Hola :3

Les traigo el capítulo 15, donde veremos lo que sucede cuando Minos regresa al inframundo. No quería tardar tanto, pero la verdad, me costó un poco de trabajo redactar el tema relacionado a los otros jueces XD Como nota aparte, les dejo una pequeña cronología de eventos para no dejar al aire las fechas :P

*Anna llegó a visitar a su abuela a la isla de los Curanderos a mediados de Mayo de 1747. A finales del mes, fue convertida en monja oscura por Luco de Dríades y enviada al inframundo. Pasó aproximadamente tres semanas como sirvienta y en esos días recuperó su memoria y conciencia.

*El jueves 15 de Junio, Minos la descubre. En los siguientes diez días, hizo la marioneta, le enseñó a usarla y estuvo vigilándola, todo eso intercalándose con sus actividades y reuniones con los otros jueces.

*El domingo 25 sucede el trato entre Minos y Alone, asimismo, el juez le dice a Anna que será su sierva. Al día siguiente, se la lleva a Ptolomea y pasa lo que ya sabemos durante esa semana.

*El jueves 29 la saca del inframundo y la deja en la isla de los Curanderos. El viernes 30, tras decirle la verdad, le entrega las joyas y se marcha para ir al Santuario.

*El sábado 1 de Julio sucede la derrota del Grifo por la mañana. Hasta la noche Minos revive y Anna es visitada por los otros jueces.

Espero que quede un poco más claro, ya que los tiempos en el manga/anime son bastante ambiguos y yo los acomodé en el fanfic a mi conveniencia :P De antemano, agradezco su tiempo de lectura y sus reviews :)

Reino de Katmandú: A mediados del siglo XVIII no existía Nepal como país, sino que se trataba de pequeños reinos y provincias.

Peste blanca: Con éste nombre se le conoció a la Tuberculosis en siglos pasados.

SS TLC Gaiden 12 Géminis-Aspros: Recomiendo leer éste manga porque lo uso como base para la historia de uno de los jueces.

Advertencias: No hay Lemon por ahora, únicamente insultos entre personajes y quizás palabras altisonantes XD


Sobre sus comentarios:

WienGirl: Si, necesitábamos leer la versión de los jueces al visitar a Anna. Aquí verás hasta donde escala el asunto y por fin un vistazo del pasado de Aiacos y Rhadamanthys :D Gracias por comentar.

Adalines blue: Hola, bienvenida. En mi fanfic, Raimi sobrevivió al ataque de Aries. Regresó al inframundo y fue degradado a vigilante. Alone lo llamó para que fuera por el cuerpo de Minos, porque tiene la habilidad de viajar bajo tierra. Gracias por comentar.

Hokuto Sexy: La presencia de Minos y sus actos son constantes. Aquí daremos un vistazo a la vida pasada de los jueces y porqué se molestaron tanto con lo que hizo Minos. Tienes razón, hay que querer a los 3 jueces. Creo que cualquiera se atemorizaría al tenerlos enfrente, la pobre Anna si que se ha llevado sustos, pero sobrevivirá. Gracias por comentar.

Leyla: Sí, el juez no podía quedarse muerto y aquí verás qué sucede cuando regresa al inframundo. Gracias por comentar.

Natalita07: Tienes razón, a partir de aquí, son cosas nuevas para Minos y Anna. Ella va a estar bien y veremos lo que sucede con Minos XD También sabremos algo más de los otros jueces. Gracias por comentar.


Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por capricho perverso :P


Capítulo XV

Inframundo, Tribunal del silencio.

Minos descendió frente a las escaleras de acceso con un par de aleteos que generaron un leve remolino de polvo. La expresión de su rostro era inquietante, tanto así, que los soldados Skeleton vigilantes mantuvieron las cabezas agachadas todo el tiempo, temiendo por sus vidas al sentir la pesada aura de su cosmos alterado. El juez no venía de buen humor y cualquier cosa lo haría estallar.

Tan pronto regresaron al inframundo, el ministro despachó a Raimi de regreso a sus actividades, diciéndole que iría a reportarse con el señor Hades. Lo cual era cierto, pero antes, tenía que encontrarse con Aiacos y Rhadamanthys, para saber si habían descubierto los planes del Grifo. Además, era probable que el mocoso aún estuviera divirtiéndose incordiando a la diosa Athena y sus santos.

Ingresó al vestíbulo y de inmediato buscó a sus compañeros con su cosmos.

—No están aquí— masculló molesto, a la vez que subía al estrado.

Probablemente descubrieron la ubicación de la marioneta ≫ gruñó la entidad. ≪ ¡Mierda, esos bastardos fueron a la isla!

Minos llegó a su escritorio de trabajo y abrió el libro de almas, pasando rápidamente las hojas.

—Es tu culpa, bestia imbécil. —

No es momento de que me hagas enojar, te recuerdo que las consecuencias también recaerán sobre tu familia si algo…

—¡¿Por qué?, desgraciado hijo de puta! — increpó con repentina furia. —¡Yo no fui el que provocó esto!, ¡Fue tu maldita soberbia y provocaciones lo que llamó su atención!, ¡Tú quisiste que hiciera esa marioneta y que tomara a la mujer lo antes posible!, ¡¿Y todo para qué?, para que con tus patéticos juegos nos derrotara aquel santo y quedara expuesta tu jugada!, ¡Mi familia no tiene por qué pagar tus estupideces! —

De inmediato sintió el pinchazo de advertencia en su cabeza y escuchó el gruñido amenazante del espectro.

No me provoques Minos, tú tienes suerte de que haya dejado con vida a tu familia ≫ habló con notoria maldad en la voz. ≪ Mis hermanos no fueron tan benevolentes con los allegados de sus portadores, en especial Wyvern.

El hombre se quedó en silencio y un sentimiento de consternación lo recorrió. Esas palabras daban a entender que los otros jueces ya no tenían a su familia o parte de ella y que probablemente se debía a que los otros líderes infernales los habían asesinado. Nada nuevo, tomando en cuenta el terrible destino que significaba pertenecer a sus líneas de sangre.

Los generales del dios Hades eran entidades crueles que no tenían problema alguno en eliminar a los integrantes más viejos, o que les estorbasen, de sus líneas de sangre o de las ramas secundarias de sus otros descendientes. Lo único que les importaba era que su vasija humana, destinada a albergarlos en la presente guerra santa, estuviese disponible.

Minos exhaló con resignación, mientras llegaba por fin a la página que buscaba.

—Tú y tus hermanos deberían ser sellados para siempre, al igual que tu estúpido dios y su absurda ambición— farfulló por lo bajo.

Gracias por tus buenos deseos, lástima que no se harán realidad ≫ se burló el Grifo. ≪ ¿Qué rayos buscas?, tenemos que prepararnos para el careo.

El ministro soltó una risita de repente. Le era imposible ir en contra del espectro, pero siempre podía molestarlo con otra cosa.

—Sólo para que estés enterado: El alma del santo de Piscis no está en el Cocytos— sonrió con cinismo. —Ese dios que lo ayudó, se quedó con ella. —

En el libro se podía leer lo siguiente: "Albafica de Piscis, santo dorado de Athena, fue reclamado por otra deidad". No había más datos ni nada que revelara otra cosa del extraño suceso. Pocos dioses eran capaces de solicitar almas humanas para su conveniencia y, por lo regular, estos pertenecían a la misma jerarquía que Hades. Aunque esto ya no tenía importancia alguna, excepto por la rabieta que expresó la bestia mitológica.

¡Maldición, yo quería torturar personalmente a ese sujeto! ≫ siseó con irritación. ≪ ¡Ese dios metiche lo pagará cuando el señor Hades despierte por completo!

Su portador volvió a reírse, a él no le preocupaba demasiado ese asunto, ya que seguía con la firme idea de que la guerra santa la perdería su bando. De pronto, el rechinido de las enormes puertas lo hizo voltear de inmediato hacia la entrada.

—Regresaron. —

Yo me encargo, estoy muy molesto y ellos lo van a pagar ≫ dijo en un tono siniestro.

El hombre no tuvo tiempo de decir nada. Sintió la fuerte punzada y el vértigo que le confirmaban una vez más el control del espectro sobre su cuerpo y acciones. Entornó la mirada y su gesto se volvió más inquietante de lo normal. Cerró el libro y con ambas manos chasqueó los dedos disimuladamente, su cosmos se desplegó en "silencio" por toda la estancia.

Rhadamanthys y Aiacos marcharon hacia las escaleras y comenzaron a subir los peldaños, manteniendo una expresión fría en sus rostros. Era evidente la intención de exigir una explicación al juez principal. Minos se apartó del escritorio y caminó hacia ellos, quedando todos frente a frente, apenas separados por un par de metros.

—¿Qué rayos sucedió contigo? — habló Rhadamanthys primero. —¿Por qué perdiste contra aquel santo? —

—Eso es algo que no les importa, así que vamos directo al grano— contestó el Grifo con rudeza. —¿Dónde estaban, par de imbéciles? —

Los aludidos se miraron entre sí, y en ese momento, Garuda y Wyvern se manifestaron en sus portadores. El ambiente se estresó con la presencia de los tres líderes, quedando en claro que, ahora mismo, solucionarían el problema del alevoso comportamiento del Grifo.

—¿Por qué la pregunta?, ¿Te preocupa algo? — interrogó Garuda mordaz. —Eres tú el que nos debe una explicación, tramposo de mierda. —

—No les debo explicación de nada, no he faltado a ninguno de nuestros acuerdos y, si se meten en mis asuntos, lo lamentarán— el Grifo soltó la amenaza sin inmutarse en lo absoluto.

Wyvern le enseñó los colmillos en advertencia.

—Cuida tus palabras, imbécil— lo señaló acusatoriamente. —Has violado nuestras reglas, ya que ni siquiera esperaste a que nuestro señor Hades despertara por completo para hacer tu jugada con aquella mujer, ¿O acaso creíste que no sospecharíamos de la marioneta cuando moriste? —

El juzgador de almas de alzó de hombros con indiferencia.

—No sé de qué hablas. —

Garuda lo miró inquisitivo, encarándolo de la misma forma.

—Déjate de tonterías Grifo, sabemos que le entregaste el juguete de hueso a esa mujer o, mejor dicho, monja oscura— estrechó la mirada. —Y también sabemos que la dejaste preñada, lo que confirma tu injuria hacia nuestros acuerdos, por lo tanto, el dios Hades te dará un escarmiento cuando le informemos de esto. —

El mencionado sonrió sutilmente.

—Tal vez me castigue, pero no hay nada que puedan hacer ustedes al respecto, si atentan contra mi linaje, yo haré lo mismo con el de ustedes, no olviden que eso también es parte de los acuerdos— se expresó cínicamente.

Wyvern hizo un gesto malévolo y dio un paso hacia su hermano, contemplándolo desafiante.

—¿Crees que lo permitiremos? o, mejor aún, ¿Por qué piensas que ella sigue con vida? —

El juez principal cambió su mueca por completo, mirándolos fijamente, al mismo tiempo que su ira empezaba a crecer. No tenía forma de saber si la mujer estaba bien o si había sido lastimada o asesinada. Sin su conexión con la marioneta y sin el libro rojo a la mano, estaba prácticamente ciego ante dicho escenario. Sabía perfectamente que sus hermanos eran tan malditos como él y quizás esta vez decidieron tomar venganza por las afrentas pasadas.

—Es cierto, la mujer era linda y tan asustadiza— secundó el juez Garuda, siguiendo el juego de provocación de su compañero. —Pero ya no podrás verla de nuevo, es decir, ¿Qué esperabas?, ¿Qué no le tocáramos ni un cabello? — soltó una risita maliciosa. —Es una lástima que… —

De pronto, algo le cortó el habla de golpe, obligándolo a llevarse las manos al cuello. Sus gestos indicaron una repentina asfixia en las vías respiratorias.

—¡SUFICIENTE! — bramó el Grifo, al mismo tiempo que levantaba el brazo derecho, emanando cosmos.

El ambiente cambió con brusquedad y la atmósfera se hizo más pesada con el súbito crecimiento de su cosmoenergía. Una cortina de peligrosas hebras violáceas onduló alrededor de los otros jueces, tomándolos por sorpresa y con la guardia baja.

—¡¿Qué preten… ?! — intentó decir Wyvern, pero las palabras también se le perdieron en la garganta.

Antes de que pudieran reaccionar, ambos espectros fueron apresados del cuello por múltiples hilos, los cuales comenzaron a ceñirse sobre su piel, dejando líneas rojas y cortándoles la respiración. El juzgador de almas sonrió tenebrosamente, a la vez que cerraba despacio los dedos de la mano, provocando que otros filamentos atraparan las extremidades de sus homólogos, inmovilizándolos por completo en su lugar.

Wyvern y Garuda lo miraron con rencor, y por más que intentaban liberarse, la técnica los constreñía con mayor fuerza.

—¡Así que se atrevieron a tocarla!, ¡Eso significa que atentaron contra mi descendencia y mi jerarquía! — en sus ojos amatista se vislumbró algo insano. —¡Entonces, ya no tengo porqué contenerme! — realizó un movimiento con el brazo.

Esto hizo que sus compañeros fuesen arrojados hacia el muro cercano, estrellándolos brutalmente contra la superficie de piedra, la cual se destrozó en grandes boquetes. A pesar de la resistencia de sus Sapuris, el daño físico los obligó a escupir sangre por la boca, debido a que algo se había reventado dentro de ellos.

—Muchos piensan que mis hilos son una técnica ridícula porque no la han visto desplegada en todo su poder— el Grifo caminó hacia ellos, invocando más cosmoenergía. —Podría cortarles la cabeza ahora mismo con un simple movimiento… pero antes, quiero hacerlos aullar de dolor— su sonrisa se torció aún más.

Los hilos volvieron a inmovilizarlos completamente, forzándolos a ponerse de pie y a mantener los brazos extendidos, mientras que sus cuellos seguían siendo estrangulados, limitando el paso del aire.

—¡B-Bas-tar-do…! — escupió el Wyvern.

—Si no hubieran ido a la isla, yo no tendría que hacer esto— cerró el puño por completo.

Las mortales hebras se tensaron, ejerciendo fuerza en las articulaciones, llevándolas a una posición antinatural que terminó por destrozar los huesos principales que las conformaban. Los crujidos se escucharon a la par que sus alaridos, mientras que el sufrimiento de la tortura les deformó el rostro.

—¡M-Mal-di-to… i-imbe-cil… no era v-ver-dad…! — Garuda jadeó entrecortado. —¡E-Ella… sigue v-viva…! —

El Grifo alzó levemente una ceja, sin cambiar del todo su cruel expresión.

—¿Y piensas que voy a creerte después de lo que dijeron? — levantó el otro brazo, manipulando de nuevo la cortina de hilos danzantes. —Si Hades va a castigarme, le daré un verdadero motivo para hacerlo— arqueó dos dedos.

Los filamentos se apretaron en las extremidades inferiores de los jueces, dejando en claro lo que les haría. Sin embargo, antes de hacer otro movimiento, un poderoso cosmos se dejó sentir por todo el recinto, obligando al del Grifo a retroceder.

¡Maldito mocoso, tenías que llegar precisamente ahora! ≫ la bestia gruñó furiosa.

—Es suficiente— la voz gélida de Alone se escuchó.

El ministro volteó hacia las escaleras, donde un portal comenzó a abrirse. El muchacho cruzó a través del mismo, revelando un gesto serio y un aura pesada que puso en alerta a todos los presentes.

—Libéralos— ordenó.

El juzgador de almas lo dudó por un par de segundos, aquel mocoso ya lo tenía harto, pero también era consciente de que podía manejar el poder de Hades a voluntad, por lo tanto, no era conveniente enfrentarlo.

Minos, quien había estado en silencio todo el tiempo, le habló mentalmente.

No hagas estupideces, todavía podemos sacar ventaja si permanecemos de su lado, aprovecha esta situación, juega con los hechos a nuestro favor.

La entidad no lo pensó demasiado, aceptando la propuesta. Después de todo, la complicidad entre su anfitrión y el adolescente, era muy útil en éste momento. Bajó los brazos y su cosmoenergía se disipó, liberando a Wyvern y Garuda, los cuales cayeron pesadamente al suelo, escupiendo maldiciones por lo bajo debido al daño recibido.

—¿A qué se debe el motivo de esta discusión? — interrogó el recién llegado, mirando a los tres jueces.

El Wyvern fue el primero en ponerse de pie con algo de dificultad, mientras su cosmos lo envolvía para tratar de mitigar el dolor. Esto le permitió expresarse de mejor manera.

—Mi señor Hades… hacemos de su conocimiento que… él— observó a su compañero. —Ha traicionado nuestros acuerdos… respecto al tema de la herencia de sangre. —

El joven entornó la mirada, comprendiendo inmediatamente a qué se refería. Recordó su anterior plática con Minos acerca de la estirpe de los jueces, por lo que debía decidir pronto cómo manejaría el asunto ya que, al parecer, dicho tema tenía muy alterados a los otros dos. Se mantuvo ecuánime, haciendo un gesto con el rostro que indicaba, ahora tenían toda su atención.

—Como sabe, nosotros debemos dejar descendencia, pero esto solamente se puede llevar a cabo hasta que nos dé el permiso para ello, al finalizar la guerra santa— el dragón siguió explicando. —Él no respetó eso y, previo a su despertar como nuestro dios, tomó a una monja oscura para engendrar antes que nosotros, con el único objetivo de conservar el cargo de juzgador de almas.

Alone asintió, pero no dijo nada, mirando ahora al juez Garuda, esperando su versión de los hechos. Éste ya se encontraba de pie también, usando su cosmoenergía para soportar sus heridas.

—Mi señor, es cierto… el Grifo es un maldito tramposo… abandonó el inframundo sin permiso… llevándose a la monja a la isla de los Curanderos— tomó un poco de aire y lo soltó con dificultad. —Y cuando quisimos… reclamarle su comportamiento… no atacó. —

El anfitrión de Hades hizo un leve gesto de asombro.

No pensó que esto fuera a darle problemas y algo le decía que la culpa era del espectro de Grifo y no de su portador. Sus planes podrían complicarse, ya que necesitaba mantener la lealtad de los tres jueces, así que debía hacer su siguiente movimiento con cuidado. Se enfocó en el ministro principal, esperando su respuesta a las acusaciones.

El Grifo lo miró con recelo, pero decidió hacerle caso a Minos y usar las denuncias a su favor.

—Señor Hades— hizo una reverencia a modo de sumisión y lealtad. —El motivo de mi agresión se debe a que mis compañeros atentaron contra mi estirpe, fueron a buscar a la mujer que escogí para darme descendencia y la ejecutaron en represalia porque, según ellos, falté a nuestros convenios, lo cual es mentira. —

Alone se sorprendió de aquello, pero decidió escuchar un poco más.

—Dicen que me adelanté en mis acciones porque no "esperé" a su despertar como dios del inframundo— hizo una sonrisa convenciera. —Yo sé que usted "despertó" por completo desde el instante en que arrasó su pueblo natal y levantó su castillo sobre sus cadáveres… acaso, ¿Ellos están poniendo en tela de juicio su sagrada presencia? —

El muchacho entrecerró la mirada al escuchar semejante insinuación. Garuda y Wyvern le dirigieron otra mirada de rencor a su hermano, pero éste prosiguió con su astuta verborrea.

—Ahora, los dos aseguran que salí del inframundo sin permiso— declaró, articulando una mentira para colocar todo a su favor. —Eso es falso y, como usted "recordará", yo le solicité personalmente su autorización para salir a investigar el mejor camino para llegar al Santuario sin ser descubiertos, todo con el objetivo de cumplir sus órdenes… entonces, ¿Ellos dudan de sus sabias decisiones? —

Era cierto, Alone le concedió el permiso pasa salir, excepto que los hechos estaban "un poco" tergiversados. Por lo tanto, tuvo que seguirle el juego y acoplarse a la "verdad" manipulada por la tramposa entidad. Y sólo faltaba justificar a la monja oscura, aunque, ya sabía lo que diría.

—Te doy la razón en dichos planteamientos, juez Grifo— lo miró con seriedad. —Pero, ¿Qué hay de la monja que mencionan tus homólogos?, se supone que sus líneas de sangre deben perpetuarse con humanas comunes, no con espectros de servicio. —

El mencionado hizo otra sonrisa cómplice.

—Mi señor Hades, técnicamente, la sirvienta ya no era un espectro de clase baja. Debido a la estupidez de Luco de Dríades, su transformación falló, regresando a su estado normal— reveló con simpleza y naturalidad. —Por lo tanto, al quedar embarazada, fue necesario sacarla del inframundo, así que aproveché el permiso que usted me dio para salir al exterior y llevarla a la isla, esa sería mi única falta— miró a sus hermanos con desagrado. —Pero Wyvern y Garuda la asesinaron junto con mi heredero, por ende, merecen un castigo. —

Alone se mantuvo en silencio.

Pero, por dentro, estaba riéndose de toda la situación y de lo taimado que era aquel espectro. Tenía que reconocerlo, él y Minos eran una combinación de inteligencia y manipulación muy interesante. En definitiva, debían quedarse a su lado para sus planes futuros. Sin embargo, no podía permitir que los otros dos fuesen un problema debido a sus rencillas fraternas. Volteó hacia ellos, mirándolos con severidad.

Ambos empezaron a despotricar furiosos ante el inesperado cambio de escenario.

—¡Hijo de puta! — vociferó el dragón. —¡Sé que saliste más veces del inframundo a escondidas, no mientas, miserable! —

—¡Embustero mal parido! — gritó Garuda. —¡No le crea señor Hades, no hemos atentado contra su linaje! —

El joven se aproximó a los jueces, al mismo tiempo que su cosmos se volvía más oscuro y pesado, dejándose vislumbrar como el imponente dios Hades. Una fuerza invisible los forzó a postrarse ante él, obligándolos a guardar silencio a pesar de sentir todavía el dolor de sus brazos rotos.

—No me gusta que mis espectros discutan entre sí por temas tan banales, la guerra santa es lo más importante— regañó con frialdad, al mismo tiempo que colocaba las manos sobre sus yelmos. —Ahora, escuchen con atención Wyvern y Garuda, no voy a permitir que se dude de mi presencia como Hades, ni que se cuestionen mis decisiones y mucho menos, que vuelvan a realizar acusaciones en contra de su compañero… la próxima vez, los castigaré con la muerte, ¿Entendido? —

Los dos confirmaron de inmediato y a regañadientes, sintiendo cómo el poderoso cosmos de su señor los abrazaba por un instante. Esto les indujo un fuerte escalofrío, temiendo que quizás los castigaría de alguna forma. No obstante, lo que sucedió, fue todo lo contrario, aquel poder los estaba sanando. Sus huesos crujieron levemente, regresando a su estado natural, así como los músculos y la piel. Aunque eso dolió un poco, la restauración fue rápida, dejándolos desconcertados.

—Sé que no atentaron contra la estirpe de su hermano, pero no voy a tolerar más discusiones acerca de esto— prosiguió Alone, haciendo una misteriosa sonrisa. —Si tanto les preocupa dicho tema, les concedo el permiso para acercarse a esas mujeres. —

Los jueces lo miraron estupefactos, pero no tardaron en comprender la insinuación que les hacía, dado que, al ser su dios, podía ver más allá de lo evidente. Lo que significaba que el señor Hades estaba al tanto de la cercanía que sus portadores humanos tenían con Pandora y Violeta. Esto era algo insólito que no había sucedido antes, pero que no se atreverían a cuestionar por su propia seguridad… y conveniencia.

¿De qué mierda habla ese humano? ≫ se preguntó el Grifo, farfullando maldiciones al ver lo que hacía y decía Alone. ≪ ¡Maldita sea, ¿Qué se trae entre manos!

Será mejor que te calles, él siguió nuestro juego, así que continuaremos de su lado— razonó Minos con total seriedad. —Y quizás debas atenerte a las consecuencias de tu estupidez, ya que, para mantener éste teatrito, algo debemos pagar.

La entidad observó con recelo que sus hermanos se ponían de pie y hacían otra reverencia ante el mocoso, quien seguía ostentando un aire siniestro debido al cosmos divino. Pero también percibió que ambos espectros retrocedían, dejándoles nuevamente el control a sus vasijas humanas. Tal vez haciendo una tregua temporal.

—Gracias por su benevolencia, mi señor— dijo Aiacos. —Esto no volverá a suceder. —

—Dios Hades, usted sabe que… el Wyvern deseaba ser el próximo juzgador de almas… — murmuró Rhadamanthys, no muy seguro de cómo expresarse. —Las sobrevivientes de mi familia… me preocupa su seguridad…—

El adolescente lo contempló impasible, él conocía muchas cosas acerca de los tres líderes infernales y lo que hacían con sus descendientes humanos, gracias a las memorias del alma de Hades. Así que no tuvo impedimento alguno en usar aquella información para su propio beneficio, una vez más.

—Juez Wyvern, no te preocupes por eso, ellas estarán bien— le sonrió con una candidez inquietante. —Además, tengo planeado otorgarte un mejor cargo que el de juzgador de almas… sólo ten paciencia, la guerra santa acaba de empezar. —

Rhadamanthys abrió los ojos con asombro y nuevamente hizo otra reverencia.

—Gracias, mi señor. —

El muchacho giró sobre sus talones, apartándose de ellos.

—Regresen al castillo, yo todavía tengo que reprender al Grifo por su fracaso en la misión— les dio un vistazo de soslayo. —Y, una cosa más, Aiacos, dile a Violeta que, si vuelve a seguir las órdenes de Pandora, la castigaré— sentenció.

El mencionado no comprendió a qué se refería, pero confirmó con un movimiento de cabeza. Ambos hombres se encaminaron a las escaleras, para luego bajar rápidamente hacia la salida. Alone los siguió con la mirada hasta que las enormes puertas se cerraron. Cuando sus presencias se desvanecieron por completo, regresó su atención al otro juez.

—Quiero hablar con Minos, ahora— ordenó imperativo.

El Grifo lo miró fijamente, no muy convencido de someterse ante un humano. Pero no le quedaba otra opción por el momento, así que retrocedió, regresándole el control a su anfitrión.

—Maldita sea, odio que haga eso— se sobó las sienes, mientras caminaba hacia el trono para luego tomar asiento, se sentía cansado por el repentino uso de tanto cosmos. —Supongo que quiere saber a qué se debió el fracaso en la incursión al Santuario. —

La expresión del joven se relajó brevemente, mientras hacía un gesto de negación.

—No es necesario, pero sospecho que el espectro te dio problemas en la misión, aun así, consiguieron lo que deseaba, una distracción temporal— dijo Alone, acercándose al escritorio. —Y también debo reconocer que el Grifo es bastante hábil, burlando los convenios de los jueces sin romperlos del todo. —

Minos resopló molesto.

—Así es, pero por su maldita prepotencia, sus planes se jodieron. —

El anfitrión de Hades negó una vez más.

—Tu mujer sigue con vida— soltó de pronto. —Ellos no le hicieron nada y tu futuro hijo está bien, lo sé porque también puedo percibir a los descendientes de los líderes infernales. —

El juez hizo un gesto de sorpresa y un inesperado alivio lo recorrió. No supo el porqué, pero saber que Anna estaba bien, le alegró de cierta manera. Y eso significaba que los planes de la bestia estaban completos, por lo tanto, sólo restaba seguir jugando en el tablero de los dioses hasta el final de la partida.

—Entonces, ¿Debo disculparme con esos idiotas? — rodó los ojos aburridamente.

—No es necesario y será mejor que, de ahora en adelante, evites las confrontaciones con ellos— indicó Alone, empezando a caminar de un lado a otro con las manos por detrás. —Te quedarás en el inframundo, necesito que mantengas el control aquí, yo tengo que ocuparme de otros asuntos, Pandora y los dioses gemelos están inmiscuyéndose demasiado… —

Brevemente, lo puso al tanto de su visita al Santuario: El desafío a la diosa Athena, el daño provocado al santo de Sagitario, el regreso de Tenma de Pegaso, el rosario hecho con los frutos del Mokugenji, el intento de encerrarlo en la Torre de los espectros, la intervención de Pandora y, finalmente, la revelación de su lienzo perdido.

Minos alzó levemente una ceja mientras lo escuchaba, no podía creer lo tonto que era el mocoso. Al hacer eso, posiblemente delató su naturaleza humana, lo que le daría problemas más adelante. Sin embargo, él no le diría nada, sólo continuaría apoyándolo según le conviniese.

—Fue un poco arriesgado ir allá, pero las bajas que provocó seguramente han generado suficiente desmoralización entre las filas de Athena— reconoció el ministro. —Por el momento, yo le recomiendo cuidarse del escrutinio de Pandora y de los dioses gemelos, ellos quieren ver el progreso del lienzo perdido, así que eso es lo que debe darles y posteriormente, ordenar un nuevo ataque al Santuario. —

El joven detuvo su ir y venir.

—Eso haré, pero también debo pensar en mis próximos planes— sonrió con malicia, dirigiéndose a las escaleras. —Te quedas a cargo, mantenme informado de todo. —

—¿Puedo salir al exterior de nuevo? —

—No— Alone negó rotundamente. —Ya tuviste suficiente libertad y conseguiste lo que el Grifo deseaba, así que te quedarás aquí, al menos hasta que termine la guerra santa. —

Minos hizo un gesto de frustración.

—Necesito asegurarme de que la mujer estará bien, el maldito espectro sigue obsesionado con eso y si no me ocupo de ella, mi familia peligrará— habló demás sin querer, aunque realmente no le importó.

El muchacho estudió brevemente su rostro, el hombre no mentía y también estaba al tanto de su situación, la cual, no era tan diferente a la de Rhadamanthys y Aiacos. Decidió que sería flexible con él una última vez.

—Comprendo— inició su descenso por los peldaños. —Te doy permiso de que envíes a un subordinado para vigilarla, pero eso es todo— finalizó, a la vez que invocaba un nuevo portal.

El ministro lo observó desaparecer y no pudo evitar chasquear la lengua con fastidio. Era de esperarse que algo así sucediera, el adolescente no podía permitirle que hiciera y deshiciera a su gusto por más tiempo. Y todo por culpa del Grifo.

¡Miserable humano! ≫ siseó la bestia, denotando su desagrado por dicha situación. ≪ ¡Él no puede obligarnos a permanecer aquí!

—Ya cállate, joder— masculló, dirigiéndose a la puerta de piedra en el muro. —Te dije que habría consecuencias por tus idioteces, así que no tiene caso reclamar. —

¿Estás conforme con esto?, no pretendas engañarme, sé que no te agradó la idea de volver al encierro y la monotonía del inframundo, y mucho menos, el no poder visitar de nuevo a la hembra ≫ masculló con desdén.

—No, no me agradó en absoluto— gruñó Minos, avanzando por el pasillo hacia el ala oeste. —Pero al menos seguimos teniendo su beneplácito, además, ya obtuviste todo lo que querías y aunque no te guste la idea, Hades no va a emerger pronto, la voluntad de ese mocoso es demasiado fuerte y hará lo que quiera con esta guerra santa— se burló.

Percibió el enojo de la bestia, pero ésta ya no volvió a hablar, dándole un breve descanso. El juez no estaba de acuerdo con la sentencia de Alone, pero tampoco podía hacer nada. Así que mandaría a uno de sus hombres a cuidar de Anna y permanecería al tanto de ella con el libro rojo.

Salió de la Corte del Silencio y emprendió el vuelo rumbo a Ptolomea, necesitaba descansar de tanto maldito ajetreo.

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Castillo de Hades, Salón de Guerra.

Aiacos y Rhadamanthys habían permanecido en silencio desde que abandonaron el Tribunal y no fue hasta que cerraron las puertas de esa habitación, que finalmente hablaron de nuevo.

—Supongo que ya no importa, ¿Verdad? — comentó Aiacos, acercándose a la mesa de trabajo. —El señor Hades se mostró muy indulgente con todo esto— tomó una botella de vino y la abrió para llenar dos copas.

—Me parece un poco extraña su decisión de darnos tanta "libertad" para continuar con nuestro linaje— dijo Rhadamanthys, sentándose en un sillón. —Y aunque me molesta que se pusiera del lado de Minos, debo reconocer que, ahora mismo, ya no me importa. —

—Querrás decir que, a ellos, ya no les importa— aclaró su compañero, extendiéndole la copa. —Garuda parece más tranquilo ahora, no puedo oír sus murmuraciones. —

Era cierto, ambos espectros se quedaron en un extraño silencio, no podían sentir su influencia desde hace rato y tampoco los escuchaban en sus mentes. Parecía que las palabras del rey del inframundo los habían dejado satisfechos y sus anfitriones no comprendían bien el porqué.

—Es cierto, yo tampoco escucho al dragón— el juez bebió un par de tragos y se quedó pensativo.

Aiacos también tomó asiento en su sillón y tras saborear su bebida, le hizo un inesperado cuestionamiento.

—¿Puedo preguntarte algo personal? — su compañero parpadeó extrañado, pero asintió. —¿A qué te referías con "las sobrevivientes de tu familia"?… ¿Qué te hizo Wyvern? —

La expresión de Rhadamanthys se ensombreció repentinamente y desvió la mirada por un instante.

—Sabes que tenemos prohibido hablar de nuestro pasado— murmuró por respuesta.

El otro juez no se rindió y le habló con más seriedad ahora.

—Lo sé, pero a estas alturas de la situación, ya no importa— se recargó contra el respaldo y su mirada se clavó en la copa, como si recordara algo. —Si quieres, puedo empezar yo y después decides si contarme tu historia o no. —

Rhadamanthys permaneció en silencio, haciendo únicamente un gesto de asentimiento.

—Nací en una provincia del reino de Katmandú. Tenía padres y dos hermanos, mi vida era normal y tranquila. Pero un día, de la nada, llegó la peste blanca a mi hogar y muchos comenzaron a morir— hizo una pausa para beber, su semblante se mantenía grave. —Los chamanes fueron rebasados por la plaga… mi progenitor y mi hermano mayor murieron… todo parecía encaminarse a lo peor cuando mi madre y hermano pequeño comenzaron con síntomas, entonces… Garuda llegó a buscarme. —

Su compañero dejó la copa en la mesa para escuchar atentamente.

—El espectro me reveló todo y mi destino como su vasija humana… en un principio no le quise creer y pensé que era un demonio burlándose de mi tragedia, sin embargo, él dijo que, si aceptaba, la peste se terminaría y no habría más fallecimientos. —

—Y terminaste creyéndole, ¿Verdad? — interrumpió Rhadamanthys con un dejo de molestia. —Seguramente él provocó aquella enfermedad por simple diversión… así son los malditos líderes infernales… divirtiéndose a costa de sus descendientes. —

Aiacos asintió, no muy sorprendido por la reacción de su homólogo.

—No puedo confirmarlo, pero sospecho que así fue— exhaló con resignación. —Todo mejoró rápidamente después de unirme al espectro, mis familiares sobrevivieron y Garuda me permitió mantener contacto con ellos y otras amistades, pero únicamente puedo visitarlos una vez al año, por un sólo día y nada más. —

El otro hombre desvió la mirada de nuevo y tomó su copa, bebiéndose el contenido de golpe.

—Pues parece que el espectro fue bastante "benévolo" contigo— murmuró.

De pronto, el sonido del cristal rompiéndose lo hizo voltear. Aiacos tenía sangre y vino en la mano derecha, a consecuencia de haber destrozado la copa entre sus dedos. Rhadamanthys alzó una ceja, extrañado.

—Perdonó a mi familia… pero no a mi prometida— soltó las palabras en un tono bajo, mientras que en sus ojos se vislumbró un atisbo de tristeza. —Ella y yo nos conocíamos desde niños, nuestras familias eran cercanas y nos comprometieron para casarnos al cumplir la mayoría de edad. Crecimos juntos, yo la amaba… desgraciadamente… nació bajo la Estrella Celeste de la Soledad. —

Rhadamanthys hizo un gesto de asombro ante dicha revelación.

—Espera, ¿Te refieres a…? — quiso preguntar, pero se quedó callado al ver el repentino cambio en el semblante de su compañero.

—¡Maldigo los designios de las estrellas! — gruñó con rabia, mientras apretaba el puño que aún sangraba por los cortes. —Un mes después de que me convertí en juez, Violeta llegó al inframundo bajo el dominio de la Estrella Maligna… yo le supliqué a Garuda que no la involucrara en la guerra santa, pero se negó, porque formaba parte de mi batallón… me ordenó olvidarme de ella… entonces, quise desertar… —

Abrió la mano y empezó a retirar los pedazos de vidrio con fría tranquilidad.

—Como castigo a mi insubordinación, le ordenó a Behemoth que le borrara la memoria… Violeta me olvidó por completo y jamás recuperará los recuerdos de las vivencias que tuvimos de niños, ni nuestro compromiso— soltó un amargo suspiro. —Así que fue necesario comenzar desde cero, forjar un nuevo lazo con ella, entrenarla para que se fortaleciera y pudiera tenerla a mi lado, aunque sólo fuese como mi subordinada… mi hermosa ala derecha— finalizó su relato, mientras observaba fijamente la sanación de sus heridas gracias al cosmos.

Su homólogo permaneció en silencio, mirándolo con cierta pena. Si bien, no se trataba de algo tan doloroso como en su caso, si lo compadecía un poco, porque se notaba que en verdad amaba a la guerrera. Nadie se había percatado de eso en ningún momento, a pesar de la cercanía que mantenían, lo que significaba que Aiacos había tenido que fingir y ocultar sus sentimientos ante ella. Y aunque Garuda probablemente estaba al corriente de esto, no parecía importarle ahora.

Hubo un silencio prologando.

Aiacos no esperaba que Rhadamanthys se sincerara también, no obstante, lo escuchó sirviendo más vino. Cuando alzó el rostro, su compañero ya le extendía una nueva copa, a la vez que revelaba su propio pasado.

—Hace cien años, uno de mis antepasados se inició en la piratería y se dedicó al contrabando para sobrevivir. Más adelante, formó una familia y todos siguieron en ese negocio por al menos cincuenta años. Acumularon una gran fortuna y compraron títulos aristocráticos, otorgándole prestigio al apellido Walden. Posteriormente, se asentaron y los negocios pasaron a ser un próspero comercio de ultramarinos. —

Llenó su copa otra vez de forma mecánica, al mismo tiempo que sus ojos miraban a la nada.

—Mi línea de sangre proviene de mi abuelo paterno, quien tuvo dos hijos. Mi padre era el mayor y yo fui su único vástago, dado que mi madre no pudo volver a embarazarse después de mi nacimiento. En cambio, mi tío tuvo dos hijas, Úrsula y Chris. Ambas familias vivíamos en el mismo distrito, por lo que nuestra convivencia fue muy cercana y aunque eran mis primas, ellas se convirtieron en las hermanas que nunca tuve. —

El hombre hablaba con calma, pero a su interlocutor no se le escapó el detalle de que su voz había adquirido un matiz melancólico.

—Unos días después de que cumplí la mayoría de edad, escuché accidentalmente a mi padre y tío hablando de mis primas y de mí. Estaban preocupados por una extraña pesadilla compartida que tuvieron, donde un dragón les hablaba, la misma criatura mítica del blasón de mi familia. Éste les dijo que sus respectivos hijos recibirían un tesoro antiguo y que debían valorar los "dones" que su posesión otorgaba: Poder y vida eterna. —

Aiacos prestó atención a todo lo que expresaba su compañero. No era extraño que las formas heráldicas de los líderes del inframundo apareciesen relacionadas con sus estirpes, ya fuese como escudo de armas o como el emblema del clan familiar. Y tampoco le sorprendía que se manifestasen en forma de pesadillas ante sus descendientes, justo cuando se aproximaba la fecha de la guerra santa.

—Y así sucedió, a los pocos días, cada familia recibió en su mansión aquella extraña herencia, la cual no era otra cosa que los Sapuris de Wyvern y Cetus. De inmediato, mi padre tuvo un mal presentimiento cuando se percató de la extraña aura que emanaba y quiso ocultar la armadura de mí. Pero el espectro ya estaba presente, buscándome para ser su portador— Rhadamanthys hizo una pausa y bebió un par de tragos. —Ese día, yo había ido de caza con mis sirvientes, cuando regresé… mis padres estaban muertos…—

El juez inhaló profundamente y soltó el aire despacio, recordar aquello le dolía a pesar de los años que habían pasado. Su compañero no dijo nada, esperando paciente a que retomara la palabra.

—Las Estrellas Malignas, Earheart de Vampiro y Raybould de Upyr, lo hicieron, acatando las órdenes de Wyvern— bebió un poco más. —El maldito me reveló su identidad, lo que era yo para él y nuestra misión en la guerra santa. No hubo tratos ni opciones, simplemente debía obedecer sus mandatos o asesinaría al resto de mi familia… después del sepelio de mis padres, desaparecí sin decir nada. —

Su compañero hizo un gesto solemne antes de hablar.

—Lamento escuchar eso, ellos son unos malditos— tomó la botella y ofreció rellenar su copa. —Tengo una duda, ¿Se les permite a otras Estrellas Malignas ocupar un portador vinculado a la estirpe de los líderes? —

Rhadamanthys asintió y con un ademán sencillo rechazó el vino.

—En esta época, el anfitrión de la Estrella Celeste del Dolor, nació en la segunda rama genealógica del dragón… una de mis primas— un notorio desagrado se distinguió en su mirada. —Mi tío quiso evitar otra tragedia, así que ocultó el Sapuri de Cetus en el sótano de su mansión sin decirle nada a sus hijas. Wyvern sabía que ese espectro no despertaría pronto, por lo que les ordenó a Earheart y Raybould mantenerse cerca y vigilarlos a todos, haciéndose pasar por simples sirvientes. —

Terminó de beber el sobrante de su copa y luego la arrojó contra la pared cercana, evidenciando su furia.

—Pasaron tres años de relativa calma. Pero, después de que Pandora encontró al recipiente del dios Hades, el maldito dragón le ordenó a Earheart que forzara el despertar de Cetus para unirse a nosotros. Así que comenzó a enajenar a mi tío por medio de pesadillas, para obligarlo a entregar el Sapuri— gruñó frustrado, mientras apretaba los puños. —Dado que el espectro aún estaba en letargo, la armadura lo único que hizo fue ocultarse en el interior de Chris, ella era la elegida. Esto molestó a Wyvern, por lo que Úrsula también fue manipulada para enfrentarse contra su familia… terminó asesinando a su padre y luego fue tras su hermana menor para arrebatarle "tan valiosa" herencia…—

Su interlocutor se mostró sorprendido de escuchar aquello. Sin lugar a dudas, esto superaba su propia desdicha.

—Las cosas dieron un giro inesperado cuando Chris pidió ayuda al Santuario… el caballero dorado de Géminis intervino y se encargó de eliminar a Upyr y Vampiro— sonrió sutilmente sólo por un segundo. —El espectro de Cetus no logró despertar, así que mi prima podía usar su poder, pero sin perder su conciencia humana, por lo tanto, logró salvar a Úrsula y se negó a formar parte de las huestes infernales… eso provocó la ira de Wyvern… a cambio de no ir a matarlas personalmente, me exigió obtener el puesto de juzgador de almas— finalizó con otro gesto serio.

Aiacos lo miró condescendiente, a la vez que entendía el motivo de su "fijación" por dicho título.

—Ya veo, ahora me queda en claro porque te molestó tanto lo que hizo Minos. Aunque supongo que él también tuvo sus motivos— se alzó de hombros y suspiró con resignación. —Como sea, las palabras del dios Hades fueron suficientes para calmar a Wyvern y Garuda… ¿A qué crees que se refiera con eso de asignarte otro cargo? —

—Lo desconozco, pero el señor Hades tiene toda mi lealtad, ganaremos la guerra santa a como dé lugar— sentenció.

Ambos jueces se levantaron, encaminándose a la puerta. Necesitaban descansar, así que se retiraron a los aposentos que tenían asignados en el castillo.


Continuará...

En un principio no tenía planeado ahondar en la vida de los otros jueces, pero gracias a sus peticiones, me animé a crearles su propia historia. Y debo confesar que me siento orgullosa de lo que hice, porque me encantó usar el Lore de SS TLC y sus Gaiden para ello, disfruté mucho desarrollar las ideas para cada juez. Con el pasado de Minos dije no tenía la intención de que fuese malo, solamente difícil por lo manipulador que es el Grifo. Pero con Aiacos y Rhadamanthys, me tomé muchas licencias. OJO, no los odio, me encantan los 3 líderes. Pero la trama de mi fanfic deja en claro lo trágico que es pertenecer a sus líneas de sangre. Por lo tanto, ambos pasados debían tener su nivel de crueldad.

Por otro lado, recordemos que, al inicio del manga/anime, Wyvern y Garuda creían firmemente que Hades era el que dirigía la guerra santa y no sospechaban de Alone, quien incluso engañó a Pandora la mayor parte del tiempo. En cuanto a Minos, en el especial "La Marioneta y el Rey", se deja en claro que él le juró lealtad al muchacho cuando se dio cuenta de que no era Hades, sino un alma humana oscura y maliciosa. Justamente lo que estoy plasmando aquí, complicidad entre ambos por conveniencia.

Por eso manejé de esta forma el carácter condescendiente de Alone con Rhadamanthys y Aiacos, todo es parte de sus planes para tenerlos de su lado. Y así, justifico la cercanía de Garuda con Violeta y de Wyvern con Pandora. Esto no es la gran novela, pero estoy muy contenta con lo que he escrito y espero que sea de su agrado y sigan leyéndome. Lo valoro mucho ;D

Nos acercamos a la recta final, no sé cuantos capítulos faltan, pero debo aclarar que no me enfocaré en toda la guerra santa, sino que habrá saltos de tiempo, para que mi sexy Minos regrese con Anna muy pronto jaja XD (soy mala con ella)

Gracias por leer :)

26/Octubre/2022