Personajes: Severus, James y Lily
Aviso: el año pasado escribí "Cuéntame cosas papá" para Halloween, y me partió el corazón darle un final triste. Aprovecho la oportunidad de este OS, y de que mi editora propuso esta trieja, para abrirle una puertecita a ese minific y hacer un final alternativo. Porque ellos los valen. Arranca unos días después de la fatídica noche del 31 de octubre del 81.
Cuando Severus abrió los ojos de nuevo era tres de noviembre. Miró a su alrededor como pudo, porque su cuerpo estaba muy poco colaborador.
Era una habitación de hospital esta vez, seguramente San Mungo, y de nuevo había una pelirroja junto a su cama.
— Lily... —consiguió susurrar, mientras intentaba levantar la mano hacia ella.
Ella se sobresaltó y enseguida saltó sobre él, y lo abrazó con fuerza. O el supuso que con fuerza, porque lo que quiera que le habían dado no le dejaba sentir nada de cuello para abajo.
— Dios, Severus, pensábamos que esta vez...
— Estás viva.
Lily se incorporó, secándose los ojos con los dedos, y se sentó junto a él. Tomó una de sus manos entre las suyas y le miró con ojos muy brillantes.
— Nos salvaste. Acabaste con el, Sev.
— ¿Harry y James?
Ella sonrió, enternecida por su preocupación.
— James ya está recuperado. A Harry no llegó, está perfecto.
— No recuerdo nada.
— Voy a buscar al sanador.
El enfermo apretó débilmente su mano, demasiado cansado para pedirle que no se marchara. Lily asintió y agitó su varita para enviar su patronus al sanador.
— Eres un héroe, la gente ahí fuera está loca contigo. Te han concedido una Orden de Merlín.
A Severus las fuerzas solo le dieron para apretar los labios y ella respondió con una risa, un sonido fantástico que hacía meses que no escuchaba.
— Imagino que te da igual.
Intentó encogerse de hombros, pero el dolor del costado le hizo tener una arcada. ¿Qué demonios le había pasado?
— Usó un hechizo que los sanadores desconocían que hace que se pudra la carne —le explicó Lily para aplacar su frustración—. Ahora mismo estás ya mejorando, por eso te han quitado las pociones que te mantenían dormido. Pero si te duele volverán a dártelas.
— No —murmuró.
— Tendrás que hacer la que el sanador diga —le riñó ella.
Severus se la quedó mirando, sin moverse. Lily lo entendió: me quedaré quieto, pero no quiero volver al limbo. Le apretó la mano con un poco más de fuerza y abrió la boca para decir algo, pero entonces se abrió la puerta.
Un chillido que sonó muy parecido a "Sev" le hizo girar los ojos todo lo posible hacia la puerta, pero el niño se movía más rápido que él cuando se soltó de la mano de su padre para caminar solo hasta la cama y ponerse de puntillas agarrando a las mantas.
James se acercó y cogió a su hijo en brazos. Rodeó la cama y se quedó allí, de pie, con cara de tener muchas cosas que decir y no saber por donde empezar. Mientras, Harry quería saltar de los brazos de su padre a la cama, con los bracitos estirados y las manos abriéndose y cerrándose, exigiendo el abrazo del herido.
— No, Harry, Severus ahora no puede cogerte porque está enfermo —trató de explicarle por fin James con voz ronca.
— Sev pupa.
— Eso es. ¿Quieres darle un beso? Y te vas con mamá a merendar.
El niño asintió, así que su padre lo acercó hasta que apoyó los labios en su frente. Vieron los ojos oscuros cerrarse con fuerza y luego volver a abrirse y a Severus intentar sonreír a Harry.
El sanador llegó cuando Lily y Harry salían. James se apartó hasta la pared mientras examinaba al enfermo, que seguía sus movimientos con los ojos en silencio.
— Esto sigue mejorando —concluyó el doctor— , ¿le duele?
— Sí —contestó James por él.
— No —protestó como pudo Severus.
— Voy a pedir una dosis más baja de la poción para dormir. Y si ven que hay dolor, —Se giró hacia James— avisen y le daremos algo. Ya es un héroe, señor Snape —le dijo el médico, poniéndole la mano en el hombro—, no necesita demostrar nada, y el dolor retrasa la curación.
El enfermo apretó los labios, gesto que los otros dos hombres asumieron como una aceptación renuente, y siguió la salida del sanador con los ojos.
En cuanto se cerró la puerta, James se sentó en donde había estado su esposa e hizo algo que Severus no esperaba: tomó también una de sus manos y se inclinó hasta besar el mismo punto en su frente que había besado Harry.
— Gracias, Severus —dijo contra su frente—. Gracias, gracias, gracias...
Al apartarse, limpió con cariño una lágrima que caía por la sien del enfermo. Y con el mismo pulgar le acarició el pómulo despacio.
==o0o==
Otras dos semanas en el hospital fueron necesarias para acabar de recuperarse. Físicamente al menos. A nivel emocional su situación era de retroceso, cuanto mejor estaba su cuerpo, más despejada su mente por la reducción de dolor y de pociones, más se retraía.
Había salvado su vida y la de las tres personas que más le importaban. Era un héroe, "El Salvador del mundo mágico " lo llamaba la prensa, pero eso no importaba porque lo único que podía pensar era en qué sería de su vida al salir del hospital. ¿Qué le esperaba? Su madre, demasiado delicada de salud para salir de casa, un amigo del que no estaba muy seguro y la necesidad de ponerse a trabajar para vivir. Una vida gris, acorde a la persona que era.
En el tiempo que habían pasado viviendo bajo el mismo techo, no se había permitido pensar en el futuro. Como la persona práctica y un poco pesimista que era, se había convencido de que era mejor no hacerse ilusiones y pensar que sobrevivirían los cuatro. Y ahora imaginar la vida sin los tres Potter le resultaba más duro que estar esperando a que los mataran a todos.
Estaba tan metido en su agujero negro, que no se daba cuenta de que el matrimonio le observaba con preocupación. Hasta que llegó la tarde previa a irse a casa.
Como cada día, el matrimonio se dio el relevo a las cuatro de la tarde. James apareció con Harry y Lily se iría con el niño al cabo de unos minutos. Pero ese día Harry no quería irse e insistió en decir "Con Sev, yo con Sev" hasta que su padre le quitó los zapatos y lo dejó gatear por la cama hasta abrazarse al cuello de Severus.
Sentados en silencio, cada uno a un lado de la cama, vieron como el hombre se incorporaba en la cama y abrazaba al niño con fuerza. Y vieron la grieta en su estoicismo cuando tuvo que cerrar los ojos y tragar saliva varias veces.
— ¿Te estas despidiendo? —preguntó Lily en un susurro, poniendo por fin en palabras lo que les llevaba días rondando por la cabeza.
Los oscuros ojos de su mejor amigo se abrieron y la miraron, todavía abrazando a su hijo. No respondió con palabras, pero esa mirada, abierta y dolida por una vez, esa mirada le dejó claro a Lily que así era, Severus se preparaba para salir de sus vidas.
— No puedes hacer eso —protestó James, con los puños apretados.
—Potter, mañana me voy a casa —respondió, con el tono del que está diciendo una obviedad.
— Con nosotros. Tu habitación te espera —insistió.
— No.
— ¿Pero por qué?
— Creo que no es necesario explicarlo. La vida sigue, Potter, la vuestra y la mía.
— ¿En qué momento he dejado de ser James? No me jodas, Severus, no puedes irte, no ahora.
— James... —trató de calmarlo su mujer.
— ¡No, Lily! Díselo, dile que tú tampoco quieres que se vaya, que incluso has estado pensando si podríamos tener un laboratorio en el sótano para él.
— James... —volvió a intentarlo Lily, sujetándole del brazo.
— ¡No! —protestó Potter, liberando el brazo con brusquedad— Lo entendí aquella noche, no era el momento, pero no voy a dejar que te alejes sin al menos aclarar esto. Te queremos, Severus, con nosotros. Quédate, por favor —suplicó.
— Ya te dije esa vez que no puedes darme algo que al día siguiente me vas a quitar, James. Hice lo que me pediste, te ayudé a proteger a tu familia y no me arrepiento de nada. Pero no voy a...
— Creo que no me has entendido. Tú —Le golpeó con el dedo en el pecho— eres... joder, ...
Frustrado, James escondió la cara en las manos. Lily le puso la mano en la espalda y la otra la puso sobre el muslo cubierto por las sábanas de Severus.
— No concebimos volver a casa sin ti. Y no es agradecimiento, no es amistad ni querer cuidarte como tú has cuidado de nosotros. Es mucho más. Te amamos.
Severus los miró a los dos sin acabar de creerlo, con Harry aún entre sus brazos, quieto y callado por una vez y observando las reacciones de su Sev con sus brillantes ojos verdes.
— ¿Amor? Os habéis vuelto locos —respondió, poniendo a Harry en brazos de su madre —. Marchaos por favor.
— Pero Severus...
— Por favor.
==o0o==
Eileen Prince tenía el cuerpo hecho polvo. Años de privaciones y maltrato le habían pasado factura, envejeciendo prematuramente. Aún así, su mente, brillante como era la de su hijo, estaba en perfecta forma, por lo que tardó apenas una semana en enfrentarse a lo que estaba pasando. Severus había vuelto a casa, lleno de cicatrices, por fuera y por dentro. Había rechazado todos los honores que el ministerio quería darle, entrevistas y ofertas varias de homenajes, y se había encerrado en la humilde casa familiar para pasarse el día entre sus libros y hacer compañía en silencio a su madre.
— ¿Has visto la prensa hoy? —le preguntó un día ventoso y gris, mientras Severus preparaba la comida para los dos.
— No.
Obviamente ella lo sabía, su hijo había renegado de la prensa mágica desde que estaba de vuelta en casa, harto de leer estupideces sobre sí mismo.
— Los Potter han anunciado que van a ser padres de nuevo.
La fuente de porcelana que llevaba Severus en la mano en ese momento, para dejarla sobre la mesa llena de comida, se estrelló en el suelo con estrépito.
— ¿Qué? —balbuceó, lívido.
Su madre movió la varita para eliminar el estropicio y mandarlo directo al cubo de la basura.
— Siéntate, hijo. ¿Es por Lily que estás así?
Severus apoyó los codos en la mesa y escondió la cara en las manos.
— Habla conmigo, Severus —insistió su madre, poniendo una nudosa mano en su hombro—. ¿Te arrepientes de haberlos salvado y que ellos sigan con su vida?
— ¡Claro que no! —protestó, dando un golpe con el puño cerrado en la mesa.
— ¿Qué pasa entonces? ¿Qué es eso que tienes dentro y te está comiendo? sácalo, hijo mío, las penas pierden poder cuando las ponemos en palabras.
— Nunca lo he dicho en voz alta, mamá. No sé si hay palabras...
— Siempre las hay. ¿Amas a Lily?
Asintió, frotándose la cara con fuerza.
— ¿Entonces el problema es su marido?
De entre las manos de Severus salió una risa amarga.
— Odié tanto a James durante años que cuando caí por él, lo hice con toda la fuerza. Soy un tópico literario, mamá, enamorado del enemigo —comentó con sarcasmo, enderezándose por fin.
— Eso explica cómo acabaste metido en su casa. Tuvo que doler.
Severus asintió y se levantó para coger un vaso de agua.
— Y ellos ahora siguen con su vida.
— Me dijeron que me amaban, que volviera a casa con ellos. Y dije que no.
— ¿Ese hijo es tuyo? —pregunto Elileen a bocajarro, tratando de sacar información a su parco hijo.
— ¿Qué? —Le miró espantado— No, no, nunca ha ocurrido nada entre nosotros. No quise.
Eileen miró a su hijo en silencio. Vio las cicatrices que la túnica oscura no tapaban, las ojeras y el temblor en los dedos que sujetaban el vaso.
— ¿Por qué, Severus? ¿De qué tienes miedo?
— No puede salir bien. ¿Qué hago yo siendo el tercero de un matrimonio?
— Ser feliz —respondió su madre con firmeza. Ellos te quieren, tú les quieres, yo no veo el problema.
==o0o==
La primera conversación con su madre sobre el doloroso tema acabó con Severus encerrado en su habitación. La segunda y la tercera más o menos igual. La cuarta, muestra del tesón de Eileen, le llevó en dirección contraria a su dormitorio. Para ser exactos al pequeño jardín desde donde se desapareció para aparecerse en Godric's Hollow.
Alucinado, se encontró de bruces con una estatua que, por la tierra apisonada alrededor, se había instalado hacía poco. Lo representaba a él, varita en mano, con aspecto de estar en mitad de un duelo. "El mundo mágico a Severus Snape, en homenaje a la libertad que nos ha devuelto"
Todavía perplejo, caminó las dos calles que le separaban de la casa de los Potter. Al llegar a la puerta del jardín, sintió la familiar magia de las protecciones reconociéndole y se abrió para él. Antes de llegar a la puerta de la casa, esta se abrió también, pero esta vez por mano humana, y Harry salió corriendo hasta abrazarse a sus rodillas.
Lo cogió en brazos, besó su mejilla, y caminó hasta Lily, que esperaba bajo el arco.
— Hola —saludó con un murmullo— ,¿puedo pasar?
Lily se limitó a sonreir y apartarse de la puerta. En cuanto estuvo cerrada, Severus dejó a Harry en el suelo y el pequeño salió corriendo de nuevo llamando a su padre. Y se quedó allí clavado, absorbiendo la imagen de su amiga. Sin pensarlo, dio un paso hacia ella, la tomó por la cintura y la besó, escuchando dentro de sí mismo su propia voz diciendo "Por finnnnnnnn".
— ¿Hay de eso también para mí? —preguntó la voz de James a sus espaldas, entre emocionada y guasona.
Severus se giró, con los pómulos coloreados, acortó la distancia en tres zancadas y cogió a James de la nuca para besarlo también.
— ¿Te quedas? —susurró Potter cuando el beso terminó y Severus lo abrazó, mientras Lily los abrazaba a los dos a su vez.
— Me quedo. Vosotros sois mi casa.
¿Algo que decir? Personalmente soy muy feliz de haberles dado esta oportunidad. Está claro que no estoy hecha para los finales tristes.
