SHIBARI
PAREJA: Sirius Black / Severus Snape
Beta: @floriponcio
Era el cumpleaños de Severus, Sirius le tenía una sorpresa.
En los ya varios años de relación que tenían había aprendido mucho del pocionista, y también habían probado muchas cosas, cosas que le encantaban, pero había algo, algo que sabía que a Severus le encantaría y aún no habían hecho.
Severus se encontraba en la ducha en esos momentos y definitivamente no se esperaría ese último regalo de la noche.
Cuando salió de ducharse, sólo con una toalla envuelta en las caderas, se encontró a un Sirius desnudo, de rodillas en su cama y sosteniendo una caja negra entre sus brazos, se notaba un poco nervioso, pero sin duda excitado, a juzgar por la polla semirrecta que había entre sus piernas.
—Amor, no era necesario otro regalo— dijo tomando la caja de sus manos —con lo de la cena fue suficiente.
—Lo sé, pero yo quería hacerlo… Señor— la última palabra fue dicha en un susurro.
Severus no pudo evitar gemir ante lo dicho. Amaba cuando tenían ese juego entre ellos. Abrió la caja, lo que encontró en su interior lo dejó boquiabierto y sin aliento. Sabía que Sirius lo conocía mejor que nadie, pero no quería imponerse sus gustos, que propusiera aquello era… era de otro nivel.
La caja contenía un collar, era él collar, el que usó por tanto tiempo mientras se escondía en su forma animada durante la guerra, para que no fuera descubierto después de fugarse de Azkaban. Negro, liso y con una placa plateada que decía:
Hocicos
Propiedad de Severus Snape
Si bien ese collar había sido usado para fines más recreativos en los últimos tiempos, lo que estaba a su lado es lo que realmente lo dejó en ese estado.
Tomó la cuerda entre sus dedos, era color verde, muy Slytherin de hecho, y se sentía en el tacto que era de fibras naturales, algodón tal vez. No muy gruesa, tampoco tan delgada, y de un largo bastante considerable, más de diez metros por lo que podía calcular, definitivamente no estaba pensada para hacer de correa.
Muchas veces se había imaginado a Sirius con su collar y diseños intrincados en su cuerpo hechos por él, no podía creer que se lo estuviera ofreciendo, tenía que asegurarse.
—¿Estás seguro de esto, amor?— dijo dejando la caja y su contenido en la cama y tomando la cara de su amante entre sus manos.
—Absolutamente, Sev— respondió mirándolo a los ojos para que no hubiera duda. —Sabes que jamás haría algo que no quiera, solo…
—¿Si?
—Solo no me inmovilices por completo, eso, eso no— lo dijo frotándose un poco las muñecas casi sin darse cuenta.
Por supuesto, aunque habían pasado años de eso, aún recordaba estar con los grilletes en Azkaban y estar completamente atado de manos y piernas le traía esos recuerdos, Severus lo sabía y no faltaría la confianza de su pareja por nada del mundo.
—En ese caso— dijo el ojinegro —Solo hace falta un pequeño cambio.
Con un Accio no verbal invocó su varita y con ella cambió el color de la cuerda por un rojo sangre, cuando miró a Sirius este tenía una ceja levantada.
—Aunque el verde es uno de mis colores, en tu piel siempre he creído que el rojo se ve mejor— explicó dejando su varita en la caja y tomando el collar.
Apenas lo abrochó al cuello de Sirius, ambos entraron en sus papeles tantas veces interpretados, de los cuales nunca se cansaban.
—Dime tu palabra de seguridad, Cachorro.
—Quejicus, Señor— contestó Sirius en seguida.
Ambos odiaban esa palabra y no la decían en su día a día desde antes de ser pareja, pues les recordaba su época de escuela y lo mal que se llevaban en ese entonces, pero definitivamente esa palabra detenía todo de inmediato, por eso fue elegida como palabra de seguridad.
—Bien, baja de la cama y párate en el centro de la habitación, piernas abiertas— dijo Snape con su voz profunda, cuando Sirius pasó a su lado le dio una leve nalgada.
Una vez Sirius estuvo posicionado como su Señor se lo pidió, Severus agarró la cuerda y comenzó a juguetear con ella al tiempo que se sentaba al borde de la cama y miraba a su Cachorro decidiendo cuál sería el mejor curso de acción
Luego se de unos minutos se levantó con la cuerda entre las manos y dejó caer la toalla que cubría su entrepierna. Usualmente en estos juegos no le gustaba que su pareja y él estuvieran en igualdad de condiciones en cuanto a la ropa pero hoy se lo permitiría.
—No hables a menos que te lo pida, a excepción para decir tu palabra de seguridad. ¿Comprendes, Cachorro?
Sirius asintió.
—Contéstame.
—Sí, Señor.
Severus posó una mano en la nuca de Sirius y acarició levemente en recompensa, seguidamente se puso a trabajar.
Decidió empezar por su cintura, deslizó y ató la cuerda con maestría, Sirius no podía adivinar lo que hacía exactamente, solamente podía sentir las manos de su amante cocándolo levemente mientras patrones se formaban en su cuerpo a base de diversos nudos.
Había un silencio casi absoluto, a no ser por la respiración cada vez más excitada de los dos amantes en el centro de la habitación.
Severus separó más las piernas de Sirius, las juntó nuevamente y todo lo que necesitó para tener lo que quería.
Cuando el animago por fin pudo reparar en cómo su cuerpo se iba adornando de rojo, ya tenía algo parecido a un arnés, sujetaba sus piernas, nalgas y cintura. Estaba justo, pero no apretaba, sin duda su Señor sabía lo que hacía. La parte delantera del arnés no tocaba su polla ni sus bolas, al contrario estaban completamente libres.
Se sorprendió al descubrirse completamente erecto pues no creyó excitarse tanto solo con aquello, pero las manos de Severus en su piel y saberse dueño total de la atención de este era suficiente tata tenerlo en ese estado.
Aún quedaba libre alrededor de la mitad de la cuerda y Severus tenía intención de utilizarla toda. Tiró de los extremos para comprobar la resistencia de los nudos y sonrió al escuchar el gemido de Sirius ocasionado por la fricción.
—Estas quedando hermoso— dijo en un susurro. —Esto quedará libre— dijo mientras agarraba la polla de su amante y daba unos tirones leves —, pero no te puedes correr, hasta que te lo diga.
Sirius asintió una vez, quería que Snape volviera a posar sus manos sobre él y lo siguiera decorando a su gusto.
Atar el pecho de Sirius fue un poco más rápido, pero no por eso menos minucioso, Severus comprobaba cada nudo. Que estuviera en la posición perfecta, con la presión adecuada, que la cuadra no quedará ni floja ni tirante, era todo un ritual que él adoraba y al parecer a Sirius también le estaba gustando.
Cuando por fin terminó, en la espalda y pecho de Sirius se dibujaba una estrella y otros patrones, más sencillos. Dos de los nudos que forman las puntas de la estrella del pecho estaban ubicados justo sobre los pezones del de ojos grises.
Severus se separó de su amante y se subió a la cama, se posicionó sentado en él con la espada apoyada en la cabecera y las piernas bien abiertas, no había duda de la excitación del ojinegro.
—Ven aquí, Cachorro. Ponte de rodillas y chúpame la polla.
Sirius se dio cuenta en ese momento que tenía total movilidad, lo que le gustó, pero no se esperaba que con cada movimiento que daba, la cuerda generaba roces por todo su cuerpo. Su polla dio un saltito de emoción y sus pezones se endurecieron con la reacción de los nudos.
Casi a cuatro patas entre las piernas de Severus, se dispuso a chuparlo con maestría. Eligió un ritmo suave ya que tenía la esperanza de ser follado.
—Has sido un Cachorro muy bueno al dejarme decorarte así— Severus acarició la cabeza de Sirius, solo con las yemas de sus dedos entrelazándose en su cabello —Es por eso que vas a poder elegir, solamente una opción. ¿Prefieres ser preparado o tener lubricante?
Sirius pensó en cuál sería mejor para esta noche, sin embargo no dejó de chupar hasta que hubo decidido. Se separaron de la polla apetitosa y su mano continuó el trabajo.
—Quiero lubricante, Señor. Quiero sentirte mañana a cada paso que dé, cuando tenga que sentarme, en cada momento.
—Sobre mi regazo— tiró de un nudo en el pecho de Sirius.
El ex Gryffindor se apresuró a posicionarse como su Señor lo quería, Severus abrió sus nalgas y con un hechizo sin varita lubricó la entrada de su amante y luego su polla. Con cuidado lo hizo sentarse sobre ella, no tenían prisa. Afortunadamente Sirius estaba tan acostumbrado a su polla que no costó mucho entrar a pesar de no estar preparado.
—Móntame —dijo Severus al tiempo que apretaba una de las nalgas de Sirius.
Así lo hizo, lo montó con ímpetu, era verdad que quería sentirlo dentro de él todo el día siguiente.
Luego de unos minutos, Severus lo detuvo, salió de él para ponerlo a cuatro patas y volver a entrar bruscamente. En lugar de tomar sus caderas para facilitar su impulso, agarró la cuerda para este fin, la fricción se hizo mayor y Sirius se sentía a punto.
—Señor ¿Puedo…?
—No— interrumpió Severus antes de que Sirius terminará la pregunta.
Mostrando una fuerza que muy pocas personas sabían que tenía, Severus giró a Sirius sin sacarle la polla, para que su amante quedará recostado y con las piernas alrededor de su cintura.
Tiró de varios nudos y los empujó nuevamente generando incluso rodaduras en algunas partes de la piel de su amante, nada insoportable. Ajustó el ángulo de sus penetraciones para dar siempre en la próstata de su amante y lo comenzó a masturbar.
—Cuando quieras, Cachorro. Córrete cuando quieras.
No tardó más de cinco embestidas y la espalda de Sirius se curvó y varios chorros de semen salpicaron el pecho de su Señor y de él mismo.
Con más fuerza de voluntad que otra cosa, Severus salió de Sirius lentamente aun sin correrse y se deslizó de rodillas hasta quedar con la polla al nivel de la cara del ojigris.
—Abre.
Severus se masturba furiosamente en busca de su orgasmo apuntando a la boca de su amante, cuando por fin se corrió, la mayor parte de su semen aterrizó en ese lugar, sin embargo dirigió algunos de los chorros por el resto del rostro de Sirius.
—Se un buen Cachorro y traga.
No lo tuvo que decirlo dos veces porque Sirius lo estaba obedeciendo prácticamente al momento. Cuando terminó de tragar, Severus lo besó y deslizó su mano por el cuello de su amante para desabrochar el collar y terminar su juego por ese día.
Ahora su Sirius necesitaba muchos cariños por haberle dado mucho placer, por haberle dado el mejor de los regalos. Estar con él.
NOTA:
Por fin.
Desde que lo terminé de escribir ya lo quería publicar, pero por fin aquí está.
Espero que les haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo.
Ahora una petición.
Para el último día tengo la misma idea pero con dos posibles parejas, aún no lo escribo y probablemente mañana o pasado mañana lo escriba. Las parejas posibles son DRARRY o SNARRY
Agradecería si me ayudarán a decidirme por cuál hacer.
Eso es todo por hoy, hasta mañana.
