El cochero nunca pensó que regresaría al pueblo mucho menos para esto, debía ser la una de la madrugada, las farolas estaban casi apagadas y las calles desiertas, las luces de todas las casas estaban apagadas y sus habitantes dormidos y ninguno en las calles, nadie iba a ver lo que ocurriría aquella noche donde comenzaría el origen de nuestro villano.

En una de las calzadas un trío de muchachos jóvenes, algo bebidos al pasar la noche en un local de vinos del barrio rico regresaban a casa. Eran Peter y sus dos amigos, los mismos que habían tenido altercados en el pasado con la difunta Emma, pero esa noche pagarían por lo que hicieron, el cochero se encargaría de ello.

-Venga otra ronda más chicos, invito yo. - dijo Peter mostrando una bolsa de monedas a sus compañeros de fiesta.

Habían estado toda la noche de fiesta bebiendo en una taberna y acudiendo a los burdeles de los barrios bajos para divertirse con las mozas nocturnas dispuestas a todo por un puñado de miseras grupo carcajeaba ebrio por la calzada cuando una figura femenina se les puso enfrente.

-Hola, chicos. - dijo con voz seductora una mujer de pelo negro y ojos verde que vestía un vestido rojo.- He oído que queréis diversión. -

-¿Y cuál es tu precio, guapa? - dijo con descaro Peter.

-¿Qué tal si lo negociamos en el callejón? - sugirió agarrando de la chaqueta al joven para guiarlo hacia su trampa mientras el resto le seguían.

Caminaron detrás de la misteriosa mujer con la intención de tal vez divertirse un poco antes de regresar a casa.

La chica se paró en medio del callejón, el mismo callejón donde esos niñatos habían asesinado a Emma.

-¿No tienes miedo de estar aquí? - dijo Peter arrinconado a la joven dispuesta contra la pared.-Después de lo ocurrido... -

-No tengo miedo de este aquí... Pero tú sí lo tendrás. - amenazó.

Peter se echó hacia atrás asustado, algo en los ojos de aquella mujer lo asustaron, brillaban en la oscuridad como los de un animal salvaje.

-¿Qué... qué quieres...? -

-Sé lo que hiciste Peter... Lo que le hiciste a Emma... -

-¿Peter? - preguntó uno de los dos amigos que lo acompañaban.- ¿De qué está hablando? -

-¡No! Tú no sabes nada, ni siquiera sé quién eres. -

-Yo te vi aquella noche maldito imbécil. Mentiste a Emma para que se fuera contigo y la asesinaste porque estabas furioso, porque eres un egocéntrico y ella te humilló delante del pueblo. -

Peter estaba furioso y asustado al mismo tiempo.

-¡Se lo tenía merecido! Esa zorra arrogante siempre se había entrometido. Era una orgullosa y por eso la maté. -

-Bastardo hijo de puta. - dijo una voz tras el grupo congregado.

Era el cochero, su rostro estaba rojo de ira y sus ojos verdes relucían con una rabia sobrehumana que hizo que el grupo de jóvenes se encogiera de terror.

- No, no puede ser... Te habías ido de la ciudad. -

- Solo me marché de la zona. Pero he regresado para cerrar algunos asuntos. -

-¿Qué quieres? - preguntó uno de los jóvenes de pelo rojo. - No te hemos hecho nada.-

-A mí no... Pero a mi hija sí... -

-¿Emma? - dijo uno de los compañeros de pelo castaño y ojos negros. - ¿Peter que has hecho? -

-¡Cállate Gabriel! - dijo Peter a su compañero. - ¿Y qué vas a hacer cochero? ¿Avisar a la policía? Todo el mundo sabe que ahora trabajas para criminales, ¿Quién iba a creerte?-

El cochero se enfureció y cargó contra Peter, le propinó un puñetazo en la mandíbula saltando le una muela, inmediatamente sus otros compañeros intentaron huir, pero la mujer que acompañaba al villano los retuvo sorpresivamente peor, ¿cómo? Estaba en la otra punta del callejón no podía ser tan rápida, notaban como algo les ataba y comprimía el cuerpo, bajaron la mirada para ver qué unas cuerdas rojas con un resplandor de luz roja los retenía.

-¡Qué demonios! - dijo uno de los antes de ser empujados de nuevo hacia el callejón golpeando sus cuerpos con el muro.

En ese momento los dos compinches de Peter estaban heridos por el golpe, atados contra un muro y sin poder moverse; mientras, el cochero había conseguido inmovilizar a Peter contra una de las paredes del callejón.

-¡Por favor! Suélteme. - lloró cobardemente el joven.

-¿Por qué debería? - el cochero apretó el agarre sobre en cuello del muchacho. - Tú no lo hiciste con Emma. -

-Basta. - dijo la mujer aún reteniendo con su magia a los dos jóvenes. - No lo mates. -

-¿Y qué otra idea tienes? - dijo enfurecido el villano. - Dijiste que me ayudarías a vengar a mi hija. -

-Calla y mira. - dijo antes de volver de nuevo a enfocar su atención en los dos chicos que estaban en el suelo.

Apuntó su varita contra ellos y un humo rojo empezó a envolver a ambos jóvenes que gemían asustados y suplicaban por su vida, se arrodillaron como si alguien les estuviera empujando hacia abajo y empezaron a retorcerse en el suelo mientras tanto el cochero como Peter miraba aterrado. Unas orejas largas brotaron de sus cabezas y sus huesos crujieron cambiando de forma mientras sus gritos se transformaban en... ¿Rebuznos?

Tanto el cochero como los otros jóvenes se quedaron atónitos, sin poder hablar mientras veían la horrorosa transformación.

El cochero aflojó su agarra y el chico que tenía retenido intentó escapar, su compañero trató de seguir su ejemplo, pero nunca llegaron a salir del callejón. La mujer realizó la misma operación contra los dos jóvenes transformándolos en bestias de carta en las mismas bestias de carga que a Peter, finalmente no quedaron más que cuatro borricos y dos personas en aquel callejón. Los burros, ahora incapaces de hablar y aún con las ropas puestas salieron asustados del callejón en una pequeña estampida y se perdieron en la oscuridad.

-¿Qué ha sido eso? - preguntó el cochero dirigiendo su mirada a la bruja escarlata.

-Lo que te prometí... Querías vengar a tu hija. -

-Ellos siguen vivos. -

-Cuando los dueños de las minas de sal los encuentren y los usen para trabajar desearan que los hubiéramos matado. -

El cochero sabía que los animales de las minas fallecía rápidamente por el esfuerzo del trabajo, los muchachos ahora convertidos en asnos tendrían una corta y horrible vida que los condenaría al trabajo excesivo hasta la muerte.

-¡Por qué has dejado que se fuesen! - dijo el cochero.

- Ahora pagarán lo que han hecho con trabajos inhumanos, cargando sacos y carros hasta que se les quieren los huesos. - explicó la bruja. - Lo que me lleva de nuevo a nuestro trato. -

-¿Qué es lo que querías? - preguntó, el cochero se había olvidado por completo de su trato. - ¿Qué vas a hacerme? -

-Nada. - respondió poniéndose frente al cochero. - Lo que quiero es que trabajes para mí. -

-¿Trabajar para ti? -

La bruja extendió su mano hacia el cochero y una llave negra con una luna creciente en el extremo y que colgaba de una cuerda apareció junto a un pergamino doblado.

-Hay una isla, nadie sabe dónde exactamente. El pergamino es un mapa, te indicará el lugar exacto. Contiene el mismo poder que me has visto utilizar, lo triste que es que sin víctimas mi poder no tiene energías para funcionar y el poder está anclado a la isla gracias a mi querida hermana el Hada Azul, mis poderes solo funcionan en ese lugar y necesito a alguien que me lleve víctimas. -

-¿Víctimas? -

-Niños desobedientes, que no les gusta ir a la escuela o disfrutan haciendo daño a los demás, como lo hicieron ellos con tu hija. -

El cochero se sorprendió por la respuesta, el poder de castigar a los niños por sus acciones sin ninguna consecuencia legal.

-¿Cómo estoy seguro de que nadie descubrirá nada? -

- Trabajarás por la noche, cuando nadie esté ya en las calles, salvo los niños desobedientes que solo quieren diversión. ¿Aceptas el trato, cochero? -