Disclaimer: Twilight pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de DaniDarlingxx, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from DaniDarlingxx, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Noventa y nueve
―Por favor, cariño. Sé que me equivoqué, pero te devolveré el dinero de la comida y te lo compensaré. Puedo ser tan bueno para ti… por ti. Nos divertimos, ¿verdad?
Jacob avanza hacia Bella, que está presionada contra la sucia pared de ladrillos del edificio, con el pecho agitado por pequeños suspiros asustados. Sus palabras son arrastradas y sus pasos son irregulares, así que cuando los ojos de Bella parpadean hacia mí, sostengo mi dedo sobre mis labios para hacerle saber que no debe alertarlo de que estoy aquí.
La única razón por la que no lo abordé de inmediato es ese recordatorio de que Bella puede o no ser una asesina a sueldo. Ella es lo suficientemente luchadora, así que, de cualquier manera, puede defenderse sola, pero estoy aquí para asegurarme de que no tenga que hacerlo.
Jacob capta la mirada que ella lanza detrás de él y gira, tambaleándose y atrapándose en el borde del contenedor de basura antes de caer.
―¡Oye! ¡Es el tipo que jodió las cosas con mi chica! ¿Qué estás haciendo aquí?
Un gruñido salvaje sale de mi pecho antes de que pueda detenerlo.
―Ella no es tuya, imbécil, y te agradecería que dejaras a mi novia en paz.
―Este tipo, Bells, ¿en serio? ―se burla, girando su cabeza hacia ella.
―Jake, deberías irte ―ofrece Bella, con voz temblorosa. Quiero correr hacia ella, consolarla, rodearla con mis brazos y protegerla. Pero no sé de qué es capaz Jacob. No sé si está escondiendo un arma debajo de su camisa desabrochada o si es el tipo de persona que la atacaría solo porque ella lo rechaza.
Sé que no tiene reparos en hacerles daño a las mujeres cuando están inconscientes; quién puede decir que cambiaría de opinión cuando están conscientes.
―Yo la escucharía si fuera tú, Jake ―le advierto con los dientes apretados.
―No, creo que estoy bien. ―El hijo de puta se ríe, arrojando su cuerpo contra el contenedor de basura.
»Sabes, he estado con muchas mujeres… ―Su cabeza gira de un lado a otro, sus labios se curvan en una sonrisa de suficiencia que me muero por limpiar de su rostro con mi puño―. ¿Pero Bells?
Me mira, entonces, veneno en cada centímetro de sus rasgos.
»No puedo culparte, hombre, porque ella tiene el coñito más dulce que he tenido el placer de follar. ¿Ya ha hecho eso con tus bolas?
La rabia me ciega, y me lanzo encima de él, incapaz de procesar los gritos de Bella o el repugnante sonido que hace mi puño contra su rostro.
Y, sin embargo, el hijo de puta sigue riéndose. Ni siquiera intenta bloquearme o darme algún golpe.
―Oh, conseguiste un luchador, Bells. Me gusta eso. ―Jacob escupe una bocanada de sangre y se desploma en el suelo, justo cuando las manos de Bella en mi hombro son suficientes para tirar de mí hacia atrás. No físicamente, pero su toque me calma lo suficiente, y me doy cuenta de que pulverizarlo no va a hacer nada más que terminar con una demanda.
—Pensé que te gustaban más cuando no podían pelear contigo —escupo sin pensar, balanceando mi pie hacia atrás para patearlo.
―¡Edward, qué carajo! ―grita Bella, impidiéndome dar el golpe. Sus ojos se mueven entre él y yo, llenos de ira como si estuviera juntando las piezas.
»¿Qué hizo él? ―susurra.
Pero tengo que ignorarla porque necesito salir de allí y llevarnos a casa. Ambos necesitamos calmarnos y discutir lo que acaba de pasar, y luego tal vez ayudarnos mutuamente a olvidarlo.
―Aléjate de ella, cabrón enfermo, o te acabaré ―digo las palabras de despedida con mi brazo alrededor del hombro de Bella, pero ella está tan enojada que le da una patada en la ingle antes de que pueda apartarla.
No debería hacerme sentir tan orgulloso como lo hace.
Mis nudillos están magullados y ensangrentados, por lo demás, estoy bien, y una vez que estamos de vuelta en el bar, le dejo jodidamente claro a Vick que llevaré a Bella a casa. Ni ella ni James se resisten cuando explico por qué, desafortunadamente, cuando nos vamos, puedo sentir la ira saliendo de Bella en oleadas.
No dice una palabra mientras manejamos de regreso a su casa, y cuando llegamos allí, entra sin esperarme. La sigo hasta la cocina justo cuando me arroja una bolsa de guisantes congelados al pecho.
―Ponte eso en tus nudillos y empieza a hablar ―exige.
―¿Por qué diablos estás enojada conmigo? Te salvé antes de que pudiera hacerte daño.
―No soy una princesa que necesita ser salvada; lo tenía controlado. Pero claramente sabes algo sobre él que yo no, así que puedes decírmelo o puedes irte a la mierda.
Gimiendo, me dejo caer en el sofá, sosteniendo los guisantes en los nudillos de mi mano derecha y contemplando cómo debería decirle exactamente.
―Ha estado bajo investigación; por eso estuve allí esa noche. ¿La noche en que tuvieron una cita y me vieron? ―Joder, necesito mentir mejor que eso, pero Bella ha pasado tres meses desarmándome antes de siquiera darme cuenta que lo estaba haciendo.
»Tenemos razones para sospechar que él… esencialmente violó a varias mujeres en citas. No hemos encontrado evidencia de que esté usando drogas ni nada, pero ha habido informes de que las ha emborrachado y luego se ha aprovechado de ellas.
Si las miradas pudieran matar, me filetearía y me colocaría sobre una parrilla mientras Bella exprime jugo de limón en mis heridas.
―Y en todo nuestro tiempo juntos, ¿nunca pensaste en decirme eso?
―No se supone que deba hacerlo, Bella. Es una investigación en curso.
El silencio se extiende entre nosotros, y ni siquiera puedo mirarla. Pero sus siguientes palabras me rompen el maldito corazón.
―Necesito que te vayas.
―¿Qué? ¿Por qué? En serio, ¿vas a dejar que ese imbécil se interponga entre nosotros?
―El único imbécil en esta habitación en este momento eres tú. Necesito que me des algo de espacio.
Puede que no sea el más inteligente cuando se trata de relaciones, pero sé que eso no puede ser bueno.
―Bella, cariño, por favor... ―Voy a abrazarla, pero ella da un paso atrás, y puedo sentir físicamente que otra grieta se abre paso a través de mi corazón.
―Ahora no, Edward. Vete.
