Ranma ½ no me pertenece.
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Fantasy Fiction Estudios
presenta
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El café se sirve mejor frío
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(Enemigos íntimos)
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El jefe de policía golpeó la mesa con ambas manos.
—¡Que no se te suba a la cabeza, Tendo!
A pesar de su éxito capturando al esquivo criminal Ranma Saotome, el jefe no había cambiado un ápice de su actitud hacia ella. Por el contrario, parecía estarse desquitando, porque él ya no era bien mirado por el gobernador y no pocos comentaban que su puesto estaba en peligro.
Aún así…
—¿Por qué no puedo encargarme de la seguridad del museo? —insistió.
—Ya te lo dije, Tendo, no irás. Dejaré que Hibiki se encargue del evento. He designado a mis mejores hombres para proteger el rosario de Lalafuto I, y tú no estás incluída.
—¿Y qué quiere que haga por mientras?
—No sé, has cosas más acordes a tus capacidades. —Sonrió con sorna—. ¿Por qué no empiezas por prepararme un poco más de café?, el mío acaba de enfriarse.
Akane empuñó las manos con fuerza a los lados de sus piernas y sus pequeños labios se torcieron como si quisiera gruñir. Pero tuvo la suficiente fuerza de voluntad para no agarrar la taza de café y tirársela en la cara.
Dio media vuelta y salió de la oficina dando un azote a la puerta.
—¡Tendo!... Maldita mujer, ¿y mi café?
A la salida Akane se topó con un auxiliar de limpieza, chocando con su hombro.
—¡Oh!, lo siento, ¡lo siento mucho!
—No te preocupes, no ha pasado nada. ¿Un mal día?
—Uno de mierda —se quejó Akane.
El auxiliar ajustó la víscera de su gorra hacia adelante, ocultando sus ojos y después se metió una mano al bolsillo.
—Toma.
—¿Qué?
Akane recibió en su palma un pequeño caramelo.
—Nos vemos —dijo el auxiliar y siguió su camino, con la escoba al hombro.
Ella se quedó mirando su espalda, estaba tan concentrada en sus propios problemas que no había reparado en el rostro de ese amable joven. Al mirar otra vez el caramelo en su mano, se encogió de hombros y resignada abrió el envoltorio con la punta de los dedos y se lo echó a la boca. Era ácido al principio, pero refrescante, y después dulce. De alguna manera eso la tranquilizó y la hizo sonreír de nuevo.
Ranma alcanzó el teléfono público en la recepción de la estación de policía. Mientras marcaba notó las fotografías de los criminales más buscados en el panel mural. Se frotó el mentón y pensó que en la realidad, él se veía mucho más apuesto.
Levantaron el auricular y una voz masculina lo saludó.
—Sí, Doc, todo bien —respondió Ranma—, pero creo que mejor nos olvidamos del museo.
Tras unos segundos escuchando, se sonrojó hasta las orejas.
—¡Por supuesto que no tiene nada que ver con que Akane no va a estar ahí!
Toda la gente se lo quedó mirando. Ranma aclaró la garganta, descansó el hombro en la pared para esconder su rostro y giró un poco la gorra.
—Quiero decir que… tengo otros planes.
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A la mañana siguiente, Akane llegó sintiéndose ya agotada. Entró en la estación arrastrando los pies y se dejó caer en la silla frente al escritorio.
—Buenos, Akane —dijo Ryoga con timidez.
—¿Buenos para quién? —Akane se dio cuenta de con quién hablaba y suspiró—. Ryoga, lo siento, pero me gustaría estar un rato a solas. No es nada contigo.
—Está bien, lo entiendo, pero quería decirte que ayer en el museo no sucedió nada.
—Maravilloso, ahora me siento mucho mejor.
—¿De verdad?
Akane se guardó una respuesta poco amable y prefirió ignorarlo, en especial cuando él se sonreía de una manera tan… extraña. Por suerte Mousse vino a su rescate y se llevó a Ryoga del brazo con alguna excusa. Suspiró otra vez. Sería otro aburrido día de papeleo. Abrió el cajón y se detuvo.
Sobre la carpeta había un caramelo. Era idéntico al que el amable joven del aseo le había obsequiado ayer. Guardándolo en su mano, que empuñó contra su pecho, Akane se puso de pie y miró en todas direcciones, pero no lo encontró.
El jefe llegaba a esa hora a su oficina, dio una mirada despectiva a todos, en especial a Akane. Esa muchacha parecía estar distraída en lugar de hacer su trabajo, era una inútil. No estaba de buen humor, el famoso aviso de que Ranma Saotome robaría el rosario de Lalafuto I había sido falso, nunca se presentó anoche. Había saboreado de antemano la victoria, pero ahora tendría que soportar otro sermón de ese borracho imbécil del gobernador. Al abrir la puerta se topó con el muchacho del aseo, que llevaba un plumero en las manos, uno con muy pocas plumas. Este lo saludó tirando de la víscera de su gorra.
—Sí, sí, buenos días —saludó el jefe de mala manera.
El joven se sonrió y dando una última mirada hacia el lugar donde estaba Akane, justo cuando ella parecía estar buscando algo en la dirección opuesta, se retiró rápidamente.
La molestia del jefe se suavizó un poco cuando se encontró con que en su escritorio había una humeante taza de café.
—Bien, supongo que esa tonta no es tan inútil después de todo.
Se sentó en la silla echando atrás la espalda. Tomó la taza con una mano y cuando la fue a acercar, un extraño sonido lo detuvo. Al momento entendió que el misterioso zumbido provenía de la taza, la que vibró tanto que le hizo temblar la mano.
—¿Qué día…?
Tras el estallido todos los oficiales de alrededor se pararon y miraron hacia la oficina. En el interior solo se veían papeles revueltos y plumas que volaban por doquier.
El jefe salió golpeando la puerta. Tenía una mancha oscura que pintaba su camisa y todo su rostro, de un líquido tan pegajoso como la brea. Además de plumas pegadas en la piel.
—¡Quién fue! —gritó a todo pulmón, escupiendo, interrumpido después por un ataque de tos—... ¡Quiero saber quién fue el grandísimo estúpido que lo hizo! ¡Y lo quiero ahora!
—Señor —dijo Mousse, impasible a diferencia del resto de los oficiales, con un teléfono en la mano—, el gobernador lo llama, dice que no ha contestado sus llamadas a la oficina.
—¿Qué?
—Y le informa que viene en cinco minutos.
—¿Por qué ahora? —Se pasó una mano por la cara y esta quedó negra y con plumas—. ¡Por los mil putos demonios del putísimo infierno!
—¡Señor! —Ryoga llegó corriendo, pero se detuvo al ver al jefe en tan extraña situación.
—¿Qué ahora, Hibiki? ¡Habla de una maldita vez!
—Lla-Llamaron del museo, dicen que… ¡que el rosario de Lalafuto I desapareció esta mañana!
—¡¿Qué?!
—Señor —dijo otra voz, ahora femenina viniendo de su otro lado.
—Tendo, por la… ¿Qué quieres justo ahora?
—Le informo que tomó el caso, iré a investigar el robo del rosario.
—Espera, ¡no te he dicho todavía que…!
Pero Akane no le permitió acabar esa frase y se movió rápidamente hacia las escaleras, mientras desenvolvía el caramelo con una dulce sonrisa de satisfacción en el rostro.
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Fin
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Hoy sí batallé. Cuando Randuril me dio la palabra «café» mil ideas se me cruzaron en la cabeza, pero ninguna cuajaba al final. En realidad, no tenía ninguna idea, porque fragmentos forzados no son útiles para escribir.
Con Randuril tenemos ese serio problema, en muchas ocasiones nos miramos con cara de «estoy agotado, no se me ocurre nada, ¡no sé qué hacer!», y el otro siempre le responde que haga cualquier cosa cortita, que te quedará igual lindo. Pero no podemos, existe cierto compromiso con los lectores, con uno mismo, con las letras que tanto amamos. Un pacto personal que nos obliga, de publicar un texto, a que este tenga una calidad mínima. Debe generar emociones, tiene que dejar algo en el lector. No se trata simplemente de escribir la escena romántica número 32.587, ¡no! Repetir hasta el cansancio una confesión, una cita, una primera vez, un matrimonio tan esperado y que nunca llegó en el manga (de hecho, creo firmemente que el final semiabierto es lo que más ha alimentado durante años a este fandom). Asesinar a tantos personajes, resucitar a otros, viajar en el tiempo, crear universos alternos, insertarlos en la prehistoria, en la época romana, en el medievo, en La Tierra Media, en Evangelion, en cada serie que está de moda en la televisión. No, no es eso, no simplemente eso. Tiene que tener algo más.
Siempre nos hemos propuesto ir más allá de la simple escena descrita, queremos generar un sentimiento. Esa cosa especial que lo hace a uno sonreírse, inquietarse, mirar por la ventana después de leer, recordar a un ser querido, apreciar un poco más lo que tenemos en esta vida y… Volviendo al tema, me di vueltas con la palabra café hasta que se me ocurrió, muy tardíamente, una pequeña escena de uno de los universos que parece les gustó bastante.
Disculpen los errores de cada día que puedan tener los textos, es un desafío contra reloj y se nos suelen pasar muchas cosas. Gracias a todos por leer y por sus comentarios, nos emociona saber que aquello que queríamos crear, está realmente ahí.
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Nos leemos en la siguiente historia.
