Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction Estudios

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La historia del héroe que viajó por todo el continente para conseguir desposar a su amada princesa, la más hermosa del reino. ¡Oh, no! ¿Todo era una trampa del malvado monarca? ¡Estaba confabulado con el rey de los demonios! Para destruir la espada de plata, su única debilidad. ¡Amado mío, no te rindas, nya!

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Se enfrentó al mar, al viento y a la ira de la serpiente marina. Su pequeña lancha hizo zigzag en las olas, con la lluvia en el rostro y la sombra del monstruo nadando bajo las aguas. El joven héroe no dudó, tiró más fuerte de las cuerdas para que su embarcación no perdiera el rumbo. La isla del olvido eterno estaba en el horizonte, con las llamas del volcán de la destrucción, iluminando la oscuridad.

La serpiente emergió golpeando la lancha, elevándola junto con su cabeza, partiéndola en dos. El pequeño cuerpo del héroe giró en el aire a una decena de metros por encima de la serpiente, gritando, con su capa flameando, como una pequeña gaviota perdida. La gran serpiente de Ju-sen-kyo abrió las fauces, pero el pequeño héroe giró su cuerpo, llevó la mano al cinto y desenfundó su espada. Mientras caía la empuñó con ambas manos, esperando al monstruo que con las fauces abiertas se lo quería zampar de un bocado. Y un relámpago cruzó el cielo.

Despertó en la playa de la isla del olvido eterno. Una violenta convulsión lo hizo volver en sí, tosiendo y escupiendo agua salada. Se limpió la boca con una mano. Tanteó su cuerpo, después la arena a su alrededor hasta que dio con su espada. Estaba todavía bañada en la sangre de la serpiente.

Tengo la sangre del monstruo marino en la plata de mi espada, solo me falta el diamante de la luna guardado en el templo del fuego inapagable. Entoces habré reunido los tres ingredientes…

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Ranma se cansó. Echado de espaldas en el piso de la sala, con la cabeza en el tatami y una pierna cruzada sobre la rodilla de la otra, leía el manga que sostenía con ambas manos delante de su rostro, con los brazos extendidos.

—¡Aburrido! —dijo con voz sostenida.

Pasó las hojas hasta el final, no iba a dejarlo sin saber en qué acababa la historia, por sosa y cliché que fuera.

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La princesa y el heroe se abrazaban, mientras que el poderoso demonio Nanchuan…

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—Me suena —murmuró Ranma.

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extendía sus alas kilométricas por encima de todo el reino.

Humano estúpido, sacrificaste la única arma que podía destruirme, obedeciendo al capricho del tonto rey, ese ser corrupto que me servía a mí, para hacer un tonto anillo. ¿Qué harás ahora?

La princesa arrugó con sus manos la camisa del héroe.

Ha sido mi culpa, si no hubiera mi padre impuesto tan imposible condición para casarnos, todavía tendrías tu espada. Todos tus viajes, los años que estuvimos separados, las batallas mortales que enfrentaste, y perder tu querida espada para forjar mi anillo.

¡No princesa! —negó el héroe—, no existe sacrificio inútil, ni tiempo desperdiciado. Todos mis trabajos fueron para nuestra felicidad. El tiempo separados sirve para disfrutar todavía más la visión de tu rostro.

¡Oh, heroe, nya!

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¡Oh, héroe! —repitió Ranma, fingiendo un tono agudo y burlesco. Pero no quiso imitar ese escalofriante nya.

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El rey demonio Nanchuan alzó su gigantesca garra.

Con mi hechizo del día final, destruiré a este reino y la mitad del continente. Todos sufrirán víctimas de mi maldad.

Grotesco monstruo —respondió la princesa—, ¿por qué eres tan malvado, nya?

Porque me place serlo —Se rio con malvada maldad.

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Ranma pasó la página, torciendo los labios. Estaba a punto de tirar el manga.

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Y nada podrá detenerme ahora, porque el héroe ha perdido para siempre su espada de plata encantada.

El héroe se cruzó delante de la princesa.

Te equivocas, monstruo vil.

¿Por qué lo dices, pequeño e insignificante humano?

Porque te has equivocado en algo muy importante. —El héroe tomó la mano de la princesa. En la otra tenía el anillo forjado con el metal de su espada de plata, imbuida en la prístina sangre de la serpiente de Ju-sen-kyo, y engarzada con el diamante más puro del templo del fuego ina…

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Ranma se saltó dos páginas.

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¿Qué es esa luz? —rugió el rey demonio Nanchuan—. ¿Por qué me está lastimando?... ¿A mí, un ser perfecto e indestructible?

El héroe y la princesa, la que llevaba con dicha el anillo mágico en su dedo, se abrazaban mirándose a los ojos, envueltos en una columna de luz que ascendía hasta el cielo. Las nubes retrocedieron en un amplio círculo y el día brillaba otra vez sobre el reino.

Es imposible, ¡imposible!

¡Créelo, vil monstruo! —clamó el héroe—, porque al planear ordenar al rey que me pidiera sacrificar mi espada, estabas en realidad forjando la única arma que podía acabar con tu miserable eternidad.

Así es, nya —continuó la princesa—, los viajes del héroe, sus lágrimas, y los ingredientes mágicos de su sacrificio, han creado este anillo que simboliza nuestro amor.

Y es nuestro amor el último ingrediente que despertará el verdadero poder del anillo sagrado.

No… ¡No, no lo hagan, malditos humanos!

El héroe acercó su rostro al de la princesa. La princesa cerró los ojos y le permitió el dulce honor de poseer sus labios castos…

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Ranma leía muy concentrado, con las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos.

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El demonio fue destruido y el malvado rey fue arrestado. La gente del reino celebraba a la princesa y el héroe, que abrazados respondían a su afecto con una mano en alto. El anillo mágico de la pureza celestial, el tesoro santo creado por los años de viajes y sacrificios del héroe, y por el amor perfecto que se tenía con la princesa, se convertiría en un símbolo que por siempre heredaría la reina del reino más poderoso y pacífico de todos.

Años después ambos gobernaban con sabiduría y piedad a su pueblo.

Mi héroe, nya, mi rey, mi amado esposo —dijo la ahora reina, a su lado compartiendo el trono—, ¿no has pensado alguna vez, que tantos años separados, buscando los ingredientes de mi anillo, fueron una carga demasiado dura e innecesaria?

El rey lo pensó, recordando sus días de juventud como el héroe.

Jamás, porque cada día sin ti tan solo alimentó ese amor que nos dio la victoria final. Sin todos esos años de preparación y búsqueda para forjar tu anillo, este no hubiera tenido su valor y el poder que ahora posee.

¡Nya!... Pero siempre te amé de igual forma, mi amado esposo.

No es verdad, amada reina, porque si antes me amabas, estoy seguro que después de nuestra dolorosa separación, me amaste mucho más. Así como yo te amé mucho más al volver a verte.

En eso tienes razón, amado esposo y mi rey —La reina jugó con su anillo—, y este tesoro, para el que guardaste todos tus esfuerzos y sacrificaste todas tus posesiones, ahora vale mucho más que el reino entero. Nya. Porque simboliza que todo lo que hiciste, fue pensando en que nos volveríamos a reunir otra vez y para siempre. Nya.

Tomaron sus manos. Acercaron sus rostros inclinándose ambos sobre sus tronos y…

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—Ranma.

—¡AH!

Ranma dio un salto y el manga cayó sobre su rostro. Lo tomó y cerró rápidamente, escondiéndolo detrás de su espalda.

—Ranma, ¿estás bien? —preguntó Kasumi.

—Sí, bien, ¡perfectamente bien! —respondió con las orejas rojas—. ¿Por qué me lo preguntas?

—Solo quería saber si querías un poco de té, es todo.

—¿Eso?... Bien, sí, supongo. Gracias.

Kasumi se sonrió y se dirigió a la cocina.

Otra vez solo, suspiró profundamente y se llevó una mano al pecho. El susto casi le paralizó el corazón. Miró el manga en sus manos, era tan cliché y cursi, y lo había comprado creyendo que tendría mucha más acción. Fue un desperdicio de dinero. Aún así le quedaba mucho. A su corta edad había ganado su primer premio en una competencia y nunca había gozado de tener una cantidad así. Si bien para un adulto normal sería una suma moderada, para un joven de dieciocho años que fue acostumbrado a vivir en la pobreza, viajando o alojándose en casa de conocidos, era toda una fortuna.

—¿Qué me puedo comprar ahora? —se preguntó.

Se quedó mirando el manga y una extraña idea se le pasó por la cabeza. Después miró hacia el jardín. Las nubes blancas y brillantes formaban un cúmulo como si fueran una montaña en el cielo de un azul intenso. Sabía que tarde o temprano su padre le robaría el dinero, o Nabiki se lo sacaría de alguna manera. ¿Qué podía hacer con él?

—Y sí…

Aquella tonta idea, ridícula al principio, comenzó a cobrar fuerza en su cabeza.

De un salto se puso de pie, agarró el manga bajo el brazo y corrió hacia su habitación, a recuperar sus ahorros antes de que su padre los encontrara primero.

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Esa noche, durante la cena, Genma lloraba desconsolado.

—¡Hijo malagradecido! ¿Cómo pudiste hacerle eso a tu padre que lo dio todo por ti?

Ranma comía de mal humor, intentando no prestarle atención.

—No puedo creer que no quede nada de nuestro premio —lamentó Nabiki—, tenía tan buenos planes. ¿Es verdad que lo gastaste todo en comida y más mangas?

—¿Por qué? ¿No debía? —preguntó Ranma, poniendo su mejor cara de tonto.

—Ay, hijo, podrías haber ahorrado un poco —comentó Nodoka—, ya a tu edad deberías estar pensando en tu futuro. Me temo que acabes siendo tan mal administrador como tu padre.

Genma gruñó como un panda herido, aunque seguía siendo humano.

Akane le dio una mirada severa a Ranma.

—¿Qué? —preguntó Ranma ofendido—, ¿tú también me vas a fastidiar, Akane?

Ella suspiró y negó con la cabeza.

—No, Ranma, tienes razón. Es tu dinero después de todo, mereces gastarlo como quieras. Akane sonrió, pero había un poco de decepción en su mirada.

Ranma lo notó, pero guardó silencio y apretó los puños. Se llevó una mano al bolsillo para sentir que todavía estaba ahí su libreta del banco, con la cuenta que acababa de abrir esa tarde. Por un momento tuvo la tentación de decirle a Akane toda la verdad, para que se diera cuenta de que estaba equivocada, que él sí pensaba en ella, que siempre lo hacía…

Pero se contuvo, tenía que ser paciente, ese dinero no era suficiente, debía reunir más. Vendrían otros premios, otras oportunidades, y se había prometido que ahorraría hasta el último yen.

Miró otra vez a Akane y recordó la historia que había leído.

Todo sacrificio al final valdría la pena.

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Fin

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Hoy Randuril me puso a prueba con la palabra «anillo». No podía dar con una escena romántica que me sirviera, tampoco quería escribir algo épico, porque se me alargaría mucho. Al no tener ideas, camino al trabajo, Randuril me decía que me inspirara en El anillo de los Nibelungos. Recordando su consejo intenté volver a imaginar una escena de sangre y espadas, sangre y más sangre. Solo podía imaginar cosas pésimas o ridículas. Entonces, ¿por qué no escribir esa historia pésima y ridícula? Problema resuelto, Ranma está leyendo una historia pésima y ridícula. Después recordé ese tema de conversación en cómo parodian a los mangas y animes actuales, con sus tramas clichés, personajes Mary Sue/Gary Stu y todas esas maravillas que conocemos. Y uno de los detalles de moda de esta época son esos nombres kilométricos en sus títulos, que prácticamente son un resumen spoiler de la trama. Como dato trivia, en Japón se reconoce a un otaku de verdad porque se sabe los títulos largos de memoria, a diferencia de nosotros, simples mortales que nos quedamos con ese título resumido, casi apodo, con que se conocen las series.

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Espero les haya gustado la historia y nos vemos en la siguiente.