Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es iambeagle, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is iambeagle, I'm just translating her amazing words.


Thank you Meg for giving me the chance to share your story in another language!

Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.


Capítulo 23

POV Bella

Tengo el corazón en la garganta al ver a Edward irse en su carro. No puedo moverme. Creo que estoy en shock, incapaz de procesar lo que acaba de pasar. Estoy parada en medio de la calle con lágrimas silenciosas y enojadas cayendo por mi cara hasta que ya no puedo ver las brasas brillantes de sus faros traseros.

El miedo me abruma. En el calor del momento no supe qué más hacer aparte de decirle a Edward que se fuera. Entré en pánico. Estaba enojada y asustada, y Ben estaba murmurando algo sobre llamar a la policía y presentar cargos. Solo necesitaba que se fuera esa versión violenta de Edward. Es algo muy jodido en cierta manera, querer protegerlo incluso después de lo que hizo. Pero todo fue puro instinto. No lo pensé. Incluso con Ben ensangrentado y dolorido, mi principal preocupación era Edward.

Ben me llama desde el porche, sacándome de mi bruma, y mi enfoque se posa en él otra vez. Me muevo en autopiloto. Lo ayudo a entrar. Le curo la cara. Sangre y gasa y banditas de mariposa. Me muevo rápida y silenciosamente, me tiemblan las manos y mi cuerpo está lleno de adrenalina. Capto un vistazo de mi cara en el espejo del baño. Está roja y se siente pegajosa, y sigo llorando. Con un ojo cerrado a causa de la hinchazón, Ben me asegura que está bien. Pero no sé si mis lágrimas son más por él o por Edward, y eso me hace llorar todavía más.

Me mojo la cara, respiro profundo y analizo el daño causado a Ben. Labio roto. Nariz ensangrentada. Un pómulo amoratado, y una cortada sobre la ceja. Tiene la cara hinchada y lastimada, pero no parece haber nada roto, y por suerte no muestra señales de contusión.

Una nueva ola de culpa me invade cuando reconozco que Ben resultó herido por mí. Lo dejé regresar a mi vida y corazón cuando Edward todavía no estaba completamente ausente de ninguno de los dos.

—Lo siento mucho. Lo siento muchísimo —repito.

Me silencia. Me seca las lágrimas. Pero mi corazón sigue agitado y se siente más culpable que nunca.

Ben se toma un analgésico y desaparece en el baño, y yo me voy a la cocina por hielo para él. Antes de llegar ahí hago una pausa para llamar a Rose. Le digo frenéticamente que Edward estuvo aquí hace menos de diez minutos. Estaba fuera de control, atacó a Ben y probablemente está manejando drogado. Puedo escuchar la frustración y enojo de Emmett de fondo mientras Rose le repite lo que acabo de decir. Me preguntan si Ben está bien, luego me dicen que llamarán al 911 y reportarán un conductor potencialmente borracho en las avenidas cerca de mi área. Se siente muy intenso, pero concuerdo con que es lo que tiene que pasar.

Me llevo el celular a la habitación, manteniendo el volumen al máximo. El espacio está a oscuras, pero la luz del baño ilumina el área. Ben está recostado en el colchón con los ojos cerrados. Me siento en silencio a su lado en la orilla de la cama y suspira. Apoyo en el ojo hinchado de Ben la misma bolsa de chicharos que Edward usó hace unas semanas, y hace una mueca antes de relajar la expresión.

—Perdón —murmuro otra vez, me llega una nueva oleada de lágrimas—. Lamento que te haya lastimado.

Ben se mueve al centro de la cama, haciéndome espacio para recostarme a su lado.

—Solo me alegra haber estado aquí —dice, levantando un brazo para poder acercarme más. Luego de acomodarnos, deposita un beso en el costado de mi cabeza sin importarle su labio roto—. Me alegra que no te lastimara a ti.

Sus palabras me sientan mal, y no me gusta lo que está insinuando.

—Edward no haría eso. Nunca me ha puesto una mano encima.

—No sabes de lo que es capaz, Bella. ¿Alguna vez pensaste que aparecería aquí y me haría esto?

—No. —Frunzo el ceño, a pesar de que él no puede verlo—. Pero ¿qué te dijo? O sea, ¿qué estaba pasando antes de que se te echara encima? Es que no lo entiendo.

—No lo sé. —Ben exhala y puedo sentir su frustración—. Queda claro que no quiere que estemos juntos. Dijo que quería hablar contigo y yo no lo dejé entrar, y el cabrón borracho se volvió loco.

Vi que tenía un mensaje de Edward al salir de la ducha. Fue un mensaje muy incoherente, pero pude descifrar que estaba en mi casa y quería hablar. Fue entonces cuando escuché la conmoción afuera.

—Si vuelve a venir, llamaré a la policía —dice Ben con determinación—. Tiene suerte de que no vaya a presentar cargos.

Si Ben quisiera, ni siquiera podría detenerlo. Tampoco lo culparía. Incluso ahora me pregunto si debí haberlo dejado que llamara a la policía. Porque entonces las acciones de Edward no quedarían impunes. Se le responsabilizaría. Sería una llamada de alerta.

Por mucho que eso me haga sentir devastada, siento que es lo que necesita.

XXX

Eventualmente Ben se queda dormido, pero yo estoy demasiado inquieta para dormir. Me muevo y doy vueltas. Los eventos de la noche siguen repitiéndose en mi cabeza, una y otra y otra vez.

Cada vez que cierro los ojos, la imagen de Edward parado sobre Ben con su puño golpeándole el rostro sin descanso aparece ante mi visión.

Rose se comunica conmigo poco después de mi llamada, pero todo lo que puede decirme es que Edward no respondía el teléfono y que cuando fueron a su casa, tampoco lo encontraron ahí. Se hizo el reporte a la policía, pero o no lo encontraron o logró llegar a dondequiera que se dirigía.

Él hace esto, dijo Em a través del altavoz. Ha pasado un tiempo, pero se supone que Edward desaparece de vez en cuando. Desaparece del radar. Luego reaparece como si nada hubiera pasado.

Escuchar eso no ayuda en nada a mi ansiedad. Pero excepto por recorrer nosotros mismos la ciudad en busca de Edward, no hay nada que podamos hacer en realidad. No hasta que él decida regresar.

Ben ronca un poco más alto, y en vez de moverlo, me quito las cobijas de encima y bufo con irritación. Pienso brevemente en tomarme una pastilla para dormir, pero es demasiado tarde. Apenas pasan de las cuatro de la mañana, y tengo que levantarme para ir a trabajar en tres horas. Decido que no hay forma en que vaya a poder descansar para nada, así que agarro mi celular y me levanto de la cama.

Me preparo una taza grande de café y me siento en el sofá, revisando el Instagram de Edward. No hay nada ahí que me haga saber dónde está o si es que está bien. Casi odio el que no puedo dejar ir el asunto.

Él hace esto.

La aceptación de que Edward hace estas mierdas cada tanto tiempo me alarma. Pero sé que Emmett ya está harto. Lo ha intentado muchas veces, y ahora hay tensión en su relación. Hay un límite para lo que puedes hacer por alguien que no quiere recibir ayuda.

Me vibra el celular en la mano y aparece el nombre de Emmett en la pantalla.

—Hola —digo con voz baja y cansada—. ¿Lo encontraste? ¿Qué está pasando?

La línea se queda en silencio.

Mi corazón se hunde tanto que puedo sentir su peso en mi estómago.

Em exhala un suspiro pesado y lo sé. Sé que pasó algo malo. Pienso en lo más profundo de mí que siempre lo supe, es por eso que no podía dormir. Por eso no podía quitarme esa sensación de inquietud que se negó a abandonarme durante toda la noche.

—Tuvo un accidente —logra decir Em al fin.

Estoy llorando incluso antes de conocer los detalles.

Em me cuenta lo que sabe y se me ladea el mundo.

Edward chocó.

Solo él, su carro y un árbol.

Emmett sigue hablando, hablando, hablando, sobre el sitio donde chocó Edward y quién lo encontró, pero no puedo enfocarme porque todo lo que quiero saber es que él sigue con vida.

—Dime que está bien, Em. Por favor —le ruego.

—Está vivo, al menos —responde Em, y todo se acomoda rápidamente en su sitio. Todo se equilibra. Mi mundo ya no está ladeado, pero sigue inestable—. Tuvo suerte. —Hay tanto angustia como alivio en la voz de Em—. Está en cirugía justo ahora. Lo metieron de emergencia al llegar ahí, supongo. No lo hemos visto.

—¿Cirugía? —pregunto con voz temblorosa.

—Dijeron algo sobre sangrado interno. No hemos sabido mucho.

—Dios —exhalo, sollozando en la línea. Mi angustia se convierte en rabia durante el segundo más breve del mundo—. ¿Qué carajos estaba pensando, Em?

—No lo sé —dice con voz baja y resignada—. No estaba pensando.

Ambos nos quedamos en silencio, la pesadez del momento es casi sofocante. Me pregunto si Emmett también está pensando en cómo esto se pudo haber evitado.

—Lo dejé manejar —lloro, se me estruja el corazón con culpa.

—No te hagas esto. Probablemente no hubieras podido detenerlo incluso si lo hubieras querido. Sé que esta no fue la primera vez que manejó borracho. Dudo que haya sido la última.

Entiendo el razonamiento de Emmett, pero eso no calma mi angustia.

—¿Por qué no me llamaste antes? —presiono, las lágrimas siguen cayendo con furia por mis mejillas—. O sea, ¿por qué no de inmediato, Em? Llevo toda la noche preocupándome. Pude haber…

—Oye, lo siento. Es tarde y estábamos esperando a saber más —explica con gentileza—. La policía se acaba de ir del hospital. Fue todo un caos. Es que… —Exhala—. Lo siento, B.

—¿En qué hospital están? —le pregunto, parándome con prisa del sofá para ponerme los tenis y una sudadera.

—Quédate donde estás. Por favor. De todas formas, ni siquiera podemos verlo. Va a tardar —dice Emmett con tranquilidad—. Esto va a llevar su tiempo.

—Al carajo con eso, Emmett. Voy a ir.

Necesito esto. Necesito estar con Emmett y Rose y los padres de Edward. No puedo quedarme aquí sentada, sabiendo lo que sé, y seguir como si nada. No puedo ir a trabajar en unas horas y fingir que todo está bien. No puedo meterme a la cama con otro hombre cuando solo hay uno en mi mente.

—Bel…

—Emmett. —Hay firmeza en mi voz.

Con un suspiro resignado, me dice en cuál hospital están y al mismo tiempo me pide que por favor maneje con cuidado.