Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
46: Decisiones.
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Albus Dumbledore se fue a su casa, mientras suspiraba pesadamente. Lo que había aprendido recientemente de Jonathan Christopher Sebastian Morgenstern Fairchild...
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No.
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Lo que había aprendido de Janeth Cristal Fairblue, era algo que (a su punto de vista), cambiaba todo lo que él creía como realidad.
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Todo lo que él creía verdad, ahora era mentira, y viceversa.
No sólo la reencarnación era real... Sino que la prueba física de tal cosa, tenía un destino autoimpuesto, que la llevaría al Nuevo Mundo. Lejos de Inglaterra, lejos de su destino, como la joven profetizada, para derrotar a Voldemort.
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¿Se quedaría Janeth Fairblue en Inglaterra y continuaría asistiendo a Hogwarts, solo hasta que Voldemort fuera derrotado?
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¿Viviría de sus ganancias y su préstamo de servicios, en el Mercado de Sombras de Inglaterra?
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¿O acaso se iría permanentemente, a los Estados Unidos, dónde se reuniría con Clarisa, su hermana y Jocelyn su madre, y nadie volvería a verla en la Inglaterra Mágica?
Sí esto último era verdad, entonces él debía de encontrar los restantes Horrocruxes, destruirlos y... Y dejar de depender de Janeth Fairblue.
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Pensándolo mejor: tampoco sería buena idea, depender de Alex Potter... o de Neville Longbottom. Quizás... no debería de depender de alguien.
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Suspiró.
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Sus planes.
Todos los planes, que había trazado hace ya más de una década, se estaban desmoronando, como arena.
Escurriéndose entre sus dedos.
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¿Debía él, de depender de un salvador profetizado?
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-/-/-/#4 de Privet Drive/-/-/-
Alex se encontraba en una sala que los gemelos habían arreglado, en una de las habitaciones del segundo piso, para tener sus propias reuniones, y parodiar a las de la Orden del Fénix, y contarse chismes y otras cosas.
—Actualmente Dumbledore tiene muy mala fama en el Ministerio, ¿sabían eso? —dijo Fred. —Todos piensan que sólo está tratando de crear problemas diciendo que Quién-Vosotros-Sabéis ha vuelto.
Alex no pudo evitar suspirar. —Pues son imbéciles, ¿Qué motivo tendría Dumbledore, para mentir, respecto a los Mortífagos y Ryddle?, ¿y qué hay de los demonios, que mataron a los Mortífagos en el cementerio?, ¿Qué se creían que eran?
—Idiotas disfrazándose, y haciendo un acto de teatro para adorar a Ryddle o algo así —dijo una voz femenina desde la puerta, todos miraron a Janeth, quien sonreía ladinamente. —Oh algo así, están pensando respecto a lo ocurrido en el Cementerio.
— ¿Cómo es que no estás en prisión? —preguntó Hermione, mirando fijamente a Janeth. Pero pronto, un escalofrío le recorrió la espalda.
—Si me encarcelan, podría escapar de Azkaban, muy fácilmente.
— ¿Realmente piensas, que puedes escapar de Azkaban? —preguntó Hermione, enfadada y cruzada de brazos, mirándola.
Janeth le enseñó una sonrisa, e invocó una llama violeta en la palma de su mano, sorprendiendo a todos. —Solo ustedes, los Magos-Mundanos, usan varitas mágicas. Los Brujos, ni las necesitamos, ni nos entrenamos con ellas. Cuando tengan cincuenta años, sufrirán de artritis en las muñecas. Puedo usar un hechizo para abrir la puerta de la celda, puedo enviar el Patronus por delante... y luego, volar hasta la ciudad —flotó un par de centímetros, para demostrar su punto. —Además —sonrió —eso me daría vía libre, para huir del continente e ir a apoyar a Clary y a los demás, en la guerra contra Sebastian y Valentine —se encogió de hombros. —Saldré ganando, y Dumbledore perdiendo.
— ¿Por la profecía? —preguntó Alex.
Janeth asintió. —Ryddle y Dumbledore, creen que soy la única capaz, de detener a Ryddle. Dumbledore quiere que juegue a ser la niña buena, al igual que la Orden del Fénix: ellos no matan, ni lastiman. Ellos aturden a sus enemigos, y los encierran en Azkaban.
— ¿Crees que deberíamos de estar matando, en esta guerra? —preguntó Alex.
—No todos merecen la muerte —aseguró ella. —Sin lugar a dudas, hay muchos Mortífagos, que no se presentaron en el Cementerio. Muchos Mortífagos, que no se han unido al nuevo club de Malfoy y sí se arrepienten de sus actos, durante la guerra anterior. Entre ellos, estaría Karkarov, y sin lugar a dudas, hay muchos otros Karkarovs. —Todos, incluso Janeth, sonrió cuando calificó de esa forma, a esos Mortífagos. —Esas personas, intentan hacer de la Inglaterra Mágica un lugar mejor y actúan por el bien de todos, ¿entienden eso? —todos asintieron. —Los Mortífagos tuvieron una década y cuatro años más, para arrepentirse. Pero muchos volvieron al lado de Ryddle, en el Cementerio y le obedecerán sin siquiera dudarlo. Y ahora, sabemos sobre El Sol Negro. —Dejó la palma de su mano abierta, la luz y el aire se doblaron y allí, apareció un vaso lleno de agua, que agarró y bebió. —Es mejor hacerse cargo primero, del Sol Negro de los cuales no sabemos lo que podrían causar. Y después, centrarnos en lo que sabemos que harán los Mortífagos.
— ¿Y eso sería...? —preguntó Fred, algo impaciente.
—Liberarán de Azkaban, a los encarcelados. Y sin lugar a dudas, los Dementores se unirán a Ryddle —aseguró Janeth, ante las caras de horror, de los que la escuchaban. Ante esto, viendo que ellos no lo vieron venir, ella frunció el ceño. — ¿Qué serían algunos cientos de prisioneros en Azkaban, contra miles de magos y Muggles en todo el país?
—Mi padre dice, que Fudge está buscando cualquier cosa, para enviarte a Azkaban o para meter a Alex en problemas —dijo Fred. —Muchas personas, durante el Torneo de los Tres Magos, tenían un invento de tus padres, unos espejos que les dejaban ver, lo que pasaba en el campo y lo que hacían ustedes desde cerca. Y ustedes tenían espejos, ¿verdad? —Alex frunció el ceño, miró a su hermana, y ambos asintieron. —Pues bien: les dieron espejos a los cuatro competidores, para ver lo que veían y lo que hacían. Los espejos... bueno... —Fred tragó saliva. —Los espejos, fueron con ustedes, todo el camino, hasta el Cementerio. Ahora, Fudge solo puede sacarse mentiras y excusas de la manga. Pero no puede decir la verdad, porque él no quiere que nada negativo, ocurra en su campaña. Entonces, está intentando desmentirlos y.… y ha puesto a su secretaria.
— ¿Quién? —preguntaron los hermanos, al mismo tiempo.
Hermione contestó, y trajo un periódico, abriéndolo en la página 14. —Dolores Jean Umbridge, quien será nuestra profesora de DCAO, de este año.
Janeth gruñó. —Esperemos hasta Hogwarts, y desde allí, decidiré mi curso de acción. —Todos asintieron. —Aun así... pueden estar seguros: creo que le arruinaré la vida a esa mujer. No creo ir a llevarme bien con ella.
