Siestas

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.

*Día 24

Historia AU


No entendía por qué Ranma tomaba tantas siestas últimamente, entrenaba como de costumbre y luego de un baño se iba a su alcoba a dormir, podía dormir hasta dos horas como si fuese un anciano. Pero eso cambiaría, hoy día no podía darse ese lujo porque teníamos mucha tarea por entregar y no haría todo el trabajo para que luego copiara mis notas.

—¿Akane? —Era Kasumi llamándome —Ya puedes irte, me has ayudado mucho —decía.

—Oh, claro —respondí guardando la última vajilla en su lugar.

—¿Estás bien? —preguntó mi hermana mayor.

—Sí, sí, solo pensaba…

—¿En Ranma?

—¡Claro que no! No tengo tiempo para pensarlo —solté yéndome de allí antes de que me descubriera.

Fui al dojo y él ya se había ido así es que subí las escaleras y una vez en la planta superior escuché la ducha pues tomaba un baño, pensé y mis mejillas se colorearon de solo imaginarlo, sacudí mi mente y cuerpo antes de entrar a mi alcoba para hacerle guardia. Fui hasta mi escritorio y abrí unos textos para comenzar a leer pero comencé a sentir mucho sueño, estaba algo cansada y casi sin darme cuenta terminé quedándome dormida sobre el cuaderno de historia.

Abrí los ojos muy asustada, miré el reloj y solo había pasado una hora desde que me dormí. Rodé los y me puse de pie, de nuevo había perdido la oportunidad de hablar con él.

Sin embargo, no me daría por vencida. Salí llena de decisión a buscarle, tendrá que despertarse ya estaba bueno de tantas siestas. Ni siquiera llamé, solo entré a su alcoba; estaba recostado sobre su futón en ropa interior, y dormía al parecer profundamente.

Tomé aire para acercarme, en verdad me ponía nerviosa verlo en paños menores aunque ya llevaba dos años en casa creo que no podía evitarlo.

Me acomodé justo detrás de su cabeza, estaba de rodillas viéndole. Aproveché la intimidad del lugar y miré con sumo cuidado cada detalle; tan apuesto y varonil. Su quijada era un poco más ancha, sus hombros también, su pecho y vientre parecían una barra de chocolate bien marcados. Su respiración era acompasada, fui bajando un poco más para encontrarme con sus bóxer, ahí mi cuerpo ya comenzaba a sudar frío. Luego sus muslos y es que tenía un par de piernas muy largas, estaba más alto había crecido muy bien, demasiado bien.

Con razón tiene tantas chicas a su alrededor, todas quieren una cita con él. Incluso yo la quisiera pero no me atrevo a pedírselo, sería entregarle mis sentimientos a un presumido.

De pronto se quejó, mis ojos que veían sus piernas ahora estaban centrados en sus facciones. Estaba sudando y tenía un ligero brillo en la frente, arrugué el ceño y este apretó la colcha volviéndose a quejar pero esta vez era un jadeo evidente. Me hice hacia atrás un poco y mi visual se expandió de tal forma que comprendí lo que sucedía, mis ojos casi se salen de orbita al verlo en tan poca decorosa situación; aunque en clases nos dicen que eso es muy normal entre los hombres. Mi prometido tenía su hombría dándole respingos bajo la tela y gemía cada tanto.

Me levanté y salí corriendo de la habitación en dirección a la mía. Mi respiración estaba agitada y no era por el ejercicio, era por lo que acababa de ver.

Piensa en otra cosa Akane, piensa en otra cosa Akane, piensa en otra…

La puerta de mi habitación sonaba fuertemente, pegué un salto muy asustada y respiré varias veces para dejar de hiperventilarme.

Asomé a ver y era Nabiki quien traía un platillo con galletas de canela que había horneado Kasumi, agradecí y ella continuó a su habitación.

Ni las galletas ayudaron a que olvidara la experiencia de aquella tarde. Y por tres días más continué visitándolo justo una hora después para asegurarme que dormía profundo; todos los días eran iguales, parecía un niño muy tranquilo durmiendo pero luego le subía el calor y todo su cuerpo se animaba ante el sueño que pasaba por su mente "sueños húmedos" así fue que leí en un artículo que encontré en internet.

Esta vez ya era hora de irme, seguía viéndole curiosamente cuando de pronto este susurró mi nombre abrió los ojos y me encontró ahí, sobre su cabeza.

—¿Sigo soñando? —preguntó más para sí, quise reírme pero mejor me inventaba algo antes de que me descubriera.

—Claro que no, vine a despertarte —pronuncié al tiempo que este se sonrojó poniéndose de pie para encararme.

—¡Por qué entras a mi alcoba Akane! estoy casi desnudo niña boba —escupió nervioso.

—Solo vine —me quedé pensando qué decirle pero mi vista fue directo a su calzoncillo, definitivamente su problema de hoy era más intenso.

—¡Qué me miras! —Exclamó notando su bulto, tomó una almohada y se cubrió —Akane vete, luego soy yo el pervertido —reprochaba.

Me puse de pie y caminé hasta él tomando mucho valor, no sé de dónde pero quería ponerlo en aprietos.

—¿Por qué tan nervioso? Dicen que eso es normal —solté sin más y este dejó caer la mandíbula hasta el suelo.

—Como dices eso tan suelta de cuerpo —parpadeaba impresionado.

—Solo digo lo que nos enseñaron en clases, no exageres —repliqué.

—Son cosas normales de hombre, deberías irte Akane —seguía echándome pero no me quería ir, su respiración estaba alborotada.

—¿Con quién soñabas, eh Ranma? —pregunté poniéndome de puntillas para encararle.

—Con nadie —espetó esquivando mi acusadora mirada.

—Hace un rato me llamaste ¿no lo recuerdas? —insistí.

—¿Cuánto rato estuviste aquí exactamente? —de pronto cambió su postura, ahora sospechaba de mí y mis ojos me dejaron en evidencia.

—Ahora si me largo —respondí dándome la vuelta, pero él me tomó por una mano dejando caer la almohada.

Lo siguiente fue sentir su pecho sobre mi piel, me estrechó fuerte y choqué con su calor.

—¿Qué pasa? —preguntó otra vez.

—Ranma déjame ir…

—Pero si no querías irte, ya que me estabas viendo y ahora te atrapé señorita pervertida.

—¡Cómo me has dicho! —exclamé y este posó uno de sus dedos sobre mis labios.

—No grites o todos se darán cuenta que estamos a solas en mi alcoba, tu papá creerá que tú y yo…

—¡Ni que lo digas! —exclamé alejándome de él.

—Hey —reclamó.

—Mejor me voy ¿sí? Solo quería decirte que la próxima semana te toca hacer las tareas porque yo no te ayudaré —Le saqué la lengua y caminé hacia la puerta más este me llamó.

—Akane —no quise voltear —Contigo soñaba Akane —mi corazón dio un salto cuando oí que se acercaba por detrás —Por eso duermo siestas porque justo ahí tú eres muy diferente…

Giré a increparle pero ahora estaba acorralada entre su cuerpo y la puerta.

—¿Por qué me dices eso?

—Porque andas de curiosa —respondió.

—Yo soy como soy y es una lástima que tengas que soñarme para poseerme —aseguré viéndole desafiante, él enarcó una de sus cejas y su mirada expelía fuego.

Simplemente no podía negar que la protagonista de sus acalorados sueños era yo.

Ranma jadeo excitado, igual que como cuando dormía y antes de que pudiera decir algo me plantó un beso que me dejó estupefacta, al principio fue suave y torpemente le correspondí, quizás dos minutos después el beso no era inocente podíamos sentirlo. Mis manos estaban sobre su pecho y el miedo me invadió lo empujé fuertemente dejándolo de culo sobre el futón.

Me vio muy contrariado.

—¡Qué salvaje! —Soltó haciendo que los colores se subieran por mi rostro —¿Quieres que te cuente lo que soñé hace un rato? —asentí, él palmeó el futón para que me acercara y eso hice.

Me acomodé a su lado y de pronto este me sentó sobre sus piernas.

—¡Eres una traviesa Akane! muero por ti, por eso te sueño —aseguró robándome otro beso fugaz, luego se acercó a mi oído y comenzó a contarme con detalle lo que soñaba.

Y desde ese día Ranma sigue tomando siestas, solo que luego pasa por mi alcoba a contármelos entre besos y caricias.


Nota del autor

Estimado lector, ese trenzudo es un pillo. Pero bien que Akane se dio cuenta y curiosa quiso seguir estudiando la anatomía de su prometido, nada salió mal, las hormonas las tenían a flor de piel.

Gracias nuevamente por leer.

Sweetsimphony._