Capítulo 32
Morgan miró por la ventana cómo llovía, mientras golpeaba rítmicamente el bolígrafo contra la mesa. Reid volvió en ese momento con su tercera taza de café en lo que llevaban de mañana. Lo miró con el ceño fruncido.
-Morgan, ¿hay algo que te preocupa? -preguntó el agente a su compañero.
-No. ¿Por qué lo preguntas? -respondió sin moverse.
-Porque estás exactamente en la misma posición que hace diez minutos, cuando me fui. ¿La lluvia te ha hipnotizado?
El moreno lo miró por fin, parpadeando varias veces para centrarse.
-Deja el bolígrafo, me está poniendo muy nervioso -señaló Reid apretando con fuerza la mandíbula.
-Lo siento, no pretendía…-miró a su alrededor y se dio cuenta que estaban solos-. ¿Dónde está Prentiss?
-Creo que ha ido al baño. O eso me ha dicho a mí -fue la respuesta de Reid mientras se ponía a trabajar de nuevo.
Morgan asintió. Tal vez más tarde comentaría con ella lo que llevaba tiempo atormentándolo. Prentiss era buena dando consejos, aunque su vida personal fuera un desastre.
Jordan y él llevaban cuatro meses acostándose de vez en cuando, y él empezaba a agobiarse. No porque no le gustara, sino porque empezaba a gustarle demasiado. Además, solía ser ella la que decidía cuando se veían, y eso lo ponía mucho. Aparte del sexo, no hacían mucho más, hablaban de cosas sin demasiada importancia y se reían a carcajadas por cualquier cosa. Le gustaba el humor de Jordan, la otra cara de ella que no veía en el trabajo.
Sin embargo, se había dado cuenta que estaba comenzando a sentir algo más por ella, y eso lo estaba asustando. No habían hablado de lo que eran, ni si en el futuro podrían ser algo más; pero él necesitaba aclarar lo que sentía. Sólo que tenía miedo que si lo hacía, perdería lo que tenían ahora, y tampoco quería eso.
Nunca había sido bueno con los asuntos del corazón, y por eso estaba mucho más desconcertado de lo que había estado nunca.
Prentiss salió del baño y antes de volver a su mesa, decidió ir a ver a García. Le apetecía cotillear con la analista técnica, así que preparó un par de tazas de café (sabía cómo le gustaba a la rubia), y se dirigió a su guarida.
Cogió las tazas en equilibrio y llamó a la puerta. No esperó respuesta.
-¿Quién osa molestar a la gran diosa de la tecnología? -dijo García dándose la vuelta en su silla. Sonrió ampliamente cuando vio a Prentiss-. Oh, eres tú, pajarilla.
-¿Puedes tomarte un descanso? Te traigo un manjar -le pasó la taza y ella dio un sorbo.
-Mmm, su toque justo de caramelo y crema. Eres una artista.
Emily sonrió mientras bebía de su café. Se había sentado en una silla al lado de García, y cogió una de las figuritas que la rubia tenía sobre la mesa.
-¿Y a qué debo esta maravillosa visita? ¿Hay algo que ronde por tu mente?
-En realidad no. Sólo necesitaba un descanso. Reid no está muy hablador, y Morgan mucho menos. Hoy parece que está en las nubes.
-¿Y eso? Yo no he notado nada…
-No sabría decirte…Está como distraído.
-¡A lo mejor está enamorado! -señaló García con emoción.
-¿Morgan? ¡Qué dices! Será otra cosa. Intentaré sonsacárselo si puedo.
-Derek es muy cerrado con sus cosas, Emily. No conseguirás nada.
-Pues como todos…-murmuró la morena mientras estrujaba en su mano un pequeño peluche-. ¿Y qué me dices de ti? ¿Cómo te va con Kevin?
García se enderezó en su silla y se le iluminó la cara. Dejó la taza sobre la mesa y comenzó a mover las manos mientras hablaba, emocionada.
-Genial. Creo que estamos hechos el uno para el otro, Em. Somos igual de frikis, nos gustan las mismas series y los mismos videojuegos. Aunque a cada uno le guste un personaje diferente y eso, ahí está la gracia.
-Sí, claro -rio la morena.
-Respeta mi espacio, que para mí es muy importante. Es gracioso, divertido y se preocupa por mi -la rubia sonrió levemente.
-Me alegro mucho por ti, Penny. Pero ya sabes que si en algún momento algo va mal, sólo tienes que decirlo, aquí estamos todos para defenderte.
-Oh, muchas gracias gomita -se levantó y la abrazó-. ¿Y tú qué? ¿Cómo está ese corazoncito?
-No tengo tiempo para pensar en eso, Penélope. El trabajo es mi vida, y no me preocupa tener un hombre a mi lado.
-Eso es muy triste. Y a lo mejor piensas así ahora, pero llegará un momento en que te canses de estar sola y querrás compartir tu vida con alguien.
-Te ha quedado muy bien el discurso, pero estoy muy bien así, Penny. Además, la mayoría de los hombres no entienden nuestro trabajo, y no suele funcionar.
-Tú lo has dicho: la mayoría de los hombres, así que ahí fuera está el que sí lo entienda y sea tu media naranja -García sonrió abiertamente-. Sólo tienes que buscarlo.
-No, gracias -la morena se levantó-. Me voy, que ya me he escaqueado demasiado.
García agitó su mano para despedirse y se dio la vuelta hacia el ordenador para continuar trabajando.
Rossi se acababa de preparar un café y se dirigía de nuevo a su oficina cuando se cruzó con Hotch. Colgaba el teléfono justo en ese momento. Palmeó la espalda de su amigo y juntos caminaron despacio por el bullpen.
-¿Qué tal te va, Hotch? Hace tiempo que no hablamos.
-He estado ocupado. Y no me refiero sólo al trabajo, que también. He estado pendiente de Jack, el comienzo del nuevo curso y la adaptación al colegio.
-¿Y cómo lo lleva?
-Parece que bien. Llega todas las tardes contento, y al parecer ha hecho algún amiguito ya -acababan de llegar a su despacho-. Hoy es el cumpleaños de Jasper, el hijo de Erin, y lo va a llevar Jessica, y estaba emocionado.
-Bien por él -Rossi se sentó frente a él-. Sigue yendo a terapia ¿verdad?
-Sí. Es algo bueno para él. Y según la terapeuta, evoluciona bastante bien.
-A pesar de su edad y de todo lo que ha pasado, Jack es un niño fuerte. No creo que tenga ninguna secuela a la larga.
Casi las mismas palabras que le había dicho Erin tiempo atrás.
-¿Y tú cómo estás, Hotch? -preguntó Rossi apoyando los codos en las rodillas.
La segunda vez en poco tiempo que alguien se lo preguntaba. No pudo evitar soltar una risita.
-Bien, gracias. Es bueno saber que os preocupáis tanto por mi -dijo sonriendo de medio lado.
-¡Por supuesto que sí! ¿Acaso lo dudas?
-Nunca, Dave. Me alegro saber que yo tengo toda una red de apoyo. Os estaré siempre agradecido.
-¿Tú? ¿A quién más te refieres?
-A nadie. Si no te importa Dave, tengo mucho trabajo.
Rossi se levantó asintiendo, y se fue despidiéndose con la mano, pero sin dejar de pensar a qué se refería exactamente Hotch.
Erin recogía con desgana la cocina, mientras escuchaba a Jasper y Olivia en el salón jugar con Malia. Los niños adoraban a la chica, que llevaba con ellos desde que Nora tenía seis meses, y había vivido con ellos cada dificultad que la vida les ponía por delante. Siempre ayudando y sin quejarse nunca.
Habían celebrado el cumpleaños del niño en un local especializado en celebraciones infantiles, donde todos los niños se habían divertido jugando y saltando en las diferentes atracciones.
Había tenido que cambiar de planes en el último momento, puesto que llevaba sin dejar de llover tres días seguidos, y había sido imposible celebrarlo en el jardín, como era su plan inicial.
Por supuesto, tuvo que escuchar las críticas de su suegra y cuñada, de porqué había escogido un local, pudiendo celebrarlo en casa; pero no estaba dispuesta a meter en su salón a quince niños (más los adultos), si había otra alternativa. Nadie excepto ellas se habían quejado (Erin sabía de sobra que si pudieran criticarla por respirar, también lo harían).
Recordó esa mañana, cuando Jasper se despertó temprano y se metió en su cama. Ella besó su frente y lo felicitó por sus ocho años, pero el niño colocó su mano en su mejilla y le preguntó muy serio si papá se acordaría del día que era. Ella lo estrechó en su pecho mientras intentaba no llorar y le aseguró que papá lo estaba mirando y siempre sabría todo lo que le pasaba, bueno o malo.
Se dio cuenta que estaba llorando otra vez cuando notó que las lágrimas le impedían ver lo que hacía. Se limpió rápidamente los ojos, y decidió prepararse una infusión.
Terminó de recoger, y cuando estaba buscando la tetera, se topó con la taza favorita de Mark, que estaba segura que Malia había guardado. Sin embargo, ahí estaba, recordándole que su dueño jamás volvería a usarla, y algo se rompió dentro de ella de nuevo.
Cogió un vaso y se sirvió una copa.
Continuará…
