Detrás de la sonrisa

Capítulo 18: Aceptación.

Aceptar quienes somos, nos permite avanzar.


Adrien llegó a la mansión un tanto perturbado. Vio que Nathalie lo notó ni bien cruzó la puerta y la miró sorprendido. Aunque habían pasado ya un par de semanas, aun le costaba aceptar que tenía alguien en casa que se preocupaba por cómo se sentía o en qué pensaba…

—¿Está todo bien? —preguntó Nathalie, y al ver cómo el chico suspiraba, apoyó su mano en la espalda del muchacho y le dijo que fuera al comedor, que le llevaría un poco de té.

Adrien alcanzó a hacer una mueca en lugar de responder y caminó hacia el comedor, se sentó en la cabecera como siempre y esperó, pensando en la forma de pedirle a Nathalie que lo dejara ir con Marinette a Londres.

Marinette le había contado cómo aquella mañana, Marianne, la pareja del Maestro Fu, se había comunicado con ella para invitarla a la exposición artística de Wang Fu.

Adrien no había tenido mucho trato con el maestro, más allá de contadas ocasiones, pero ver cómo Marinette hablaba de él y su pareja, lo hizo sentir un poco deprimido. Salió de sus pensamientos, cuando Nathalie se sentó en la silla a su lado, después de dejar dos tazas de té sobre la mesa.

—Te escucho —dijo, para iniciar la conversación. Adrien la miró fijamente y aunque odiaba mentirle, tuvo que hacerlo.

—Hable con Ladybug —comentó, tomando su taza de té, observando el líquido —. Me dijo que me harán olvidar que soy un sentimonstruo, como me comentaste la otra vez —le informó, rodeando con sus pulgares el borde de la taza —. También harán lo mismo con Nino, Marinette y Alya, pues ellos tampoco pueden recordar que lo que soy.

—Oh… —aunque se sorprendió, encontró que era lo más lógico.

—Y tengo miedo…

—¿Miedo por qué?

—Yo empecé a salir con Marinette después de descubrir que era un sentimonstruo… ¿y si también olvidamos que estábamos juntos? ¿Y si la pierdo?

—Adrien… —Nathalie lo tomó de la mano y éste se la dejó cuando sintió un leve apretón—, lo de ustedes comenzó mucho antes y va más allá de lo que eres. Marinette ha sido especial para ti desde que la conociste, me consta porque te he visto actuar con ella de manera diferente al resto y sé que ella también te consideraba de igual manera desde hace tiempo, a pesar de que tu padre creía que su interés era por los Miraculous… Ten por seguro que lo que ustedes sienten, ninguna poción mágica va a poder borrar.

—Espero que tengas razón… —susurró.

—Verás que sí…

—Y si no… —Nathalie movió la cabeza, confundida—… ¿Puedo acompañar a Marinette a Londres? Ella se va mañana a una exposición y, aunque va acompañada y en Londres vive su tía materna, no sé, me gustaría ir con ella. Quiero aprovechar el tiempo que nos queda.

—Bien… —dijo sin pedir más explicaciones, sorprendiéndolo ahora a él—…puedes ir. Me aseguraré de que esté todo listo para mañana.

—Nathalie… —susurró y ella le sonrió, tomando el pañuelo rojo que siempre llevaba en su chaqueta para pasárselo y así pueda limpiar sus lágrimas silenciosas—… gracias.

—Ya te lo dije. Solo quiero lo mejor para ti.

Casi sin darse cuenta, Adrien estaba, muy temprano en la mañana, en la estación del Startrain junto con una anciana que Marinette le presentó emocionada y con una gran sonrisa, y que él recordaba de algunas akumatizaciones.

—Ella es Marianne Lenoir. Siempre he querido que la conozcas —le comentó sin quitar la sonrisa de sus labios, para luego acercarse y susurrarle como si quisiera contarle un secreto—. Marianne recibió la carta de amor que te escribí cuando la confundí con la receta del maestro Fu.

Adrien abrió sus ojos, sorprendido y Marianne le sonrió a Marinette.

—Oh, así que éste es el chico para el que iba la carta… —completamente sonrojada, la de coletas afirmó repetidamente, escondiendo las manos detrás de ella.

Marinette y Adrien se miraron con una sonrisa.

—Adrien Agreste —se presentó, extendiendo su mano hacia la anciana—. Mucho gusto.

—Me alegra mucho conocerte y saber que, así como con mi Fu, después de tantos desencuentros, ahora por fin están juntos.

Antes de que pudieran mencionar algo más, la voz en los parlantes de la estación indicaba la partida del siguiente tren.

—¿Traen todo? —tras afirmar, los tres subieron al tren, seguidos por el guardaespaldas de Adrien que se mantuvo unos cuantos asientos, alejado, para darle privacidad a la joven pareja.

Marinette y Adrien se sentaron juntos, se tomaron de las manos y apoyaron sus cabezas, cerrando los ojos, todo lo que duró el viaje.

Cuando finalmente llegaron a Londres, fueron guiados por Marianne hasta una hermosa casa de dos pisos y con un amplio jardín rodeándolo. Dejaron su pequeño equipaje en la entrada, antes de acompañar a Marianne a la galería donde Fu esperaba por ellos.

Adrien vio todo lo que pasó luego como si fuera un personaje extra, uno de fondo que apenas y podía interactuar con los protagonistas de la escena, ya que Marinette y Fu hablaban como viejos conocidos. Tuvo que apretarse el labio inferior con los dientes para contener las ganas de llorar, sintiéndose impotente porque sentía que, aun cuando ya sabía la verdad, era ajeno a muchas cosas como esa. Fu había tomado la mano de Marinette y la había llevado dentro de la galería, y él se quedó ahí de pie, sin saber qué decir o qué hacer.

—¿Sabes? —de pronto, notó que Marianne estaba a su lado— Aquí al lado hay una cafetería muy buena, ¿me acompañas por un poco de té? —Adrien suspiró y afirmó antes de seguir a la señora hacia la tienda. Ambos buscaron una mesa desocupada y tomaron asiento— ¿Puedes darme tu mano derecha?

Adrien la observó confundido y extrañado ante aquella petición, pero aun así con algo de recelo, le mostró su mano, aunque la retiró antes de que ella pudiera tomarla.

—No estaba equivocada —dijo para sí misma—. Ese es el anillo del gato negro —susurró, y el rubio cubrió su miraculous con la mano izquierda—. Tranquilo, es normal que lo sepa…

—¿Normal?

—Desde que conocí a Fu, cuando era joven, sabía que él era el guardián de los Miraculous —confesó—. Y creo que tú ahora estás en la misma posición en la que estuve yo.

—¿A qué se refiere?

—La misión por sobre la felicidad, la seguridad sobre el amor, tener que ocultar lo que uno siente para que los miraculous no caigan en malas manos. Te entiendo, muchacho porque he estado en tu lugar por muchas décadas, escondida como medida de protección.

—¿Y cómo lo soportó?

—¿Sinceramente? —La vio mover sus ojos verdes hacia una pared llena de retratos de distintas épocas— No lo sé —volvió la mirada hacia él—. Asumí que me había enamorado de alguien con una misión muy importante, alguien que no me podía amar como yo quería o deseaba. Y fue doloroso, agonizante y más de una vez sentí que ya no tenía fuerzas para nada, hasta que Marinette tomó el control de la caja.

Ambos hicieron silencio cuando llegó la mesera por sus órdenes, y tras eso, volvieron a hablar.

—Cuando Marinette tomó el lugar de Fu y él fue finalmente liberado, fue algo mágico… —le habló con tanta nostalgia que Adrien empezó a sentir como su garganta se cerraba—, porque a pesar de no tener recuerdos de nuestro tiempo juntos, apenas me vio y sabía que podía confiar en mí, sabía que me amaba. No sé cuánto tiempo tengamos, pero lo estamos disfrutando tanto que siento que todo valió la pena.

—O sea, que el renunciar a los Miraculous, ¿no le hizo olvidar el amor que sentía por usted?

—Así es —dijo, afirmando—. Tanto los hechizos como las fórmulas de olvido, afectan tu memoria, pero el amor, lo que sientes por esa persona especial o tus seres queridos… —Marianne llevó sus manos a su pecho—… están aquí, y no se borran.

Adrien bajó la mirada, ¿pasaría eso con él también? Si comía el macarrón que Marinette le había preparado, ¿se volvería a enamorar de ella con solo verla? Amarla sin recordar las cosas malas, ¿no sería un escenario perfecto?

—También, quería pedirte perdón

—¿Perdón por qué? —consultó, confundido.

—Porque para que Fu y yo estemos felices, has tenido que ponerte en mi lugar —respondió Marianne—. Marinette se ha involucrado tanto con los Miraculous, más de lo que debía, pero Fu tenía una fe ciega en ella, por alguna razón —Adrien sonrió, pues creía saber por qué—. Sabía que era la ideal, la candidata perfecta para ser la guardiana, y quizás, por eso hacia tanto hincapié en mantener sus identidades secretas. Sabía que Marinette sufriría mucho cuando supiera que tú estabas tras la máscara de su compañero.

—¿Fu lo sabía?

—¿Qué ella estaba enamorada de ti? —Marianne afirmó— Sí, y yo también tras la carta.

—¿Y la tiene?

—Sí, la tengo —afirmó—. Está algo sucia porque la boté cuando pensé que Fu no quería nada conmigo, pero un buen amigo la recogió por mí y me la entregó antes de venir a Londres —le comentó con una sonrisa.

—¿Y yo podría leerla?

—Es lo menos que puedo hacer por ti —le respondió—. Y quiero decirte otra cosa también… Confía en ella porque realmente te quiere y te aprecia. La misión no sería tan importante si no fuera porque hay vidas que proteger, vidas importantes y personas a las que amamos. No siempre todo será miel sobre hojuelas, porque el amor no siempre lo vence todo, pero te da la fuerza para luchar hasta el último minuto.

Adrien afirmó, pensando en lo que le había dicho, en cómo Marinette y él habían sido unidos por los Miraculous de una forma tan distinta, pero a la vez, destinada al encuentro.

Su destino y el de Marinette había sido enlazado desde hacía más de un siglo y era increíble. Quizás una prueba más de que estaban destinados a conocerse y a estar juntos.

Adrien y Marianne terminaron su té con galletas entre risas y anécdotas, antes de volver con los amores de sus vidas que, curiosamente, eran la actual guardiana y el anterior guardián de los miraculous.

—¡Adrien! —exclamó Marinette cuando lo vio—, Te presentó al señor Wang Fu —respondió—. Señor Fu, él es mi novio, Adrien.

—Encantado —respondió Adrien, dándole la mano a Fu, quien, al responderle el gesto, se le quedó mirando antes de soltarle la mano.

—Es curioso —exclamó el anciano—. Es la primera vez que te veo, pero me generas la misma nostalgia que Marinette —Adrien sorprendido se miró con Marinette y luego, buscó con la mirada a Marianne que le sonreía.

—Quizás nos conocimos en otra vida —respondió Adrien con una sonrisa.

—Seguramente —afirmó Fu, indicándole el interior de su galería—. Ven conmigo. Marinette ya vio todo, pero tú no.

Cuando Adrien entró al lugar con Fu, Marinette se acercó a Marianne.

—¿A dónde fue con Adrien?

—Es un secreto… —dijo, poniendo el dedo índice sobre sus labios con una sonrisa—. Un secreto entre él y yo.

Pasaron el resto de la mañana haciéndole compañía a Fu y a Marianne en la galería y pasado el mediodía, acompañaron a la pareja hacia su casa para almorzar.

Adrien tomó asiento en el sillón del living y Marinette se sentó a su lado, apoyando la cabeza en su hombro. Ambos observaban la interacción de la pareja de ancianos, que se profetizaban tanto amor que era algo adorable de ver.

—¿Te imaginas cuando seamos así? —le preguntó Marinette.

—¿Así de adultos o así de cursis? —consultó Adrien. Marinette lo miró y le apretó la nariz con sus dedos índice y medio, doblados.

—Lo cursi ya lo tienes —respondió soltándolo—, me refiero a lo de adultos…

—Ah, bueno —contestó, cuando Marinette volvió a acomodarse contra su hombro—. Verte crecer, madurar y desarrollarte como la talentosa diseñadora que eres y ver como tu hermoso rostro se va cubriendo de pequeñas arrugas, es un bonito cuadro.

—¿Ves que eres un cursi? —reclamó.

—¿Por qué? ¿Tú no te lo imaginaste nunca?

—Tu cabello rubio salpicado de canas, tu cara más definida, con lentes de marco finos de plata… —se perdió en sus pensamientos, mientras Adrien se reía—, no, nunca te imaginé.

Sus risas se silenciaron cuando Marianne les indicó que la comida estaba lista, pero no tardaron en reaparecer durante el almuerzo. Todo estaba delicioso y el ambiente era realmente agradable, hasta que…

—¿Qué harán el resto de la jornada? —le preguntó Fu a ambos—. ¿Volverán a París o se quedarán aquí esta noche?

—Bueno… —Marinette observó a Adrien y de pronto, se sintieron pesados, como si, por un momento, hubieran olvidado a lo que habían ido.

—Nos iremos mañana en la tarde —respondió Adrien, tomando la mano de Marinette por debajo de la mesa, como si buscara darle ánimos—. Mañana por la mañana iremos a recorrer la ciudad, ya que hay lugares a donde quiero ir con ella, y también, aprovechar en compartir más tiempo con ustedes.

Marianne observó a la pareja. Sabía que Marinette estaba en medio de una misión, y lo que sea que iba a hacer, claramente afectaba al rubio.

—¡Pues son bienvenidos en esta casa, siempre que quieran! —dijo, tratando de animar el ambiente.

—Así es —confirmó Fu.

—Gracias —respondieron al unísono, tratando de recomponerse, aunque sabían muy bien que después de esa tarde, ya nada sería igual.

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Solo quedan dos capítulos, por favor, resistan conmigo hasta el final ;o;

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¡Muchas gracias por leer!

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Se viene el enfrentamiento de Ladybug contra Felix, ¿Qué sucederá en esa ocasión?

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¡Nos estamos leyendo!

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Aquatic~

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27 de Octubre 2022