Pido disculpas por tardar en actualizar. Como compensación, os voy a publicar todas las partes ahora mismo. Espero que las disfrutéis.
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PROFUNDOS
ojos oceánicos
O1
"Burning cities and napalm skies,
fifteen flares inside those ocean eyes.
Your ocean eyes"
La fiesta estaba pensada para el domingo en la noche, y, aunque no lo parecía, bajo los ojos de Bubbles, aquel evento estaba atrayendo la atención de ella y sus hermanas, sin ninguna duda. Claro, del resto de la ciudad también. Ella podía notar que tanto Blossom como Buttercup estaban ansiosas por algo, pero como no tenía ánimos de meterse en donde no la llaman, no quiso preguntar. Tal vez no era nada y ella solo había malinterpretado las cosas.
En lo que a ella respecta, solo quería saber si podría encontrarse con Boomer en algún momento. Pero, según la información que había en el afiche, los delincuentes no tenían permitido asistir, puesto que las personas con antecedentes solo mancharían el ambiente. Vale, no lo decía de esa manera, no obstante eso fue lo que ella entendió. Y aquello fue tema de conversación entre las hermanas, quienes, sentadas alrededor de la mesa de café de la sala, compartían una bebida caliente y comentaban el evento.
—Si vamos todos disfrazados, ¿cómo sabrán quién es quién? —preguntó Blossom.
Bubbles la miró con cierta confusión, y es que, si bien su rostro parecía estar preocupado, el tono de su voz se notaba algo entusiasmado. Venga, que solo es tu imaginación, nada más que su imaginación.
—No es algo que me importe mucho, en realidad —dijo para que ninguna de sus hermanas le preguntara después—. Estoy más interesada en mi disfraz.
—¿Ya lo tienes decidido? —le preguntó Buttercup mientras se acomodaba en el sofá.
—Una sirena —respondió con una sonrisa entusiasta—, así puedo vivir en el mar. Quiero estar en el mar.
Ambas chicas se quedaron en silencio hasta que Blossom le dice:
—Lunática.
—Acuática, querrás decir —bromeó Buttercup ocasionando la risa inmediata de las otras chicas.
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Hacía casi un año atrás, ocurrió un incendio en el reformatorio. Todos los servicios de emergencia fueron desplegados para atender la emergencia, asimismo, las tres hermanas acudieron. Una vez llegaron, notaron que el edificio de concreto ardía en llamas, pero sobre todo en una de las alas, la izquierda. Las chicas habían rodeado el edificio para tratar de entrar por la parte trasera, fue entonces que Bubbles se dio cuenta de que había gente dejando registro de lo ocurrido con grabaciones en sus móviles, además de otras personas que, sin pudor alguno, comentaban el rescate que se estaba llevando a cabo.
"Son vándalos, ¿no?"
"¿Esto no es algo, cómo decirlo, bueno? Después de todo, son delincuentes, ¿o no?"
"¿Para qué han de salvarles? De todos modos, cuando salgan de aquí seguirán siendo unos delincuentes".
Escuchar aquello hizo que Bubbles se molestara de sobremanera. No pudo ver la reacción de sus hermanas, tampoco sabía si alguna de ellas había escuchado lo que ella hizo. En todo caso, ya no tenía importancia, al menos no en ese minuto. Derribaron la puerta de acero que resguardaba la entrada trasera del reformatorio para poder entrar, en compañía del cuartel de bomberos, a rescatar a aquellos que se encontraran encerrados por las llamas.
Por suerte, algunos habían alcanzado a evacuar, no obstante, sí hubo heridos, solo tres: uno de los guardias, el conserje que trabajaba en el tercer piso, y Boomer. Bubbles fue quien le había encontrado bajando las escaleras, su pierna algo fracturada y su chaqueta con agujeros producto del fuego. Junto a él, estaba el conserje inconsciente.
—No sé si está respirando —le dijo Boomer a Bubbles—. Pero no podía salir sin haberlo ayudado.
Eso fue lo último que Boomer dijo antes de caer inconsciente también, producto de la inhalación de humo. Bubbles llamó a la unidad de rescate mientras trataba de cargar con los dos cuerpos. Luego de ello, empezaron a apagar el incendio mientras que las víctimas eran llevadas al hospital y las otras, resguardadas de los gases tóxicos y trasladadas a otro centro donde pasarían la noche y el resto del tiempo en que se demorase en restaurarse el reformatorio. Con las pericias ya realizadas, tres horas luego de haber sido controlado el siniestro, las causas de las llamas fueron un accidente que vino desde la cocina, y aunque esa información se hizo pública, hubo gente que insistía con que todo se trataba de un intento de fuga.
Ignorando ese tipo de comentarios, Bubbles tomó la decisión de ir a visitar a las víctimas, claro, a escondidas de sus hermanas. No es como si ellas le fueran a decir algo por hacer eso, es solo que tenía otra intención. Bubbles estaba pensando en ir a ver a Boomer y confirmar que se encontraba bien. Le había dejado una sensación angustiante cuando le encontró con el conserje.
Y pues, en el hospital, sí pasó a ver a los otros afectados, sin embargo, cuando las enfermeras que la guiaban la dejaron a solas, en la sala de espera, fue hasta la recepcionista y le preguntó por "el otro chico". La mujer, sin darle mucha importancia, le dijo que estaba en la habitación 427 del sexto piso del edificio A, el de urgencias. Bubbles asintió con la cabeza y se excusó diciendo que iría a ver si ya podía hablar con el doctor a cargo. ¿Por qué le había mentido? No sabía, ni tampoco estaba preocupada de encontrar una respuesta.
De la habitación, Bubbles vio salir al hermano mayor, Brick, quien también se fijó en su presencia en aquel pasillo. Pero ambos hacen como que no se ven, para Bubbles esa fue la mejor decisión. Esperó a que el muchacho pelirrojo bajase por el ascensor para así ir hasta la puerta de la 427 y tocar tres veces antes de entrar. Con muchos nervios, abrió la puerta para encontrarse con Boomer acostado en la cama y mirando hacia la ventana. No sabía cómo explicarlo, pero sentía que había vivido esa situación antes, aunque en diferentes roles... pues un pensamiento muy raro.
—Hola —le dijo la chica—, ¿cómo estás?
Por un segundo, Bubbles pensó que Boomer le soltaría algún comentario hostil, pero fue todo lo contrario. Boomer, al verla entrar, le miró con extrañeza, sí, y su semblante cambió de uno aburrido a uno muy curioso.
—Oh, vaya. ¿Te dejaron entrar así sin más? ¿Los guardias no te dijeron nada? —le preguntó él.
—¿Guardias?
—Sí... Espera, ¿ya no están?
—Al parecer no —comentó ella un poco extrañada.
—Bueno, si te vieron entrar aquí, entonces no hay problemas con la seguridad del hospital.
La forma en la que Boomer hablaba con suma normalidad sobre el cuidado (vigilancia, en realidad) de los guardias. Claro, él vivía en un reformatorio, debía ser muy común el estar rodeado de policías las veinticuatro horas del día.
—¿Estás bien? —preguntó Bubbles acercándose a la cama.
—Un poco, sí. Solo tuve un esguince en el tobillo izquierdo.
Se quedaron en silencio, algo incómodo, pero se les hizo soportable, y es que Bubbles estaba observando, con sumo cuidado y detalle, el cuerpo de Boomer, más bien lo que se veía de él. Él se dio cuenta de ello, y contra todo pronóstico, ya que usualmente se ocultaría de la vista del resto, se quedó en esa posición sin hacer movimiento alguno. No obstante, fue directo y le preguntó:
—¿Por qué me rescataste?
Aquella sorpresa le tomó por sorpresa, pero Bubbles, ante esa pregunta, ya tenía una respuesta:
—Porque no discrimino a la hora de rescatar a alguien. Jamás.
"Y eso sí es un problema", pensó para sus adentros.
—Bien —dijo Boomer poco convencido, pero, de alguna manera, quería seguir hablando con la chica—. ¿Qué tan frío está el viento afuera?
Bubbles se quedó pensativa un momento, agachó la cabeza y sonrió tímidamente. No es que a Boomer le interesase el clima precisamente, él quería generar una conversación.
—Nada que no se pueda soportar.
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Bubbles iba de camino a su servicio con los niños del orfanato de Townsville. Cuando entró a recibir su delantal verde, recordó las veces en que vio a Boomer con el mismo modelo de delantal jugando con algunos de los menores de seis y cinco años. Si mal no recuerda, esas han sido las únicas ocasiones en que ha podido ver la su sonrisa genuina. También, fue de las primeras veces en que interactuaron, aunque fuese solo para "díganle a la señorita Bubbles que les lea un cuento", o "la señorita Bubbles acompañará a las niñas al baño". No pudo evitar sonreír ante el recuerdo antes de salir al patio para ser recibida por unos eufóricos niños.
La ronda, los quemados, las escondidas y otra infinidad de juegos tuvo a cargo Bubbles esa jornada, sabiendo que, a la salida, podría ir a visitar a Boomer para poder tener algo más de qué hablar en esa oportunidad. Algo que vaya más allá del "por qué me salvaste".
—Me parece lindo —recuerda que le dijo él—. Yo soy de los que hace un desastre, pero tú igual me salvas del peligro.
—Creo que todos podemos mejorar —recordó que le dijo a él.
—Si tú lo dices.
—¿Crees que no?
—Creo que no —le afirmó.
—¿Por qué no?
—Yo no tengo oportunidades.
—¿Quieres rendirte antes de, siquiera, intentar un cambio?
Hubo un silencio esa vez, hasta que entró la enfermera a revisar la evolución de la cicatrización de Boomer. Una vez que la enfermera se fue, Boomer le hizo un comentario con respecto al "perfume de pimienta" que sentía de todas las enfermeras, algo que hizo que Bubbles riera.
Ella recordó todo eso mientras salía del orfanato e iba hasta la parada de autobús. Si tenía suerte, llegaría a la hora exacta para poder verle, aunque sea quince minutos.
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—Te extrañan —le dijo Bubbles a Boomer ese segundo día en que fue a visitarlo.
—Honestamente, yo también los extraño.
Boomer tenía mejor cara ahora, es más, ahora mismo ella veía que estaba terminando su comida, aunque, a regañadientes, comía los cubos de piña.
—¿Cuándo te darán de alta? —le preguntó ella.
—Pronto, supongo —dijo con indiferencia en tanto observaba el bocado que tenía en su tenedor—. ¿Por? ¿Vendrás a buscarme?
—No.
Ante aquella rápida y directa respuesta, Boomer miró a Bubbles con suma sorpresa, boquiabierto, mientras que ella trataba de adivinar qué había dicho como para que él la mirase así.
—Qué directa —comentó al final antes de reír un poco—, me agradas.
—¿De verdad? —se entusiasmó ella.
—Sí —asintió—, creo que ya era momento de que te lo dijera directamente. Me caes bien.
—¡Ya llegué! Oh, ¿interrumpo?
Ambos miraron a Butch, quien había llegado sin aviso, aunque tampoco debería anunciarse, ya que solo fue a visitar a su hermano, sin embargo, la expresión en el rostro de él sugería malinterpretaciones con respecto a la situación de ambos en ese momento.
—¿Todo bien por acá? —sonrió sugerente mientras intercalaba miradas con ambos—. Puedo dejarlos solos.
—No te preocupes, yo ya me voy —dijo Bubbles poniéndose de pie.
—¿Tan rápido? No, no, yo me voy —siguió Butch—. No te preocupes, no los interrumpiré.
—Nos vemos pronto, ¿sí? —Bubbles ignoró totalmente a Butch, solo miró a Boomer asentirle—. Un gusto verte, Butch —le dijo al chico antes de irse.
—¡Que te vaya bien! —se despidió Butch y tomó el asiento donde había estado la chica hacía unos segundos—. Qué simpática.
—Cállate —espetó Boomer con evidente molestia antes de llevar un bocado de piña a su boca.
—Perdón por interrumpirte...
—¿Dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto en venir?
—Por ahí, comprando cosas con Brick. Estamos ayudando con la reconstrucción del reformatorio.
—Guay.
—Huele a su perfume —comentó Butch señalando la puerta.
—Guarda silencio y cómete la puta piña. Ya no quiero más.
—Tu enfermera se enojará.
—No se va a enterar. ¿Cuándo más tendremos oportunidad de comer frutas frescas? Está rica, pruébala —insistió Boomer.
"Ciudades en llamas y cielos de napalm,
quince bengalas dentro de esos ojos oceánicos.
Tus ojos oceánicos"
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perlapuccabf, gracias por tu apoyo. Respondiendo a tu pregunta, pues no, jajaja. Gracias por leer.
A vosotras, gracias por esperar. Han sucedido muchas cosas en mi vida, ha llegado tiempo de resolver las dudas. Publicaré primero esta historia, luego las siguientes.
Lamento la espera, prometo no volver a desaparecer.
¡Hasta pronto!
