Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y toda su banda.
—¡Estoy molesta! ¡Muy molesta! ¡Se suponía que ya no ibas a gastar dinero y acaban de enviarme esta factura por concepto de la construcción de una clínica en los límites de Santuario y Rodorio! ¡¿Qué tenía de malo nuestro antiguo hospital?!
Saori caminaba de un lado al otro, agitando sus facturas. Apenas había ingresado a la cámara principal, había echado al Tribunal, interrumpiendo su reunión diaria con el Patriarca para poder gritarle a gusto, ni siquiera le importaba la probable presencia de un miembro del ejército de su hermana. Estaba molesta, y pasó las siguientes dos horas expresando que mantener al Santuario se estaba convirtiendo en un hoyo negro donde tiraba dinero.
Y mientras ella gritaba y caminaba de un lado al otro con sus facturas, el Patriarca se mantenía en su lugar, en silencio, asintiendo de vez en cuando cuando Atena volteaba a verlo esperando una respuesta que no se molestaba en escuchar en pro de seguir quejándose; él tenía mucho que pensar, desde los proyectos que estaban efectuándose, cómo renovar el hospital del Santuario, hasta las actividades normales en las que tenía que participar el Patriarca, como sus visitas regulares a Star Hill y las reuniones que tenía con los dirigentes del mundo sobre las posiciones que debía tomar el Santuario después del destape que Saori había hecho con su Torneo Galáctico y las Guerras Santas.
—... ¡¿Y?! —le gritó ella, después de un largo silencio— ¡No vas a decir nada!
—Athena, un lugar extraño, y según tengo entendido con mucho dinero, envió algunas cartas.
Shaka buscó entre sus ropas hasta que sacó varios sobres cerrados que Saori le arrebató de un manotazo. Al principio la desubicó ver el remitente, puesto que no estaba ni en japonés ni en griego, y después de varios años variando entre esos dos idiomas, le costaba trabajo recordar algunas de sus clases pasadas.
—¿Es inglés?
—Afrodita me dijo que ese lugar privilegiado, excéntrico y derrochador llamado Hollywood podría ayudar a pagar indirectamente todo lo que usted considera… demasiado —explicó el Patriarca con tranquilidad—. Además, si me permite decirlo, Athena, estos cambios son pesados ahora, pero en el futuro, podrían traernos muchos beneficios.
Saori entrecerró los ojos, había dejado de escuchar después de Hollywood. Ahora siendo ella la que ignoraba, se concentró en la primera carta, que abrió con cuidado y comenzó a leer, deseando haber dejado que Mii fuera con ella para que pudiera traducirle la carta correctamente. Después de un par de minutos, y entendiendo algunas palabras clave, su furia fue diezmada, en su lugar una inmensa emoción la embargó, hasta el punto dónde soltó un grito de alegría que asustó a Shaka.
—¡Quieren hacer una película sobre mí! —gritó, dando pequeños saltos. En realidad los productores de Hollywood querían recrear la historia de los valientes guerreros que habían salvado al mundo, pero esos eran detalles— ¡Esto es maravilloso! Ya era hora de un poco de reconocimiento.
—¿Diosa Athena? ¿Va a dejar de gritarme, entonces?
—¿Gritar?... Ah, sí, buen trabajo, Shaka, la próxima semana hablaremos con Marín sobre la ley de las máscaras y la regla sobre que los santos no puedan tener pareja, para que Orfeo regrese por completo y tú puedas dar a conocer sin temor tu romance con Dysnomia de Anarquía.
—¿Qué?
Shaka se quedó en su lugar, estupefacto, mientras Saori se daba la vuelta, sosteniendo sus cartas con emoción, y salía de la sala principal para dirigirse a sus aposentos y decirle a Mii que traduzca sus cartas de forma correcta. Caminando por los pasillos del templo, se encontró de frente y saludó con aire distraído al antiguo archidiácono del Santuario, Klaus, sin reparar en el hecho de que el hombre no debería de estar en ese lugar.
Klaus había detenido su caminata en cuanto la diosa Athena pasó a su lado. El hombre rápidamente había escondido algunos papeles que tenía en las manos detrás de él, y se había inclinado en señal de respeto para no llamar mucho la atención. Al ver a Saori alejarse, soltó un suspiro de alivio y apresuró su paso, sabiendo que con cada segundo que pasaba en ese lugar se arriesgaba a ser descubierto, y considerando los antecedentes de Shaka, también se arriesgaba a perder su nueva vida.
Cuando Kanon se apareció frente a él, ofreciéndole la oportunidad de unirse al equipo de trabajo dentro de la campaña de Saga, Klaus no había dudado ni un segundo en aceptar. Admiraba al santo de Géminis por su gallardía, y estaba seguro que ahora que Saga ya no estaba dominado por el lémur de Ker, dirigiría el Santuario con esplendor, bondad y astucia, justo lo que se necesitaba en tiempos tan convulsos y nuevos.
Al salir del templo principal, en lugar de bajar por las escaleras hacia Piscis, se desvió hacia un pequeño y desolado paraje, que apenas era visible, un camino oculto que no llevaba a ningún lugar. Klaus caminó sólo un par de minutos para encontrarse con Kanon, quien lo estaba esperado sentado sobre una gran roca.
—¿Los conseguiste?
Klaus se había infiltrado desde temprano en el Templo del Patriarca, se había encerrado en la que antes fue su antigua oficina, a espera de que Shun y Hyoga dejaran a la vista y con descuido los resultados de sus famosas encuestas. Tuvo que esperar un par de horas, hasta que los santos de bronce aparecieron y abandonaron sus notas; entonces sólo tuvo una misión para cuando eso sucediese: robarse los resultados reales e intercambiarnos por unos falsos que previamente habían preparado.
Era espionaje electoral, o eso le había dicho Kanon, y el libro de reglas de Camus no hablaba sobre eso… no tan profundamente al menos.
—Los resultados reales —dijo Klaus, entregándole el documento a Kanon.
—Bien hecho, Saga se sentirá orgulloso por ti y tu entrega a la causa.
Kanon no hubiera querido llegar tan lejos, pero no tenía otra opción. Las promesas vacías de Aioros; Deathmask pareciendo un padre de familia ejemplar, o un hermano mayor que cuidaba de los suyos; y Shion con su tradicionalismo extremo estaban abarcando demasiada atención. Ellos aún se mantenían un poco pasivos, Saga se concentraba escribiendo sus discursos y tomando de las manos a las habitantes de Rodorio con una sonrisa digna de cualquier galán de película, pero comenzaba a ser poco, en especial por el programa de Shoko.
Desde que el programa televisivo dió inicio, todo lo que Milo o Xiaoling decían era seguido como si fuera ley del Patriarca. La semana anterior, por ejemplo, la pareja de conductores había mencionado que según varias entrevistas que le habían hecho a los habitantes del Santuario, la mayoría de ellos creían que el mejor horario para los entrenamientos era al atardecer, así que ahora había un pequeño grupo de revoltosos pidiendo cambiar los horarios matutinos y abarrotar el Coliseo de practicantes inexpertos junto con personas que ya tenían su armadura y no se median en su fuerza o uso del cosmos.
El resultado de esas encuestas era importante, esa noche, cuando anunciaran los resultados de la encuesta mensual, Saga tenía que estar en primer lugar, no importaba que eso no fuera cierto, y Kanon, como jefe de campaña, debía de cumplirlo, incluso si con eso también engañaba a su candidato.
Posterior al intercambio secreto, Kanon y Klaus bajaron por las doce casas charlando sobre sus siguientes planes, planes más vistosos, que todo el mundo esperaría, como duplicar los objetos que le daban a la gente cuando se acercaban a ellos, sólo como regalo, por supuesto, no buscan comprar votos.
Al pasar por Leo, Aioria los vigiló desde las zonas privadas, aquellas que no estaban bien iluminadas gracias a que la luz estaba apagada, escuchando con atención. Apenas Kanon y compañía terminaron de pasar, Aioria se volteó y miró la pizarra en la que estaba trabajando.
Espionaje electoral.
Debía saber quienes estaban de qué lado; su pizarrón estaba dividido entre santos de oro, plata, bronce, empleados, soldados y demás gente sin mucha importancia. Asintió al ver que ya tenía a Klaus bien ubicado en el lado de Saga, algo que ya había visto venir considerando los antecedentes del hombre. Se mantuvo en silencio, viendo las fotos de los hombres y mujeres que todavía no habían dado señales de tendencias políticas hasta que Lithos y Galarian se acercaron a él, ambos sosteniendo dos bandejas con comida.
—Aioria, es hora del almuerzo —dijo Lithos, con una sonrisa, en voz alta; después cambió su expresión por una seria y habló por lo bajo—. Tenemos información.
El grupo se encerró en el comedor, Galarian se encargó de vigilar la puerta, en caso de que un entrometido se metiera, mientras Lithos le servía el almuerzo a Aioria.
—Las sirvientas del templo de Capricornio dicen que el señor Shura se ha mantenido alejado de los obsequios que Saga y nosotros le hemos dado, pero aún sigue jugando poker con los señores Deathmask y Afrodita los viernes en la noche —notificó la joven.
—El santo de Piscis también se niega a dar una postura fija —continuó Galarian—. Pero esas reuniones están encendiendo los rumores entre el servicio.
—Sería demasiado arriesgado decir que Afrodita está de un lado, considerando lo cuidadoso que ha sido con sus palabras, al igual que Milo.
Reflexionó Aioria. El día anterior su amigo había esquivado hacer cualquier tipo de declaración acerca de las elecciones, aludiendo a que Camus lo convertiría en paleta de hielo si abría la boca; en su lugar, el santo de Escorpio hablaba sobre su programa, lo bien que les iba al tener el máximo ranking a nivel local y como planeaba hacer a Shoko su protegida.
—¿Qué dicen de los demás templos?
—Hablé con algunos de los últimos trabajadores de la reconstrucción en Tauro, el señor Aldebarán tampoco ha hablado sobre sus tendencias políticas, pero dijo, y cito, "todos los habitantes de los doce Templos son sus amigos". Sin embargo —Galarian miró al interior de la habitación, dejando de lado su tarea—, el señor Kanon lo ha estado visitando con regularidad, y los hombres dijeron que han visto al joven Kiki en Tauro, lo que indica que su cercanía con Aries continúa.
—Las chicas de Libra me contaron que el maestro Dohko se está preparando para la llegada de Shunrei, tal vez intenten hacer lo mismo que el santo de Cáncer y crear una familia ficticia.
—No lo creo, Lithos, Shion es demasiado tradicional, la idea de una familia le repugna —Aioria dejó de lado su pan de pita y buscó entre las notas que tenía en la mesa una pluma. Anotaría esa idea, podría funcionar en el futuro—. Pero la llegada de Shunrei debe tomarse con pinzas, ella es del exterior, sabe cosas del mundo que nosotros no, podría utilizarlo a su favor —reflexionó, para después continuar con su almuerzo—. ¿Cuáles son las noticias del Templo del Patriarca? ¿Y Acuario? ¿El Tribunal?
—Acuario está en silencio, las chicas de ahí dicen que casi no ven al maestro Camus, y prefieren no encontrarse con él debido a su ya constante mal humor y dolor de cabeza, y los santos de bronce no hablan frente a ellas, me dijeron que creen que son tímidos.
—¿Y con el Patriarca?
Lithos y Galarian intercambiaron una mirada.
Las cosas en el Templo principal funcionaban bien, muchas personas de servicio se quejaban porque el ya no tan nuevo Patriarca era bastante independiente, él mismo mantenía en orden su espacio, limpiaba su oficina, tenía su habitación en orden, además de que dada la naturaleza de su entrenamiento estaba acostumbrado a los ayunos largos, así que casi no se solicitaban los servicios de las cocinas. A algunos les molestaba, para otros sería un alivio porque mientras el Patriarca se mantenía casi en el anonimato, la diosa Athena había sacado su lado más molesto, recordándole a todos que además de ser su diosa, a la que amaban y respetaban, también era Saori Kido, la heredera y niña mimada.
—El Patriarca no ha dicho nada sobre sus tendencias políticas, y dudo que tenga interés en el tema, ya sabes, Aioria, sólo está ahí por órdenes de Athena.
—Sí, lo sé, pero sólo quiero saber si está todo bien con él, ¿esa dryade infiltrada no le ha hecho algo?
—Lo dudo mucho —murmuró Lithos, no había ningún rumor sobre eso y esperaba no escuchar algo.
—Estoy seguro que el señor Shaka sabe defenderse en caso de que… se presente algún contratiempo —señaló Galarian, intentando pensar en algo que regresara la conversación a las conspiraciones políticas—. Ya se enfrentó a ella en el pasado.
—Eso no fue un enfrentamiento, prácticamente ella lo secuestró.
—Si, bueno, Aioria, escuché que la campaña de desprestigio contra Aioros y los demás la inició el santo de Cáncer.
El comentario de Lithos regresó a Aioria a su charla principal, provocando que el santo de Leo golpeara su mesa con frustración.
Deathmask, en Rodorio, sintió que un escalofrío le recorrió el cuerpo completo, alguien estaba planeando su muerte, pero considerando su comportamiento pasado, eso no era nuevo. En silencio, continuó fingiendo que escuchaba algunos habitantes del pueblo hablar sobre los problemas que los aquejaban mientras observaba a los pequeños hermanos de Helena correr por la Plaza Principal, hablando con otros niños. Se mantuvo con la gente en silencio, hasta que poco a poco estos se fueron y él argumentó que era hora de regresar a casa, dónde Helena los esperaba.
Si él se convertía en Patriarca, se aseguraría de construir un lugar perfecto en donde los niños pudieran divertirse, además de darles la educación necesaria y la oportunidad de convertirlos en santos de Athena si ellos así lo querían. Eso había dicho ese día.
De vuelta al Santuario, los pequeños revoloteaban a su alrededor, gritando por todo lo alto lo buen hermano mayor que era, riendo y asegurando lo seguros que se sentían con él estando cerca. A veces era difícil saber cuando lo decían en serio, porque también soltaban esa clase de comentarios en lo privado, y siempre le preguntaban cuándo se casaría con Helena. Una vez que llegaron a la casa de Cáncer, Helena los recibió con el almuerzo ya preparado y una sola pregunta:
—¿Cómo les fue?
—¡Tenemos esto!
Los niños buscaron entre sus ropas y poco a poco comenzaron a buscar varias monedas. Las campañas costaban mucho dinero, y los fondos de Athena no eran suficientes, así que habían tenido que flexionar un poco las estrictas reglas de Camus que decían que el candidato no podía buscar fondos para su campaña en otros sitios, lo que le habían dado era más que suficiente; por lo tanto, Deathmask no se encargaba de eso.
Tampoco era que hicieran algo ilegal, él le había enseñado a los chicos algunos trucos con cartas que siempre utilizaba para engañar a sus compañeros de armas cuando eran más jóvenes. Si esos niños hacían pequeñas apuestas sobre el resultado de los trucos, en las que los niños, adolescentes, y algunos adultos, griegos siempre caían, eso ya no era su culpa. Y todo el dinero ganado se iba para una buena causa, eran acciones completamente razonables por los motivos correctos.
—Helena, cuando Deathmask gane las elecciones y sea coronado, ¿podemos quedarnos aquí para convertirnos en santos de Athena?
Todos los niños corearon la idea de una de las hermanas, Deahtmask, sentado a la cabeza de la mesa, se mostró asombrado ante la idea.
—¿No preferirían ser Dioses Guerreros y servir a Odín?
—La competencia en Asgard es muy rigurosa, en especial ahora que la primera generación de Dioses Guerreros convive con algunos de los que le sirvieron a Loki —explicó Helena—. ¡Eso me recuerda! —dijo, un poco más exaltada— ¡Esa es uan gran idea para tu campaña! Como extranjero, podrías llegar más a los votantes si hablas sobre cómo este lugar se convirtió en tu hogar, eso sería una gran manera de contrarrestar la influencia de Géminis, ya sabes que ellos han optado por ser un poco más sutiles sobre ese asunto.
Deathmask asintió, eso jamás se le habría ocurrido. Había más habitantes griegos en el Santuario y Rodorio, los gemelos sólo buscaban acaparar a la mayoría de los votantes al concentrarse en estos y hablar sobre su nacionalismo griego, aunque a veces parecían demasiado extremistas, incluso él había sentido que intentarían quitarle su armadura si Saga ganaba, sólo por ser italiano.
Sin duda Helena fue un cambio significativo para su campaña sin dirección, de la misma forma que Shunrei lo sería cuando arribara a Atenas. Mientras tanto, Dohko se encargaría de los detalles más íntimos de la campaña de su amigo.
Al igual que los demás jefes de campaña, él también había doblado un poco las rígidas reglas de Camus.
—¡Bienvenidos a la reunión semanal de los fieles votantes de Shion de Aries! —Dohko saludó con entusiasmo a los santos de plata que se presentaron frente a su templo, para después susurrar —Hay sake adentro.
No había nada de malo en reunirse con los votantes de forma más cercana, muchos políticos en todo el mundo lo hacían, y si en medio de las reuniones aparecían una o dos botellas de sake, y algunas otras se repartían entre los invitados, pues sólo eran casualidades. Esa idea estaba funcionando con éxito, muchos santos de plata y algunos soldados ya le habían jurado, por Athena, que votarían por Shion.
La reunión avanzó con normalidad, se escucharon algunas risas, la bebida fue distribuida entre todos con tranquilidad, la música tenía el suficiente volumen para que el molesto de Milo no se quejara. Todo aparentaba bien, hasta que el anfitrión sintió un frío y ebullente cosmos acercarse.
—¡Camus está bajando, oculten sus bebidas!
Les indicó Dohko justo cuando Camus entró al Templo y se dirigió con paso veloz hacia dónde estaban todos.
—¡Camus! ¡Mi frío santo de Acuario! ¿Cómo te va? ¿A qué debemos el honor de tu visita?
Camus ignoró a Dohko y miró la habitación por completo. Detrás de él, Marín, Shun, Ikki y Hyoga aparecieron, los tres menos inexpresivos que su superior. Llevaban un par de días escuchando rumores sobre fiestas clandestinas por Shion, dónde se repartía alcohol a diestra y siniestra; como supervisores, debían encargarse de que no se estuviera haciendo nada que buscara favorecer la imagen de Shion por la vía ilegal. El santo de Acuario asintió una vez, ordenando silentemente a sus compañeros que comenzaran su inspección, en búsqueda de cualquier señal de alguna ilegalidad, mientras que él se encargó de hablar con Dohko.
—¿Dónde está Shion?
—En Aries, descansando su garganta, el discurso de esta mañana fue demasiado intenso.
—¿Y aún así organizaste una fiesta clandestina?
—Reunión entre los partidarios más fieles del próximo Patriarca.
—¿De verdad? ¿Y cuales son los temas que están tratando?
—Sencillo, por qué Shion es el mejor candidato para el puesto, el top diez de sus mejores frases, el recuento de sus mejores obras en el pasado, su valiente diligencia de veinte minutos frente a la invasión al Santuario en la guerra pasada…
—¿Y qué es lo que le estás sirviendo a tus invitados?
—Jugo de naranja y galletas.
—¿Jugo de naranja? A Hyoga le gusta, ¿por qué no le sirves un vaso? Y dale galletas a Shun e ikki, no han comido en toda la mañana.
La sonrisa de Dohko no flaqueó. Ya había supuesto que eso sucedería, y estaba preparado, tenía el jugo sobre un recipiente con hielos y las galletas en una esquina de la habitación. Era inteligente, Marín lo pensó mientras lo veía ser servicial con los chicos de bronce; ella, mientras eso sucedía, sólo miró a sus dos compañeros, Dante y Ptolemy, sonreírle con inocencia.
—Ptolemy, ¿no tienes que entrenar a los aspirantes? Dante, ¿qué hay de tu guardia en la noche?
—¡Todavía faltan muchas horas! —gritaron ambos, casi a punto de sacar sus vasos con bebida para continuar festejando.
Detrás de la máscara, Marín entrecerró los ojos y se alejó lentamente de sus compañeros. Tenía la sospecha, pero por la expresión de los demás miembros del Tribunal supo que ninguno había logrado conseguir las pruebas suficientes. Al salir de Libra, ella y Camus volvieron a subir, mientras los chicos de bronce habían preferido bajar hacia Virgo, ambos charlando sobre sus impresiones, necesitaban un espía, aunque eso fuera en contra de su propio reglamento.
—¿Crees que la dryade sepa algo? —preguntó Marín, según lo que Athena les había dicho, la dryade le había manifestado su deseo de conocer cómo se llevarían a cabo las elecciones, con la única condición de no intervenir, puesto que al ser la dryade de la anarquía, una participación de ella, por más mínima que fuera, sólo causaría problemas. Esa era, según, la única razón por la que estaba ahí.
—Probablemente lo sepa todo de todos, por eso se supone que está aquí, pero no nos dirá nada.
—¿Y si convencemos a Shaka de que le saque algo de información? No sería complicado considerando que ella parece muy dispuesta a hacer cualquier cosa que él le pida.
Camus negó, jamás lo lograrían, y Shaka tenía mejores cosas sobre las que debía de preocuparse en lugar de estar investigando cómo todos los candidatos estaban rompiendo las reglas. Una pequeña queja en la producción de su noticiero, por ejemplo, era lo que lo mantenía en reunión constante.
Dohko había logrado incrustar en Milo una cuestión bastante grande sobre su libertad de expresión. El santo de Escorpio comenzaba a creer que si su noticiero era patrocinado por el Patriarca eso sería como si sólo fueran títeres a la orden del jefe del Santuario; a esas alturas Milo ya hasta había convencido a Shoko de unirse a su pequeña revuelta.
—Escuche, señor Patriarca, sólo pedimos más libertad para hacer nuestro noticiero, no queremos que Camus esté supervisando nuestros libretos.
—Y exigimos que nuestro programa sea transmitido tres veces a la semana, los habitantes del Santuario merecen tener las noticias justo en el momento y no esperar una semana para conocerlas —continuó Milo, poniendo varias hojas sobre el escritorio—. Estas son nuestras exigencias.
—¿Exigencias? ¿Me estás exigiendo?
Shoko y Milo intercambiaron una mirada, el tono inflexible de Shaka los hizo dar un metafórico paso hacia atrás, ambos recordando que el Patriarca temporal no se caracterizaba por ser exactamente paciente o servicial, o al menos en el pasado así fue.
—No, queremos decir, peticiones, esto es una negociación.
—En ese caso —dijo Shaka, recargándose en su asiento—. Negociemos.
—Obedeceremos la regla de cero declaraciones políticas, sólo informaremos, y a cambio estamos dispuestos a reducir nuestra paga.
—Y harán todas las guardias que le tocan al templo de Virgo lo que queda de este año y el próximo…
—¡¿Nosotros dos?!
—Sí, y Milo se encargará también de supervisar los entrenamientos de los aspirantes, y ustedes tendrán una hora y media completa de su programa tres días a la semana, con un espacio los fines de semana si es lo que quieren.
Shoko tomó a Milo del brazo, eso era más de lo que querían, pero el precio… Milo suspiró por lo bajo, la libertad era costosa.
—Hecho.
Ambos salieron del Templo Principal con una sensación agridulce. Habían ganado, pero no podían dejar de sentir que los habían castigado por exigir sus derechos.
—Entrevistemos a los candidatos —dijo Milo mientras bajaban—. Hay que llamar a Xiaoling, ella siempre tiene buenas ideas.
La joven saintia asintió, quitándose las malas vibras, decidió concentrarse en lo primordial, tal vez hasta podría buscar algunas opiniones de las demás saintias o los santos de plata, para hacer más diverso su programa.
Faltaba poco para el primer debate, debían de estar preparados para informar todos y cada uno de los detalles de las elecciones, desde lo más relevante hasta los rumores más oscuros y que sin duda aumentarían el ranking.
—Escuché un rumor entre los sirvientes de los templos —murmuró Shoko, logrando que Milo se detuviera a media bajada hacia Piscis para escuchar con atención—. Dicen que el viejo maestro organiza fiestas clandestinas a favor de Shion.
—¿Qué? —preguntó Milo en un susurro, sorprendido— ¿Y de dónde saca el dinero para eso?
—Probablemente de la misma forma que Deathmask financia todo lo que le da a sus votantes, y a los jóvenes asgardianos para aparentar ser un hermano mayor perfecto.
—Enciende tu cosmos, Shoko, definitivamente hay que llamar a Xiaoling.
La joven asintió entusiasmada, no tardó en hablar vía como-instantáneo con su amiga para convocarla en Escorpio, después bajó corriendo para alcanzar a su nuevo mentor. El secretismo entre ambos cuando pasaron por Capricornio fue sospechoso para Shura, quien los miró desde su pequeña y mejorada herrería; en esos meses había visto que prácticamente todos en los doce templos habían adoptado una postura secretista, algo que él había aprendido, con experiencias pasadas, que no era bueno. La última vez que se guardó un secreto en el Santuario las cosas terminaron en una guerra interna dónde él murió.
—Oye, Afrodita —dijo, elevando su cosmos para conectarse con su compañero—. Hipotéticamente, y sólo lo digo como una pregunta casual, ¿qué tendría que hacer si quiero unirme al tribunal?
Preguntó, no era malo tener algunas alternativas, y considerando que casi todo el Santuario estaba involucrado en la política, no quería quedarse atrás.
