Capítulo 32
1
—¿Estás bien Ash? — dijo Dawn, tratando de reincorporarse, pero su cabeza aún parecía estar dando vueltas y aunado al pequeño punzón lumbar que comenzó a sentir. Mientras que su pequeño Piplup, parecía estar mareado que todavía no podía abrir los ojos, parecía estar inconsciente pero realmente, evitaba moverse.
—Si… parece que estoy acostumbrándome a este tipo de caídas— respondió el entrenador, quien sobaba su cabeza, sin gorra puesta esta había caído. Un golpe más en la cabeza ya no le importaba, había recibido golpes más duros gracias al bastón de su nana.
—no es gracioso— esta vez, Dawn le dio un ligero golpe en el brazo a su amigo, para reprocharle aquella broma— esta vez pude haber sido yo la herida, y no creo contar con la misma suerte que tu— estaba molesta.
—te advertí que no vinieras— dijo Ash, mientras veía a Pikachu acercándose a él con su gorra roja sobre la cabeza. Ash la tomó y se la puso como era debido— ¿tú estás bien amigo? — le preguntó a su Pokémon, y este le respondió afirmativamente. Luego, volteó a ver a su Pokémon dragón, quien estaba detrás de ellos, tratando de recuperarse luego de haber caído desde el cielo hasta la caverna en el Monte Plateado— ¿Y tú estás bien Flygon? — nuevamente, obtuvo una respuesta afirmativa.
Luego que los chicos pudieran escapar del campo de batalla, dejándose llevar por el viento, se vieron obligados a aterrizar forzosamente cerca de la caverna que habían visto anteriormente, y que era una entrada hacía el interior del Monte Plateado. Afortunadamente, parecía que ninguno estaba herido, más allá de un mareo y un poco de dolor que pasaría pronto.
Luego de levantarse del suelo, Ash se acercó a la caverna, Dawn decidió seguirlo. Ambos comenzaron a inspeccionar la caverna. Gracias a la luz del día, se podía ver un par de metros hacia adentro, pero donde terminaba la iluminación, se veía completamente oscuro y desprovisto de vida.
—¿Deberíamos preguntar si hay alguien en casa? — dijo Ash, ironizando, pues, le era divertido hacer eco en cavernas así y que este regresara a él, luego de rebotar por las paredes. Aunque después se enfrentaba a las consecuencias, cuando molestaba a varios Pokémon y estos querían atacarlo. Pero, en este momento, solo quería hacer una broma para liberar tensión.
—no creo que quiera que me respondan— respondió Dawn, quien realmente, todavía no estaba preparada para volver a encontrarse al Rey.
Los lugares oscuros no eran un lugar agradable para Ash y para Dawn, pues su historia juntos había demostrado que siempre terminaban metidos en muchos peligros, los cuales no podían prevenir o tratar de combatir. Después de todo, se han perdido, han sido engañados por Mismagius, atacados por manadas de Stantlers, congelados por Froslass, y hasta han despertado a Pokémon legendarios por error. Sin contar que en Kanto y Johto, en lugares cavernosos, abundan cientos y cientos de Zubats, más que en cualquier otro lado del mundo. Había cientos de peligros al entrar, más allá del hecho de tener que enfrentarse al Rey.
—Bueno, andando— dijo Ash, dispuesto a emprender el camino. Ya estaba allí, ahora, debía buscar a su objetivo. Pues, si se apresuraba y él no notaba su presencia, podría sorprenderlo, y era lo mejor, antes que el Rey lo sorprendiera a él.
—espera— Dawn lo detuvo, tomando su hombro— no podemos entrar así—
La coordinadora sacó una pokeball, y llamó a su Pokémon tipo fantasma, Froslass. Al salir y producir su encantador, y a la vez aterrador canto, Ash entendió que la chica quería que sacara, igual, a su Pokémon tipo acero. Sería más seguro adentrarse a la oscura entrada con Pokémon que pudiesen protegerles de un ataque inesperado.
—tienes razón— el chico se dispuso a sacar su pokeball de su cinturón, cuando Froslass se le acercó, teniendo su rostro justo al frente.
Ash no solo tenía historia con sus propios Pokémon, también con algunos Pokémon de su gran amiga, tal como lo era con aquella Froslass, quien, en algún punto, lo había mantenido bajo una capa de hielo con tal de tener a un amigo al lado suyo. Desde que Dawn lo capturó, Froslass no dejaba de acercársele al chico, tratando de abrazarlo y tenerlo cerca, aunque a Ash le congelara el cuerpo el solo hecho de tenerla junto a él, pero en esa ocasión, Froslass solo se le quedó mirando.
— oye, que le ocurre a Froslass— dijo Ash, poniéndose nervioso por la intensa mirada del Pokémon tipo hielo.
Dawn sujetó un brazo de Froslass y comenzó a alejarla de Ash— tranquila amiguita— le decía para tranquilizarla— él ya está bien, él ahora volvió a ser bueno—
Dawn sabía el afecto que Froslass le tenía al entrenador de Kanto, pero igual recordaba, que su Pokémon había combatido con Ash en el bosque Verde y estuvo a punto de dañar a todos, o bueno, una versión maligna de Ash. Quizá, Froslass solo quería cerciorarse que Ash no representase un peligro.
—¡Sal Metagross! — dijo el chico, al sacar a su Pokémon tipo psíquico de su pokeball, quien apareció, flotando gracias al globo que llevaba debajo suyo.
—Flygon, quédate fuera. Asegúrate que nadie trate de entrar a buscarnos— le ordenó a su Pokémon Dragón, quien comenzaba a elevarse nuevamente.
—Froslass, usa destello— ordenó Dawn a su Pokémon. Nuevamente, destello era la mejor opción para ver en la oscura caverna.
Al momento que los cristales de la cabeza de Froslass comenzaron a brillar, Pikachu revisó el método que la Pokémon usó para que la energía de su cuerpo se concentrara allí y pudiera iluminar un gran espacio como si de la cola de un Ampharos se tratase. A pesar de todos los entrenamientos y movimientos que había aprendido junto a su entrenador, él casi no se enfocaba en movimientos que pudiesen servirle fuera de combate como lo era el movimiento destello, como le había dicho la líder de gimnasio de ciudad Celeste, a su instinto de supervivencia le faltaba el sentido común, cosa que lo diferenciaba de su hermano Red, pero lo acercaba bastante de Gold.
Por no entrenar con su Pokémon tipo eléctrico, un movimiento que pudiese cervirle para ver en su camino, Ash siempre termina metiéndose en problemas en los cuales no debió haber estado metido, en primer lugar. Y por ende, Pikachu había estado intentando aprenderlo por sí mismo, y observando a Pokémon que si podían hacerlo, como lo era Froslass. Solo debía concentrar toda su energía, en un punto de su cuerpo e intensificarla, en lugar que se dispersara como lo hace un ataque eléctrico. Todavía le faltaba mucho para poder ejecutar destello con precisión, pero si lograba hacerlo bien, quizá Ash se determine a perfeccionarlo junto a él.
Ambos chicos y sus Pokémon entraron a la caverna. Y gracias a Froslass, el lugar parecía tan iluminado como si fuese un lugar al cual el sol lograba alcanzar con sus rayos, y gracias a tanta luz, no se percataron que Pikachu trataba de replicar el movimiento, aunque, ni él sabía si lo estaba haciendo bien, pues no se diferenciaba entre su propia luz y la de Froslass. Por otro lado, Piplup procuraba no alejarse de su entrenadora, pues, aunque la caverna estaba iluminada, nunca le ha ido bien estando dentro de un lugar tan cerrado como ese.
Ash no había estado en el Monte Plateado desde hacía tiempo, y realmente, sería la primera vez que él guiaría una incursión, después de todo, la única vez que entró a aquel lugar fue junto a Gold, quien lo llevó allí, luego que concluyera la conferencia Plateada y en el cual, Ash quedó entre los ocho mejores. Había sido convencido por su hermano, luego que creyeran que Red se encontraba en la cima del Monte entrenando.
Red siempre había estado en los lugares más extremos para entrenar, y durante cuatro años, Ash y Gold habían tratado de adivinar cuál sería el lugar donde él se encontraría esta vez. Y en esa ocasión, para ellos, lo más probable fue en la peligrosa punta de aquel imponente monte. Y como siempre, al ser un lugar tan peligroso, Ash y Gold decidieron adentrarse.
Por supuesto, Ash, quien contaba con 12 años en ese momento, decidió dejarse guiar por quien era mayor por un año, y que ya había estado en el monte, anteriormente. Sonaba a un buen plan, una aventura entre hermanos, que lo haría conocer varios Pokémon, y que podría darse la oportunidad de mostrar sus habilidades a sus hermanos mayores e impresionarlos con lo que había aprendido, una idea que siempre había fascinado al entrenador del Pikachu. Pero, todo eso que imaginó en aquel momento, no se cumplió hasta al cuarto año, donde finalmente encontraron el escondite de Red de esta ocasión, y demostró a Gold que tenía tanta destreza, como él, en combate. Pero aquel momento cuando tuvo 12 años, no todo salió tan bien.
Para empezar, con una serie de cosas que estaban destinadas a salir mal. Gold no recordaba cómo llegar a la punta del monte Plateado desde su interior, consiguiendo así, que ambos se perdieran múltiples veces en los inmensos caminos, y cada que eso surgía, el chico de ojos dorados alegaba que aquellos caminos no estaban allí cuando él entró por primera vez. Seguido, que fueron atacados múltiples veces por varios Pokémon salvaje, y aunque eso solo representó un mero entrenamiento para los dos entrenadores, no quitó el hecho que fueron quemados y golpeados por aquellos Pokémon que solo protegían su territorio.
Todo fue un desastre, puesto que no lograron encontrar a Red, y el clima empeoró al llegar la punta, Ash y Gold estaban en medio de un lugar frio y desolado, y lo último que recordaba el chico de aquel lugar, fue haber quedado inconsciente por el extremo frio. Y no sabe cómo, pero lo siguiente en recordar, fue haber despertado en una cama, junto a sus amigos, quienes le reclamaban haber hecho algo tan imprudente, y no solo él, igual Crystal había llegado para regañar a Gold por haber llevado a su hermano menor a una aventura tan peligrosa, siendo que igual se había perdido la primera vez que estuvo en el Monte Plateado. Esa misma noche, se enteró que, de no haber sido por Crystal, quien conocía la zona, Gold no hubiese salido nunca, del Monte, la primera vez que se adentró en él.
Luego de caminar por un rato, y en un trayecto en línea Recta, Ash se detuvo, y pidió a Dawn que igual se detuviera.
—¿Qué ocurre Ash? —le preguntó la chica, confundida porque él se detuviera en seco, y ante su pregunta, Ash solo volteó a verla y colocó su dedo índice frente a sus labios, para indicarle que permaneciera en silencio.
Pikachu fue el primero en posicionarse como si fuese a atacar, estaba en alerta, y preparado para la primer orden que diera su entrenador. Le siguió Metagross, y ante esto, Piplup igual se colocó frente a Dawn y agudizó sus sentidos en caso algo o alguien se acercase a ellos.
Dawn no entendía lo que pasaba, realmente. Quizá los Pokémon habían presentido que algo se aproximaba, o quizá fue Ash quien había presentido que su némesis estaba cerca de ellos. Ciertamente, ella no había escuchado o presentido nada en lo absoluto, pero si su amigo lo hizo, no le sorprendería, después de todo, había entrenado muchos aspectos suyos durante mucho tiempo para ser un gran entrenador Pokémon.
Luego de un rato en silencio y sin moverse, Ash se encorvó y suspiró desilusionado— no le envidio nada a Red, pero en este momento, quisiera tener sus mismos sentidos y poder escuchar cualquier sonido a un kilómetro de distancia. No se oye nada en este lugar—
Dawn se sorprendió por la repentina revelación del chico, y acto seguido le reclamó, llena de enfado—¿Enserio lo dices? ¿No habías presentido que alguien se aproxima o algo parecido? —
Ash volteó a verla— no tengo esa clase de habilidad, recuerda que solo soy un chico normal— luego se volteó de brazos.
—un chico normal, que sobrevivió a una inmensa caída— ironizó la coordinadora.
—Red podría hacerlo. Si él estuviera aquí, sabría dónde buscar, pues, él ya ha estado aquí, y ha entrenado tanto, que sus sentidos se han agudizado demasiado, tanto que sobrepasan lo humano—
Mientras estaban distraídos, no se percataron que una esfera de energía se dirigía justo hacia ellos. Era de color blanco y brillante, y se dirigía hacia ellos muy débilmente.
—¿Qué es eso? — preguntó Ash.
—Tonto, ¿ni siquiera lo sabes? —respondió la chica con otra pregunta, a lo que Ash negó con la cabeza— es el Meteoro Dragón de Gible, tu propio Pokémon—
Y, después de eso, ambos se dieron cuenta que, en efecto, era el Meteoro Dragón de Gible. Sorprendiendo a ambos, pero más a Piplup, quien sabía que esa esfera solía buscarlo a él con insistencia.
Cometa Dragón era uno de los movimientos más fuertes del tipo Dragón, y para la desgracia de los chicos, no tenían una forma de contrarrestar su poder, después de todo, Ash dejó al único dragón que le quedaba, vigilando la entrada, la cual, ya habían dejado atrás hace un rato.
—¡Al suelo! — gritó el chico, tomando a su Pikachu entre brazos y saltando hacía un lado, para alejarse del impacto que causaría el cometa, una vez que cayera al suelo.
Por su parte, Dawn igual tomó a Piplup, he hizo lo mismo que Ash, pero saltando al lado contrario. Lo mismo, Froslass siguió a la chica, y Metagross, por su gran peso, no podía moverse tan ágilmente como los demás, por ende, no pudo seguir a su entrenador, quien había quedado un tanto alejado, si quería huir del cometa dragón, debía moverse al lado que más fácil le resultara y le procurara evitar el golpe, por ende, siguió a la chica.
Al momento que el cometa dragón cayó, explotó produciendo un estruendoso ruido que hizo temblar las paredes de la caverna, y levantando una gran nube de polvo. Ash tuvo que voltear su rostro mirando al suelo, y sujetar con fuerza a Pikachu, para evitar que el polvo entrara en sus ojos. Pero eso no quería decir que estaba a salvo.
En un momento, Ash sintió un ligero temblor bajo la tierra, más exactamente, debajo de él, y ya había sentido un temblor así, antes, en el monte Moon, cuando un Geodude lo atacó. No necesitaba tener tan agudo los sentidos como Red, para saber que algo se aproximaba. Se levantó y procuró alejarse de donde estuvo, pero su espalda chocó contra la pared de roca por lo que no pudo alejarse más.
En el suelo se formó un agujero, y de allí salió Gible, usando excavar. Ash sabía que era de los movimientos que más le gustaba usar a su Pokémon para divertirse, movilizarse y atacar, le gustaba usarlo para casi todo. Y aparte de usar excavar, a su pequeño Pokémon le gustaba usar mordisco sobre su cabeza, e iba a usarlo, ya que abrió aún más su mandíbula, y sus afilados dientes comenzaban a brillar.
—¡Pikachu! ¡Cola de hierro! —
A pesar que la cola de Pikachu comenzaba endurecerse como el acero, y por ende, sus seis kilos de peso aumentarían, Ash decidió sujetar al roedor frente a él. Era un uso poco usual del ataque de su amigo, pero la cola de Pikachu fue lo único que pudo morder Gible, salvando la cabeza de Ash de ser mordisqueada por su Pokémon, controlado por el Rey.
Por otro lado, Dawn, luego de poder levantar la cabeza para ver al frente, aunque a ella le costó un poco más reincorporarse pues no hizo un excelente trabajo al cubrirse, y unas partículas de polvo entraron en sus ojos. Cuando pudo volver a ver con claridad, al frente suyo estaba un gran Pokémon de tierra, con césped creciendo sobre su espalda al igual que una rama de árbol en la cual, muchos Pokémon descansaban. Era el Torterra de Ash, quien estaba listo para atacar a quienes habían entrado a la caverna.
Torterra no estaba solo, sobre la rama, estaba Ariados, el Pokémon tipo bicho que ella capturó a las afueras de Villa Raíz, luego que este tratase de hacerla su cena. Parecía un parasito que buscaba aprovecharse del gran tamaño de otro Pokémon para alejarse del peligro y atacar a su conveniencia.
—lo único que nos faltaba— se dijo.
Torterra profirió un gruñido que retumbó por las paredes de la caverna. Luego, el suelo comenzó a desquebrajarse como si algo estuviese pasando por debajo y se dirigiera directamente hacía Dawn.
La chica debía actuar rápido, pero no tenía una forma de evitar un ataque tipo tierra, pero, para su fortuna, no tuvo que dar alguna orden a sus dos Pokémon consigo, sino que, quien la protegió, fue el Pokémon tipo psíquico de Ash. Metagross se colocó, justo enfrente de la chica, y usó protección para evitar que cualquier ataque la afectara a ella y a sus Pokémon. Y así pasó, pues el ataque que iba hacia ellos era yerba lazo, un movimiento que, Dawn por lo regular, lo había visto en lugares con césped, pero, al ser suelo de roca y tierra, Torterra tuvo que emplear una especie de raíz, entrelaza, para poder atacar.
La coordinadora quedó maravillada por lo rápido que actuó Metagross, y el como la ayudó a pesar de apenas conocerla, y sin que su entrenador diese la orden. Pero, al mirar al Pokémon de hermosa coloración plateada, como si fuese un caballero de brillante armadura, Dawn recordó una característica que Ash le contó sobre su Pokémon.
Después de evolucionar, Metagross pareció entender que su gran tamaño y corpulencia le daba mayor ventaja frente a muchos Pokémon sin importar el tamaño. Podía enfrentarse a grandes Pokémon sin problemas, pero, debido a su ferocidad en batalla, podía ser aterrador para algunos Pokémon pequeños. Por ende, y mientras más tiempo pasaba con el resto de los Pokémon del chico, Metagross entendió que tenía una gran responsabilidad para con las criaturas en circunstancias peligrosas. Metagross siempre protegía a quien veía indefenso en una batalla desigual. Esto, por un lado, alegró a la chica, quien tenía un aliado más en esta batalla, pero por otro lado, le molestó, pues, eso quería decir que Metagross la estaba considerando pequeña, indefensa y débil.
Ariados saltó de la espalda de Torterra, sus largas patas y liviano cuerpo, le permitían dar grandes saltos, y gracias a ello, logró caer sobre el rostro de Metagross. El arácnido intentó usar picotazo venenoso, lanzando múltiples ataques veneno en el rostro del gran Pokémon. Este movimiento siempre lo usaba cuando era momento de inmovilizar a sus víctimas para luego comerlas, pero había olvidado que los ataque tipo veneno, no afectaban a los tipo acero como Metagross, y en cambio, solo parecía molestarlo un poco. En ese momento, Dawn agradecía que tenía un Ariados poco inteligente y que solo confiaba en su instinto en lugar del sentido común.
— ¡Muy bien Froslass! ¡Usa rayó hielo para alejar a Ariados! —
A Dawn no le parecía correcto tener que atacar a su propio Pokémon. Todos sus Pokémon eran sus amigos e importantes para ella, nunca hubiese imaginado tener que atacar a alguno de ellos, incluyendo a su Pokémon más aterrador, pero debía hacerlo si quería avanzar o evitar que la envenenaran. Por eso, cuando Froslass usó rayo hielo y Ariados se despegó de Metagross, y cayó, temblando de frio y corrió de vuelta junto a Torterra, temeroso de volver a sufrir otro ataque, Dawn casi le gritaba que la disculpara, pero recordó que su amigo no podía escucharla por estar bajo la influencia del Rey de Pokelantis.
—¡Pikachu usa doble filo! —
Vaya dilema para Ash. Gracias a la inmunidad natural del tipo tierra hacia los ataques de tipo eléctrico, el chico se encontraba limitado en su repertorio de ataques para protegerse de Gible, pero al menos, Pikachu era más ágil y fuerte que el pequeño dragón, dándole una ventaja para evitar que Gible tuviese oportunidad de atacar, pero ataques como doble filo, o cola de hierro, no eran tan efectivos contra él.
Pikachu se movía con rapidez, y luego de golpear contra Gible, logró hacer que este retrocediera y quedase aturdido luego de semejante golpe contra la cabeza del Pokémon amarillo, lamentablemente, no sería suficiente para vencerlo, ni mucho menos, tomando en cuenta que la influencia del Rey hacía que el Pokémon no cayera tan fácilmente. Y para Pikachu, ejecutar un movimiento como ese, le cansaba bastante y se notaba en su respiración pesada.
Era un verdadero fastidio, tener que enfrentarse a este contratiempo, pues era evidente que solo era una mera distracción, con tal de tenerlo alejado del Rey. Era evidente que estaba cerca, la pregunta era donde. Pero, entre más tiempo pasaban allí entretenidos, más era la probabilidad que su rival se alejara, o encontrase a Jirachi.
—¡Salta y usa cola de hierro! — ordenó a su Pikachu, cuando vio que Gible iba a volver a usar mordisco. Si era más rápidos que él, podrían evitar que usara sus ataques, como por ejemplo, si usaba cometa dragón, nuevamente.
Cuando la cola de su amigo roedor, golpeó la cabeza y Gible y este cayó al suelo, Ash notó que había un camino más adelante, era oscuro, pues la luz del destello de Froslass no llegaba hasta allá, pero al menos, logró ver una especie de sombra, que se escabulló por aquel camino. Aquella sombra, debía ser el Rey, quien había estado observando la batalla, hasta ese momento, y volvió a escabullirse entre la oscuridad.
—¡es por allí! — gritó— ¡allí está! —
Ash quería ir por aquel camino. Tomar a su Pikachu y no perder tiempo en seguir al Rey. Pero cuando se dispuso a correr tras esa sombra, una esfera de energía de coloración verde, impactó en la pared, justo frente a él, se haber estado, solo un paso más adelante, hubiese impactado en él. Al voltear a ver, había sido Torterra quien había lanzado energi bola, y volvía a abrir sus fauces para volver a lanzar otro ataque similar.
Cuando la energi bola alcanzó un tamaño considerable, el Pokémon tipo tierra lo lanzó a quien es su entrenador original, pero, antes que Ash pudiese hacer algo, el Pokémon de Dawn, Froslass, se posicionó frente a él con los brazos juntos.
Entre las manos de Froslass, se estaba formando otra esfera, pero esta vez, de color oscuro, era bola sombra. Cuando alcanzó a formarla por completo, levantó sus brazos para poder lanzar la esfera con dirección al ataque tipo planta, pero no tuvo tiempo suficiente puesto que la esfera la alcanzó. Antes que sufriera el impacto, Froslass bajó sus brazos y colocó la bola sombra, hecha por ella, justo al frente suyo, haciendo que esta sufriera el impacto de la energi bola. Cuando ambas esferas chocaron, causó una pequeña explosión en los brazos del Pokémon. Logró evitar el gran impacto, pero aún, la explosión le hirió en los brazos.
Antes que Torterra volviese a atacar, este fue interceptado por Metagross, quien usó cabezazo zen para impactar contra el Pokémon de tierra y hacerlo retroceder, teniéndolo contra la pared, inmóvil, y resultando lesionado mientras el ataque tipo psíquico se mantuviera activo. Los Pokémon allí presentes, entendían la importancia de proteger al chico, aunque tuviesen que luchar contra aquellos Pokémon con los que, alguna vez, lucharon juntos.
Ariados volvió a saltar de la espalda de Torterra, pero antes que pudiese hacer algo, Dawn dio una nueva orden a su Pokémon tipo agua.
—¡Piplup! ¡Usa chorro de agua para inmovilizar a Ariados! —
Y así como lo ordenó, su Pokémon usó chorro de agua contra el Pokémon arácnido. No iba a causarle tanto daño, después de todo, Ariados no era tan débil a ataques tipo agua, pero al menos, impediría que intentara volver a atacar por un rato. Además, para Piplup, había algo de gozo en atacarlo, sumado a la culpa por sentirse bien por hacerlo, pero esa culpa era menor a su felicidad, después de todo, había querido atacar a Ariados desde que lo conoció y casi se convierte en su cena.
—¡Ash! ¡debes apresurarte e irte de aquí! — gritó la chica a su amigo.
—¿acaso estás loca? —increpó el chico de gorra roja— ¡No voy a dejarte sola con ellos tres! —
—¡Tienes que ir tras el Rey! ¡perderás tiempo quedándote aquí! —
Dawn tenía razón, si se quedaba, y cansaba a sus Pokémon o a él mismo, antes de enfrentarse al Rey, las probabilidades de perder contra él eran mayores, además, que existía el riesgo que él encontrase a Jirachi mientras estaba allí.
—Voy a estar bien— continuó la coordinadora, mientras le sonrió.
Allí estaba, aquella sonrisa despreocupada y confiada, aunque el universo estuviese deshaciéndose frente a ella. Aquella sonrisa que le pedía confiar en ella sin decirlo en palabras, y que era el reflejo del espíritu de la chica, el mismo espíritu aventurero y apasionado que el suyo. Aquella sonrisa que le daba antes de levantar su mano para chocarla con la suya.
—no te preocupes— y allí estaba, su típica frase, la cual siempre decía antes que algo le saliera mal. Era aquí, donde la mamá de Dawn se preocupaba, pero, está vez, quizá debía confiar que tendría razón.
Ash asintió—entonces, quédate con Metagross— y ante esto, la chica igual le asintió.
Al voltear a mirar al frente, el camino al frente suyo, solo tenía un obstáculo, Gible, quien se disponía a volver a atacar, pero, al menos, contaba con la ventaja de tener a un Pokémon tipo hielo a su lado.
—¡Froslass! ¡Usa rayo hielo! — solo esperaba, que Froslass no le desobedeciera en ese momento, por no ser su entrenador.
Froslass obedeció, para fortuna de Ash, y lanzó el ataque que impactó en la boca abierta del Pokémon dragón. Poco a poco, la temperatura en el pequeño cuerpo descendió, y comenzó a cubrirse por una capa de hielo, hasta quedar completamente congelado e inmóvil.
—¡Vámonos Pikachu! —
Ash corrió, y se agachó para tomar a su Pikachu entre sus brazos y seguir corriendo con él hacía el camino oscuro por donde vio pasar aquella sombra. Mientras tanto, Dawn se quedaba para combatir con tres Pokémon, sin duda, algo nuevo para ella, pero que debía hacer, si quería que esta pesadilla terminara.
—bien… es nuestro turno—
2
La situación en el exterior no era mejor. Gold confiaba en Togetaro, pero él no tenía el nivel de destrucción al que llegaba otros Pokémon suyos como Explotaro o Kiataro. Lamentablemente, su Dragonite lo había prestado, involuntariamente, al chico del "ridículo" gorro blanco. Y Explotaro, pues siendo una batalla en el aire, no podría usarlo pues la gravedad haría su trabajo y lo dejaría caer estrepitosamente, y siendo así, seguramente pasaría a ser catalogado como un Typhlosion con los tipos fuego/fantasma.
—¡Togetaro! ¡Usa velocidad extrema! — ordenó al Togekiss macho, y este se apresuró en dirigirse al Gliscor rival, para impactar contra él. Pero aquel Gliscor era tan rápido, o más bien, se movía a la par del viento que él mismo había creado con Viento Afín.
Gold no podía creer que seguía combatiendo contra Gliscor, y, además, a esa batalla también se había sumado Staraptor, aquel Pokémon que cayó la noche anterior frente a las chicas, estaba de vuelta en el campo de batalla y convirtiéndose en un distractor para su verdadero objetivo, que era el Gliscor, pues un solo ataque tipo veneno de este Pokémon, pudiese hacerlo caer.
Aquel Gliscor era bastante rápido, y era resistente a los ataques de su Togekiss y a los de la Togekiss de Dawn. Pareciera que Ash lo había entrenado bien después de todo, pues finalmente un Pokémon suyo tenía las posibilidades de vencerlo, aunque no iba a dejar que su hermano menor lo supiera, si a él se le ocurría hacer alarde de ese detalle, Gold justificaría que había sido por la influencia del Rey de Pokelantis.
—¡Togekiss! ¡Usa Poder oculto para detenerlo! — le ordenó a la Togekiss hembra, cuando el Gliscor esquivó el ataque de Togetaro. Lamentablemente, Togekiss no le obedeció, y en cambió, pareció mirarlo confundido. Otro problema al que Gold debía enfrentarse, era el hecho que no sabía que ataque conocía el Pokémon de Dawn, era difícil atacar a un Pokémon junto a ella, cuando no sabía el set completo de ataques de la Togekiss hembra.
Y hablando de no conocer los movimientos del Pokémon, no había escuchado a Ruby dar ninguna orden a Kiataro, y seguramente, debía ser porque igual desconocía los ataques que el adorable dragón podía ejecutar, pero, para fortuna del chico de Hoenn, Kiataro no necesitaba que le ordenaran que hacer en un combate, y más cuando tenía a alguien a quien proteger en su espalda.
Aquel chico, al que conoció en Hoenn, le parecía bastante raro a Gold. Todavía no había tenido la oportunidad de saber sobre él, a pesar de haber estado juntos en el trayecto de Hoenn a Kanto, no sabía absolutamente nada sobre Ruby. No le había visto ningún Pokémon propio hasta la noche anterior que sacó un Gardevoir, no sabía que habilidades de combate tenía o si, mínimo, sabía batallar o solo tenía a sus Pokémon para apreciar su belleza.
El primo de Gold parecía no conversar mucho, cuando estaba al lado suyo, solo lo había visto hablar con Dawn, Crystal y Blue incluso su madre, en el hospital, pero no con ningún otro varón. Su mirada, siempre sería, cambiaba repentinamente cuando veía algo "bonito" o algún Pokémon que tuviese una linda característica. No era igual a él, pues Gold se comportaba de dicha forma cuando bromeaba, pero en Ruby, parecía ser su comportamiento habitual. No sabía nada sobre él, pero allí estaba, luchando contra el Aerodactyl de Red, solo para proteger a su prima. Era un chico raro, pero al menos, en aquello podía coincidir con él.
Gold estuvo distraído, gracias a sus pensamientos, solo por un momento, y fue suficiente para no haber notado que Staraptor se estaba acercando a él con gran velocidad desde una gran altura. Pronto, fue cubriéndose por un aura azul rey brillante, pues estaba usando Pájaro osado e iba a impactar contra el Togekiss de Dawn.
—¡Togekiss! ¡Esquívalo! —
La Togekiss hembra volteó a ver detrás suyo, y notó a aquel Staraptor acercándose a gran velocidad. Gracias al movimiento viento afín, logró esquivarlo con facilidad. Pero el Staraptor no se detuvo. El ataque de Pájaro Osado no iba a cesar, hasta que impactara en alguien.
—¡Togetaro! ¡Tú igual! — ordenó Gold, al ver que Staraptor se dirigía hacia él. Pero, nuevamente, el ave de gran envergadura no se detuvo.
Pareciera que aquel Staraptor buscaba cualquier objetivo para concluir con el ataque, pues no se detuvo a pesar de haber fallado con los dos Togekiss, pero eso no significaba que no pudiese cambiar de objetivo, pues más adelante, estaba aquel Dragonite, quien no se había percatado que Staraptor iba hacía él.
Gold se fijó hacía donde se dirigía el Staraptor. Kiataro estaba dándole la espalda por preocuparse del Aerodactyl, por lo que no se fijó del inminente peligro que se acercaba y que podría impactar sobre el chico que llevaba detrás de su espalda— ¡Kiataro! ¡esquiva! — gritó de repente. Era inusual que advirtiera a alguien, siempre procuraba alcanzar al agresor antes de impactar, para luego hacer alarde de su hazaña. Pero los Pokémon influenciados por el Rey, atacaban con hostilidad, que no les importaría herir al chico de ojos rojos. Gold parecía tener demasiado interés en aquel chico.
Ruby volteó a ver detrás suyo, notando al Pokémon volador que se acercaba con furia hacía él. Se sorprendió, pero actuó rápido como para pedir al Dragonite que se elevara más para poder esquivar al Staraptor. Pero cuando Dragonite escuchó al coordinador, volteó a ver detrás suyo, igual, demorando para poder moverse con rapidez y agilidad, pues su pesado cuerpo le impedía volar tan rápido en tan poco tiempo, logrando así, que Staraptor lo alcanzara.
Staraptor dio de lleno sobre Kiataro, haciendo que este se desbalanceara y se retorciera. Por la fuerza del impacto, y del fuerte movimiento de la cola de Dragonite por el dolor que sentía, Ruby terminó perdiendo fuerza en su agarre, y se soltó.
Ver a aquel chico, soltarse de su Pokémon dragón, hizo a Gold sentir miedo. Aquel chico que procuraba no mostrar preocupación, por nadie, más que por si mismo, comenzó a aterrarse cuando Ruby comenzó a caer desde aquella gran altura, pues, por un momento, se imaginó como hubiese sido la caída, de la misma distancia, que habría sufrido su hermano a causa del Rey.
Quiso ir en su ayuda, no sabía si Togetaro sería tan rápido como para alcanzar a Ruby en el aire, pero debía intentarlo. Pero, había olvidado que estaba en medio de una batalla, y Gliscor tuvo tiempo suficiente para alcanzarlo usando tijera X, golpeando a Togetaro.
Afortunadamente para Gold, él no se soltó de su Pokémon, por lo que no pudo caer como lo hizo Ruby. Pero, sin duda, el golpe había afectado demasiado a Togetaro, y sumado a lo cansado que estaba por la batalla, parecía que no tenía fuerzas suficientes para ir en busca del chico de Hoenn.
No solo Gold se percató del incidente por el cual estaba pasando Ruby. Tanto quienes se quedaron batallando en el suelo, como Red, quien permanecía en el aire sobre el lomo de Zard. y al igual que Gold, a Red también le pasó por la cabeza, el cómo hubiese sido aquel momento en el que Ash cayó desde el monte Moon. No iba a permitir que alguien más pasara por lo mismo, después de todo, Zard era lo suficientemente rápido como para alcanzarlo. Pero, lamentablemente, el tan heroico Red, no pudo ir al rescate del primo de Dawn, puesto que igual fue intervenido por Gyataro, quien no dudó en usar Hidrobomba contra él para debilitarlo.
—¡Drifblim! ¡Ve por él! —
—¡Vamos Tropion! —
Tanto Blue como Crystal tuvieron intensiones de ayudar a Ruby para amortiguar su caída y evitar que cayera al suelo, aunque eso les produjera una desventaja en la batalla que llevaban a cabo. Pero, de igual forma, ni ellas, ni ninguno de los chicos que lo vio caer, hubiesen esperado lo que hizo.
—¡Frosmoth! — gritó el chico al tiempo que sacaba una pokeball de su cinturón— ¡Rayo hielo! —
Ruby no tenía la misma condición que el amigo de su prima, si él se estrellaba, no iba a poder recuperarse como él lo hizo. Pero el coordinador tenía muchas más habilidades consigo, y quizá no podría recuperarse como Ash lo hizo, pero al menos, caería con estilo.
De la pokeball que lanzó, salió un Pokémon insecto, blanco como la nieve, tan grande como Staraptor y de grandes alas a su espalda, sobre su cabeza, tenía dos largas y delgadas antenas. Frosmoth, un Pokémon de una región muy distante a Kanto.
El Pokémon de hielo lanzó, desde su boca, un rayo que, al impactar con el suelo, comenzó a formar una capa de hielo en la superficie. A la vez, comenzó a batir sus alas para formar ráfagas heladas de hielo, para que el rayo pudiese formar hielo con más rapidez y comenzará a tomar altura. Mientras batía sus alas, parecía lanzar varios copos de nieve, dando la ilusión que el rayo era más bien, un fino hilo de seda congelada.
Blue y Crystal, por un momento se olvidaron de la batalla, para admirar tan hermoso Pokémon nunca antes visto. Regularmente, los Pokémon tipo bicho son considerados repulsivos, por muchas personas, por su manera de arrastrarse o los fluidos que segregan, e incluso aterradores, por sus apariencias, pero este era tan bello que, incluso, al moverse resaltaba su belleza con tan fina capa de hielo que sus alas formaban. No era de extrañar que el, extravagante, primero de Dawn, tuviese un Pokémon así. Quizá, había mucho más por aprender sobre él.
El rayo hielo comenzó a formar una especie de pista que comenzó a elevarse más y más en un ángulo inclinado. Por su parte, Ruby, sin perder la calma, comenzó a mover su cuerpo para que sus pies se posicionaran en dirección al suelo. Con las piernas separadas, las rodillas un tanto flexionadas y su espalda, casi perfectamente erguida, el chico se preparaba para caer sobre la, improvisada, pista de hielo. Y lo logró.
Apenas sus pies tocaron la superficie hecha de hielo, su cuerpo logró estabilizarse y comenzó a deslizarse por aquella plataforma. Su postura era la ideal para mantener el equilibrio, y no parecía dudar en lo que hacía. Su Pokémon tipo hielo voló a su lado para percatarse que no cayera, parecía que ya habían hecho esto un par de veces, o quizá más, antes.
Cuando Ruby, finalmente llegó al final de la "pista" de hielo, logró detenerse antes que dicha pista terminara, y luego dio un par de vueltas sobre el mismo punto, como si se tratase de alguna presentación de patinaje la que estuviese haciendo, para al final, estirar su brazo derecho apuntando al cielo, con el puño izquierdo donde el corazón, mientras que Frosmoth se posicionó a su lado, e hizo la misma cantidad de giros que él, en el aire.
No cabía duda, había sido impresionante como logró evitar la caída y de una manera tan extravagante como lo era esa. Demostrando que tenía muchas habilidades para coordinarse junto a sus Pokémon, la suficiente como para que aquel Frosmoth entendiera la situación en la que Ruby estaba metido y le ayudara a librarse y a la vez lucirse. Realmente, no era necesario esas últimas vueltas, pero ya sabían, gracias a Dawn, que al chico le gustaba presumir.
—¿y bien? — Ruby iba a preguntarle a las chicas, Blue y Crystal, su opinión sobre su última acrobacia. A pesar que seguía considerando que sus gustos en ropa eran demasiado simples y hasta horrendos, las chicas siempre quedaban maravilladas por sus presentaciones, a diferencia de los varones que, por lo regular, era difícil que les interesaran los movimientos elegantes. Pero, el chico, había olvidado que, en esta historia, él había caído en medio de un campo de batalla.
Sin previo aviso, la plataforma de hielo que Frosmoth había hecho, fue destruida y varios pedazos, de gran tamaño, se dirigieron a Ruby quien tuvo que huir de allí o iba a ser lesionado. Mamoswine, el gran Pokémon de casi tres metros de altura y casi trescientos kilos, había sido arrojado contra todo ese hielo, gracias al empuje de Steelix y el movimiento cola de hierro que usó contra el Pokémon lanudo. Realmente, había sido beneficioso para Brock que Ruby creara esa enorme plataforma, pues podría deshacerse de Mamoswine, aunque fuera por el tiempo suficiente para que Steelix descansara un minuto y él pudiese pensar en una mejor estrategia.
—¡Togetaro! ¡Regresa! — dijo Gold, luego de saltar al lomo del Togekiss de Dawn, y regresando al suyo a la pokeball. Sin Ruby, tenía la oportunidad de usar a su Pokémon más fuerte, en batalla
— ¡Kiataro ven! —
La batalla en la que todos estaban involucrados, no iba a terminar pronto, y ellos lo sabían. Todos esos Pokémon no iban a detenerse hasta que el Rey dejara de tener influencia sobre ellos, o que finalmente sus cuerpos se desvanecieran. Pero, al menos, había alguien siguiendo al Rey de Pokelantis dentro del monte Plateado, solo esperaban, y lo todos lo hacían, que Ash lo lograra, esta vez, sin más daños.
