Intercambio de regalos

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.

*Día 23

Historia AU/OoC/One shot.


Otro día más en la oficina, estaba aburrida de la rutina pero solo me daba ánimo por él. Sí, tenía un compañero de trabajo con el cual nos llevábamos de maravilla y la verdad es que hacía más llevadero las interminables horas de trabajo. Justo ahora está en la fotocopiadora, aprovecho de deleitar la pupila y es que ese pantalón beige le sienta de maravilla. El hombre era guapo, demasiado; muchas veces pensé que tenía novia y resultaba que no, estaba tan soltero como yo pero dudo que me vea con otros ojos, es muy respetuoso en general. Y no es que sea una pervertida mal pensada, pero no le hago daño a nadie con mirar.

Cojo la cuchara y revuelvo lentamente la taza de café que me serví hace quince minutos atrás, no puedo beber, no todavía porque él sigue allí de pie charlando con otro sujeto que no me importa pues solo lo miro a él, a Saotome Ranma.

De pronto termina la plática y voltea hacia mi cubículo, me sonríe como tantas veces y solo muevo el rostro respondiéndole de igual forma, un calor sube por mi vientre, quizás lo miré demasiado pero ahora no podía sacar de mi mente su lindo y perfecto trasero.

¡Por un demonio! Cómo puede sonreír así y no ver que me derrito por él en todo sentido de la palabra.

Llevo la taza a mis labios, saboreo el café que ya no está caliente y maldigo internamente por quedarme viéndolo como una boba.

Entonces una compañera me llama y me distraigo otra vez…

—¿Ya viste el correo? —pregunta a lo cual la miro confundida.

—Bromeas ¿cierto? Tengo muchos correos en mi bandeja de cuál hablas —contesté.

—Del evento de mañana, ya sabes el intercambio de regalos que haremos antes de navidad.

—Ah… el evento, sí, claro que lo vi —contesté sin más, le seguí la corriente porque en realidad no había visto nada, no estaba interesada en participar y pasaría navidad en mi departamento sola al igual que el año pasado.

—Será divertido, ya sé que regalaré —señaló entusiasta.

Me acomodé en mi asiento y busqué el dichoso correo, allí aparecía el día del evento, la invitación y por supuesto el nombre del amigo o compañero de labores al que debería obsequiar algo. En serio no esperaba nada bueno de esto, hace tres años que fue la última vez que participé me tocó darle regalo a un tal Gosunkugi; un rarito al que tuve que despreciar porque casi creía que el gesto de intercambio era como una promesa de amor, nótese que le empaqué unos calcetines. Por ese motivo me desentendí por mucho tiempo de este evento anual, y la verdad es que ahora haría lo mismo solo que cuando revisé mi correo vi claramente el nombre del galán que me traía suspirando.

SATOME RANMA

Mierda.

Cómo negarme si él era mi pareja, y si todo era como siempre yo sería la suya.

Suspiré hondamente, me levanté del asiento y fui por más café solo que torpemente me salpiqué un poco sobre la blusa.

—¡Ash maldición! —exclamé fuerte.

—¿Qué te sucedió Akane? —preguntaba un Ranma divertido, claro había visto mi accidente y ahora se notaba parte de mi brasier.

—No te rías —murmuré limpiándome.

Él se acercó y tomó más papel, lo miré esperando su acción pero en vez de ayudarme a limpiar solo extendió la servilleta, mis deseos más fogosos aparecieron en mi mente imaginando las cosas maravillosas que podría hacer con sus manos.

—¿Akane? —se inclinó unos cuantos grados y jadee un poco asustada al ver su rostro tan cerca de mí.

—¿Ah?

—No te avergüences es solo un accidente —replicó al tiempo que movía mi mano con la taza aun llena del líquido frío, esta vez le salpicaba el pantalón justo en la entre pierna.

Ambos quedamos en silencio y viendo como el café mojaba justo por donde tenía su hombría.

—¡Válgame dios! —exclamé tomando más servilletas solo que olvidé por completo los buenos modales y la cortesía. Froté con esmero por sobre la tela y este hizo un alarido que lejos de alejarme continuaba intentando secar.

—Akaneee —gruñó, me detuve poniéndome de todos los colores.

Nos alejamos un poco y nos mirábamos de reojo con suma vergüenza, ahora sí la había cagado fenomenal.

—Yo…eh, lo siento tanto —chillé saliendo del lugar para ir a clavar mi rostro en la montaña de papel que tenía sobre mi escritorio.

Lo que restó de tarde hice todo lo humanamente posible por no volver a encontrarme con él. Con mucho esfuerzo me concentré en el trabajo y pronto eran las seis, volé hasta el elevador pero él ya estaba ahí de pie frente a las puertas esperando a que llegase, así es que cambié mi rumbo y me dirigí hacia las escaleras de emergencia.

Comencé a bajar uno a uno los peldaños cuando oí que alguien más venía tras de mí. Miré por el rabillo del ojo y era Ranma quien bajaba a zancadas cada escalón, aceleré el paso y cuando estaba a dos pisos de llegar al principal este me alcanzó tomando mi hombro.

—¡Por qué huyes de mí! —exclamó encarándome, estaba agitada y respiraba cansada.

—Tengo prisa —respondí y quise continuar pero él me acorraló entre su cuerpo y la pared.

—¿Es por el accidente? —preguntó curioso, solo asentí sin verle a los ojos —Ya se secó solo mírame —moví lentamente el rostro me hice ligeramente hacia atrás y vi su entre pierna perfectamente seca —A los ojos Akane —pronunció con voz grave enchinándome la piel.

Por un demonio, otra vez mirándole la fruta prohibida.

—Lo siento, lo siento pero tengo que irme.

—Pero Akane mañana es el evento y tú eres mi pareja —se apresuró a decir.

Sentía las mejillas arder y él no me daba espacio, no era de hierro, por Kami dame fuerzas para verle a los ojos y no pensar en barbaridades.

—Bien, ya mañana vemos eso ahora debo irme —solté ahogada liberándome al fin.

Este sujetó mi mano obligándome a verle.

—No cambies conmigo por lo que sucedió más temprano —pidió con ojos de cachorro adorable.

El contacto visual fue breve pero intenso, me fui pensándolo más que nunca.

Mientras recorría el centro de la ciudad buscando qué comprarle pasé por delante de una tienda muy particular, la curiosidad pudo más y entré a mirar los ingeniosos artículos.

Regalarle algo como esto sería una invitación muy descarada, y si no, solo se reirá de mi ingenio.

—Hay mucha variedad ¿Qué talla busca? —preguntó la vendedora.

Y cómo saberlo, pero tenía una idea de aquello con solo verlo así es que elegí la talla y el diseño y lo empacaron en un sobre bastante sobrio, si tan solo supiera lo que encontrará dentro.

Satisfecha con mi compra regresé a mi casa.

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Al día siguiente estábamos todos los de la oficina en la sala de juntas celebrando una pequeña convivencia, había comida y música, todo mundo estaba divirtiéndose de los malos chistes que hacía el jefe y bueno no quedaba de otra que reír el vejete no era mal líder solo que hablaba puras necedades.

De un momento a otro habló una compañera para que intercambiáramos los regalos, Ranma estaba compartiendo con otros, sí, todavía no me daba valor de acercarme y las dos horas que llevábamos allí arrancaba de sus miradas furtivas.

Algunos mostraban sus obsequios, otros no, era decisión de cada quien. Fui por el mío a mi escritorio, se lo daría porque creía que se vería estupendo en él y aunque hasta ahora solo éramos compañeros de labores y coqueteábamos de vez en vez, nada me decía que correspondería a mis sucios pensamientos.

Caminé a paso firme con el paquete entre mis manos, lo divisé y fui directo hasta él.

—Ranma —lo llamé suave, este giró de inmediato, extendí el paquete y lo recibió sin titubeos.

Este tomó la pequeña bolsa que llevaba a su lado y también me la entregó.

—Espero lo disfrutemos juntos —murmuró y solo sonreí no entendiendo nada.

Me alejé de allí porque había mucha gente, fui hasta mi cubículo y apoyé mi cuerpo sobre la mesa, abrí la bolsa y dentro estaba envuelto en papel una especie de objeto duro y frío. Quité por completo la envoltura encontrándome con un frasco de crema chantilly, mi boca se fue hasta el suelo estupefacta, Ranma apareció y me vio con avidez.

—¿En serio? —preguntó alzando la diminuta tanga con trompa de elefante en color negro que le compré.

Mordí mi labio inferior al tiempo que Ranma se acercaba hacia mí, quise moverme pero era tarde este estaba sobre mi cuerpo.

—¿No te gustó? —pregunté dubitativa.

Este bajó su mano libre posándola sobre una de mis piernas subiendo lentamente pasando por mi rodilla hasta mi muslo, allí la falda comenzó a levantarse y jadee ante su invasión.

—Yo lo uso, si tú solo llevas un poco de crema por aquí y por allí —señaló mirando mis senos y luego con su mano palpando sobre la tela de mi braga.

Tragué duro, era todo o incluso más de lo que fantasee.

Esa tarde nos retiramos por separado pero nos volvimos a juntar en el estacionamiento. La noche todavía no comenzaba aunque era seguro que nos divertiríamos juntos.


Nota del autor

Estimado lector una sugerente historia de amor de oficina entre ese par. Fue divertido escribirla sobre todo cuando Akane olvidó donde frotaba.

Espero lo hayan disfrutado, gracias por sus lecturas y comentarios.

Sweetsimphony._