MORDIDAS Y ARAÑAZOS

Pareja: Charlie Weasley / Draco Malfoy


Charlie contemplaba el cuerpo desnudo que dormía a su lado, de no ser por la sabana que lo envolvía podría apreciar ese trasero que tanto le gustaba, pero ahora solo podía ver la espalda, los brazos y la nuca rubia de su novio.

Draco había llegado a Rumania dos años antes, justo después de haber terminado Hogwarts, se había exiliado a sí mismo pues creía que ya no había nadie ni nada que lo atara a Inglaterra. Ahí se conocieron realmente.

Al principio fue complicado, pues el rubio creía que lo trataría mal por lo ocurrido en la guerra, pero él sabía la verdad, Harry se lo había contado todo, y lo entendía, él también hubiera hecho lo mismo si su familia se encontrará amenazada.

Charlie era de los Weasley más tercos que había, y también un experto en dragones, ese dragón en forma de humano no lo iba a ahuyentar, desde que lo vió por primera vez en la reserva le llamó la atención y con paciencia y perseverancia pudo hacerse su amigo, y posteriormente su pareja.

Una ventaja de vivir lejos de la familia es que no tenía que dar explicaciones sobre con quién salía o dejaba de salir, aunque también era cierto que la manada Weasley aceptó la elección de pareja que hizo.

—¿Cuánto tiempo te vas a quedar viéndome dormir?

La voz de Draco lo sacó de sus pensamientos y no pudo evitar sonreír.

—No te puedo ver dormir si no estás durmiendo.

Draco se giró sobre sí mismo para poder ver a su pareja a la cara.

—Tu mirada me despertó —dijo con una sonrisa adormilada.

Charlie sonrió más ampliamente y se inclinó para besar a su pareja —. Buenos días a ti también.

Minutos después tuvieron que levantarse para realizar sus actividades diarias, los dragones no esperarían todo el día, pero en la noche cuando regresaban a su cabaña es cuando podían darse todos los mimos que quisieran.

Aunque a veces no eran mimos lo que querían. Más aún cuando se exponen a la magia de los dragones cuando estaban apareándose, como en esa jornada.

Esa noche en la habitación de esa cabaña en Rumania había de todo menos ternura.

Los besos que se daba la pareja estaban llenos de lengua y dientes.

Charlie mordisqueaba los labios de su pareja tanto que ya estaba rojos, de igual manera magreaba todo su cuerpo con sus manos llenas de callos, esa piel que a pesar de estar ya dos años en ese ambiente rudo, continuaba igual de suave y tersa cómo el primer día.

Sus manos quedaban marcadas por toda la piel de su pareja, pero sobre todo en su cadera y su trasero.

Cómo amaba ese trasero. Con la porción perfecta de carne para que quepa cada mejilla en una de sus manos y él pudiera apretarlo a su antojo.

Draco por su parte no se quedaba atrás, si bien él no era tanto de marcar a su pareja con su boca, si que lo hacía con las uñas.

La espalda de Charlie estaba marcada con mapas hechos por sus uñas, que aunque las mantenía cortas y en perfecta forma, cuando estaban de ese humor no podía evitar pasarlas con más fuerza de la debida, no que Charlie se quejara, claro.

Charlie realizó un hechizo de lubricación en sus dedos y comenzó a introducirlos en Draco al tiempo que los masturbaba a ambos y que dejaba marcas en el cuello de su amante, luego de unos minutos, ya que Draco estaba completamente dilatado, se separó bruscamente y lo arrojó al centro de la cama.

Draco abrió sus piernas y elevó sus caderas a la vez que se acariciaba los pezones ofreciéndose descaradamente al pelirrojo, que no tardó en ir a por él.

Su boca se pegó a uno de los pezones de Draco mientras poco a poco comenzaba a introducirse en el rubio.

Ese fue el único momento en que fueron lento, pues una vez estuvo completamente dentro de su pareja, Charlie comenzó a embestir rápida y duramente, rozando con la próstata del rubio.

Draco envolvió sus piernas alrededor del pelirrojo y sus manos fueron hacia su espalda para seguir dejando marcas en ella.

Charlie se desprendió del pezón y se dirigió a los labios de su pareja para besarlo y beberse los gemidos y jadeos que de él se escapan con cada embestida.

Draco se corrió con un gemido largo al tiempo que con sus piernas aprisionaba aún más a Charlie dentro de él y sus uñas se clavaron en los bíceps de su amante.

El pelirrojo siguió embistiendo unas veces más, a pesar del movimiento limitado, disfrutando de las contracciones en el esfínter de Draco, hasta que finalmente se corrió en lo más profundo de su pareja.

Minutos después ambos, aún entrelazados compartían los besos y mimos a los que estaban acostumbrados.


NOTA:

Me encanta esta pareja, espero que a ustedes también les haya gustado.

Prácticamente estamos en la recta final.