Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es iambeagle, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is iambeagle, I'm just translating her amazing words.
Thank you Meg for giving me the chance to share your story in another language!
Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.
Capítulo 22
POV Edward
—¿Me estás escuchando?
Lauren está parada frente a mí, mirándome expectante.
No la estaba escuchando. Tal vez al principio sí, pero eventualmente dejé de hacerlo.
—¿Qué pasa? —pregunto, mirándola. Está parada al pie de la cama, no lleva nada de ropa. Tiene las tetas turgentes y la cintura curvilínea, pero no es nada que no haya visto antes. Lauren es reemplazable.
Hace un pequeño puchero, pero todo es un acto. Sé que no está molesta de verdad. Hace esto cuando quiere sacarme una reacción.
—Te pregunté si crees que le agradé a tus padres —repite.
—A ellos les agrada todo el mundo —digo de forma casual. Debe tomar mi respuesta ambigua como un sello de aprobación porque sonríe y se monta a horcajadas en mí sobre el colchón.
Es verdad. Mis padres son personas decentes. Son amables. Ven lo bueno en todos. Incluso de alguien tan jodido como yo. No sé por qué o cómo, pero así es.
Sin embargo, no les agradaba Bella.
La amaban.
Yo también la amaba. Todavía lo hago, de una manera muy jodida, unilateral y masoquista.
Pensar en la conversación que tuvimos durante la fiesta de compromiso hace que se me cierre la garganta y se me caliente la nuca. Me hago presión en los ojos con las palmas de las manos. Lauren sigue hablando, pero todo lo que puedo escuchar es a Bella.
Deja de consumir cocaína, Edward.
No fue una solicitud. Fue una orden. Y hui de ella como he huido de todas las cosas buenas que he tenido en mi puta vida. Porque me echo para atrás cuando las cosas se ponen difíciles. Cuando las cosas se vuelven demasiado reales, me giro hacia las drogas. Y ella quiere que deje de consumir, pero no sé por qué. No sé por qué le importa. Aunque hay una diminuta parte de mí que siente alivio por su exigencia.
Mírame, ayúdame, ámame.
Lauren truena los dedos frente a mi cara.
—Dios, ¿qué? —grito.
—¿Me acompañarás a la hora feliz esta noche? —pregunta, se remueve un poco, sus tetas rebotan en mi cara—. ¿Para que conozcas a mis amigos?
—Estoy ocupado, ¿recuerdas?
—No. ¿Con qué? —me reclama, moviéndose en círculos lentos sobre mi regazo, como si con eso fuera a conseguir lo que quiere.
—No hay nada aquí —le recuerdo. Estoy intentando ser honesto. Y lo he sido. Ella supo desde un inició que esto no llegaría a ningún lado. Incluso estuvo de acuerdo con mantener esto casual.
Se deja caer hacia enfrente de modo que su pecho desnudo queda sobre el mío. Así que sus labios están justo ahí, frente a mi boca.
—Sí, sé que eso dices, pero te vas a enamorar de mí. Solo mira.
—No es así.
Debe pensar que estoy jugando porque se sienta y se ríe.
—Todos caen.
—Todos, ¿eh? —repito, sin estar convencido.
—Sí, todos. En su mayoría hombres, claro. Algunas mujeres. —Sigue actuando coqueta, mirándome como si esto fuera gracioso. Como si me fuera a poner celoso. Pero no me importa ni un carajo—. Sabes, James quería quedar conmigo la noche que te conocí.
James toca la batería para Shiver, y es un tipo decente en general. Puede que ella esté diciendo la verdad, pero no sé. Por la forma en que me mira me doy cuenta de que ella quiere que marque mi territorio. Que me enoje o haga algo al escuchar que James la desea. Pero si él quiere a Lauren, lo dejaría quedarse con ella.
—¿Y por qué no estás con él? —pregunto, no por curiosidad, sino porque quiero que ella sepa que podemos terminar con esto. Es libre de estar con él.
—Porque yo te quería a ti —murmura, metiendo su mano en la cintura de mi bóxer.
—Sí, pero yo no estoy disponible —digo, irritado.
Ella sigue sonriendo al bajar por mi cuerpo y sacarme la polla por la abertura frontal de mi bóxer. Me mete a su boca, cálida y mojada, e intento interesarme en esto, pero no puedo.
Después de un par de minutos me la quito de encima y me mira enojada. Me vuelvo a guardar mi polla semidura y me levanto de la cama. Recogiendo diferentes camisetas del piso, me quedo con la que huele menos a humo de cigarro y me pongo un par de jeans. Lauren se queda callada, está sentada en el colchón, pero puedo sentir su mirada en mí. Puedo sentir su furia silenciosa.
—¿Qué? —pregunta al fin—. ¿Estás celoso? No deseo a James.
No le respondo porque no creo que le guste lo que tengo para decir. Ella vuelve a preguntarlo, presiona más, y me siento en la cama para ponerme mis calcetines y botas.
»¿Esto se trata de Bella? —añade, y ahora de verdad me siento irritado.
Me puse muy mal una noche después de haberme quedado en el sofá de Bella y le conté a Lauren todo lo que pasó entre nosotros a lo largo de los años. Todo salió de golpe. Había consumido coca de más y las palabras fluyeron, y Bella estaba en mi mente como siempre.
Le conté a Lauren qué tanto la había cagado con Bella. Lo mucho que me arrepentía. Lo desesperado que me siento por tenerla de nuevo en mi vida. Lo raro es que nunca he podido decirle estas mierdas a Bella. Siempre sale en letras de canciones, o al parecer cuando estoy drogado y hablando con quienquiera que me pueda escuchar.
Una parte de mí esperaba que Lauren estuviera demasiado borracha para recordar lo que le había dicho. Pero no fue así. Y ahora me lo echa en cara siempre que puede. Especialmente después de conocer a Bella la semana pasada en la fiesta de compromiso.
—No sé por qué estás tan colado por ella. Ni siquiera es tan bonita —dice Lauren, y ya tuve suficiente.
—Vístete.
—¿Por qué?
Me levanto de la cama.
—Tengo que ir al estudio.
—Bien. ¿Te puedo acompañar?
Niego con la cabeza.
—No.
—Entonces me quedaré aquí hasta que regreses.
Encuentro su ropa sobre el piso y se la aviento al colchón, negando con la cabeza.
—No es opción. Te dejaré donde quieras ir, pero no puedes quedarte aquí.
—No tienes que portarte tan patán todo el jodido tiempo.
Al no responderle, agarra su ropa con enojo para vestirse. Me voy a la sala, abro la ventana y enciendo un cigarro. Escucho que se azota la puerta del baño y cuando ella sale unos minutos después, ya solo me queda el filtro del cigarro. Lo añado al montón de colillas que están desbordándose en el cenicero sobre el alfeizar de la ventana.
—¿En serio no me vas a dejar quedarme aquí para esperarte? —pregunta con incredulidad, parada en la puerta de la habitación.
—No dejo que nadie se quede aquí sin mí.
—No soy nadie —insiste, pero está jodidamente equivocada. Al no darle la reacción que quiere, pone los ojos en blanco—. Como sea. ¿Sabes qué? Al carajo. Te mentí. No estaba ocupada la otra noche. Estaba follando con Liam.
Apenas puedo recordar quién es Liam, pero lo recuerdo vagamente pasando el rato con nosotros unas cuantas veces. Es amigo de James, creo. Tal vez quiere que me sorprenda, pero no es así.
—¿Estás enojado? —pregunta con una sonrisa presumida en la cara.
—No. Pero me alegra haber usado siempre condón —digo inexpresivo, cerrando la ventana—. ¿Ya terminamos con esto?
Mi falta de reacción debe enojarla porque suelta un gemido agudo de frustración. Cuando eso tampoco funciona, bufa y cruza la habitación.
Y luego me avienta un zapato, y falla por cosa de nada.
Me dice que soy un cocainómano.
Me grita que no me importa lo suficiente. Que no reacciono lo suficiente. Que no siento lo suficiente.
Tiene razón. No lo hago.
Sigue hablando. Dice que necesito pelear por ella. Que cualquier hombre cuerdo lo haría.
Pero yo no estoy cuerdo. Ella no me importa ni una mierda. Y si alguna vez fuera a pelear por alguien, no sería por ella.
Sería por Bella.
XXX
Me siento entumecido.
Me siento eufórico.
Estoy sentado en mi carro con el motor encendido. Pienso en manejar, luego intento recordar todo lo que le metí esta noche a mi cuerpo.
La lista es jodidamente larga.
Después de mi enfrentamiento con Lauren, me moría de ganas por un trago, una línea, lo que fuera, en el estudio mientras mezclábamos unas canciones. Pero me contuve porque Pete lo habría notado y necesitaba mantenerme bien con él.
Aunque después de salir del estudio me reuní inmediatamente con Sam. Él no está en ninguna banda nueva. De hecho, ni siquiera sé qué carajos hace. No hablamos de nuestras vidas. Solo las jodemos.
Terminamos yendo de fiesta a una casa hacia el sur. Tomamos unos cuantos tragos. Demasiados para contarlos. Absorbí unas cuantas líneas por mi cuenta dentro del baño. Shots de tequila. Unas cuantas líneas más para nivelarme, pero fue con el producto de Sam. No sé de qué carajos está hecha esa mierda, pero me jodió más de lo que he experimentado antes.
No sé cuánto tiempo duro sentado en mi carro antes de encontrarme manejando al otro lado de la ciudad. Las luces me ciegan y me ponen borrosa la visión. Ni siquiera sé hacia dónde voy hasta que me detengo frente a su casa.
Miro mi teléfono. Puede que sean las diez de la noche o la una de la mañana. Cierro un ojo para no ver doble. Decido que no importa qué hora es, necesito hablar con Bella. Necesito confesarle que ella ha estado mucho en mi mente. Y la extraño. Con desesperación. Quiero decirle que pelearé por ella. Por nosotros. Necesito disculparme. Necesito hacerle saber que no deseo a Lauren. Que está bien, de acuerdo, arreglaré mis mierdas. Lo haré. Puedo intentarlo. Puedo dejar esto, como me lo ordenó. Solo necesito de su ayuda. Necesito que ella esté ahí para mí. Solo la necesito a ella.
Su casa está a oscuras, así que intento enviarle un mensaje. La pantalla se llena con demasiadas letras, así que me rindo, le doy unos tragos a la petaca que tengo en la guantera y me bajo. Subo los escalones tambaleándome y toco la puerta hasta que se enciende la luz del porche. Y cuando se abre la puerta, no es Bella quien está ahí.
Es Ben.
—Tiene que ser una jodida broma. —Me río, pero mi voz suena como si estuviera debajo del agua. Como si no fuera mía—. El viejo Ben.
Frunce el ceño, no encuentra esto tan gracioso como yo.
—¿Qué estás haciendo aquí, Edward?
—¿Dónde está Bella?
Se queda ahí parado, inmóvil y sin abrir la puerta más de lo necesario.
—Está en la ducha.
Mis ojos se posan sobre su hombro e intento empujarlo para entrar.
—Necesito hablar con ella. —Necesito disculparme y luchar por ella.
—No creo que sea una buena idea —dice, me pone una mano en el pecho y me empuja, así que me tropiezo un poco.
—Quítame las manos de encima —bramo, equilibrándome, pero el piso se mueve debajo de mí de todas maneras.
—Entonces retrocede —me ordena—. No vas a entrar aquí.
Retrocedo otro paso, todavía me siento desequilibrado, y sale al porche conmigo, cerrando la puerta a sus espaldas.
—¿Qué carajos? No puedes apartarla de mí —lo reto, pero las palabras suenan arrastradas y torpes.
—No, pero puedo llamar a la policía —me amenaza.
—¿Y qué les vas a decir? —Me río, me hierve la sangre por lo tranquilo que está—. Tengo permitido hablar con ella. —Después de un latido de silencio, comprendo que quizá él no sabe sobre la noche que me quedé aquí cuando ella me cuidó—. Dejé mi chaqueta cuando me quedé aquí hace unas semanas —digo con una sonrisa engreída en el rostro. Él me sostiene la mirada y eso me enerva—. Ella no te lo contó, ¿verdad? Que me quedé aquí con ella. —Es un golpe bajo, pero no me importa ni un carajo. Él se metió de nuevo en su vida. Lo menos que puedo hacer es hacerlo sentir de mierda por eso.
—De hecho, sí me lo contó —dice Ben, y esta vez él es el puto engreído—. Porque eso es lo que haces en una relación saludable. No es que tú sepas algo sobre el tema.
—Oh, jódete.
—Ya ha pasado un año. Deberías seguir adelante. Bella ya lo ha hecho.
—¿Seguir adelante? ¿Igual que lo hiciste tú después de que ella terminó contigo hace años? Te quedaste en la banca como una perrita esperando una segunda oportunidad.
—Ambos seguimos con nuestras vidas, pero nos reconectamos —me explica, yo pongo los jodidos ojos en blanco y resoplo—. No me disculparé contigo por eso. Lo que tenemos es diferente.
—¿Diferente? —Asiento con exageración, curvando los labios en una mueca de desprecio—. Las palabras que ella usaba para describir lo que tenían eran "aburrido" y "mediocre". Ella te está usando. Eres un jodido comodín.
Alza un poco la comisura de la boca.
—Al menos soy confiable. Es mejor que la mierda tóxica que tú la hiciste vivir por casi tres años.
Aprieto la quijada, rechino los dientes.
—No sabes nada sobre nuestra relación, así que cierra la jodida boca.
—Sé que ya terminó. Incluso si soy un comodín, soy yo quien está con ella ahora. No te quiere. Así que vete.
—Jódete —escupo de nuevo, y pienso en darle un puñetazo en la cara.
Él solo sonríe. Sabe que tocó un punto sensible.
Así que lo pienso otra vez. Lo satisfactorio que sería tirarle los dientes. Hacerlo sangrar. Sentir mi puño golpeando una y otra vez sobre la carne de su nariz, de su pómulo.
Y luego me doy cuenta de que no solo lo estoy pensando. Lo estoy haciendo. Estoy peleando por ella. Él está en el suelo debajo de mí, y yo sigo golpeándolo. No me doy cuenta de que se abre la puerta ni escucho la voz de Bella, pero de repente ella está ahí. Intentando meterse entre nosotros. Intentando quitarme de encima de él.
—¡Edward, detente! —grita, y al fin la escucho. Al fin siento el dolor radiando de mi mano.
Me pongo de pie. Retrocedo. Siento que estoy flotando.
Tengo acelerado el corazón y se me atora la respiración. La adrenalina viaja a través de mí. También el pánico. Intento encontrar su mirada, pero ella no me mira porque está intentando ayudar a Ben. Cuando me mira, veo la repulsión ahí. El shock. Haberle dado una paliza no se sintió para nada tan satisfactorio como pensé que se sentiría.
—¿Qué carajos? —chilla, Ben se pone de lado y escupe sangre sobre el porche.
Tengo los nudillos doloridos y llenos de sangre, pero no puedo descifrar de quién es. No sé si es de mi propia piel abriéndose o de su cara siendo golpeada.
De repente me siento enfermo. Me siento mareado. Veo a Bella ponerse de rodillas para ayudarlo. Está tan preocupada. Lo cuida tanto. Tan buena y cálida y yo me siento tan jodidamente frío.
—Dios mío —llora.
Está llorando.
Por él.
Me tambaleo un poco hacia atrás, alzando las manos.
—¿Qué estabas pensando? —solloza—. ¿Qué hiciste?
También hace otras preguntas, pero no puedo concentrarme. No puedo escucharla. Me pitan los oídos y tengo la garganta cerrada. Ella logra ayudarlo a ponerse de pie, y él escupe más sangre, murmurando algo sobre llamar a la policía.
Ella me grita que me vaya.
Que me largue, carajo.
Ya.
Así que lo hago.
Me tropiezo sobre el patio. Me meto a mi carro. De repente Bella está ahí, sus manos golpean la ventana. Sigue gritando, pero ahora es diferente. Es por mí. Me suplica. Llora. Me alejo de la acera. Me termino la petaca mientras acelero por la avenida, intentando alejarme. Intentando olvidar lo que acabo de hacer.
—¡Carajo! —grito, golpeo el volante y aviento la petaca de metal contra el parabrisas—. ¡Carajo, carajo, carajo!
No sé cuánto tiempo duro manejando. Reviso periódicamente el retrovisor, esperando encontrar policías. Esperando ser detenido por lo que hice. Mi teléfono vibra y miro la pantalla brillante. Veo el nombre de Emmett. Ignoro la llamada. Otra llamada. La ignoro. Cuando vuelvo la vista al frente, no alcanzo a ver la curva en el camino.
Pasa todo rápido. Demasiado rápido para girar o incluso pisar el freno.
Siento que el carro hace un impacto abrupto antes de ver con qué estoy chocando.
Escucho el choque de metal y el estallido del cristal.
Siento una presión sofocante y un dolor agudo.
Y luego no siento nada.
Esta historia tiene final feliz, así que aguanten conmigo, y muchas gracias a las que siguen aquí ;)
