siguiendo con su propia cuota de acoso. Tuvo la ligera noción de intervenir y hablar con él, pero sabía que no debía pelear las batallas de su amigo y que en algún momento eso acabaría.

Entonces Harry comenzó a desaparecer cada vez más a menudo.

Al principio ponía excusas del tipo estaré en la biblioteca, voy a caminar un rato o iré a las cocinas. Las tres resultaban igual de cuestionables, porque solía ir a buscar a Hermione a la biblioteca y nunca lo había visto ahí. Harry tampoco se había caracterizado por realizar caminatas sin ningún propósito y cuando decía ir a las cocinas, no le traía algún bocadillo, y lo que era más sospechoso: acudía a cenar y comía su porción habitual. Empezaba a estar preocupado por ese comportamiento tan errático, algo que mencionó a su novia luego de una tarde de repaso.

-Mione… ¿No crees que Harry está raro?

-Harry siempre ha sido raro. Tú también, cariño. Y yo, por eso somos tan buenos amigos –sonrió de lado, pero insistió.

-Me refiero a más de lo habitual.

-¿Hablas de Malfoy?

-También lo has notado.

-Creo que incluso hasta Crookshanks lo ha notado.

-Me gustaría apoyarlo.

-¿En serio? –Hermione sonó demasiado sorprendida al respecto, como si querer salvar a su amigo del acoso de ese tipo fuera algo impropio de él.

-Claro.

-¿Y qué has pensado hacer?

-Bueno… hay que romper el hielo sobre eso, ¿no? Intentó hablar conmigo antes, diciendo que Malfoy tramaba algo y demás. Quizás si pretendo estar de acuerdo sobre eso, pueda… ¿De qué te ríes? –Su novia negó, luchando por eliminar la sonrisa de su rostro.

-Perdón, yo solo… A ver, cariño. Dudo que Harry siga pensando que Malfoy tiene planes siniestros.

-Pero sigue acosándolo.

-Uhmm, no sé si lo llamaría así.

-¿Entonces cómo? –Ella meneó la cabeza antes de llegar a una resolución. Una que carecía de sentido o lógica.

-Digamos que lo admira con intenciones contemplativas.

-¿Qué?

-Lo importante es que tienes razón en algo que dijiste. Sería bueno romper el hielo sobre eso y que se sienta en confianza de hablar al respecto. Pero temo que no será tan fácil esta vez. Sabes lo obstinado que puede ser. Así que, al menos en esta situación, lo mejor será que le demos su espacio.

-¿Darle espacio para qué? ¿Para que Malfoy siga burlándose de él y buscando ridiculizarlo?

-No creo que sea así como Harry lo ve ahora.

-¿Te ha dicho algo?

-No aún, pero… –Sacudió la cabeza, con una sonrisa comprensiva–. Solo creo que no hay motivos para intervenir. Harry sabe lo que hace.

-Uhmm.

Ron no insistió al respecto, pero por su parte siguió atento los pasos de su amigo. Además de las miradas y las extrañas sonrisas que compartía con el Slytherin, también había notas. Solía leerlas rápido y guardarlas de inmediato en su monedero de piel de Moke. A veces contestaba, a veces solo negaba o asentía en dirección del rubio. Las reacciones de Malfoy también eran extrañas. Dependiendo de la respuesta obtenida, a veces sonreía, ponía expresión de fastidio o fruncía el entrecejo. No obstante, Ron caería presa de su curiosidad un viernes por la noche.


Harry había estado muy callado desde el día anterior, cuando se perdió un rato después de la cena y volvió con expresión avinagrada. Siguió así durante su rutina matutina y al llegar al gran comedor a desayunar. Sin embargo, continuó con su actitud de acoso. Pero algo era diferente. Porque Malfoy no estaba respondiendo. Al contrario, se había sentado dándoles la espalda y hablaba en voz baja con Parkinson. Su amigo se retiró sin siquiera terminar el desayuno y actuó igual de evasivo todo el día. El acabose fue después de la cena, cuando anunció que iría a caminar un rato. Ron había tenido suficiente de esperar paciente, esa noche descubriría qué era lo que había estado escondiendo y que cambiaba su humor de forma tan radical.

No era el mejor en los encantamientos desilusionadores, pero consiguió un resultado más bien aceptable y con un hechizo extra de pasos ligeros, siguió a su amigo sin ser detectado. Harry caminaba con prisa, casi perdiéndolo en más de una ocasión. Pero finalmente lo vio detenerse en uno de los corredores que daban a la parte trasera del castillo. Suspiró un par de veces y se dirigió al jardín exterior. Ron lo siguió unos segundos después, deteniéndose un instante al ver que ya había alguien en ese sitio. Malfoy tenía un par de pergaminos sobre una mesa, pero no estaba escribiendo ni leyendo. Solo sostenía su mentón con actitud huraña y no se inmutó ante la llegada de Harry.

-Draco –siguiendo con esa racha de extrañezas, saludó en voz baja usando el nombre de pila del Slytherin. Por su parte, se acercó lo más que pudo dejando un arbusto entre ellos pero obteniendo una vista y audición perfecta de esa inaudita reunión–. ¿Sigues molesto conmigo?

-Para nada. ¿Qué te hace pensarlo? –La tensión era evidente en los hombros y el tono del rubio. Pensó que vería a Harry responder con fastidio o regocijo, pero solo pareció más afligido.

-Lo siento –más improbable aún fue esa respuesta, que finalmente atrajo la atención del otro chico. Malfoy lo contempló estático por unos segundos antes de suspirar.

-Yo también.

-¿Por qué?

-Bueno… pensé que sabía a dónde estábamos yendo, pero es obvio que no leíamos la misma página. Así que no hay problema, olvida lo que dije.

-Draco, no… –Harry hizo algo todavía más extraño, sentándose al lado del chico en el banco y haciendo amago de… ¿tomar su mano? No obstante, el Slytherin se cruzó de brazos y lo evitó. Su amigo lo miró impotente unos segundos antes de volver a hablar–. Sé que no respondí como querías… pero es que me tomaste por sorpresa y no pensé bien lo que decía.

-¿Seguro que es eso?

-¿Eh?

-Ay, Harry –Ron se quedó con la mandíbula desencajada, no solo por escucharlo referirse a él por su nombre, sino por el medio suspiro en que lo hizo–. Es obvio que te gusta venir aquí y… todo lo que ha pasado. Pero también es obvio que no estás listo para poner todo de ti en ello. Ni siquiera tus amigos lo saben y lo que pasó ayer confirmó que no piensas en nosotros de la misma manera que yo lo hago, y ya te dije que no es problema, solo no vengas y pretendas que lo haces –¿Malfoy había dicho nosotros para referirse a Harry y a sí mismo? Antes de que eso se asentara apropiadamente en él, el moreno respondió a lo que acababa de escuchar.

-¡Pero es verdad! Draco… Draco, mírame –renuente, el chico atendió a la petición del Gryffindor–. Por supuesto que me encanta venir a aquí y que las palabras salgan sobrando, pero también me gusta verte dando tutorías, hablando apasionadamente sobre lo que escribes, o sobre lo que te preocupa… Mientras más cosas descubro de ti, más… complicado es lo que siento.

-¿Complicado? –El tipo susurró la palabra, y Harry sonrió afectado antes de contestar.

-Sí. Es todo tan nuevo y diferente… que a veces todavía me asusta. Pero hay algo que sé con certeza y es que no quiero que acabe. Desde ayer no he dejado de pensar en eso. Y no se trata solo de los besos y eso, eres tú. Quiero estar contigo –besos. ¡¿Cómo que besos?! El pelirrojo abrió los ojos con horror, en especial cuando vio que Malfoy descomponía su pose envarada y se inclinaba hacia su amigo. Y más impactante y surrealista, él lo rodeó con sus brazos y lo empujó contra su pecho.

-Pero no estás listo para lo que te pedí.

-¿Me dejarías pensarlo? –Malfoy asintió contra su hombro, devolviendo el abrazo al entrelazar los dedos tras la espalda baja del moreno.

-Está bien.

-Gracias –y terminó por dejarlo más que horrorizado cuando lo vio besar con delicadeza la coronilla del rubio–. Odio pelear contigo –el chico volvió a alejarse de él, aunque no tanto como para ser tranquilizante.

-Según recuerdo, hubo una época en que te encantaba.

-Eso fue antes.

-¿Antes de descubrir que proferir maldiciones no es lo mejor que hago con la boca?

-Antes de enamorarme de ti –por si todavía le quedaba alguna duda o esperanza de estar malinterpretando todo, Harry las aniquiló con esa frase.

-Odio que ya seas tan inmune a mis insinuaciones. ¿Dónde está mi chico sonrojado ante el más ligero coqueteo?

-Ahora mismo eres tú quién está muy sonrojado –no sabía qué lo turbaba más, que Harry sonriera al decirlo o que fuera verdad.

-No soy de piedra, sabes.

-Me consta –Malfoy hizo algo muy raro en ese momento. Sonrió mientras peinaba perezosamente el cabello azabache–. Quiero que quede claro que no es que no estemos en la misma página, es que… digamos que yo leo más despacio. Pero eso no significa que no quiera seguirte el paso. Y si es importante para ti que mis amigos lo sepan y podamos reunirnos durante el día… Está bien, amor. Les diré y nos veremos tanto como quieras –amor. Harry le dijo amor a ese envarado y odioso Slytherin. Como si ese hecho por sí solo no fuera ya bastante para ponerlo a cuestionar su realidad y su cordura, fue testigo de cómo la respuesta del rubio fue adelantarse y presionar un suave beso en los labios de su amigo. Quien no reaccionó con sorpresa o desagrado, sino con una sonrisa aliviada.

-No te apresures con eso, hazlo cuando estés listo. Supongo… que solo necesitaba algo de certeza sobre lo que tenemos.

-Si es así, debes saber que estos meses han sido increíbles y que espero que incluso cuando haya desentendidos como este, podamos hablar sobre ello y resolverlo. Me gusta lo directo que eres conmigo y que me digas exactamente lo que piensas.

-En cierta medida… para mí es un reto esto de la comunicación y la confianza, pero se siente casi natural contigo. Te has metido bajo mi piel más de lo que alguna vez pensé y… quiero seguir así. Entregarte todo de mí y tomar todo de ti –de acuerdo, tenía que largarse de ahí lo más pronto posible. Escuchar a Malfoy decirle eso a Harry era más de lo que podía soportar, así que empezó a alejarse despacio, cuidándose de no delatar su presencia de ninguna forma. Aunque igual hubiera sido casi imposible que lo descubrieran, considerando que los dos jóvenes habían dejado de usar las palabras para expresarse.

Cuando llegó a la torre de Gryffindor se acordó de anular los hechizos desilusionadores hasta que la dama gorda le dijo que tenía que verlo antes de dejarlo pasar. Entonces se fue directo a su habitación y permaneció vestido, mirando fijamente el techo mientras uno a uno sus compañeros daban las buenas noches y se iban a la cama. Harry llegó pasada la medianoche, pero fingió haberse dormido así para no tener que escuchar falsas explicaciones de su paradero. Su amigo no intentó hablarle, pero sí que lo oyó suspirar un par de veces. Por el rabillo del ojo, captó una amplia sonrisa de felicidad mientras se metía a la cama luego de su cita nocturna.


A la mañana siguiente, una parte de él quería creer que solo había tenido un retorcido sueño hiperrealista y que todo seguía siendo como antes. Es decir, Harry miraba a Malfoy porque desconfiaba de él y el rubio le sonreía para burlarse por su acoso. Sin embargo, ahora veía todo de forma diferente. No pudo ignorar el verdadero regocijo que alcanzaba los ojos verdes de su amigo, ni el ligero rubor en sus mejillas cuando el Slytherin le mandó una nota en medio de su clase de Encantamientos. Entonces lo vio morderse el labio antes de alzar la mirada y asentir una vez. En respuesta, Malfoy sonrió afectado antes de agachar la mirada. Lo que había descubierto la noche anterior no solo era real, sino también obvio. Su mejor amigo estaba saliendo -no tan- en secreto con su antiguo rival de Slytherin. Y al parecer… ¿lo hacía feliz?

Esa idea tardaría más en asentarse en su mente, pero lo hizo con el pasar de los días. Sin embargo, su renuente aceptación se tambaleó la tarde de un sábado. Aunque fue presa de su mala suerte y no de su curiosidad.

Ocurrió luego de una práctica de quidditch, cuando la mayor parte del equipo ya había vuelto al castillo. Oficialmente, incluso él se despidió. No obstante, todavía de camino recordó que se había dejado el reloj en los vestuarios. No le gustaba volar con él para no arriesgar una de sus posesiones más valiosas y tampoco quería correr el riesgo de que alguien más lo tomara. Por ello se disculpó con sus compañeros y regresó sobre sus pasos. Todo parecía tal cual como lo habían dejado, pero hubo un detalle que llamó su atención. Se escuchaba el suave rumor de agua corriendo. Confiado como estaba de que ahí no quedaba nadie, supuso que alguien había dejado algún grifo abierto y se dirigió a las duchas para cerrarlo. Apenas había puesto un pie dentro de ese espacio común cuando la puerta se cerró de golpe detrás de él, empujándolo con algo de brusquedad. Entonces se escuchó un susurro y una risita. Oh no. Sacó su varita del bolsillo, listo para escapar de ahí, pero entonces resonó un estridente gemido seguido de una voz que conocía demasiado bien.

-Por favor, Draco –si no estuviera al tanto de lo que se traían esos dos, Ron hubiera corrido en defensa de su amigo. Pero al ser consciente de ello, lo único que sintió fue que se le revolvía el estómago.

-¿Estás seguro?

-Te necesito –a esa escandalosa declaración siguió el ruido húmedo de besos y la sensación de que devolvería su almuerzo. Dispuesto a huir de ahí como si la vida se le fuera en ello, lanzó un silencioso alohomora a la puerta… sin resultado alguno.

-¿Cómo me necesitas? –Ron gritó para sus adentros, repitiendo el hechizo de nuevo.

-En mí. Quiero que me folles contra esta pared, tan sucio y tan duro que me dejes más sudoroso y cansado que cualquier práctica –casi se le cae la varita, demasiado escandalizado y horrorizado. Jamás podría volver a ver a los ojos a su amigo.

-Qué boca tan pecaminosa y exigente tienes, amor –estaba casi llorando por dentro, luchando por recordar cómo había dicho Hermione que se podía anular el encantamiento de cerrojo hecho por otra persona–. Te daré lo que quieras, pero con una condición.

-¿Cuál? –Piensa, Ron. Piensa. ¿Era finite más otra palabra? No. Era una sola palabra que empezaba con c o con s. ¿Celere o Siluro? No, Celere era algo de velocidad y Siluro era un pez.

-Quiero verte inclinado en esa banca y que me ofrezcas descaradamente ese hermoso culo que tienes –¡Eran tres palabras! Una era cincinno, estaba seguro. ¿Cuáles eran las otras dos? Siguió devanándose los sesos, luchando por mantener sus pensamientos lejos del sonido de palmadas que se escuchaba en el cubículo del fondo.

Primi ante cincinno.

La puerta se abrió con un suave clic y el traumatizado pelirrojo escapó a su libertad.


Ni siquiera tuvo tiempo para procesar lo sucedido, porque su amigo eligió precisamente esa noche para realizar la sincera y esperada charla sobre su actual situación amorosa. Como había anticipado, era difícil sostenerle la mirada. Por lo tanto, se mantuvo viendo la lumbre de la chimenea mientras el moreno balbuceaba sobre que Malfoy nunca había planeado nada y que su descarada forma de coquetear poco a poco se fue volviendo auténtica hasta que ambos cayeron en su propio juego… y que hacía cuatro meses de eso. Obviamente no entró en detalles de esos que lo tenían gritando y rodando en el piso en su mente, pero sí dejó claro que sentía más que atracción por el mencionado Slytherin y que esperaba contar con su apoyo, ya que planeaban dejar de ocultar su relación. Cuando el silencio recayó, fue Hermione quien tomó la palabra, dándole las gracias por confiar en ellos e incluso bromeando que el hecho de que estuvieran saliendo no sería algo tan novedoso como Harry creía, pues su comportamiento en el último tiempo no había sido precisamente discreto. Añadió un par de frases más para reiterar su apoyo y entonces el silencio volvió. Sabía por qué. Ambos esperaban lo que él tendría para decir.

-¿Ron? –Llamó el chico tentativamente, por lo que inhaló despacio antes de mirarlo a los ojos. Luchó por ver al niño flacucho que conoció en Kings Cross, al chico que había crecido junto a él y que lo recibió con los brazos abiertos después de que los abandonara esa temporada durante la guerra–. ¿Estamos bien…? –Cuestionó con auténtico temor, lo que le hizo olvidar de momento el incidente de esa tarde, para darle una sonrisa resignada.

-Harry… solo quiero que seas feliz. Es lo que mereces. Y si dices que es lo que sientes al estar con él, no hay nada más que agregar –por un momento, solo se escuchó el tenue crepitar de la chimenea. Hermione lucía impresionada y algo orgullosa por su respuesta, mientras que Harry dio una exhalación de alivio antes de sonreír.

-Muchas gracias. En serio.

No se habló mucho más del tema, pero cuando volvieron al dormitorio un rato después, su amigo seguía sonriendo tranquilo y él pudo sentir que sería capaz de suprimir de su mente lo ocurrido en los vestuarios del estadio de quidditch. No obstante…

-Oye, Harry –dijo antes de que el chico cerrara la cortina.

-Dime.

-Solo un consejo… De hombre a hombre y sin nada más que buena intención –él aguardó con el entrecejo ligeramente fruncido, por lo que continuó–. Cuando vayas a usar las instalaciones del colegio para propósitos… íntimos, recuerda siempre bloquear y silenciar la habitación primero.

-¿Ah? –Una variopinta colección de emociones pasó por el rostro de su amigo, entre las que reconoció la extrañeza, la sospecha, el horror y la absoluta vergüenza–. Ah.

-Buenas noches, compañero.

-Buenas noches –dijo con voz contrita, manteniendo la vista fija en el suelo. Ron rió con su justa dosis de maldad mientras corría su cortina.

Sí, podría haber guardado ese secreto, pero no le pareció justo ser el único mortificado al respecto. Lo que sí se quedaría para sí mismo sería el episodio de la noche que los siguió. Aunque irónicamente, eso lo había salvado de atestiguar algo aún peor esa tarde. Solo esperaba que el bochorno calara lo suficiente en su amigo para que fuera más cuidadoso y no volviera a protagonizar un incidente de ese tipo. Pese a todo, sería más prudente y juicioso la próxima vez que algo le generara curiosidad.


Notas finales: yo... no tengo palabras, jaja. Quiero decir, escribir esto fue encantador e hilarante, porque vimos una escena muy tierna y otra muy hot, aunque con un pelirrojo traumado en el proceso lol. Como dato curioso, originalmente solo eran los primeros dos capítulos. Pero mientras tenía el fic en espera de edición se me ocurrió la idea de este epilogo y no pude resistirme, jajaja. Y ahora sí, hasta aquí llegamos con esta historia. En cierta medida, se siente como cuando publiqué "Noche de Halloween" justo antes de darles mi historia más compleja y angst hasta el momento. Así que ya imaginarán lo que se viene. Como sea, espero que haya servido para entretener, distraer y llenar su necesidad de drarry, jaja. Muchas gracias por acompañarme estas tres semanas (y por leer hasta aquí los que lleguen después). Me despido de ustedes y nos leemos de nuevo a mediados de noviembre.

Allyselle.