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Terry tenía aprisionada a Candy en un fuerte abrazo, la rubia se veía muy afectada por todo lo acontecido minutos antes. Con ternura acariciaba su espalda para tranquilizarla y calmar sus sollozos, odiaba verla de esa manera, esa mañana se veía tan emocionada y ahora estaba tan triste.
Flashback
El cielo estaba despejado, parecía ser un día perfecto para un picnic o hacer una barbacoa en el jardín.
-Ya estás listo?
-Sí amor, desde hace media hora.
-Y por qué no me lo dijiste!? Terry, llegaremos tarde.
-Primero - se acercó a ella – te lo dije cuando estabas cepillando tu cabello por cuarta vez, sonrió al ver la mueca de desacuerdo de su esposa; segundo, tranquilízate, todo saldrá bien amor – dejó un pequeño beso en sus labios.
-Tienes razón - sonrió levemente – es sólo que… estoy algo nerviosa.
-Porque tu tía estará ahí. – afirmó.
-Sí… sé que ella no cambió de opinión con respecto a nuestro matrimonio. – vio como Terry achicaba los ojos – no quiero que te incomode con alguno de sus comentarios. – se apresuró a decir.
-No te preocupes por eso cariño – besó su frente – sé que me costará mucho ser aceptado por tu tía.
-Pero no debe ser así, ella debe entender que te amo y que eres mi esposo. Es nuestra vida, no la de ella.
-Eso es verdad; pero ella no lo ve así, supongo que sigue creyendo que sólo me interesa tu dinero.
-Terry…
-No te preocupes, sólo disfrutemos de este día, de acuerdo?
Candy sólo hizo un leve movimiento afirmativo con la cabeza, se abrazó a su esposo mientras liberaba un suspiro. Por su parte, Terry esperaba que la señora Elroy no hiciera comentarios que lastimaran a su esposa o arruinaran la reunión con el padre de ésta, él era testigo de lo emocionada que estuvo la rubia toda la semana, esperando ver a su padre y esposo compartiendo la misma mesa.
Finalmente llegaron a la mansión de William White, muchos recuerdo llegaron a la mente de la rubia, sintió como si hubiera abandonado aquella casa muchos años atrás; sonrió al ver el jardín donde solía encontrarse con Terry, el lugar donde se había enamorado de él.
-Debo suponer que estás recordando cosas agradables. – susurró Terry cerca de su oído.
-Q-qué? – lo miró algo sonrojada, el castaño seguía produciendo esa reacción en ella.
-Por tu sonrisa y el lugar que miras, estás recordando a tu madre, verdad? – miró hacia los rosales.
-Recordaba el momento en que te conocí. – la sonrisa de Terry le indicó lo feliz que estaba con aquella aclaración – la primera vez que te vi estabas allí - señaló el lugar.
-Me cautivaste en ese momento, después de ese primer encuentro, supe que no habría nadie más para mí.
-En serio?
-Me resistí a aceptarlo, pues sabía que por mi condición social nunca estaríamos juntos.
-Pero ahora lo estamos. – afirmó ella.
-Y todo, porque tú luchaste por lo nuestro, mientras yo me rendía antes de empezar.
-Yo lo entendía – dijo al oír el tono levemente triste de su esposo - sabes? Tú viste y sentiste en carne propia lo injusto de la sociedad, lo prejuiciosos que llegan a ser las personas sólo por haber tenido la suerte de no pasar hambre.
-Eso es lo que amo de ti – besó sus labios – eres tan diferente a aquellas personas con las que creciste y conviviste.
Antes de que Candy le respondiera, no solo al beso que él le dio, sino también a lo que dijo, vieron que el mayordomo de William salía para recibirlos e indicarles que el señor ya los esperaba.
-Buenos tardes señor Graham – saludó con una leve inclinación de cabeza, algo que le pareció raro e incomodó a Terry, pues hasta hace unos meses él le daba órdenes – señora Candy, qué gusto volver a verla.
-Cómo estás Charles? – la rubia le sonrió.
-Muy bien señora, gracias por preguntar. – Terry se dio cuenta de la mirada reprobatoria que le dirigió el hombre – su padre los espera en su despacho.
-Muchas gracias. – tomó la mano de su esposo y se dirigieron al lugar; pero antes, Terry, le dedicó una mirada indescifrable a Charles.
Cuando llegaron frente a la puerta del despacho de William, los recuerdos de aquella última vez que estuvieron en esa casa llegaron a ellos. Candy sintió una opresión en el pecho, recordó aquella tarde, el cómo se sintió al ver partir a Terry, quien al notar un pequeño temblor en su esposa apretó levemente su mano, imaginaba como se sentía la rubia, él mismo recordaba todo de aquel día.
-Ya es parte del pasado. – murmuró sin dejar de ver la puerta.
-Lo sé… - respondió bajito. – entramos? – trató de sonreír mientras tocaba la puerta y escuchaban la voz de su padre dándoles el acceso.
-Cariño – William se acercó para besar la frente de su hija. – me alegra que ya estén aquí.
-Hola papá – a Candy le gustaba ver la sonrisa de su padre.
-Bienvenido Terrence.
-Buenos días señor.
Se quedaron en el despacho hablando de temas triviales. William le confesó a Candy que él había enviado a Harrison para ayudarla, emocionada y agradecida la rubia se puso de pie para abrazar a su padre; Terry nunca imaginó que detrás de todo aquello estaba William, aunque ahora que lo veía, no le sorprendió, pues el hombre demostró amar inmensamente a Candy.
-Espero que no estés molesto ni ofendido por eso.
-Claro que no señor, le agradezco la ayuda que nos brindó.
-Confieso que en ese momento lo hice sólo por Candy; pero ahora te reitero mi ayuda, has demostrado amar verdaderamente a mi hija, que te has ganado mi respeto.
-Se lo agradezco señor, pero no es necesario.
-Bueno, suponía que dirías eso; sin embargo la oferta está abierta.
William le había ofrecido a Terry un puesto en su compañía, por supuesto el castaño se negó a aceptarlo, informándole que intentaría unirse a otra compañía, aunque primero debía solucionar el posible problema legal que tendría por haber abandonado la gira. El mayor al enterarse los motivos que tuvo para hacerlo, determinó que lo ayudaría sin objeción alguna, convenció al castaño en aceptar su ayuda si se presentaba una demanda en su contra. Terry sabía que sin dinero para pagar un abogado estaría perdido, sólo por eso que aceptó, pero aclaró que sólo sería un préstamo.
La hora del almuerzo llegó y la mesa estaba servida, fue en ese momento que Elroy se les unió, su expresión les indicó que estaba en desacuerdo en compartir la mesa con ellos, algo que los hizo sentir incómodos; sin embargo, por orden de William la mayor tuvo que contener cualquier comentario ofensivo.
-Terrence – éste lo miró al escuchar su nombre – puedo hablar contigo un momento en mi despacho?
-Claro señor. – miró a la rubia, quien le sonrió.
-Yo iré al jardín, quiero ver las rosas de mi madre.
Con un asentimiento, William y Terry se dirigieron hacia el despacho, mientras que la rubia se giraba y partía rumbo al jardín.
En el despacho.
-Cómo te dije la vez pasada, Candy es mi única heredera.
-Lo sé señor.
-Por ahora, yo puedo hacerme cargo de la herencia que le dejó su abuelo materno y también de todo lo que yo le dejaré en un futuro; sin embargo – miró a Terry, quien atendía cada palabra – me preocupa quien lo hará cuando yo no esté.
-No lo entiendo señor.
-Quiero que tú lo hagas. – Terry achicó los ojos, y antes de que pueda negarse William volvió a hablar – serás el único que estará a su lado desinteresadamente, no confió en ninguno de mis socios, a ellos sólo les interesa el dinero y no quiero que le quiten lo que le pertenece.
-Entiendo su sentir señor; pero yo no sé nada de finanzas ni…
-Es por eso que quiero que estudies, que te prepares para proteger sus bienes.
-Yo…
-Terrence, antes de negarte por favor piénsalo, sólo considéralo. – añadió la ver la duda y renuencia en el joven.
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En el jardín.
Candy observaba los rosales, el nuevo jardinero hacia un buen trabajo, cada centímetro de ese jardín guardaban recuerdos para la rubia. Algunos de cuando era niña y estaba ahí junto a su madre cuidando las rosas que tanto amaba; otros junto a su padre, cuando él llegaba de algún viaje, la encontraba ahí y ella corría hacia él que la esperaba con los brazos abiertos, y los últimos, esos donde charlaba con Terry y cuando el castaño se cercioraba que no los veían le robaba un beso, la rubia sin darse cuenta comenzó a sonreír de manera soñadora y enamorada.
-Debo suponer que fue en este lugar que ese malnacido se aprovechó de ti.
-Tía… - le sorprendió ver a su tía frente a ella, tanto que no se dio cuenta de lo que le dijo.
-Responde Candy, acaso éste es el lugar que mancharon con su indecencia?
-In-decencia?
-Así es, tu madre amaba este jardín y tú lo manchaste con los encuentros furtivos que tuviste con ese hombre.
-Ya basta tía! – dijo molesta - Terry nunca hizo nada indebido, no sé porque te cuesta tanto aceptar que lo amo y él me ama.
-Crees que te ama? – se acercó a ella - mira tu alrededor! – gritó señalando hacia la mansión – ni en sueños conseguirá todo esto con su vergonzoso empleo de actor, acaso eres tan tonta que no te das cuenta que a "tu esposo" sólo le interesó la fortuna de tu padre?
-No es verdad. – le dolió las palabras de su tía.
-A no? Eres una ingenua, acaso no leíste los diarios? – Candy no respondió – claro! Supongo que no tienen ni para comprar uno – dijo con mofa – pues ese hombre tiene amoríos con otra actriz de su calaña, burlándose de ti, pero como estás tan enamorada no te das cuenta de su engaño, ni siquiera ha declarado estar casado, eso es amor para ti!
-Él no… - eso era lo que le dolía a Candy, pero entendía porque lo había hecho.
-Cuando tenga en sus manos el dinero de tu padre te abandonará, te dejará en la calle y se irá con esa mujerzuela! Por tu culpa perderemos todo!
-Terry no es así! – contestó finalmente – él no hará eso, tú no lo conoces! – las lágrimas habían escapado sin que se diera cuenta.
-Archivald era perfecto para ti, él sí te cuidaría y protegería tu herencia, él es como nosotros, no un pobretón aprovechado como ese hombre.
-Mi esposo! – la enfrentó – por qué no lo dices? - la miró fijamente – por qué es tan difícil aceptar que Terry es mi esposo!?
-Nunca lo haré, no aceptaré a ese hombre en mi familia, manchaste nuestro apellido al unirte a un don nadie!
-Pues puedes quedarte con tu apellido y mi herencia si así lo prefieres, a mí no me importa nada de eso!
-Eres una tonta, acaso te gusta vivir en la miseria? Recapacita de una vez por todas, ese hombre no te conviene, Archivald está dispuesto a aceptarte, no le importa que ese hombre ya te haya tocado y estés manchada.
-Ya basta tía! – dijo furiosa – no amo a Archie, nunca lo hice! Si tanto lo quieres en tu familia cásate tú con él!
Todo pasó tan rápido, Candy sólo sintió que la cara le ardía, vio, por una fracción de segundos a mano de su tía en el aire.
-Eres una malagradecida, por suerte tu madre está muerta y no ve en lo que te has convertido, una malcriada…
Al igual que Candy, Elroy, también sintió que su rostro giraba hacia otro lado con un ardor en la mejilla.
-Will… - susurró llevándose la mano a la mejilla.
-Nunca más te atrevas a golpear a mi hija. – dijo apretando los dientes, Terry abrazó a Candy, quien lloraba por lo escuchado.
-Acaso no escuchaste lo que me dijo? – estaba dolida y ofendida.
-Y lo que tú le dijiste? – la miró molesto - acaso Candy debe soportar todo lo que le dijiste sin reaccionar?
-Me ofendió! – gritó molesta señalando a su sobrina – yo la cuidé cuando Rose murió, perdí la oportunidad de formar mi propia familia… de ser feliz, todo por su culpa!
Al escuchar aquello Candy se abrazó más a Terry, quien acarició su cabello como consuelo, William tomó a su hermana de la muñeca y la llevó a la casa, al llegar al recibidor la soltó con brusquedad.
-Sí tan desconforme estabas de cuidar a mi hija, debiste decirlo, nunca te obligué a que te hicieras cargo de ella ni que la educaras, acaso no fuiste tú quien se ofreció? – dijo molesto
-Nunca pensé que sería una malagradecida… mira lo que me hizo! Incluso a ti te castigo por no cumplir su capricho de aceptar a ese infeliz!
-YA BASTA! – su grito paralizó a la mujer – siempre fuiste dura con Candy, y yo te lo permití porque creí que así la formarías correctamente; pero ahora, no quiero ni pensar el trato que le diste cuando yo no estaba. – los ojos de Elroy se abrieron asustados – por tu mirada, creo que no me equivoco en mis suposiciones, verdad? – dijo apretando los dientes.
-N-no…
-Así? - se acercó peligrosamente – si te atreviste a golpear a mi hija hoy, no quiero ni pensar en lo que hiciste cuando yo estaba de viaje.
-Nunca la golpee…
-Por tu bien eso espero, si me enteró que la maltrataste, aunque seas mi hermana, lo pagarás.
-Ese hombre no le conviene…
-Y Archivald sí? - Elroy no supo que contestar - sabes lo que se dice de él? – negó levemente con la cabeza – se reúsa a responderle a la señorita Klaise, eso te parece honorable? - no respondió. -No quiero que vuelvas a ofender a Candy ni a su esposo, lo prefiero a él antes que a Archivald – Elroy lo miró incrédula – no he dejado de pensar, que si la hubiera casado con él, la habría engañado y abandonado, así como lo está haciendo con Karen Klaise.
-No creo que lo…
–Por toda la ayuda que me brindaste, criando a mi hija todos estos años, olvidaré lo que acabo de ver y permitiré que vivas en mi casa de Florida…
-William…
-Ahora estoy molesto contigo, así que lo mejor que puedes hacer es marcharte sin provocarme más.
William intentó tranquilizarse, si bien le había molestado ver a su hermana golpear a su hija, no quería ser malagradecido con ella, pues debía reconocer que Elroy lo ayudó bastante en la crianza de Candy cuando murió su esposa; gracias a ella tuvo a su hija cerca de él, pues por sus constantes viajes la había destinado a Chicago y sólo la veía un par de veces al mes.
-Me iré hoy mismo, no quiero permanecer en una casa donde ya no soy bienvenida.
-Tú provocaste esto, no te hagas la ofendida.
Sin decir nada más la mujer subió a su habitación, hizo sus maletas y dejó la mansión, se quedaría en Florida por un largo tiempo, por lo menos hasta que a su hermano se le pase la molestia.
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-Tranquilízate mi amor - acariciaba su espalda mientras la rubia lloraba en su pecho.
-Todo lo que me dijo… fue muy cruel… no tiene derecho a oponerse a lo nuestro…
-Candy…
-No quiero verla… todo lo que dijo…
-Lo sé cariño, dale tiempo para que lo acepte…
-NO! - se alejó de él – no tiene por qué aprobar lo nuestro. – dijo con firmeza – es nuestra vida Terry, y si ella quiere ser parte de ella, bienvenida; pero si no, pues espero que sea feliz.
El castaño no dijo nada, claramente su esposa estaba alterada, no quería pelear con ella. Ya habría tiempo para arreglar las cosas con su tía.
Poco después William se unió a ellos y les explicó lo que pasaría con Elroy, por un momento Candy se sintió culpable por la partida de su tía; pero su padre le dijo que no lo hiciera, que se le pasaría pronto, pero que por ahora, era mejor que Elroy se marchara a Florida.
-Ya estás más tranquila?
-Sí, lo siento - dijo avergonzada – creo que por mi culpa se arruinó la reunión.
-Tú no iniciaste la discusión, así que no te sientas responsable.
Haciendo caso a su esposo Candy recuperó su entusiasmo, pero éste menguaría al enterarse que la compañía Stratford regresaba a la ciudad y que Terry era requerido para reunirse con Robert Hathaway.
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Gracias por sus comentarios, se cuidan mucho.
Tengan un buen fin de semana!
