Capítulo 18

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La primera misión había llegado.

Sasuke se había llevado una desagradable sorpresa al despertar un recuerdo no grato en Hinata, luego de que se pusiera el comunicador. Hacía unos minutos que la muchacha se había tranquilizado, pero esperaría un poco más antes de darse a la tarea de encontrar al estúpido gato perdido.

Se quitó el cabello de la frente y exhaló, Hinata aún luchaba contra unas lágrimas aguerridas que le escurrían por las mejillas en momentos.

―… lo siento ―murmuró, llevándose el pañuelo de papel, hecho girones, al rostro.

―… descuida ―arrastró, dejando caer la mano. ―¿Estás bien? ¿Puedes seguir?

Ino le había advertido y no era la primera vez que eso sucedía, pero no se acostumbra a lidiar con las emociones de su alumna.

―S-Sí ―apresuró, avergonzada y poniéndose en pie.

La mano de Sasuke le cayó, pesada en el hombro. Levantó la mirada, aterrada de fracasar, y se encontró con una extraña suavidad en la mirada del muchacho, que la tranquilizó.

―Tómate tu tiempo.

―… estoy bien ―susurró.

Apenas había sentido la presión sobre su cuello, aunándose a la de su oído, un destello terrible, de aquella pesadilla que había olvidado por completo, le vino a la mente y la golpeó de lleno. Su cuerpo se había tensado, antes de echarse a temblar; con un grito, sus manos se habían arrancado el comunicador y lo habían arrojado al suelo.

No recordaba mucho de lo sucedido momentos después, cuando volvió en sí, Sasuke la sujetaba firmemente de antebrazo y le hablaba con voz tranquila. Sin alejar la mirada de sus ojos, le repetía una y otra vez que todo estaba bien y que respirara profundo, exagerando sus respiraciones para centrarla.

Pero la imagen de aquella cosa blanca no la abandonaba, cada que cerraba los ojos estaba ahí.

―… estoy lista ―soltó, aunque era mentira.

―¿Segura?

Asintió.

―Bien.

Observó el comunicador que había recogido del suelo y se lo mostró a Hinata, que lo miró con algo de duda e incomodidad, pero lo tomó luego de unos segundos. La observó mientras volvía a ponerse el comunicador, esperando que recayera en la ansiedad de momentos antes, pero esta vez solo obtuvo un gesto de desagrado y un dedo que no dejaba de mover la banda alrededor del cuello.

―No podrás usar el Byakugan hoy y no voy a involucrarme hasta que encuentres al gato y tengas que atraparlo ―explicó de nuevo. ―Tenemos que estar en comunicación constante, hasta en ese momento, ¿entendido?

Asintió.

―Bien. Empecemos.

Habían caminado hacía un grupo de edificios, que formaban callejuelas apretadas, donde habían visto por última vez al gato, aquella mañana. Hinata entró en la callejuela y luego de unos cuantos pasos, miró atrás, Sasuke seguía de pie ahí y en esos momentos usaba sus dientes para iniciar el cronómetro.

Obtuvo una mirada del muchacho y un asentimiento, que le repuso un poco de la seguridad que había perdido con el susto de momentos antes.

Anduvo durante minutos, sin encontrar rastro del gato y sin escuchar más sonidos que los que se colaban por algunas de las ventanas… conversaciones, transmisiones de radio o televisión, utensilios de cocina chocando unos con otros. El lugar no estaba sucio, pero al ser una de las calles traseras, estaba en evidente estado de abandono y había demasiado polvo. Anduvo por aquel laberinto, con la única guía que Sasuke podía brindarle a través del comunicador.

¿Cuál es la situación? —resonó la voz de Sasuke en su oído.

—Estoy en la intersección —respondió, deteniéndose en una intersección.

Observa bien los alrededores.

Asintió y observó los detalles, buscando marcas de patitas en el polvo del suelo o las paredes, quizá objetos volcados que evidenciaran el paso. Se adentró en uno de los pasillos y observó las líneas que una lata había dejado al salir disparada de su sitio y moverse erráticamente por el pasillo. Sonrió.

―Encontré algo, en el pasillo trasero del bloque k ―comenzó a decir, explicando la situación.

Sigue por ahí.

Caminó unos cuantos metros, la callejuela serpenteaba, los edificios eran tan altos que la luz apenas llegaba ahí abajo. Sasuke hablaba en su oído en momentos y ella le respondía en el tono de voz más bajo que pudiera percibir el micrófono. Se detuvo al llegar a una pared, la callejuela se partía en dos caminos.

Miró hacia la izquierda, el pasillo mostraba una salida a campo abierto, miró a la derecha y un sonido escapó de su garganta al encontrarse con una persona acuclillada en el suelo, acariciando al gatito que perseguía.

El gatito jadeaba y en momentos dejaba escapar gruñidos de advertencia.

Solo en una ocasión había habido civiles involucrados en una misión de recuperación que tuviera años atrás. Eran un grupo de niños que se habían encontrado a la gatita antes que el equipo ocho y se negaban a devolverla, asegurándoles que "quien lo encuentra, se lo queda". Imaginaba que, al tratarse de un adulto, esta vez no tendría que enredarse en un tira y afloja sin sentido, pero nunca sabía cómo podía reaccionar la otra persona.

Se acercó con cautela, pero por alguna razón se detuvo a unos pasos, el muchacho le seguía dando la espalda y parecía no notarla.

―… disculpa…

El muchacho se tensó y se movió un poco, pero no la miró. Aquello la mantuvo en su sitio, alerta.

—¿Es tuyo? —preguntó una voz masculina y suave.

Hinata tragó saliva con dificultad. —N-No… pero me enviaron por él.

¿Con quién hablas? ―interrumpió Sasuke en su oído.

—¿Quién es usted? —preguntó, haciendo eco a la pregunta.

El muchacho no contestó, pero volvió a encorvarse, aparentemente relajado.

Apretó los labios unos momentos, temiendo que aquel fuera un adulto testarudo que se negaría a devolverle el gato o le dificultaría las cosas. Lo vio levantarse del suelo, luego de tomar al gato con las manos. El callejón se llenó con el sonido de un maullido de advertencia que dejó escapar el animalillo, completamente erizado y con la mirada bien atenta. Hinata dio un paso atrás, sus manos estaban a medio camino de adquirir una posición de defensa, pero terminaron acomodándose para acunar al gato en su pecho. Podía sentir al animalito temblar y apretarse contra ella.

¿Hyūga, qué está pasando?

Observó fijamente a aquel extraño, sonreía ligeramente y tenía el rostro agachado, solo podía verle las pálidas pestañas. La voz de Sasuke resonaba en su oído, pero algo le decía que lo mejor sería que no contestara.

―… gracias ―balbuceó, esperando que Sasuke se tranquilizara con eso. ―¿Quién eres? ―murmuró, sintiendo cierta familiaridad

El muchacho extendió la sonrisa y acarició al gato, que volvió a gruñir. ―… estará tranquilo contigo —aseguró. —Ten cuidado, alguien lo estaba azuzando cuando lo encontré… podría lastimar tu carita.

Sintió los dedos del muchacho acariciarle suavemente la barbilla y lo sacudió con un movimiento brusco de la cabeza, dando un par de pasos lejos de él, pero cuando volvió la mirada no encontró a nadie cerca de ella. Miró en todas direcciones, hacia arriba, hacia la salida y por el pasillo por el que había llegado, pero no había señales de nadie.

La sensación que le había recorrido el cuerpo aún parecía cosquillearle en la barbilla. Apretó al gato contra su pecho, contuvo la respiración y tragó saliva con dificultad.

—Contesta cuando te hable —recriminó Sasuke, haciéndola saltar y pegar un gritillo.

―L-Lo siento ―balbuceó, recuperando el color y el aliento.

—¿Con quién hablabas? —preguntó, no olvidaba el temblor en la voz que escuchara por el transmisor y la reacción de esos momentos no era normal.

—… n-no lo sé, no me dijo su nombre… solo me entregó al gato.

Miró al animal, que aún temblaba en los brazos de Hinata. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. ―¿Cómo era?

―… pálido, como de tu estatura… parecía enfermizo… creo que lo conozco ―murmuró, mirando de nuevo hacia el pasillo y buscando en su memoria.

—¿Se alejó por aquí? ―inquirió, dando un paso hacia el pasillo que Hinata había recorrido para llegar ahí.

Apretó los labios unos momentos y negó. ―N-No lo sé…

La miró de nuevo, frustrado, pero escucharla decir que creía conocerlo lo tranquilizó un poco, aunque no demasiado.

—Bien… préstame tu mano ―pidió.

―¿Por qué?

Esos meses había aprendido el idioma de la comunicación no verbal de Sasuke, con un poco de dificultades escurrió el brazo de debajo del gato y su mano tembló en el aire, antes de que Sasuke se la tomara. Contuvo la respiración y miró sus dedos entrelazarse unos momentos, intentó alejar la mano, pero los dedos de Sasuke apretaron los suyos.

―Tenemos que hacer una secuencia de sellos ―gruñó, tirando de la mano.

Pronto la voz queda de Sasuke le indicó la secuencia y aunque no sin dificultades, formaron los sellos necesarios para poder invocar un par de serpientes. Hinata observó la invocación en silencio y escuchó a Sasuke dar órdenes, para que los animales rastreros investigaran en los alrededores.

Las dos víboras se escurrieron y se perdieron en el pasillo.

Miró entonces a Sasuke, con las cejas ligeramente juntas.

―¿Qué?

―¿Cómo lo hace cuando está solo?

Apenas había terminado de hablar, su gesto cambió de uno de confusión a uno de terror e incredulidad. Se llevó la mano a los labios, incapaz de dejar de mirar a Sasuke, y regañándose internamente por no haber pensado bien antes de abrir la boca.

―¡L-Lo siento… es que…! S-Sí mal… recuerdo que no… bueno, se n-necesitan las dos… ―agachó la cabeza y la agitó, en un intento por desenredar su lengua.

―… hm.

Levantó la mirada, pero no se atrevió a llegar al rostro de Sasuke, se quedó mirándole el pecho.

―Hay jutsu que pueden perfeccionarse al punto de solo requerir el uso de este sello ―explicó, formándolo con su mano.

Asintió, recordando que Neji y Hanabi solían utilizar el mismo sello para activar el Byakugan. ―¿Pelea sin poder usar jutsu?

―Trabajo con lo que hay ―se limitó a decir y luego se movió, para dejar el campo abierto hacia la salida. ―Vayamos a entregar al gato… luego me hablarás de tu conocido.

Asintió, ligeramente distraída, y caminó frente a él, en dirección a la luz y la calle abierta que había hacia la izquierda. Luego de dar un par de pasos, miró de soslayo a Sasuke, no pudo evitar admirarlo.

Sasuke miró atrás con recelo, pero no logró nada. Una vez en la calle observó a la gente que pasaba, nadie parecía haber notado algo fuera de lo normal, la vida seguía como si nada.

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Luego de entregar al pobre gato a su dueña, que resultó ser una pequeña -descuidada y brusca-, rendir el reporte y recibir la paga, caminaron por el edificio en completo silencio hasta que Sasuke la empujó dentro de una habitación, en la que había una amplia mesa llena de libros, pergaminos y libretas y en la que había un amplio librero algo vacío. Por unos momentos se llenó de pánico, pero al ver que el muchacho no tenía brillos asesinos en la mirada, ni obstruía la puerta, se tranquilizó. Lo observó en aquella oscuridad a medias, antes de que se encendiera un bombillo que iluminó la habitación por completo.

―No te quitaré mucho tiempo, solo necesito que contestes unas cosas ―explicó, cruzando la habitación y buscando entre los papeles algo con qué anotar.

Asintió, esperando la pregunta.

―Siéntate ―señaló con un movimiento rápido de la mano la silla y volvió a distraerse. ―¿Has notado algo extraño a tu alrededor?

Su gesto mostró su confusión ante aquella pregunta, separó los labios, lista para hablar, pero las palabras murieron en su pecho. Se sentó, distraída con sus pensamientos, la mirada clavada en el filo de la mesa.

―… todo parece extraño ―se sinceró, rascándose la frente e incapaz de mirarlo. ―Muchas cosas han dejado de serlo, conforme recupero recuerdos… supongo que el resto dejará de serlo, cuando…

Guardó silencio y levantó la mirada, encontrándose con la de Sasuke, que parecía decepcionado, pero comprensivo. Un extraño revoloteó despertó en su estómago y desvió de inmediato la mirada.

―¿Hay algo en específico que le interese?

―No… me interesa cualquier cosa ―se sinceró, sentándose en la mesa e inclinándose un poco hacia ella. ―¿Has notado algo sospechoso? ¿Alguien cerca que no conoces? ¿Has sentido que te vigilan?

Una sonrisa irónica se escapó a sus labios y la ocultó al apretarlos. Levantó la mirada y se encontró con la de él.

―… siempre hay alguien vigilándome, sensei.

Separó los labios, consciente de la estupidez que acaba de preguntar. Miró los ojos blancos de Hinata y notó, en lo profundo, algo que le hablaba y que no terminaba de entender.

―¿No te dejan sola ni un momento? ―arrastró.

―… no lo sé ―murmuró, agachando la mirada y deslizando la punta de su dedo sobre el filo de la mesa. ―Creo que suelen dejarme sola cuando salgo a la ciudad… pero no estoy segura, mi Byakugan ni siquiera abarca un kilómetro aún.

―… hm.

―… lo siento.

―No te disculpes ―apresuró, sin ocultar de todo el fastidio que esa actitud le provocaba.

Hinata lo miró apenas un segundo y agachó de nuevo el rostro, enarcando ligeramente las cejas en un gesto con el que reprimió el "lo siento" que estuvo a punto de escapar de su boca.

La puerta se abrió entonces y los dos miraron al mismo tiempo, encontrándose con el gesto de sorpresa de Naruto, que se quedó pasmado con la mano aún aferrada a la perilla. Alternó la mirada entre cada uno, sonrió, y dio un paso atrás.

―Lo siento ―sonrió, mirando a Sasuke, que seguía ligeramente inclinado hacia Hinata. ―… no sabía que estaba ocupado.

Hinata enrojeció y se erizó al verlo guiñar el ojo y se puso en pie de inmediato. ―¡N-No es lo que tú crees, N-Naruto-kun!

Pero el muchacho no escuchó razones, cerró la puerta, despidiéndose demasiado contento.

Sasuke cerró los ojos unos momentos y se frotó la frente, levantándose de la mesa y manteniéndose de pie a lado de ella. Miró a Hinata, que había vuelto a sentarse, pero no podía recuperar el color habitual de su cara y recordó todos los sonrojos que había presenciado en la academia y durante su corta carrera como genin dentro de la aldea.

Miró hacia la puerta, burlón, pero borró el gesto.

―¿Qué tan buena eres dibujando? ―preguntó, sacando a Hinata de su lamento.

―… pues…

Las palabras murieron en sus labios y juntó las cejas, sus ojos veían una sonrisa frente a ella, pero no podían ver por completo el rostro. El eco de una voz cantarina y alegre le llenó la cabeza, al tiempo que una serie de imágenes y colores le nublaban el pensamiento por unos momentos.

―… soy buena, gané una beca y ―parpadeó y sacudió la cabeza.

Miró a Sasuke, que también la miraba, pero parecía confundido. Sonrió un poco, avergonzada.

―… ¿qué?

―Si puedes dibujar a la persona que viste, de memoria, hazlo ―ordenó, arrastrando una hoja y un lápiz por la mesa, acercándolos a ella.

Observó las herramientas y asintió. ―… quizá no sea muy buena.

―Acabas de decir-

Lo miró, confundida. ―… ¿Qué?

La miró fijamente, acababa de recordar toda la información que había leído sobre ella, antes de cruzar el portal para recuperarla. La rutina que llevaba ella en aquella ciudad extraña apareció ante sus ojos. Desencajó la quijada y negó.

―Olvídalo… me confundí.

Asintió y agachó la mirada al papel. El lápiz ya estaba acomodado en sus dedos y se dio a la tarea de dibujar. Le sorprendió lo bien que lo hacía y lo crítico que era su ojo. No tardó demasiado en terminar de hacer un retrato, casi cien por ciento fiel, del sujeto que había visto; y no supo por qué no dejaba de pensar que estaba perdiendo la práctica.

Sacudió aquella idea rara de su cabeza y deslizó la hoja hasta las manos de Sasuke.

―¿Es él? ―preguntó, tomando el retrato. Aquel ángulo no lo ayudaría mucho a reconocer el rostro, pero las ropas que llevaba no eran habituales en Konoha.

―… sí. ¿Lo conoce?

Negó. ―… nunca lo he visto.

Asintió y miró el reverso de la hoja.

―¿Tu lo conoces? ―preguntó, mirándola.

―… creo ―murmuró. ―¿Por qué está tan interesado en él? ¿Qué está pasando?

Notó el brillo de la mirada de Hinata y se sintió acorralado, había cometido un error. Ella no olvidaría su interés y a menos que saliera con una excusa convincente, no sabía a qué tipo de consecuencias tendría que atenerse.

―Absolutamente nada ―arrastró, dejando que el tedio que sentía ahí dentro permeara cada letra.

Asintió. No mordía del todo el anzuelo, pero la atraía lo suficiente.

―Son cosas mías, me aburro aquí adentro ―exhaló, doblando el dibujo. ―Gracias por entretenerme con esto, disculpa que te quitara el tiempo.

Rodeó la mesa y cruzó la habitación hasta la puerta. Hinata boqueó, tragándose lo que fuera que estaba a punto de decirle, y lo siguió con la mirada. Se quedó sentada en la silla, observando la puerta, y luego de unos segundos se levantó y salió de ahí.

Se quedó de pie en el pasillo, observando la soledad. ¿Qué demonios había sido eso?

Sasuke, por su parte, casi había volado hacia la única persona que se le ocurría podría ayudarlo con esa empresa: Naruto. Lo encontró en el techo de la torre, estudiando a la luz de una linterna que sostenía con los dientes.

―Oye…

Naruto levantó la mirada, topándose con el dibujo que había hecho Hinata, y habló con dificultades. ―¿Qué es esto?

―¿Lo conoces?

―… creo que no… ―arrastró, mirándolo unos segundos. ―¿Quién es?

―No lo sé ―gruñó, doblando la hoja y sentándose junto a él. ―… creí que lo conocerías.

―¿Por qué? ―arrastró, sin interesarse en eso, volviendo la mirada a su lectura. La linterna cayó en su mano izquierda.

―Conoces a todo el mundo ―explicó, recargando la mano en el suelo y mirándolo, aburrido.

Sonrió un poco y asintió. ―… que no sea un antisocial como tú, no significa que- espera ―se interrumpió, perdiendo por completo el interés en sus estudios y mirando a Sasuke, acusador. ―¿Qué demonios interrumpí?

Exhaló. ―¿De qué hablas?

―De lo que estaba pasando allá, ¿por qué estaban encerrados? ¿Por qué tan íntimos?

―No seas imbécil ―renegó, con un gesto de rechazo.

―Te dije que Hinata se iba a ganar tu confianza.

―No confío en ella ―aseguró, haciendo énfasis en cada sílaba.

―No cambies de tema ―espetó, a pesar de que él era quien se había alejado un poco. ―¿Qué hacían?

Lo miró, debatiéndose. Quería confiarle a Naruto sus preocupaciones, pero todo lo que rodeaba a Hinata estaba demasiado enredado y no sabía dónde se terminaba el secreto de profesión con un tema o dónde comenzaba con otro.

―Estaba corrigiendo algunos de los errores que tuvo el día de hoy, es todo ―mintió.

Lo miró fijamente unos segundos. ―… pfft.

Aquello terminó con su interés y volvió a leer en silencio, mordiendo el lápiz de manera distraída.

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Kō había enviado a Kaji a esperarla y, aunque lo recibió con una sonrisa, no pudo evitar sentir fastidio. Caminó hacia el muchacho en silencio y, una vez estuvieron a la par, comenzaron a caminar en dirección a la casa.

Dejando de lado que en su naturaleza no estaba la grosería normalizada, una de las razones por las que no demostraba su inconformismo frente a aquel muchacho, era por la diferencia de edad entre ellos y el mutismo que lo caracterizaba frente a ella. Imaginaba que no le dirigía la palabra por ser adolescente tímido, en ocasiones lo había pillado gastándole bromas a Natsu y a Hikari-san.

Obviamente no hablaron durante el trayecto, más allá de los saludos correspondientes. Hinata caminó abstraída, no estaba cansada y por culpa de la misión aquel día no había habido entrenamiento, así que su energía estaba malgastándose en su cabeza. Le daba vueltas y vueltas a la poca información con la que contaba… el conflicto de Neji y Tenten no dejaba de marearla, la noche anterior había descubierto que la urgencia que motivaba a Hanabi últimamente no era por la proximidad de su cumpleaños.

Y ahora, se revolvía en todo eso, el recuerdo de aquella pesadilla, la extraña actitud de Sasuke momentos atrás y el recuerdo del muchacho que se encontrara en el pasillo.

Se llevó distraída la mano al a barbilla y se sacudió el escalofrío que volvió a recorrerla. Levantó la mirada al notar que su vigilante del día no caminaba a su lado y se giró, buscándolo con la mirada.

—¿Qué pasa…? —el volumen de su voz murió al notarse completamente sola en el sendero. Miró alrededor. —¿Kaji-kun?

Una súbita sensación de escalofrío la plantó en el sitio y tuvo que esforzarse por girar su cuerpo y retomar el camino; al ir girando, algo captó su atención. Lentamente fue desviando la mirada hacia aquello que la había paralizado de nuevo y vio a Sasuke, parado ahí con la mirada fija en ella.

Exhaló, aliviada, aunque aquella sensación que le apretaba el estómago no desaparecía. —U-Uchiha-sensei… no haga eso.

Lo vio a los ojos y una nueva sensación de escalofrío le recorrió la espalda, esos ojos negros le reclamaban la mirada de una manera que no le agradaba nada, sentía que a través de ellos podría ver la peor de las torturas. Separó los labios para hablar, pero las palabras se atascaron en su garganta, al ver que Sasuke se encontraba frente a ella en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Qué hace? —balbuceó, dando un paso atrás.

Las pupilas giraron lentamente, formando el patrón distintivo de su Mangekyo Sharingan; contuvo la respiración unos momentos y bajó la mirada, sabiendo que era demasiado tarde, y se detuvo al toparse con la horrible sonrisa que tenía Sasuke en el rostro. En sus dientes se acomodaba el gozo de verla temblando de esa manera.

… esa era la sonrisa de una persona sedienta de sangre.

Dio un paso atrás y palideció al ver que la mano se asomaba de la capa, empuñando la katana, y con un movimiento rápido la navaja se acomodó contra su cuello, presionando apenas lo suficiente para que pudiera sentir el frío filo contra la piel, pero no para cortar la superficie. Un movimiento en falso y estaba muerta. Tensó su cuerpo para dejar de temblar, tragó saliva con dificultad. Clavó la mirada al frente rehusándose a mirar a Sasuke a los ojos de nuevo.

—¿Por qué hace esto? —susurró, con un tartamudeo.

Pero la única respuesta que obtuvo fue un rápido movimiento del brazo. Sintió un dolor en el cuello, similar al que recordaba de sus únicas imagines de la guerra. No supo si sus piernas habían cedido, no las sentía, pero su mirada perdía altura, caía al suelo lentamente. Cerró los ojos, rogando porque aquello terminara pronto y al abrirlos un grito escapó de su garganta al ver que su cuerpo sin cabeza se tambaleaba y comenzaba a caer sobre ella.

Sintió un dolor, seguido de frío en el trasero y se levantó rápidamente del suelo, llevándose las manos al cuello y notando sus palmas raspadas, llenas de tierra y con algunas piedrillas aún encajadas en la piel. Luchó contra su respiración agitada y volvió a gritar al sentir que la tomaban del hombro.

—Hinata-sama, ¿qué le pasa?

Su mirada no tardó en encontrarse con el dueño de aquella voz. Lo reconoció, reconoció el distintivo de su frente y sus ropas… Kaji.

—¿Dónde está? —espetó con voz ronca, sin dejar de hiperventilar y mirando alrededor.

—¿Dónde está quién?

—¡¿A dónde fuiste?! —suplicó, aferrándose a sus mangas. —¿¡Por qué lo dejaste hacerme eso!?

Negó, confundido. —¿De qué habla, Hinata-sama?

—¿Qué? —balbuceó, soltándolo y mirándose las manos heridas de nuevo. —Oh, lo siento… te ensucié.

Intentó sacudirle las mangas.

—… descuide —apresuró, tomándola por los antebrazos y buscándole la mirada. —Está llorando, está muy pálida…

Miraba los alrededores, desconfiada, aferrada a las manos de Kaji, que seguía intentando centrarla. La boca se le secó al encontrarse con la enorme puerta que cerraba los muros que rodeaban la casa. ¿En qué momento habían llegado ahí, si se encontraban a veinte minutos de distancia?

Miró de nuevo alrededor, pasando saliva con dificultad. Se llevó una mano a la cabeza.

—¿Hinata-sama?

—… creo que estoy soñando —balbuceó y se miró las manos, le escocían.

¿Por qué había visto eso?

—Hinata-sama, venga conmigo —rogó el muchacho, dirigiéndola a la casa.

Asintió y comenzó a seguirlo, pero antes de que pudiera cruzar la puerta quedó sumida en una espesa oscuridad y un inquebrantable silencio.

Se había desmayado.


Aquí sigo, no me olvido. Tenía intención de empezar a actualizar una vez a la semana para estas fechas, pero sin computadora se me dificulta bastante terminar de detallar la historia :c

Jueves, 27 de octubre de 2022