Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 15
Al mismo tiempo
Mirabel se encontraba en el patio de piedra a un lado de casita con gruesos lagrimones rodando de sus ojos por sus mejillas. Lo que le había dicho a Bruno era verdad, adoraba a su primo y estaba aliviada por él de que hubiera obtenido un don y no sufriría lo mismo que ella, pero se sentía terrible al caer en cuenta de que el milagro la había elegido a ella precisamente para NO darle uno.
Y estaba segura de que eso solo había reafirmado en la mente de su abuela la idea de que ella era un problema, si es que después de esa visión le quedaba alguna duda.
-¿Por qué, abuelo?¿Por qué a mí?- susurró con lágrimas en los ojos, poniéndose en rodillas en el suelo y sosteniendo su cara con sus dos manos mientras apretaba los ojos- ¿por qué me merezco todo esto?-
Podía escuchar la música proveniente de la fiesta, a todos celebrando a su primo (como debía ser) pero al mismo tiempo le recordaba que ahora él era especial y ella no. Ahora él iría con el resto de sus primos y hermanas al pueblo a ayudar, dejándola atrás sola o con Bruno. Gruesas lágrimas de impotencia corrían por sus mejillas al caer en cuenta que su único compañero matutino ahora siempre estaría ocupado, tal y como había sucedido con Camilo cuando ella no obtuvo su don.
-¿Qué hice tan malo para que decidas excluirme?- dijo ella con voz quebrada.
Seguramente Antonio intentaría pasar tiempo con ella, igual que hacía su hermano mayor, pero no sería lo mismo, ni sería suficiente. La abuela lo haría pasar cada vez más tiempo con ella y menos con Mirabel, no fuera a ser que se "contagiara" de su mala suerte.
"Como hizo desde que nació", pensó Mirabel. Al menos había logrado pasar dos años junto a él en la guardería, desde que tía Pepa había plantado los pies para que pasara las noches en la guardería con ella.
-Hic… mira nada más… la Madrigal inútil- dijo una voz detrás de ella, interrumpiendo sus pensamientos.
Mirabel se cubrió la boca con la mano para intentar suprimir su sollozo y con la otra limpiarse rápidamente las lágrimas. No podía ser, no podía creer que justamente llegara Sergio Treviño a molestarla, pero no quería darle el gusto de que la viera llorar.
En serio su día no podía ser peor.
-No estoy de humor para tus tonterías esta noche, Sergio, así que no empieces- dijo Mirabel entre dientes mientras se erguía, dándole la espalda y terminando de limpiarse las lágrimas con el dorso de su mano para evitar que la viera llorando.
Sergio, sin embargo, no desistió después de eso.
-Ah, ¿porqué llorabas? ¿Fue… hic… porque ni el milagro te quiso y a tu primo sí?- dijo el hombre caminando detrás de ella- seguro fue porque sabía lo inútil que eras-
-Piérdete- dijo Mirabel. En serio no estaba de humor para escucharlo.
-Tch… ¿así le hablas a noviecito Rafael?- dijo Sergio en tono burlón- él ya está con otra chica…hic… más guapa y no una inútil como tú…-
-Piérdete- repitió ella.
-No me… hic… faltes al respeto, Miratonta- dijo el hombre.
-Ni tú a mí tampoco. Podré no tener un don, pero soy una Madrigal- dijo Mirabel volviéndose a él para encararlo- y al menos no soy el borracho del pueblo-
Apenas terminó de pronunciar esas palabras cuando Mirabel se arrepintió de haberlas dicho. Pudo ver al hombre fruncir el entrecejo, pero sus labios se torcieron en una sonrisa que no le gustó nada.
-Ah, irreverente… hic… hasta el final- dijo el hombre antes de extender una mano hacia Mirabel y tocar los rizos de la muchacha- mmm… no estás nada mal… hic… para no servir de nada. Te pusiste guapa al… hic… crecer-
Mirabel se soltó de él y dio un paso atrás después de que el hombre pasó su mano de su cabello a su hombro derecho.
-No me toques…- siseó ella, dando un paso atrás, prácticamente en la orilla donde terminaba la influencia de casita.
Sergio entonces amplió su sonrisa y le dio un empujón con todas sus fuerzas, haciéndola caer de espaldas al suelo sobre la hierba recién cortada junto a la casa, y para cuando Mirabel se dio cuenta de lo que estaba pasando el hombre ya estaba encima de ella, atrapando sus manos con una sola de las suyas.
-¡Quítate de…!- comenzó a gritar, pero el hombre cubrió su boca con su mano libre.
-Shhh shhh shhh- dijo acercándose a su oído- tu prima metiche no podrá oírnos, estará demasiado abrumada con el ruido de la fiesta… hic… no será como antes, con ese… hic… murciélago sobrealimentado de tu tío revoloteando a tu alrededor-
Mirabel pataleó tratando de soltarse y de gritar. Mordió la mano del muchacho, pero éste usaba unos gruesos guantes y no sirvió de nada.
-Y te tengo un secretito que creo que te gustará- continuó el hombre acercándose a ella. El fuerte aliento a alcohol era nauseabundo- hic… yo fui el que te empujó del puente ese día, pero con ayuda de ese tonto de Rafael… hic… el cobarde se arrepintió en el último momento… y te frecuenta solamente porque se siente culpable…-
La muchacha abrió los ojos enormemente. ¡Ese hombre era quien había tratado de matarla cuando la empujaron del puente! Pero… Rafael no podía haberle ayudado a matarla, ¿verdad? Esa parte tenía que ser mentira.
Sacudió la cabeza. Tenía que librarse de él, porque si le estaba confesando todo eso quizá no eran buenas noticias para ella.
-Hubiera sido una lástima si hubiera tenido éxito… hic ¿verdad?- dijo el hombre hablando mientras se acercaba a ella y para horror de Mirabel, hundía sus dedos en sus cabellos. Su asqueroso aliento a alcohol tan cerca de ella y sus manos en su cabeza comenzaban a desesperarla- ah, sí que te pusiste muy guapa con la edad. Y pensar que… hic… no eres más que una mocosa inútil-
Sergio soltó la boca de Mirabel y procedió a tomar el cuello de su blusa, dándole un tirón y rasgándola. La muchacha gritó con todas sus fuerzas y encogió los hombros tratando de cubrirse, pero él seguía tomando sus manos y las forzó arriba de su cabeza.
-¡AAAAAAAAAAH!¡Casita, ayúdame!-
Podía ver los azulejos de la casa moviéndose frenéticamente tratando de hacer algo para ayudarla, pero ella estaba demasiado lejos como para que sus esfuerzos sirvieran de algo.
-¡Casita!¡Ayúdame!- repitió ella con desesperación.
-Tch… tu casa no te va a escuchar…hic- se burló Sergio apretando las muñecas de Mirabel para tratar de inmovilizarla- la casa mágica solo escucha a… hic… personas mágicas-
Durante el forcejeo, la muchacha alcanzó a soltar uno de sus brazos y comenzó a pelear con el hombre, pero era demasiado grande para ella. Al no poder quitárselo de encima, Mirabel se volvió a la puerta de la casa con urgencia.
-¡Casita!¡Casita!-
-Ya te dije que nadie nos va a escuchar y tu…hic… tu patética casa no alcanzará a ayudarte aquí- le dijo el hombre mientras trataba de inmovilizarla de nuevo- míralo así. Al menos… hic… al menos vas a servir de algo…-
x-x-x
Al mismo tiempo
Camilo estaba en la cocina comiendo todo cuando encontró a la vista. Grave error de parte de tía Julieta haber dejado todo a la vista de su sobrino más hambriento, que no se arrepentía jamás de robar comida de la cocina. ¡Si él era solo un muchacho en crecimiento y desarrollo! Necesitaba energía. Además, si Julieta se llegaba a dar cuenta solo tenía que poner sus ojos de cachorro remojado que tan bien practicados tenía, y seguramente su tía le daría incluso más de comer.
Una parte de él se sentía terrible porque la abuela seguramente había asustado a la familia de Valeria. No había podido siquiera hablar con ella en los últimos meses, su abuela había hecho todo lo posible para que no pudiera verla. ¿Por qué no entendía que no estaba interesado en la "perfecta señorita Guzmán"? Al menos Isabela sí estaba interesada en Mariano, pero él no en Leticia, ¿eso era difícil de entender?
Apoyó la espalda en la encimera. La ceremonia había salido mejor de lo que esperaba y si bien no se había esperado que Mirabel apareciera (tenía que ir a verla por cierto, después de lo que le había dicho tío Bruno) al menos Antonio obtuvo su don y todo salió bien.
Todo estaba bien, ¿verdad?
Bueno, salvo por su prima. Seguramente se sentiría feliz por Antonio, pero sabía que aquello iba a ser difícil para ella después de ese día, ella quedándose sola en casita mientras que todos iban a hacer todas esas actividades asombrosas en el pueblo.
"Al menos Mirabel tiene a tío Bruno", dijo Camilo sonriendo "él siempre ha sido un buen padrino con ella".
TIC TIC TIC
Los azulejos de casita comenzaron a moverse. Eso era nuevo, normalmente no lo obedecían ni se movían delante de él a menos de que Mirabel se lo pidiera. Alzó las cejas.
-¿Ahora sí me hablas, casita? No lo creo, estoy ofendido por…-
TIC TIC TIC
Los movimientos y los sonidos parecían urgentes, comenzando a mover a Camilo hacia la puerta principal, haciendo que tirara el plato que estaba en sus manos. El muchacho se zafó del movimiento de un salto.
-¡Cásita, qué demonios…!- comenzó a decir Camilo, cuando escuchó un grito de auxilio proveniente del exterior. Sintió un vuelco al caer en cuenta a quien pertenecía- Mirabel…-
El muchacho dejó lo que estaba haciendo y corrió hacia el exterior para encontrarse con un hombre encima de Mirabel tratando de inmovilizarla contra el suelo y tiroteando su ropa para quitársela mientras que su prima gritaba y pataleaba desesperada por soltarse. Eso fue suficiente para que Camilo viera en rojo.
Transformándose en Luisa, el muchacho embistió al hombre con todas sus fuerzas, quitándolo de encima de Mirabel y lanzándolo a unos metros de ella. Su prima intentaba cubrir el pecho roto de su blusa con sus brazos, ovillándose en el suelo y sollozando (quería pensar que de alivio). Se arrodilló al lado de ella y puso una mano en su hombro, haciéndola gritar de miedo de nuevo.
-Hey, hey, soy solo yo, Mira. No tengas miedo…- dijo Camilo regresando a su forma original, quitándose su ruana y poniéndosela a ella para cubrir el sitio descubierto de su blusa- todo va a estar bien. No va a volver a acercarse a ti-
Pero apenas pronunció esas palabras cuando Sergio lo embistió, alejándolo de Mirabel y haciéndolo caer sobre el suelo de piedra en el patio de casita. La ceja del hombre sangraba y tenía una expresión furiosa.
-Cometiste un grave error, Madrigal- dijo Sergio tronándose los nudillos.
Camilo se limpió la sangre de su boca y se puso de pie.
-No tan grave como el tuyo, basura- dijo el muchacho- te vas a arrepentir de haberte metido con mi prima-
Fue entonces cuando los dos comenzaron a pelear. A pesar de sus poderes, Camilo estaba tan enojado que tuvo dificultades para transformarse en lo que quería, además de que era mucho más pequeño y delgado que su enemigo, un hombre adulto.
Después de dar varios golpes (y recibir otros tantos) y tumbar un diente a su contrincante sintió un par de manos separarlo de Sergio y alejarlo unos pasos. Camilo trató de soltarse, pero Félix lo sujetó bien.
-Calma, mijo, no hagas las cosas peores- dijo la voz alarmada de su padre detrás de él. Al mismo tiempo, Osvaldo separo a Sergio de él e hizo que no volviera a caerle encima. Ninguno de los dos se quedó quieto y siguió tratando de soltarse para golpear al otro.
-¿Qué pasó aquí?- preguntó Bruno sin aliento y arrodillándose junto a Mirabel, quien no paraba de temblar como una hoja pero aceptó el abrazo de su tío. Camilo respiró aliviado a ver que Bruno estaba ahí, y estuvo a responder cuando Alma lo interrumpió.
-¡¿Qué está sucediendo?!- la voz de la abuela retumbó en la explanada, mirando la escena con una mirada de reprobación.
-¡Esa basura estaba tratando de abusar de Mirabel!- dijo Camilo antes de que Sergio respondiera, aún forcejeando para tratar de soltarse de Félix.
-¿Qué?- dijeron Agustín y Bruno al mismo tiempo.
-¡Es mentira!- dijo Sergio arrugando la nariz, de pronto sobrio después de todos los golpes- ¿yo tratando algo con la Madrigal inútil? Eeeww…-
-Es mi hija de la que estás hablando…- dijo Agustín arremangándose furioso, y Dolores se cubrió la boca con las manos.
-¡Es la verdad!¡Yo mismo lo encontré encima de Mirabel, casita me trajo aquí afuera para detenerlo porque ella no podía!- dijo Camilo sin dejar de forcejear para soltarse de su padre- ¡suéltame, papá!-
Todos los ojos se volvieron a Mirabel, quien seguía temblando en los brazos de Bruno.
-¿Es cierto lo que dijo Camilo, Mirabú?- preguntó Agustín.
-Claro que no es cierto- dijo Sergio antes de que Mirabel pudiera decir algo- esa inútil no ha parado de tratar de llamar mi atención, y entre los dos están tratando de acusarme en falso-
-¿Mirabel?- alcanzó a escuchar a Bruno.
Mirabel tardó unos momentos en componerse para responder, pero asintió asustada en los brazos de su tío cuando su padre repitió la pregunta.
Lo siguiente que pasó fue muy rápido. Agustín le saltó encima a Sergio, a quien Osvaldo había soltado del puro horror de lo que acababa de escuchar, al mismo tiempo en que Camilo convenientemente "se soltó" de Félix y fue a propiciarle otro golpe. La gente del pueblo salió de la casa y se esforzó por separarlos, pero ni Camilo ni Agustín se detuvieron hasta que Alma alzó la voz.
-¡BASTA!- dijo la mujer, haciendo que todos se detuvieran- de Mirabel no me sorprende, hace cualquier cosa para llamar la atención, pero me sorprende de ti, Camilo-
-Abuela, no es…- trató de defenderse el muchacho sin poder creer que su abuela no le hubiera creído.
-Estoy muy decepcionada de ti- continuó la abuela- Camilo y Mirabel están castigados por pelear e inventar sucias mentiras. Espero que esta conducta no se repita. Ahora todos de vuelta a la fiesta. Tú también, Agustín-
-Pero…-
La abuela no lo escuchó, sino que dio media vuelta y regresó a la fiesta. Agustín tomó a Sergio por la solapa de la camisa.
-Tuviste suerte esta vez, pero si te vuelvo a ver mirando siquiera a mi hija, eres hombre muerto- siseó Agustín antes de soltarlo y regresar al interior de la casa. Sergio miró a Camilo con una sonrisa satisfecha antes de alejarse por el camino de regreso a su casa.
Lleno de frustración, Camilo cayó de rodillas y golpeó el suelo con su puño. Félix puso las manos en sus hombros.
-Hiciste lo correcto, mijo, aunque tu abuela diga lo contrario. Estoy orgulloso de ti- dijo su padre seriamente antes de también regresar a la fiesta.
"Vaya consuelo", pensó Camilo ahora que estaba castigado y peor, que su abuela había creído primero al potencial violador que a su propio nieto. Y el mensaje que enviaba al pueblo era inequívoco: lo que le pasara a Mirabel no le importaba.
Se volvió a su prima, quien estaba aún temblando en los brazos de Bruno, ayudada por él a tranquilizarse contando sus respiraciones. Se acercó a ellos.
-Esto no se va a quedar así- declaró Camilo. Y lo decía en serio, no iba a dejar que ese hombre volviera a lastimar a su prima favorita.
En ese momento se escuchó un relámpago, y Camilo adivinó que su padre le había dicho a Pepa lo que había pasado.
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Poco después
Julieta y Pepa casi se infartan al escuchar de sus esposos lo que había pasado en la entrada de la casa y lo que había hecho su madre. Ninguna de las dos planeaba quedarse callada, pero primero querían asegurarse de que sus hijos estuvieran bien.
Cuando ambas corrieron hacia la cocina, Bruno estaba con los dos, sirviendo un par de vasos de chocolate santafeño a sus sobrinos. Mirabel estaba cabizbaja y con ojos húmedos pero se negaba a derramar más lágrimas, y seguía usando la ruana de Camilo para cubrir la rotura de su blusa. Fuera de eso estaba ilesa.
Camilo estaba sentado en un banco en la cocina, con un ojo morado, la nariz sangrando y el labio inferior partido además de algunos golpes por todo el cuerpo. Otro relámpago se escuchó fuera de la casa, y ambas mujeres abrazaron a sus respectivos hijos.
-¿Estás bien, Mira…?- preguntó Julieta, pero Bruno la interrumpió.
-Está bien, Juli. Solo unos leves rasguños, y está muy asustada por lo que pasó- dijo Bruno poniendo el vaso de chocolate santafeño delante de la muchacha, quien forzó una sonrisa y fue casi aplastada por el abrazo de Julieta.
-¿Cómo te sientes, Cami?- dijo Pepa tomando con cuidado el mentón de su hijo.
-Enojado- siseó el muchacho apretando los puños, pero no elaboró. No tenía que decirlo, su madre estaba al tanto de lo que había pasado. Pepa besó su frente y esperó pacientemente a que Julieta soltara a su hija para curar a Camilo.
Julieta preparó bandeja paisa y las arepas favoritas de Camilo para curarlo mientras que Pepa hacía llover y Bruno acompañaba a sus sobrinos. Mirabel había apoyado su cabeza en el hombro de su primo, quien le pasó un brazo por la espalda sin sonreír.
Bruno no iba a dejar las cosas así. Él mismo se encargaría de que Sergio se arrepintiera de haber intentado hacer algo tan horrible a su sobrina favorita y por haber golpeado a Camilo, y lo que le enfurecía más es que no había tenido consecuencias. Ya hablaría con su madre y sabía que sus hermanas harían lo mismo. Pero el culpable no podía quedarse sin castigo, incluso si Alma se lo prohibía.
Ojo por ojo, así que le daría el susto de su vida por haberle hecho lo mismo a Mirabel.
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Habitación de Camilo
Poco después
Camilo estaba furioso y no estuvo de humor para regresar a la fiesta. Estaba muy feliz por su hermano pero estaba muy enojado por lo que había pasado. Se había quedado con ganas de golpear al maldito que le había puesto las manos encima a su prima favorita.
-Ugh… ¡qué se cree!-
Deseaba que su padre lo hubiera dejado seguir golpeando a Sergio. Y la actitud de la abuela era lo que más lo había molestado. ¡Mirabel acababa de haber sido atacada! Y ahora ella estaba castigada por ello y él por haberla defendido, habiendo preferido escuchar al atacante que a sus nietos.
Se dejó caer en su cama con lágrimas de frustración en sus ojos. Podía escuchar la tormenta fuera, y esperaba que su madre le diera muchos dolores de cabeza a la abuela. ¡Ya vería! Él mismo se encargaría de sabotear todo lo que la abuela quisiera hacer de ahora en delante.
TOC TOC
-¡Largo!¡No quiero ver a nadie!- exclamó Camilo sin moverse de su sitio. A pesar de sus palabras, la puerta se entreabrió.
-Cami, solo quiero ver si estás bien- escuchó la voz de Dolores en la puerta.
-Estoy bien- gruñó el muchacho, esperando a que su hermana se fuera.
Dolores, sin embargo, no parecía tener intenciones de irse. En vez de ello entró a la habitación y fue a sentarse al lado de su hermano en la orilla de la cama. Camilo no estaba de humor para una conversación, así que cerró los ojos. Lo siguiente que sintió fue la mano de su hermana mayor acariciando sus cabellos.
-Escuché lo que pasó- dijo Dolores en un susurro bajo cuando Camilo estuvo a punto de dormirse por el masaje en su cuero cabelludo. Aquello lo despertó de nuevo.
-Por supuesto que lo escuchaste- dijo él en un gruñido.
-Y lo que los demás han dicho también- dijo Dolores- los que supimos lo que pasó estamos furiosos con la abuela por lo que hizo. ¡Y pobre Mirabel! Está muy asustada-
-Y con razón- dijo Camilo- ese monstruo sigue suelto y la abuela prácticamente le dio permiso de hacerle daño-
Escuchó a su hermana suspirar largamente, como si le doliera.
-Fue mi culpa- dijo ella después de un par de minutos de silencio- debí estar al pendiente de ella porque…-
-Era una fiesta- la interrumpió su hermano- el ruido te tenía abrumada, es normal que no la hayas escuchado. La única que podía haber hecho algo al respecto era la abuela, y no lo hizo. De hecho, hizo las cosas peores que si no hubiera dicho nada-
Los dos permanecieron en silencio por un rato, Dolores aún acariciando el cabello de su hermano.
-Papá y tío Agustín están organizándose para cuidar a Mirabel cuando salga al pueblo, como cuando intentaron matarla- dijo Dolores- mamá, tía Julieta y tío Bruno están teniendo una horrible pelea con la abuela-
Camilo podía deducirlo por los relámpagos que se escuchaban. Ojalá su madre le diera muchos dolores de cabeza después de lo que la abuela había hecho.
-Mmm- dijo Dolores después de un rato- parece que mañana el desayuno será muy incómodo. Pobre Antonio, no tiene idea de nada de esto, y mañana no va a saber lo que pasó-
Antonio. Camilo ni siquiera había pensado en él, tan preocupado estaba por lo que había pasado que no se le había ocurrido que su hermano seguramente se levantaría feliz y se encontraría a la familia molesta.
-Uh-oh…- dijo Dolores de pronto- Antonio tiene miedo de dormir solo y se dirige a la habitación de Mirabel-
Camilo no podía dejar que Antonio la viera llorando, así que se levantó de la cama casi de un salto y salió de su habitación a interceptar a su hermano antes de que llegara a la guardería.
-Hey, hombrecito, ¿a dónde crees que vas?-
-Yo… eh… Mirabel… quería preguntarle algo- dijo Antonio apenado, seguramente no queriendo decir que tenía miedo de dormir solo.
-No te preocupes, Toñito, de hecho quería verte- dijo Camilo con una sonrisa- ¿te molestaría si te acompaño en tu habitación hoy? Pero dile a tu jaguar que no me coma-
-Parce no muerde- dijo Antonio sonriendo ampliamente- y tiene miedo de indigestarse si te come-
Sin saber si debía sentirse ofendido o aliviado por lo que dijo Antonio, Camilo acompañó a su hermanito a su habitación con la idea de quedarse con él hasta que se quedara dormido. Tenía un jaguar gigante para "cuidarlo", estaba seguro que no necesitaba a nadie.
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Habitación de Mirabel
Poco después
Mirabel por fin se había quebrado cuando estuvo sola en su habitación, dejándose caer en su cama y sollozando con desesperación. Su padre se había quedado con ella hasta que fingió quedarse dormida para poder llorar en paz. Le acababan de dar el susto de su vida, y la abuela no había hecho nada para ayudarla o reprender al culpable, sino que la había tomado contra ella delante de todo el pueblo. Al menos con lo del puente ella había estado inconsciente y no se había enterado de que casi había muerto ahogada.
"No me ve como su nieta, solo me ve como una amenaza", pensó ella "porque soy la que va a destruir la magia".
Se metió bajo sus mantas y se abrazó a sí misma apretando los ojos, cubriéndose la boca para que dolores no la escuchara. No quería saber nada, quería dormir y nunca despertarse. Quizá sí debía irse del Encanto, quizá debería desaparecer y así la magia estaría a salvo de ella.
Aún recordaba a sus diez años cuando Bruno respondió la pregunta que llevaba años haciéndose, de porqué su abuela la odiaba tanto: las imágenes que vio en la arena, su propia figura apareciendo en la arena delante de la casa derrumbándose, como una silenciosa advertencia de lo que pasaría en el futuro. Bien podía ser al día siguiente.
Mirabel pensaba en ello cuando escuchó unos pasos delate de su puerta y un giro en el pomo de su puerta. Inmediatamente se escondió bajo las mantas, incluso se cubrió la cabeza y trató de calmar sus sollozos para no ser escuchada. No podía ser Sergio, ¿verdad? Casita jamás lo habría dejado entrar. Pero… ¿y si llegaba a haber entrado por algún lugar?¿Y si se pudo haber escabullido por una ventana?
Involuntariamente comenzó a temblar cuando la puerta se abrió y escuchó pasos acercarse. Apretó los ojos y se quedó quieta, preparándose para gritar si le ponían las manos encima, pero sintió el familiar peso en la orilla de la cama y se descubrió.
-Hey, mariposita- dijo la voz de su tío favorito sin sonreírle, solo con una expresión preocupada. Ni siquiera le preguntó cómo se sentía- no tengas miedo, solo soy yo-
-Mmm- dijo ella sintiéndose más segura ahora que su tío estaba con ella.
-¿Hay algo que necesites?- preguntó Bruno en voz baja- ¿quieres que te traiga algo de comer?-
-No tengo hambre-
-Eso pensé- dijo Bruno jugando dudoso con sus dedos, como si temiera lo que estaba a punto de decir- ¿puedo… em… me permites tocar tu cabello?-
La adolescente asintió, y su tío comenzó a acariciar su cabello como siempre hacía cuando sabía que algo la preocupaba. Los dedos de Bruno acariciando su cuero cabelludo la ayudó a calmarse un poco, mientras que se repetía que todo estaba bien, estaba segura con su tío. Casita no dejaría que ese hombre se acercara, su familia (menos la abuela) se aseguraría de que ese hombre no volviera a molestarla.
Después de un rato su cuerpo se relajó un poco.
-Lamento que haya pasado eso- dijo Bruno sin dejar su cabeza- tu abuela jamás debió haber dejado que ese hombre se fuera sin ninguna consecuencia por lo que hizo, pero aquí estamos. Tu papá y tu tío Félix están organizándose para mantenerte a salvo. Y con tu mamá y tu tía Pepa tuvimos una… fuerte discusión, por eso llueve tanto-
-Mmm…- dijo ella sin muchas ganas.
-¿Hay algo más que te está preocupando?-
Lo que Sergio había dicho sobre Rafael ayudándolo a atraerla al puente para que él pudiera empujarla y que solo pasaba el tiempo con ella porque se sentía culpable también pesaba en su corazón ahora que se sentía un poco más segura.
-¿Mirabel?-
-Hay algo que… que él dijo… sobre Rafael- Mirabel comenzó a decir- son tonterías, ya lo sé. Pero…-
-Pero no te deja en paz- completó Bruno asintiendo- ¿quisieras… hablar con Rafael mañana?-
Mirabel asintió, aliviada de que su tío validara sus preocupaciones y no le dijera que todo estaba en su cabeza o en su imaginación.
-Lo traeré aquí para que hables con él- dijo su tío.
-Gracias, tío Bruno- dijo ella enderezándose y abrazando a su tío.
-No es nada, mariposita- dijo Bruno- ahora a dormir. Me quedaré a acompañarte si te sientes más segura-
La muchacha no atinó sino a asentir con una sonrisa aliviada, sabiendo que su tío la vigilaría durante la noche y estaría segura.
"Estoy bien, estoy bien", pensó "tío Bruno se va a quedar conmigo. Nadie me va a hacer daño mientras él esté aquí".
Y con ese pensamiento quedó dormida.
x-x-x
La mañana siguiente
Bruno despertó la mañana siguiente en el suelo junto a la cama de Mirabel. La muchacha se había quedado dormida tomando la muñeca de su tío, y él no se había atrevido a despertarla para hacerla soltarlo. Cuando finalmente despertó, Mirabel se levantó rápidamente y lo soltó.
-Lo siento, tío. No debiste haberte quedado conmigo toda la noche- dijo Mirabel ofreciéndole las manos.
-No digas eso, mariposita- dijo Bruno sonriendo- sé que tú harías lo mismo por mí-
Vio a Mirabel sonreír mientras que él se ponía de pie con su ayuda. Bruno tomó el rostro de su sobrina por un momento.
-Todo va a estar bien. No dejaremos que tu abuela se ponga pesada contigo- dijo en voz baja acomodando su cabello detrás de su oreja- todos estamos de tu lado: tus papás, tus tíos y yo te defenderemos-
-Mmhm- dijo ella bajando los ojos.
-Te veré abajo- dijo Bruno saliendo de la habitación de su sobrina y cerrando la puerta para que tuviera la oportunidad de vestirse para bajar a desayunar. Él, mientras tanto, bajó a la cocina para ver si podía ayudar a su hermana a cocinar.
Se encontró a Julieta en la cocina amasando la masa de las arepas como si ésta la hubiera ofendido. Bruno se lavó las manos antes de pasarle el queso.
-¿Cómo está Mira?- preguntó Julieta sin mirarlo.
-Más tranquila, pero está preocupada por cómo va a reaccionar mamá hoy- dijo Bruno.
-Más le vale no hacerla sentir mal, porque dejaré de cocinar si la hace llorar otra vez- dijo su hermana entre dientes- o a Camilo-
Bruno asintió. No sabía qué pasaría cuando bajaran a desayunar, pero lo temía. Poco después Camilo y Antonio bajaron, el primero con una expresión cansada y malhumorada, y el pequeño acompañado por el jaguar y un trio de coatíes. Agustín y Félix visiblemente enojados, seguidos de Pepa aún haciendo llover. Dolores bajó y se sentó de inmediato en sus sitio, seguido de Isabela y Luisa, quienes se veían serias pero no molestas como los demás, y finalmente Mirabel, quien se sentó tímidamente en el último espacio que quedaba en la mesa entre Bruno y Camilo.
Cuando la abuela bajó el resto de la familia tomó asiento. Antes de sentarse, Pepa abrazó a Mirabel (y la mojó en el proceso), Julieta puso el pan dulce favorito de su hija menor y de Camilo justo frente a ellos.
El desayuno pasó en silencio por parte de la mayoría de la familia, cada quien mirando sus platos y solo Alma comenzó a decir algo sobre encontrar un uso al don de Antonio, pero nadie le prestó atención ni le respondió. Con gusto, Bruno vio que su madre estaba cada vez más molesta por la falta de atención.
-Bien, finalmente quiero hacer que toda la familia esté enterada de que Mirabel y Camilo estarán castigados por las siguientes semanas- dijo la abuela.
Bruno dejó escapar un gruñido que su madre no escuchó, o eligió hacer como que no escuchó.
-¿Por qué castigados?- dijo Antonio genuinamente confundido- ellos no hacen nada malo…-
-Por inventar sucias mentiras y por pelear- dijo la abuela sin mirar a sus hijos o yernos- los dos se quedarán sin postre hasta nuevo aviso. Y lo mismo pasará con quien les comparta un dulce-
Antonio se volvió a Mirabel y a Camilo con enormes ojos sin poder creer lo que la abuela había dicho que hicieron. Pudo ver a Mirabel palidecer y bajar la mirada al recordar lo que había pasado, y Bruno puso una mano sobre el hombro de su sobrina.
-Además, los dos van a hacer trabajos que yo les encargue durante las próximas dos semanas- dijo Alma- si se van a disculpar con la familia Treviño por lo que…-
-¡No!- dijo Camilo frunciendo el entrecejo y golpeando la mesa mientras lo decía, al mismo tiempo de Mirabel se tensaba y un relámpago se escuchaba fuera de la casa- no voy a disculparme con ese hijo de…-
-¡Camilo, cuida tu lenguaje!- exclamó la abuela antes de volverse a su hija- ¡y tú cálmate, Pepa!-
-Mi hijo no va a disculparse con nadie, señora Alma, ni Mirabel tampoco- dijo Félix seriamente, y Agustín asintió cruzándose de brazos- ellos no hicieron nada malo-
-Y si ese hombre se acerca a Mirabel, no respondo de mí- dijo Agustín más enojado de lo que jamás lo habían visto en esa familia.
Pero la abuela no parecía estar afectada por nada de lo que los demás estaban diciendo, así que se puso de pie y salió de la casa, no sin casi tropezarse por lo un par de azulejos que casita movió.
Bruno rodó los ojos sin poder creer que su madre odiara tanto a Mirabel y quisiera exponerla al hombre que había tratado de abusar de ella. Ninguno de los mayores parecía dispuesto a dejar que esa injusticia continuara, así que antes de que se fueran, Julieta preparó un par de paquetes con alfajores, arequipe y otros dulces para los dos castigados, y Pepa les dijo que ella misma electrocutaría a Sergio antes de que Alma los obligara a disculparse.
Cuando salieron del comedor, Bruno vio a Mirabel dar un salto de sorpresa.
-¿Qué sucede?-
Mirabel señaló el suelo como respuesta. Había una enorme grieta que cruzaba de lado a lado la entrada de casita. Vio a su sobrina ponerse de rodillas y tocar la grieta con tristeza.
-¿Casita?- dijo ella como si le doliera. La casa la respondió moviéndose.
-¿Qué dice que le pasa?- pregunta Bruno. Mirabel se encogió de hombros.
-No sabe qué le pasa, pero le duele- dijo ella visiblemente nerviosa- algo anda mal-
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CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! Adivinen quien es la que está haciendo que casita se rompa. Muchas gracias a todos por seguir leyendo y por sus reviews. Nos leemos pronto.
Abby L.
