Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction Estudios…

cargando…

cargando…

Accediendo a la base de datos del sistema…

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¡Aquí está su predicción!

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Akane estaba nerviosa.

—Inténtelo de nuevo —dijo la voz sintética de la computadora—. Coloque el dedo índice en el sensor rojo.

—S-Sí…

¿Por qué le respondía? Era solo una máquina. ¡Qué tonta!

Se pasó la mano por la falda para secarse el sudor y acercó la punta del dedo índice de la mano derecha al sensor. Dudó encima de la superficie iluminada de rojo. Tragó saliva y pasó el peso del cuerpo de un pie al otro.

«Esto es una tontería», se dijo. ¡Pero ya había pagado los cinco mil yenes! No tenía más remedio que seguir adelante y usar esa máquina. La Adivinadora virtual era el nuevo furor de Tokio, parecidas a cabinas telefónicas, estaban instaladas por toda la ciudad y se suponía que podían predecir tu futuro, o al menos decir el nombre de la persona a la que estabas destinado. Básicamente, eran computadoras, equipadas con un procesador especial que descargaba tus datos personales, los computaba calculando más de un millón de posibilidades y entregaba un resultado. Para muchos era simple diversión, como un juego de azar, pero había algunos que afirmaban que la Adivinadora virtual realmente había podido predecir su futuro con exactitud.

En la escuela, las amigas de Akane habían insistido para que la probara.

—¿No te da curiosidad? —preguntó Yuka—. Porque a mí sí.

—Para nada.

—¡Eso no es justo! —se quejó Sayuri—. Tú tienes a Ranma, por eso.

Akane se ruborizó y después se enojó.

—¡Eso solo lo decidieron nuestros padres!

—Pues yo pienso pagar los cinco mil yenes para que me lean el futuro —aseguró Yuka.

—¡Yo también! —dijo Sayuri, contenta.

Akane suspiró.

No estaba interesada.

Pero…

Es que la cabina de la Adivinadora virtual estaba allí, en su camino, interponiéndose justo entre el dojo y la tienda a la que la había enviado Kasumi. Y Akane tenía unos ahorros guardados. Y ya era casi de noche, no había nadie en la calle, por lo tanto, nadie la vería si…

¡Muy bien! Quizás tenía un poquito de curiosidad, solo un poquito. Porque sus sentimientos habían cambiado, porque, quizás, ya no le molestaba tanto que Ranma fuera su prometido. ¡Solo quizás! Y tenía que saber, ansiaba saber, si estaban destinados. Porque, si era así, quizás, tal vez, en un futuro, lejano —o cercano—, ella podría ser un poco, un poquito, más honesta.

¡No iba a confesarse!

No.

De ninguna manera.

Pero, tenía que saber.

Y ahora estaba allí, dudosa, con el dedo rozando el sensor y mordiéndose las uñas de la otra mano.

—¡Bah! ¿Qué más da?... No es que crea lo que me va a decir.

Se decidió y apretó el dedo contra el sensor rojo con fuerza, quizás demasiada fuerza. La computadora hizo un sonidito extraño y después de veinte segundos dijo:

—¡Aquí está su predicción! Muchas gracias por utilizar la Adivinadora virtual, una creación de Minami Takayama para Takahashi Inc. Que tenga un buen día. Agradecemos su preferencia.

—¿Predicción? ¿Cuál predicción? —se quejó Akane—. ¡Aquí no hay ninguna…!

Se interrumpió cuando la máquina imprimió un trocito de papel, como si fuera un recibo. Lo tomó y lo alzó para leerlo. Frunció el ceño. Entreabrió los labios.

—¡No! ¡Esto no es lo que quería! —se quejó Akane. Otra vez.

Era imposible.

Esa cosa debía estar rota.

Salió de la cabina de la Adivinadora virtual cabizbaja, arrastrando los pies. Entre los dedos todavía tenía el papel con la predicción y el nombre allí escrito, impreso sobre la hoja como si estuviera marcando su futuro.

El nombre de su futuro esposo.

«Ryoga Hibiki».

Enfurecida, hizo una bola con el papel y lo tiró en el primer basurero que vio. Después se dio de palmaditas en las mejillas.

—¡No seas tonta, Akane! —se dijo—. Esa cosa es un fraude.

«Yo hago mi futuro», pensó.

Echó a andar hacia la tienda, contenta, imaginando que podría comprase un helado de chocolate. Quizás Ranma también tenía ganas de comer uno.

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¿FIN?

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Era muy temprano en la mañana cuando Sayuri se acercó a la cabina de la Adivinadora virtual que estaba cerca del Instituto Furinkan. Había calculado bien la hora y tendría tiempo de conocer su futuro y después encontrarse con Yuka para entrar a clases. No deseaba que fueran juntas a visitar a la Adivinadora, porque temía de verdad lo que pudiera decirle la máquina.

Se alisó la falda del uniforme y se aclaró la garganta. Estaba tan nerviosa que creía que iba a desmayarse. Si no salía el nombre de Hiroshi no sabía qué iba a hacer.

—Por favor, por favor, por favor —lloriqueó, rogándole a la máquina, mientras apoyaba el dedo en el sensor.

—¡Aquí está su predicción! Muchas gracias por utilizar la Adivinadora virtual, una creación de Minami Takayama para Takahashi Inc. Que tenga un buen día. Agradecemos su preferencia.

Se apresuró tanto a cortar el papel que casi lo rompe en pedazos. Respiró agitada mientras lo acercaba a su rostro para leerlo. Y ahogó una exclamación.

—Pero… ¿este no es el amigo de Akane? —se preguntó, confundida.

En el papel estaba escrito, claramente y en letras de imprenta: «Ryoga Hibiki».

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¿FIN?

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Xue Su era una alumna de intercambio, que había llegado al Instituto Furinkan desde China hacía apenas dos semanas. Todavía no comprendía del todo el idioma o las costumbres de los japoneses, pero conocía muy bien a la Adivinadora virtual, porque en su clase no se hablaba de otra cosa. Deseaba que hubiera estado en su país, porque así sus amigas también podrían probarla, pero se conformó con que el nombre de su futuro esposo le fuera revelado solo a ella.

Entró en la cabina e intentó descifrar las instrucciones, hasta que se dio cuenta de que estaban también en inglés, lo que le facilitaba mucho la tardea. Con delicadeza, posicionó su dedo en el sensor, aguardando expectante.

—¡Aquí está su predicción! Muchas gracias por utilizar la Adivinadora virtual, una creación de Minami Takayama para Takahashi Inc. Que tenga un buen día. Agradecemos su preferencia.

Contuvo el aliento al tomar el papel que salía de la máquina. Sus preciosos ojos rasgados leyeron el nombre. Sonrió.

—Mi futuro esposo —se dijo en su lengua natal— se llama Ryoga Hibiki.

Salió contenta de la cabina y cerró la puerta a su espalda.

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¿FIN?

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Era plena madrugada cuando Ranma se deslizó al interior de la cabina de la Adivinadora virtual. No es que le interesara conocer su futuro, ¡para nada!, pero todos la estaban usando y él no quería ser el único que no lo hiciera.

Además, le sobraban cinco mil yenes, pensó con una risita, y sin embargo, después lloró lágrimas de sangre mientras los metía en la máquina y aquel cachivache se los tragaba sin compasión.

—Me pregunto si Akane lo habrá usado —se dijo después en un susurro. Y aquel pensamiento lo asustó, lo conmocionó y lo dejó impávido, todo al mismo tiempo.

Puso el dedo en el sensor mientras daba golpecitos en el suelo con el otro pie.

—¡Aquí está su predicción! Muchas gracias por utilizar la Adivinadora virtual, una creación de Minami Takayama para Takahashi Inc. Que tenga un buen día. Agradecemos su preferencia.

—Shhhh —se quejó en un susurro—. No hables tan fuerte, demonios.

Bah, pero era de noche, y estaba lejos del dojo Tendo, nadie lo iba a escuchar.

Arrancó el papel con una mano y lo leyó.

—¡Pero ¿qué mier…?!

Descargó un puñetazo sobre la pantalla de la computadora y la máquina sacó chispas, y después se apagó por completo con un zumbido.

—¡Tsss!

Ranma salió de la cabina dando un portazo.

—¡Ese cerdo asqueroso! —se quejó—. Cuando lo encuentre, me va a oír.

Con un bufido, tiró a la calle el papel donde estaba escrito, en letras de imprenta, el nombre «Ryoga Hibiki».

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¿FIN?

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Nota de autora: Hoy Noham me dio la palabra «computadora» y empecé a escribir otra historia, llevaba ya 1400 palabras, pero no me convencía. Luchaba con una escena donde Ranma y Akane tenían que pelearse para después reconciliarse ¡y me era muy difícil hacerlos pelear! Quiero decir, pelear de verdad, como para que casi rompieran su relación, porque, si se dicen cosas muy horribles, ¿cómo podrían amarse otra vez?

El hecho es que cambié toda la idea, y terminé escribiendo algo completamente diferente y humorístico. Aunque la idea original también tenía a la Adivinadora virtual, pero era creada por Nabiki, que no era hermana de Akane, y por eso en esta historia (donde Nabiki no podía crear la computadora), dejé el nombre de su seiyū, Minami Takayama.

Y, ya para finalizar, como dato trivia, cuando estudiaba en Montevideo —hace más de quince años— había un programa de radio que se llamaba Aquí está su disco, y no pude evitar recordarlo para esta historia XD.

¡Y recuerden que nuestra querida Rowen hizo un dibujo! Ilustró de manera magistral una escena de las historias del Ranma mago y pueden verla en sus redes sociales. En Twitter como RowenStar y en Instagram como rowenstar(punto)art. Vayan a darle mucho amor, que es la mejor recompensa por tan arduo trabajo.

Los saludos del día para: Arianne, Gatopicaro, Psicggg, Diluanma, Lelek, Rowen, Fhrey, Noham y Guest. ¡Muchas gracias!

Nos leemos.