El voluntario
Noviembre era uno de los meses favoritos de Karasu: festividades de Thanskgiving, preparativos de Navidad, hojas secas, clima fresco… una época encantadora sin dudar. El único problema era que ahora que se acercaba la Navidad el tenía que recolectar lo más rápido posible, fondos para también poder reunir regalos para las familias sin techo que vivían en el alberge en el que era voluntario. Eso implicaba pedir donaciones, ya no solo a los asistentes de su iglesia sino también a personas externas a ella. Era por eso que Karasu se había dado la tarea de ir a pedir de puerta en puerta a los suburbios algo de cooperación para los menos afortunados.
- ¡Pero que anticuado eres Karasu! ¡Nosotros podemos reunir mucho dinero para el albergue por ! – Le regañó su compañera de apartamento Betty por teléfono.
Betty y Karasu llevaban varios años viviendo juntos en una especie de relación abierta, la cual era prácticamente un matrimonio que les daba ciertas "libertades" para divertirse y salir con otros; inicialmente a Karasu no le había fastidiado mucho esta idea, en general ambos tenían una muy buena comunicación, ni Betty ni el solían ser promiscuos, así que la posibilidad de triángulos amorosos incomodos estaba descartada. Además, adoraba a Betty demasiado como para no aceptar la posibilidad de pasar toda una vida con ella y que sus ojos menta fuera lo primero que viera al despertar de la cama. Sin embargo, Karasu mentiría si dijera que no había noches en las que le carcomían los celos al ver a Betty en brazos de otro hombre. Y más aún porque su carácter reservado y tímido le impedía tener el atrevimiento de aventurarse con alguien más.
- Lo se. Pero prefiero hacerlo a la antigua; mucha gente sigue sin saber usar bien el internet y los pagos en línea. – Contestó Karasu.
- ¡Ay, por favor, Karasu! Siempre que solíamos recolectar dinero así nos rechazaban o nos daban una miseria. Además; ¿No te da flojera caminar tanto? – Insistió Lindbergh nuevamente.
- También había veces que nos daban cosas buenas. Además, ir a pie me da escusa para ejercitarme y conocer este vecindario.
- Bueno. Eso ya es tu decisión. Por cierto, esta noche pediré algo de comida rápida para no lavar tanto traste. ¿Se te antoja algo?
- Lo que sea que no sea pollo, quizá algo del Sonic…
- ¿Chilli dogs? – Preguntó Betty.
- Si, eso suena bien.
- Bien, llegó con la cena a las ocho. ¡Y ni se te ocurra llegar tarde calvito!
Karasu se tragó un gruñido interno. Detestaba que Betty le dijera "calvito", sin embargo, sabía que no era buena idea reclamarle en ese instante.
- Tranquila, Betty. Llegaré allí a las siete y media.
- ¡Así se habla! Por cierto, invité a Dragon para ver una película ¿Quieres unirte?
Karasu ahogo otro gruñido. ¡Puta madre! ¡Seguro ella y Dragon cogerían esa noche! Y peor aún, entre las sabanas que le regalo su abuela. Si su pobre y conservadora abuelita supiera que el, estaba viviendo en semejante relación de concubinato le daba un soponcio. Su propia madre le reprochaba esa relación al grado de pedirle expresamente no invitar a Betty a Thanksgiving ni Navidad.
- Claro, si. Cuenten conmigo. – Contestó Karasu, haciendo esfuerzo por contener su ira, tras lo cual colgó, aproximándose a la siguiente casa a la que le iba a pedir dinero.
La casa 322 de la Wholecake Drive tenía un decorado que parecía una fusión entre una casita de muñecas Barbies y el hogar de Laura Ingals, contrastando con el estilo minimalista y moderno del resto del vecindario. Seguramente allí vivía algún boomer obsesionado con pintar las cosas de rosa chicle y que se había rehusado a remodelar la casa desde que la compro o le fue heredada. Seguramente saldría de allí algún abuelito cuando terminara de tocar el timbre. Sin embargo, para sorpresa de Karasu, no había ningún abuelito allí adentro.
- ¿Katakuri? – Preguntó Karasu al reconocer al musculoso hombre de allí adentro.
Katakuri Charlotte había sido compañero de la universidad de Karasu, siendo ambos de la misma generación y estando ambos en el equipo de atletismo. Así mismo recordaba haber ido a varios conciertos de metal juntos y el hecho de que fuera de Laffitte y Cindry, Katakuri era el que mejores recomendaciones y discos alternativos tenía para ofrecerle. Fue Katakuri quien le recomendó X Japan, banda la cual, en la actualidad seguía siendo su preferida. Karasu se sorprendió de encontrarlo de nuevo y más viviendo en aquella casita tan pintoresca.
- ¿Karasu? ¿En serio eres tu? ¡Santos cielos! ¡No has cambiado en nada viejo! Excepto en el cabello. ¡Ja! Jamás pensé en verte calvo. – Respondió el hombre igual de intrigado de ver a su compañero.
- ¿Qué haces aquí? ¿Esta es tu casa? – Preguntó Karasu desconcertado.
- No realmente, en realidad es la casa de mi madre. Estuve un rato con mi hermana viviendo en York, pero decidí regresar para ayudar a mi madre con unas cosas de su negocio. Vivo aquí desde hace un par de meses, aunque pienso rentar o comprar alguna casa tan pronto como sea posible. ¿Y que te trae aquí?
- Bueno, estoy reuniendo algo de dinero para ayudar al albergue de indigentes en el que trabajo. ¿Gustarías cooperar con algo? – Preguntó Karasu tímidamente.
- ¡Ugh! Generalmente, odio a esos payasos que van pidiendo de puerta en puerta, pero tratándose de ti, quizá haga una excepción. Por cierto, casi es hora de la merienda, no se si te gustaría quedarte a charlar de los viejos tiempos y comer un poco. – Sugirió Katakuri.
- Bueno, aún tengo que ir por varias casas y un compromiso con mis amigos a las ocho…
- Vamos, no nos tardaremos, además mi hermanita hizo donas.
- No debería, quiero decir, si no te gusta la gente que pide de puerta en puerta, quizá ni siquiera sea buena idea que me quede aquí…
- Vamos, éramos mejores amigos, en la universidad. Creo que te debo una por todas las tareas de sociales que tu me dejaste copiar…
- ¿Copiabas mis tareas de sociales? – Gruñó Karasu, recién enterándose de la fechoría de Katakuri.
- El pasado esta en el pasado. Además, creo que aún tenemos ciertos asuntos que resolver juntos…
- ¿Qué asuntos? – Interrogó Karasu, aún enojado por enterarse de la travesura de Katakuri.
- Ya sabes, lo que pasó ese 25 de junio del 1995 tras el concierto de Greatful Dead, en el dormitorio del Hotel Newgate… - La voz de Katakuri se tornó seductora al mencionar esos eventos.
La piel de Karasu paso de marfil a carmesí en cuestión de segundos, sintiéndose algo avergonzado de lidiar con su pasado. ¿Cómo diablos Katakuri era capaz de recriminarle una locura de una borrachera de hace sabrá años? En especial teniendo en cuenta que en su momento ambos acordaron no hablar nada al respecto y que pasó el resto del año sin que Katakuri mostrara algún interés romántico en Karasu; de hecho, Katakuri incluso había comenzado a salir con Cindry y a despegarse de todos los del equipo de atletismo en general.
- ¡Por favor! ¡Estábamos borrachos! – Contestó indignado Karasu.
- Tu dijiste que me amabas.
- Tuviste tu oportunidad conmigo y la perdiste.
- Eran otros tiempos, la gente no lo hubiera comprendido…
- ¡Que importa! ¡A mi nunca me importo que las personas me juzgaran! ¡Tu siempre fuiste un niño de mami queriendo complacer a todos! ¡Y aunque no lo fueras nada te da derecho a rogarme por una idiotez del año del caldo! – Gritó Karasu furioso.
- Vamos Karasu, podríamos divertirnos un rato… aún recuerdo tus labios. – Le susurró Katakuri acercándose a el peligrosamente.
- Y yo tu maldita boca de anguila. – Gruñó Karasu, esperando que aquel insulto tan personal hiciera que lo echará de la casa.
- Y dime… ¿No quieres algo de anguila a la Charlotte para llevar? – Preguntó seductoramente Katakuri, quitándose la bufanda que cubría su defigurada y enorme boca y mostrándole a Karasu sus afilados dientes.
Karasu sintió curiosidad. El llevaba rato aguantando ver a Betty con otros hombres. ¿Por qué no devolverle la moneda y disfrutarse un poco de paso? ¿Qué tan malo podría ser darle una oportunidad a aquel viejo conocido suyo y tener una aventurilla de una noche? Karasu también se quitó su cubrebocas y se dejo besar por los gigantescos labios de Katakuri, dejando que aquel musculoso hombre lo internara hasta su cuarto. El cuerpo de Karasu estaba lleno de adrenalina, sintiéndose eufórico por aquellos besos y caricias de Katakuri. Se preguntó que era lo que seguía, si Katakuri de verdad quería algo serio o si el solamente iba a jugar con y olvidarse quien era como lo había hecho todos estos años; sin embargo, antes de que aquella duda pudiera ser resuelta Karasu sintió una jeringa penetrar su piel. Pronto comenzó a perder la conciencia, siendo Katakuri y una mujer obesa vestida de rosa lo último que vio en su vida…
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Bueno, decidí poner algo de romance y relaciones toxicas; para más placer (¿?) Generalmente me gusta escribir la relación de Betty y Karasu como miel sobre hojuelas, pero esta vez quería shipearlos con alguien más (se ríe malvadamente).
Anyways, el concierto del que habla Katakuri si pasó, en Washington en el estadio Robert F. Kennedy, sin embargo, aclaro que los hechos aquí descritos son pura ficción: No me pertenece Greatful Dead, ni X Japan y mucho menos One Piece (aunque envidio a Oda por hace semejante obra de fantasía tan divertida y hermosa).
Monnie´s: Como siempre muchas gracias por tus dulces comentarios. Les deseo un lindo Halloween y Día de Muertos tanto a ti como a Rosslie.
