Este es el final del cap 42 que ayer no pude acabar. Es súper cortito. ¡Que lo disfruteis!
Querido Adrien,
si estás leyendo esto significa que ya he caído en el sueño del que no volveré a despertar.
No me llores. Es el ciclo de la vida. No te he criado para que te ahogues en tus propias lágrimas.
Sin embargo, sé que la muerte de una madre a tu edad puede resultar traumática, así que por favor no me culpes por lo que he hecho. Si no sabes de qué estoy hablando, entonces continúa leyendo. Si Amelie ya te lo ha explicado, entonces espero que entiendas que lo hice por tu propio bien.*
Antes de nada, felices 18, cariño. Me apena no estar ahí para celebrarlos contigo, pero quiero que sepas que me siento muy orgullosa de ti y que, decidas lo que decidas hacer con tu vida, tendrás éxito y te convertirás en un hombre digno de ser admirado.
Sin embargo, para tomar las riendas de tu futuro debes primero conocer el pasado, y para eso, entre otras cosas, he escrito este diario. Espero que resuelva tus dudas, aunque sospecho que aún te quedarán preguntas cuando acabes. Preguntas que a las que deberás encontrar una respuesta por ti mismo..
Una magia poderosa corre por tus venas, mi niño. Una que ha elevado a nuestra familia a lo más alto pero que también la ha hecho sufrir innumerables desgracias. Una maldición, lo llamarían algunos, pero yo siempre he pensado que es un castigo inmerecido.
Cuando Natalie llegó al final de la hoja deslizó su dedo sobre la tablet para pasar a la siguiente, pero aquella era la única página en el PDF que Felix había introducido en el USB. Con prisa, cerró el archivo y abrió el otro documento que había en el mismo pen-drive, pero en vez de otro PDF, lo que se apareció fue una pestaña pidiéndole una contraseña.
Natalie lo intentó con 12345, pero no tuvo suerte.
—¿Qué es esto? —le preguntó a Felix, mostrándole la primera página del diario de Emilie en la tablet.
—Oh, lo sabes bien —fue la respuesta del chico.
Para estar encadenado a la pared, su actitud era bastante confiada. Esbozó una sonrisa lobuna, una que le provocó un escalofrío a Natalie; no porque le tuviera ningún miedo, sino porque aquella sonrisa era tan impropia de Adrien que a Natalie le pareció antinatural en el rostro de Felix.
—Conoces esas palabras y sabes que Emilie escribía un diario —continuó él—. ¿A dónde crees que fue a parar tras su "desaparición" si no te lo dio a ti ni a Gabriel?
Natalie devolvió su atención a la tablet; su expresión era la de una estatua de mármol, fría e impasible. Sin embargo, Felix sonrió satisfecho. Que Natalie aún estuviera en frente de él, dispuesto a escucharlo, significaba que esa página del diario había sido suficiente como para captar su curiosidad. Una vez picara el anzuelo, solo era cuestión de tirar del sedal.
—Déjame adivinarlo: me darás el resto del diario a cambio de los miraculous —suspiró Natalie, como aburrida.
Felix asintió despacio. Por una parte, era agradable negociar con una mujer inteligente; no tenía que repetirle las cosas dos veces. Pero por otra parte, las mujeres inteligentes son normalmente huesos duros de roer.
—Ese diario contiene secretos que no te puedes ni imaginar —comenzó Felix, procurando poner un tono misterioso. Natalie alzó una ceja, poco convencida.
No se había levantado de la silla en todo ese tiempo, pero el rifle seguía sobre su regazo. La enfermedad le había pasado factura, la dotaba de un aspecto demacrado y cadavérico, y aun así, ella no parecía ni notarlo.
—Mi familia ha estado ligada a la Orden desde tiempos inmemoriales, pero fuimos expulsados. Y ahora quiero venganza. El diario te lo explicará todo.
De nuevo, Natalie alzó una ceja sin creerse ni una sola palabra. (Era una mentira a medias, al fin y al cabo; sería una estúpida si lo creyese sin pruebas.)
—¿Cómo crees que Emilie encontró los miraculous de la mariposa y el pavo real? Fue porque conocía la localización del templo de los Guardianes —continuó el chico.
Ante esto, Natalie por fin mostró una emoción más allá de la fría calma. Arrugó la nariz con irritación.
—Emilie encontró los miraculous por casualidad. No te atrevas a mancillar su recuerdo soltando mentiras sobre…
—Tengo pruebas —la interrumpió Felix—. El diario no fue lo único que Amelie le dejó a mi madre.
La asistente bajó la vista de inmediato al otro documento que contenía el USB. Luego le echó a Felix una mirada inquisitiva.
«Bien. Directa al grano», pensó Felix.
—La contraseña es felixmolamucho. Todo en minúsculas.
«Puede que debiera haber elegido contraseñas más serias», fue lo que se le pasó por la cabeza a Felix, pero en fin, ya era tarde para cambiarlas.
Felix le dejó un par de minutos a Natalie para que examinara el contenido del segundo documento. Había que admitir que la mujer tenía un talento especial para ocultar sus emociones. Su capacidad para fingir indiferencia rivalizaba incluso con la de Emilie, que era una actriz nata.
Cuando Natalie por fin acabó de examinar el contenido del segundo PDF, por fin se levantó de su asiento.
Pareció costarle un mundo, como si tuviera cien años y el peso de una vida entera a sus espaldas.
Pese a que no debería sentir compasión por su enemigo, Felix sintió pena por Natalie. En parte, no era más que una víctima de los caprichos de Gabriel. Felix esperaba que el contenido del Tomo II, que estaba dispuesto a darle, aliviara su sufrimiento, aunque no estaba seguro de que pudiera recuperarse del todo. La enfermedad había consumido ya una parte importante de su ser.
—Quiero ambos libros —sentenció Natalie. Su tono dejó bien claro que no estaba dispuesta a llegar a un acuerdo por menos.
—Un libro por miraculous —respondió Felix.
Natalia pareció pensárselo durante un momento. (O tal vez lo fingió para ocultar sus ansias de hacerse con el Tomo II, Felix no estaba seguro.) Al final, asintió despacio.
Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, Felix se le adelantó:
—Quiero el miraculous de la tortuga y del dragón.
De nuevo, Natalie hizo una pausa y se lo quedó mirando fijamente. Al cabo de un rato, volvió a asentir.
—Trato hecho.
*Si no sabéis de qué habla Emilie aquí, releeros el capitulo 11 - Orbe.
¡Muchas gracias por leer!
