Ranma ½ no me pertenece.
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Fantasy Fiction Estudios
presenta
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Epifanía
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Shampoo despidió al último de los clientes de esa noche y soltó un largo suspiro. Metió el letrero y lo arrinconó contra la pared, cerró y puso llave.
Limpió las mesas una por una, después trapeó el piso. En la cocina guardó los ingredientes que quedaron fuera y contó rápidamente lo que quedaba en la despensa. Lo hizo más de una vez, no estaba acostumbrada a la tarea y perdía la cuenta con facilidad.
Se dejó caer en una de las sillas y suspiró otra vez. Juntó las manos sobre sus piernas. Levantó un tobillo y giró el pie en el aire. Se lo miró.
Su calzado no estaba tan gastado como antes. Había dejado de correr por los tejados, de saltar, hacer piruetas, luchar o practicar. Su mayor ejercicio esos días era hacer repartos en la bicicleta.
Recorrió con los ojos el silencioso local. Nunca creyó que se necesitara tanto tiempo y trabajo para mantenerlo, pero ahora que estaba sola el día se le iba más rápidamente.
Cuando miró el cartel, recordaba que Mousse se encargaba de sacarlo y meterlo cada día. También era Mousse el que llevaba el inventario de los insumos.
Mousse había aprendido rápidamente a llevar las cuentas, tratar con los proveedores, manejar la caja e incluso hacer los pagos que mantenían funcionando el Nekohanten cada mes.
Ella antes no sabía cuánto había hecho su bisabuela en la cocina y de cuánto más se encargaba Mousse ahora que no estaba. Durante mucho tiempo lo trató como a un esclavo, mientras ella había podido dedicarse por completo a cazar a Ranma.
Había fracasado. De nada le sirvió perseguir a Ranma hasta su nuevo escondite, sólo para descubrir que ya estaba casado y era feliz.
¿Feliz?
Tantos años en Japón acabaron con su orgullo de guerrera. Ahora pensaba en cosas tan triviales como el sustento de cada día, el amor y la felicidad. Todo era más sencillo en la aldea, a la que jamás iba a poder regresar.
El mundo, su mundo, había cambiado del todo. Sus habilidades de guerrera no servían para nada, su belleza no la hizo ganadora tampoco, su conocimiento del arte de la seducción resultó ser, en ese mundo rápido y moderno, un juego pueril. Toda su existencia parecía pender de un hilo. No quería reconocerlo, aunque lo pensaba, intentaba escapar de esa idea. Mirarse en el espejo y reconocer en lo que se había convertido la aterraba como nunca antes.
Bastaba mirar a Mousse, antes en la aldea un hombre como él no sería mejor que un sirviente. Pero ahora era el que prácticamente administraba el negocio y la casa. Incluso él manejaba ahorros cuando ella jamás pensó en la utilidad del dinero.
Él se había adaptado mejor a esa nueva vida; ella, en cambio, si le quitaban el título de guerrera, ¿qué le quedaba?
Con suerte era una mesera, y una pésima.
Cerró los ojos y apretó los párpados con mucha fuerza. Quería llorar de impotencia, pero sus lágrimas se negaban a salir por culpa de su orgullo.
Shampoo se sintió derrotada, no por la ahora Akane Saotome, no por Ranma tampoco, ellos ya no le importaban en absoluto.
Había sido derrotada por la vida. Fuera de la aldea, ella ya no era nada. ¿Quién iba a querer a una mujer sin valor, sin fuerza y sin un propósito? Llegaría el día en que ella olvidaría incluso su procedencia.
Abrió los ojos cuando escuchó el suave golpe de una taza de té colocada en la mesa.
Mousse de irguió, tan sereno como lo sería un hombre que no sabía darse por vencido. Ella lo miró como si no entendiera lo que estaba sucediendo.
—Me desocupé antes —dijo, como entendiendo las dudas de Shampoo—. No puedo dejar el local mucho tiempo solo.
Pasó una mano por la mejilla de Shampoo, limpiando una lágrima.
Ella esperó una palabra de desquite, una mofa, tras años de humillarlo finalmente se había mostrado débil ante él. Y sabía que de alguna manera se lo merecía.
—Voy a limpiar la cocina —anunció y se encaminó hacia el final del comedor.
Shampoo giró el rostro y miró su espalda ancha. Él era fuerte, su postura erguida, lleno de confianza. Mousse, a diferencia de ella, había sabido sobrevivir y adaptarse fuera de la aldea, triunfar, como en un combate contra esa ciudad. Porque en esa ciudad, no, en la vida más allá de la pequeña y sesgada visión de su aldea, la fuerza se media de maneras muy distintas.
Lo comprendió.
Tal revelación la hizo abrir en grande los ojos violetas y con una mano se aferró del respaldo cuando giró el torso. Sus labios temblaron.
—Mousse…
Ella había perdido.
—¡Mousse!
Se paró y tiró la silla.
Mousse se detuvo, se dio vuelta y la miró confundido.
—¿Shampoo?
—Mousse es fuerte —confesó inclinando la cabeza, en un gesto de sumisión de su aldea que ella antes hubiera preferido morir antes que aceptar—. Mousse es más fuerte que Shampoo.
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Fin
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Randuril me puso la vara muy alta, al escoger la palabra «epifanía» para la historia de hoy. Más que difícil, complicada. Cuando hablamos de una epifanía, nos referimos a una revelación, a un despertar y comprender algo que cambia del todo nuestra manera de ver las cosas. Se usa mucho más en la religión, cuando se adquiere un conocimiento divino que cambia la vida y el concepto del mundo que nos rodea. Pero también puede ser usada en situaciones que vive una persona en su diario vivir, tras comprender algo que lo lleva a entender su auténtico lugar en el mundo. Estos momentos de iluminación, de auténtica comprensión, de entendimiento, son lo que podemos llamar una epifanía.
Traté muchos inicios falsos, al final opté por usar un personaje que normalmente no manejo. Ranma ½ sufre de tener personajes secundarios que son muy unidimensionales, a diferencia de los protagonistas, no evolucionan, no cambian, se vuelven más estáticos. Especialmente en la segunda mitad del manga, donde la trama se concentra mucho más en Ranma y Akane, haciendo a los demás todavía más unidimensionales. Pero ello tampoco es malo, porque nos permite a los autores tener más libertad para hacer lo que queramos con ellos, para ponerlos en otras situaciones o cambiarlos según las necesidades de la trama. Y nadie los encontrará fuera de carácter, porque como tan poco se han desarrollado en la trama original, que hay bar abierto para servir cualquier idea.
Quise enfocarme en Shampoo, y más que en ella, en ese choque entre fantasía y realidad. Un personaje estancado en su rol que ve que los demás sí avanzan, cambian y crecen.
Espero les haya gustado este relato más cortito, y a ver qué nos depara el día de mañana.
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Nos vemos en la siguiente historia.
