Harry y la venganza del clan LeFay
Capítulo 3: Planes.
En el capítulo anterior
Al notar su rostro y su color de ojos característico, Petunia Dursley dijo, entre ira y miedo.
— ¿Tú?
La desconocida parpadeó, como si estuviese confundida.
— Claro que soy yo, Pet, ¿acaso los años hicieron que te olvidaras de mí? ¡Qué diría Lily si se enterase!
Tiempo actual
Tanto Petunia como Vernon reconocieron a la desconocida, la cual le traía malos recuerdos de cuando ella se juntaba con Lily para visitarlos.
De tez clara y ojos color jade. Cabello pelirrojo similar al de la fallecida, pero con una mirada divertida ante sus reacciones.
— ¿Qué haces aquí? ¡Pensé que estabas muerta! — exclamó Petunia, con rabia.
— Me imagino que eso fue lo que te deben haber dicho, Pet… pero, como ves, estoy bastante viva — respondió la recién llegada, mostrando una gran sonrisa.
— ¿Y a qué has venido? ¡No tienes motivos para estar aquí! — reclamó el hombre, intentando parecer intimidante.
— ¿Oh? Creo que ambos saben a qué vengo — dijo la mujer, sin quitar la sonrisa de su rostro: — Vengo a llevarme a mi ahijado.
Los dos se miraron entre sí, sorprendidos.
— ¿Y por qué habríamos de permitirte eso? — preguntó Petunia, con suspicacia.
— Ah, ¿quieres que hablemos de negocios entonces? Porque la oferta que les traigo les va a gustar a ambos — asomó su morral, que sólo se dejó ver en ese momento, y sacó un papel de color blanco, semejante a un cheque.
Acto seguido, se los entregó.
— Bueno, de alguna forma hay que pagar su generosidad… Y su silencio — continuó.
La pareja se apegó para ver el contenido del cheque y los ojos de ambos se agrandaron de la sorpresa.
— Pe… Pero… — comenzó Vernon, lívido, con excepción de sus mejillas que se pusieron coloradas.
— Como dije, lo que hay ahí es sólo por acoger a Harry todos estos años, y debería alcanzarles para estar fuera del Reino Unido por al menos unos dos o tres años — explicó la pelirroja.
— ¿Y por qué deberíamos estar fuera todo ese tiempo? — bramó el hombre, enfadándose.
— Bueno, no creo que ustedes quieran dar explicaciones de porqué Harry no está en su casa… ¿Qué tal unas vacaciones prolongadas para ustedes? — respondió la otra, encogiéndose de hombros.
Petunia miró con sospecha a la recién llegada y clavó sus ojos en los de ella.
— ¿Y qué ganas tú? — preguntó.
— Bueno, ninguna de las dos soporta a Dumbly-door, y sé que tampoco tienes ganas de sufrir un interrogatorio por su parte. Yo, en tanto, tengo a mi ahijado conmigo y puedo darle la educación que se merece… y que a Lily también le hubiese encantado darle — respondió la de ojos jade, sinceramente.
Vernon achicó sus ojos, y las dos mujeres se dieron cuenta que su cerebro estaba procesando la información.
— ¿Y garantizas que estando fuera de Inglaterra estaremos seguros? — preguntó, con seriedad.
La recién llegada asintió, con algo de desgano.
— Claro… Y si pasa un año y medio sin que los descubran, puedo hablar con mi jefe para que les dé uno semejante a ése — e indicó el cheque. — Claro, antes tengo que revisar el estado de salud de Harry, asegurarme de que esté sano y con la nutrición necesaria… Ya saben, cosas de lo que hay que preocuparse siempre cuando hay niños o jóvenes a su cuidado…
Con esas palabras, la pareja palideció. Ambos sabían cómo habían tratado a su sobrino en realidad.
— Pero, por ahora, confórmense con eso. Supongo que el total es superior a la paga que deben tener por su mantenimiento… ¿no? — y sonrió ferozmente, como invitándolos a seguir discutiendo el asunto.
— Claro, claro, estamos bien — afirmó el hombre, de manera nerviosa.
— Perfecto — y del bolso sacó una carpeta: — También necesito que me firmen estos papeles, para que el traspaso de custodia también sea legal entre su gente. ¿Para qué perder el tiempo con abogados, si podemos llegar a un acuerdo previo entre las partes, ¿no? Con esto también me dan incentivos para intentar conseguir un cheque similar — y sacó un bolígrafo para que ambos firmasen.
— Sí, sí, lo que tú digas. Todo sea por el bien de Harry, ¿cierto?
Y, mientras veía a los dos firmar ansiosamente los documentos entregados para la entrega de custodia de Harry Potter, Alanna Faewood parecía querer vomitar frente al intento de seres humanos que tenía frente suyo, quienes parecían gozar con la idea de tener una vida mejor a cambio de entregar a su sobrino…
Bueno… Si al menos supieran…
Mientras tanto, en Hogwarts, Albus Percival Dumbledore parecía reflexionar cómo iban las cosas ahora que había terminado el segundo año de educación de Harry Potter.
Honestamente, no hallaba la hora de finalmente ver que sus planes daban frutos. Todos estos años luchando para estar en la posición que actualmente tenía y, aunque muchos cuestionen los motivos para que él no estuviese directamente en el Ministerio de Magia, sabía muy bien que su lugar debía ser en Hogwarts, hasta que el mundo mágico estuviese suficientemente debilitado para que finalmente se rindiera ante él y… Oh, sí, disfrutaría enormemente ese momento.
Pero, por mientras, tenía que aguantar a esos mocosos y sus problemas hormonales. Tenía que continuar provocando que Slytherin se viese como la peor casa para evitar que esos pretextos de magos oscuros sean escuchados y que la Magia retome su equilibrio.
Ya había hecho un gran trabajo con Tom Riddle. Y, aunque él ahora reniega de todo lo que Dumbledore hizo por él, seguirá siendo una buena herramienta hasta que finalmente se deshaga de él. Sólo de esa manera sus planes tendrán éxito.
Y también, por lo mismo, necesitaba a Potter a su alcance. ¿A quién se le ocurrió cometer la estupidez de alejar al muchacho de la Casa? ¿Habrán pensado en que su jugarreta podría jugarles en contra?
Para su desgracia, sólo podía averiguarlo con la casi banshee de Molly Weasley. Sabía muy bien que Ron le entregaba reportes dos veces a la semana para contar sobre sus aventuras con Potter. Por supuesto, él sabía de sus planes para con el chico… Y era casi una pena tener que interrumpir esas ideas, porque, aunque ella en particular es merecedora de tener todo el dinero que le pueda sacar al joven Potter, sólo él debería quedarse con semejante cantidad de bienes para continuar con sus planes.
Resignado, se acercó a la chimenea y, con polvos Flu, comenzó a contactarse con la casa de los Weasley.
— ¡La Madriguera!
Y, notando que la comunicación se había activado, llamó a Molly Weasley, a quien vio acercarse presurosa donde el hechicero… Tal como a él le gustaba.
— ¡Albus! ¡Qué sorpresa el verte! — exclamó ella, con alegría: — ¿Qué pasa?
— Molly, también es un gusto de verte… Pero necesito ir al grano, porque mi tiempo es limitado. ¿Sabes quién convenció a la casa de Gryffindor de alejarse de Potter?
Ella parpadeó, confundida
— ¿No lo sabías? Fue decisión de Ron. ¡Y claro que el mocoso lo tenía merecido! ¿Cómo se le ocurre arriesgar a mi preciosa Ginny por sus locuras? — respondió.
El director pareció querer salir de la chimenea sólo para estrangularla por su imbecilidad… Y después amarrarla para que viera cómo torturaba a los estúpidos de sus hijos. Sin embargo, tomó aire, y, mirándola de forma reprobatoria, habló.
— ¿No crees que su decisión fue muy precipitada? Además, él mismo aceptó ser parte de las aventuras del chico Potter. ¿No fue demasiado extrema su decisión?
— Para nada. Mi pequeño Ron sabe cuáles son los límites para sus chiquilladas y, con el daño que sufrió Ginny, él sabe que Potter se superó en su estupidez. Y, si sigue con sus ideas, probablemente pueda convencer a Gryffindor de sacar a Potter de la casa — dijo la pelirroja, orgullosa de las acciones de su hijo.
— ¿Y los planes que tenías para Potter? — preguntó el director, luchando para no estrangular a la mujer, incluso si tenía que gastar sus fuerzas con realizar magia sin varita.
— Tiene que aprender quiénes son sus superiores. Sólo cuando ese mestizo pida perdón y se deje guiar por nuestra familia podrá tener una nueva chance. ¡Todo sea para que nosotros tengamos la posición que nos merecemos! — insistió Molly.
Dumbledore se mordió el labio. Sabía que insultar a esa mujer le terminaría jugando en contra suyo… y aún no era la idea.
— Molly, más allá de lo que haya hecho Ron, es necesario que Harry siga estando en Gryffindor. ¿Te imaginas si por su expulsión gana el derecho a estar en otra Casa? ¿Qué pasa si entra, por ejemplo, a Slytherin? — explicó él, tratando de mantener la calma.
Los ojos de la mujer parecieron salirse de sus órbitas. No había llegado a pensar en eso.
— ¿Qué? ¿Ir a Slytherin? — preguntó ella, nerviosa.
— Por supuesto. Vi en la mente de Potter que el Sombrero le planteó irse a Slytherin y, si es expulsado, el Sombrero puede apelar a que, ya que no es deseado en Gryffindor, puede cambiar a la segunda opción que tenía. ¿Y qué harán con eso? De seguro tus planes y expectativas se irán con el viento — trató de explicar el anciano, con tono apaciguador.
— No, no había pensado en eso. Sería terrible… Cualquiera de esas zorras de Slytherin podrían terminar volviéndolo en nuestra contra — y la mujer comenzó a pasear por el living: — ¿Qué puedo hacer, Albus? ¿Cómo plantear a Ron que ésa es una pésima idea?
Dumbledore sonrió. Eso era exactamente lo que él quería plantear.
— Cuando vayas a King's Cross, quédate hablando con Harry hasta que te encuentres con sus tíos, y dile que entienda a tu hijo, que lo hace porque está preocupado por su seguridad y la de la familia, y que por eso se comportó de esa manera. Dile que tenga paciencia, y que de seguro el próximo año escolar volverán a ser los amigos de siempre — y concentró su magia en su voz para convencer a la mujer.
Ella pareció luchar contra su sugestión, ante lo cual el anciano siguió hablando.
— ¿No que deseas lo mejor para tu familia? Sabes que lo mejor sólo puede darse si Potter está con ustedes. Si lo alejan demasiado, todo lo que anhelas para los tuyos no podrá cumplirse y tendrán que considerar encontrar otro objetivo para alcanzar sus metas.
Para el enfado del director, Molly parecía seguir cuestionando su razonamiento hasta que por fin sintió la voluntad de la mujer flaquear y lo miró con obediencia.
— Sí, Albus. Tienes razón. Hablaré con Harry y convenceré a Ron para que no siga con este sinsentido — dijo ella finalmente.
El anciano sonrió, satisfecho con su trabajo.
— Muy bien, Molly. Te lo encargo. Ahora tengo muchas cosas que hacer, así que nos veremos durante el verano. Y, si Ron persiste, avísame para hacerle entrar en razón, ¿de acuerdo? — dijo, con calma.
La pelirroja asintió mudamente.
— Muy bien, nos vemos entonces — y regresó a su oficina.
Tuvo que luchar enormemente para contener su furia. ¡Ese estúpido de Weasley casi arruina sus planes! ¿Cómo no fue capaz de ver las ganancias de tener a Potter a su lado? ¿Qué importa tener uno o dos rasmillones porque Potter debe ser probado? ¡La fama que va a ganar por ser aliado del Niño-que-Vivió es más importante! ¡Eso es lo que le va a asegurar tener una buena posición y la restauración de la casa Weasley!
Tan ensimismado estaba que no notó cómo Fawkes, el fénix, lo miraba con aprensión y tristeza.
En su momento, Madre Magia le encargó vigilarlo para ver si era él quien podría restaurar la magia y lograr con sus acciones que ella volviese a estar presente en el mundo. Sin embargo, con el paso de los años, el poder se le fue a la cabeza y ahora se veía a sí mismo como la promesa de salvación, intentando exterminar todo lo que fuese maligno ante sus ojos y aislando a aquellos que podrían traer nuevamente equilibrio al mundo, ya que se necesitaba tanto de la magia blanca como de la magia oscura para acercar nuevamente a Madre Magia a los humanos…
Y ahora, a causa de Dumbledore, todo podía quedar reducido a la destrucción de la magia, al menos en Inglaterra…
Si un ave pudiese suspirar, Fawkes lo estaría haciendo en ese mismo instante.
Sin embargo, él notaba los sutiles cambios en las energías del mundo y podía sentir con claridad que todo aquello que hacía daño al mundo se iría. No sabía cómo sería eso, pero tenía la confianza que Madre Magia ayudaría a todos y que volvería a ser como en los tiempos antiguos, cuando incluso los dioses caminaban entre ellos.
Por mientras, sólo podía continuar observando al anciano mover sus piezas. Él sabía que Madre Magia lo recompensaría cuando llegue la hora.
En el Expreso de Hogwarts, Daphne Greengrass miraba hacia el horizonte, preocupada.
Era cierto, su familia estaba desde tiempos antiguos en el lado Gris de la magia, comprendiendo la necesidad del equilibrio entre todas las criaturas mágicas. Aún soñaba cuando su abuela le contaba sobre las proezas que se habían conseguido con la caída de Grindelwald y las esperanzas que tenía que el mundo mágico finalmente avanzara y se unieran todos bajo una misma causa, bajo el manto de Albus Dumbledore, quien los había rescatado de la amenaza que el mago oscuro era para todos los que practicaban magia.
Sin embargo, también le contó cómo Dumbledore desilusionó al mundo, arrinconando a todos los que practicaban magia oscura y cómo iba abriendo las puertas para que los hijos nacidos de muggles pusiesen sus costumbres y tradiciones por sobre las ordenanzas de Madre Magia.
Por eso, le dijo su abuela en su lecho de muerte, debes estar atenta cuando Madre Magia clame su lugar en el mundo. Nosotros, de la familia Greengrass, debemos estar siempre junto a la Espada del Rey y, si tienes verdadera fe, puede que incluso puedas ver al Rey resurgir desde Avalon.
Ella no creía mucho en las leyendas relacionadas a Avalon, pero sabía bien que su familia se remontaba a los tiempos del Rey Arturo, por lo que ese conocimiento había sido traspasado de padres a hijos y, en su caso, desde su abuela. Sus padres y otras figuras del mundo mágico parecían estar tan atrapados en el juego de Dumbledore y Voldemort que no se fijaban en cosas que parecían minúsculas, como lo era el descenso en la cantidad de magos nacidos de familias sangre pura, o la cantidad de hijos nacidos de muggle que estaban apareciendo prácticamente de la nada.
Por eso, leyendo las memorias de su abuela, comenzó a idear un plan desde que estaba en primer año. Y, si jugaba bien sus cartas, conseguiría que Harry Potter se uniera a ellos. Así, con su fama y popularidad, esperaba poder llamar la atención de los mayores y así ver las medidas para mejorar el mundo mágico, al menos en el Reino Unido.
Y, si no, rogaba a Madre Magia que se apiadara de ellos y que les trajera pronto salvación, sin importar de parte de quién viniese. Quería asegurar un futuro para su hermanita, Astoria, y para todos quienes tuviesen los oídos abiertos para escuchar nuevamente a la Madre de Todos…
— No te preocupes, Madre Magia ya te ha escuchado — se escuchó una voz desde la puerta de su compartimiento.
La rubia alzó su cabeza y se encontró con la excéntrica heredera de la casa Lovegood, Luna.
— No tengo tiempo para idioteces, Lovegood — dijo ella, secamente.
— ¿Idioteces? Tú y yo sabemos bien cómo usar las máscaras, Greengrass — y los ojos de la menor parecieron enfocarse por un momento: — Sólo te digo lo que yo he visto y lo que no te puedo decir en frente de los otros. Tu petición ha sido escuchada y Madre Magia comenzó a actuar. Lo único es que no puedo decirte si Harry Potter estará el próximo año o no — y sonrió con misterio.
— ¿Y cómo no sabes eso? Sé de tu capacidad de ver posibilidades, a diferencia de alguien con la Vista.
— Ah, sólo dejo que mis sentidos sintonicen con la Madre. Algo que tú también deberías volver a ejercitar. No sea que Ella te llame también — y comenzó a salir.
— ¿Hablando en acertijos? Con razón te llaman Loony — y soltó una risa sarcástica.
— Que los otros no sean realmente inteligentes no me afecta. Nos vemos… — y, mostrando nuevamente su aspecto soñador, comenzó a caminar por los pasillos del tren.
Greengrass se quedó allí, con más preguntas que antes. ¿Realmente Madre Magia podía escucharlos? ¿Realmente vendrá un Salvador? Sólo el tiempo podía revelar si las palabras de la niña tenían sentido, pero aun así no podía detenerse, hasta que encuentre finalmente a Aquél a quien ella quería mostrarle su inquietud… Harry Potter.
Notitas de autor
Holis ^^
Guau... 7 favs y 5 alertas. ¡Muchas gracias a todos! Y un review nuevo, mucho mejor.
De a poco se va armando esta historia... Y, de paso, presentando algo más de Alanna y sus relaciones... ¿Quién habría pensado que conocía tan bien a Petunia y Vernon? Es cierto que raya un poco en lo ético... Pero a veces jugar sucio...
En fin, no divago más :P
Nos vemos en el próximo capítulo
