Ranma ½ no me pertenece.
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Fantasy Fiction Estudios
presenta
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El planeta de los gatos
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El gato era completamente negro, de pelaje abundante y cola alzada y esponjosa. Se detuvo en el muro del dojo Tendo, se sentó y esperó, lavándose la pata derecha de vez en cuando y quedándose con los ojos fijos de nuevo en la escena más allá del estanque. Sus pupilas se convirtieron en una rendija, casi tan finas como una astilla de ébano.
Después de un instante, el gato se alzó de nuevo, estirando el cuerpo y arqueando la espalda, empujando las patas hacia adelante para desperezarse. Bostezó, abriendo la boca al máximo, hasta mostrar todos sus pequeños y afilados dientes. Después saltó con elegancia hacia el jardín de los Tendo, deslizándose entre las piedras del patio, levantando la cabeza de vez en cuando para clavar la vista en una mosca o una mariposa que volaba a su alrededor. Luego avanzó, tensando los largos bigotes.
Se acercó a la casa y se deslizó en el hueco entre el suelo y entarimado, estirándose para llegar más cerca de la entrada de la sala. Se echó y alzó las orejas puntiagudas. Las puertas de papel estaban completamente abiertas, justo arriba de donde se encontraba.
—Quédate quieto, Ranma —ordenó Akane con un gruñido.
—¡Oye! ¡Si no fueras tan bruta…!
—Cállate, esto es tu culpa —replicó Akane.
—¡No lo es! ¿Cómo iba a saber que iba a haber un g…gggg…ga-ga…? —Se sacudió, con asco, como si hubiera recibido un latigazo en la espalda.
—¿Gato? —sugirió Akane.
—… Eso. —De nuevo, Ranma se agitó para olvidarse de aquella palabra maldita—. Oye, Akane…
—¿Mm? —dijo ella, concentrada en limpiarle las heridas de la mejilla.
—¿Hice algo extraño? Ya sabes… cuando… cuando… estaba en ese estado.
Akane tardó en responder, quedándose quieta un largo momento.
—No —mintió.
Ranma soltó un gruñido, no muy convencido.
El gato se deslizó fuera de su escondite y atravesó el jardín otra vez, saltando con agilidad sobre el muro y después hacia la calle. Deambuló por el barrio, hasta meterse en un callejón oscuro que no tenía salida. El final del callejón era un espacio estrecho, con tres basureros y varias cajas de cartón, vacías y apiladas descuidadamente en un rincón.
Había cuatro gatos más en aquel lugar, echados, sentados sobre las patas traseras o haciendo guardia sobre los altos muros de las casas vecinas.
El gato negro se acercó a una gatita pequeña y tricolor, que estaba tendida sobre una de las cajas como si fuera un trono, con las patas dobladas y los ojos casi cerrados. El gato negro comenzó a lavarla, empezando por el hocico y siguiendo por la frente y la parte de arriba de la cabeza.
La gatita tricolor le respondió, lamiéndole las orejas.
—Puedes hablar, Sansón —dijo después la gatita.
El gato negro maulló y se echó en el suelo cerca de ella.
—Lo he visto —confirmó.
—¿Cómo es? —preguntó otro de los gatos, desde el alto muro. Era flaco, a rayas grises, y le faltaba un trozo de la oreja.
—¿Es poderoso como dicen? —preguntó otra gata, excitada. Era gorda y de pelaje amarillo.
—¡Silencio! Galletita, Gris, dejen hablar a Sansón.
—Sultana —comenzó a decir el gato negro—, es un sujeto poderoso. Lo seguí a su refugio y estoy seguro de que sospecha, porque… no le gustamos.
—¿Estás completamente seguro? —preguntó la sultana.
—Yo pensaría mal de cualquier persona a la que no le gusten los gatos —acotó Galletita.
—¡Silencio! ¿Cuántas veces voy a tener que repetirlo? —la reprendió la sultana.
Galletita miró a otro lado, y después empezó a lavarse el trasero.
—Además —siguió diciendo Sansón con un siseo—, conoce nuestro estilo de combate.
—¡Imposible! —exclamó la sultana.
Se puso en pie de súbito y otro de los gatos, que estaba también sobre el muro, y tenía manchas negras sobre el lomo blanco, se acercó más a la escena.
—Todavía no sé dónde las aprendió —replicó Sansón, moviendo los bigotes—, pero es poderoso utilizándolas, y casi puede adoptar nuestra forma.
—¡Brujería! —exclamó el gato de lomo manchado—. Nuestro plan peligra, Su Alteza.
—No —sentenció la sultana, alzando la cabeza para mirar el cielo. Entrecerró los ojos con placer cuando un rayo de sol le dio en el rostro y le calentó las orejas. Después, se volvió de nuevo hacia los demás—. Debemos deshacernos de él, y así será más fácil conquistar este planeta. Sansón, ¿te enteraste de sus debilidades?
—Eso creo, sí.
—Muy bien. ¡Gris, ven aquí! Trazaremos un plan. Tú, Hiro-chan, te encargarás de ponerlo en marcha. Sansón volverá a sus aposentos.
—Que sea rápido —dijo Galletita, alzando la cabeza al terminar de lavarse—. Hoy es martes, y los martes mi esclava me ofrenda atún y salmón.
Los gatos se reunieron, sentándose más juntos alrededor de la sultana, que seguía de pie, con el cuerpo erizado y el lomo alzado.
Yuka y Sayuri, vestidas con el uniforme del Furinkan, cruzaron por la calle y se quedaron observando el concilio de gatos.
—¡Mira cuántos gatitos! —dijo Yuka abriendo la boca asombrada—. Awww, ¡son tan lindooos!
—¿Verdad que sí? —dijo Sayuri— Qué alto ronronean.
Se puso en cuclillas, chasqueando la lengua y moviendo los dedos para llamarlos.
Los cinco gatos levantaron la cabeza al mismo tiempo, mirando a las dos chicas con las pupilas contraídas. Uno de ellos maulló.
—¡Resistan! —ordenó la sultana.
Pero Galletita no pudo contenerse. Se dio la vuelta y trotó, agitando las patas y levantando la cola, gustosa.
—La hemos perdido —se lamentó la sultana con tristeza.
Mientras, la gatita amarilla se dejaba acariciar, frotando su cuello contra la mano suave de Sayuri.
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FIN
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Nota de autora: ¿Qué puedo decir? Cuando «Noham» me dio hoy la palabra «planeta», miré a nuestras dos gatitas y me inspiré XD.
Muchas gracias a todos los que me leen siempre, y mucho más a los que me dejan un comentario. Saludos para: Bealtr, Arianne, Gatopicaro, Diluanma, Psicggg, Rowen (creo que sí es ese, ¿todavía existe? :O), Juany y Noham.
Nos leemos.
