DISCLAIMER: Todos los personajes de la saga de Harry Potter son propiedad de los dueños del copyright y fueron creados por J.K. Rowling. Los personajes que no aparezcan en las novelas ya publicadas o cualquier similitud que éstos puedan tener con las futuras incorporaciones a la saga es pura casualidad.

N/A: Esta historia, aunque coincidan los personajes no tiene nada que ver con la que escribí anteriormente. Es, más bien, una adaptación de la anterior con SUSTANCIALES cambios en el argumento. Este súbito cambio se debe a unas ideas que he estado madurando estos últimos meses, pero puedo asegurar que los lectores habituales quedarán más que satisfechos con la nueva versión. Para cualquier duda, dejad un review o escribidme a: acaldela@hotmail.com (tengo msn Messenger)

HARRY POTTER Y LA LUZ DE LA ETERNIDAD

CAPÍTULO III: ¿Que soy qué?

Abrir los ojos, tengo que. abrir los ojos. Harry abrió lentamente los ojos entre espasmos de dolor y se encontró contemplando un techo de roca sólida con vigas de madera muy adornadas. Cuando intentó incorporarse unas manos de forma firme pero tierna le obligaron a mantenerse tumbado.

-¿Dónde estoy?- Preguntó Harry

-En las casas de curación del castillo del Fénix, en la mañana del dos de Agosto, para tu información, veo que ya estás mejor, eso alegrará al Señor.- Respondió la voz más dulce que Harry había escuchado en su vida. Y, escuchado esto, Harry cayó en un sueño intranquilo.

Cuando se despertó de nuevo, se encontró en una habitación diferente, con varias personas mirándole, y, cuando se incorporó, se encontró con cordiales sonrisas y miradas aliviadas.

Veo que ya estás mejor, joven, entonces debo darte la bienvenida a mis dominios, pues yo soy el Señor del castillo del Fénix: bienvenido.

Harry se extrañó de que todos fuesen vestidos de una manera, como decirlo. muy medieval, con blasones con escudos de armas. El Señor iba vestido de negro y plata, como el resto, pero con una sobrevesta con un fénix bordado, pero todos, llevaban espada al cinto. Nuestro protagonista, tras pensar un rato, preguntó con voz temblorosa, pero temiendo escuchar la respuesta:

-¿En qué año estamos?

-En el año 1002 de Nuestro Señor- Harry casi se muere del susto

-¿Encontrasteis algo ajunto a mi cuando me recogisteis?

-Si te refieres a tu varita, no te preocupes, esta bajo tu almohada, has tenido la suerte de que te recojamos un grupo de magos, jovencito, pero ahora descansa, ya hablaremos esta noche.

Harry estuvo todo el tiempo antes de la cena cavilando: ¿cómo podía haber regresado casi mil años en el tiempo? Por lo menos estaba entre magos, eso ya era algo. Cuando le avisaron que se le esperaba en el salón en quince minutos, Harry se vistió con las ropas que le habían dado, una túnica blanca sin más adorno que un fénix dorado en la hebilla del cinturón. Cuando entro al comedor hasta la puerta del cual le había acompañado una doncella, se sorprendió al ver que todos le miraban curiosos y se dirigió hacia la mesa que presidía a las demás a una seña del Señor. Todo el mundo llevaba túnicas de color blanco o de distintos tonos de grises, pero todas con intrincadas runas en plata. Todos los que estaban sentados en la mesa alta llevaban túnicas negras con runas plateadas excepto el Señor que tenía la suya toda bordeada de plata con runas en oro sobre ésta. A Harry se le indicó que se sentara junto al Señor, pero antes de que pudiera decir nada, un fénix completamente dorado se posó en su hombro, era casi el doble que Fawkes y cuando esto pasó, un silencio de muerte cayó sobre el salón y fue roto por la voz del Señor:

-Bueno, esto si que es extraño, un Fénix Real, eso me hace preguntarme aún más cosas sobre ti, pues éste fénix te ha elegido y únicamente eligen al Lord del Fénix como señor, y sólo puede haber uno a la vez. Cómo te llamas y de dónde vienes.- No era una pregunta, era una orden

-Mi nombre es Harry Potter y vengo del año 1996, preferiría no decir más para no alterar el futuro.

-Puedo asegurarte que tu apellido no es Potter, eso seguro, y también puedo asegurarte que yo soy tu ancestro. Pero ahora explícame cómo llegaste aquí, Harry Gryffindor, pues ése es tu apellido, no lo dudes ni por un momento, ya que yo soy Godric Gryffindor y únicamente una persona que sea descendiente mío por línea directa y paterna puede ser un lord del Fénix.- Acto seguido, Harry se limitó a explicar a Godric el incidente de las acromántulas que todos escucharon con atención. Cuando acabó fue Godric quien habló:

-No entiendo cómo te sorprendió lo de los relámpagos siendo, como eres, un Mago de Batalla. ¿No lo sabías?- Preguntó al ver la cara asombrada de Harry, y aún se sorprendió más cuando le dijo que lo único que había estudiado sobre los Magos de Batalla era que eran extremadamente poderosos y que se habían extinguido 600 años antes de su época. Esto sorprendió a Godric mucho y, acto seguido, le ofreció a Harry la posibilidad de convertirse en uno, no sin antes advertirle que podía morir durante el entrenamiento e, incluso, durante la prueba de admisión. Harry aceptó sin dudarlo, pues Godric también le dijo que un Mago de Batalla sin entrenar era un peligro tanto para él mismo como para las personas cercanas.

Tras acabar la cena, Harry fue llevado a una gran sala de piedra vacía y sin adornos y se le encerró dentro. Acto seguido, la voz de Godric vino de no se sabía donde y le dijo:

-Debes llegar al final del corredor que se abrirá frente a ti, como te darás cuenta, te hemos quitado tu varita, pues un Mago de Batalla debe saber controlar todos sus poderes sin varita- Harry se dio cuenta alarmado de que lo que decía Godric era verdad- Pero lo más importante es que debes recoger todas las banderas rojas que te encuentres por el camino. Buena suerte, Heredero.

Acto seguido, un muro de roca se hizo a un lado y mostró un foso de lava ardiente con un cofre suspendido encima de él, el cofre contenía una bandera y se estaba cerrando. Sin saber cómo, Harry empezó a levitar sólo con pensarlo y, con una pirueta acrobática, cogió la bandera y aterrizó al otro lado. Tras coger otras tres banderas (una debajo del agua, otra tras un muro de fuego y otra más en el centro de un tornado), llegó a una sala donde le aguardaba un Mago de Batalla de túnica gris claro. El enfrentamiento fue terrorífico, los hechizos volaron de un sitio al otro, pero Harry, no sabía cómo, hacía aparecer una barrera dorada a su alrededor cada vez que parecía que un hechizo iba a tocarlo. Al fin, Harry consiguió aturdir al Mago de Batalla con un hechizo. Se sentía extraño, lleno de un poder que no sabía poseer. Cuando se dirigió a la siguiente sala, se encontró con otro Mago de Batalla con la túnica un tono más oscuro, pero resulto presa fácil para un Harry extasiado ante su poder. De repente y tras deshacerse de otros cuatro Magos de Batalla más, cada cual con la túnica más oscura, llegó a una sala con una calavera de plata justo en el centro. Entonces la voz de Godric dijo:

-Pon la mano sobre la calavera y no la quites pase lo que pase, pues si lo haces, morirás.

Harry se acercó temeroso a la calavera y puso su mano sobre ella. El dolor que sintió justo después era inimaginable, era como si la calavera luchase mentalmente con él, era incluso peor -mucho peor, pensó Harry- que la maldición Cruciatus, pero de repente, se sintió lleno de energía y tras una lucha que duró más de dos horas, consiguió vencer a la calavera. Acto seguido, todo lo que había a su alrededor desapareció y se encontró en el centro de un estadio donde se encontraban todos los habitantes del castillo.

-Excelente-dijo Godric- enséñanos la palma de tu mano derecha, por favor- pero Godric palideció visiblemente al ver lo que estaba en la mano de su heredero. Él esperaba ver un fénix, como en la suya, pero aparte de eso aparecían unas antiguas runas, cuatro para ser exactos, que simbolizaban los cuatro elementos y, además, aparecía una calavera con un fénix estampado en fuego sobre su frente, estos signos aparecían alternativamente. Luego, todo cambió para convertirse en el tatuaje del fénix. En un instante, Godric apareció a su lado y le dijo:

-Ven conmigo, ahora- y, cuando estuvieron solos en una sala le dijo:

-Época de grandes tribulaciones la tuya para que el poder del fénix, los cuatro maestros elementales y el Guardián de los Caminos se unan en una sola persona. Yo personalmente te tomaré a mi cuidado como estudiante. Pero, primero, se te instruirá en los antiguos artes de la guerra durante un año, el entrenamiento durará unos cuatro años, más o menos, y eso yendo aprisa- viendo la cara asombrada de Harry añadió- no te preocupes, como viajero del tiempo y Señor de los Caminos, no envejecerás físicamente, pero madurarás psíquicamente que es lo importante.

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Harry no necesitó un año, sino ocho meses para convertirse en un maestro de los antiguos artes que eran: montar a caballo, artes marciales, lucha con la espada, los cuchillos y el arco, supervivencia y lo más importante: fortaleza física. Después de estos ocho meses, Harry era más fuerte, más rápido, más ágil y, sobre todo, más mortífero. Pero entonces empezó lo realmente difícil: su adiestramiento como Mago de Batalla, fue algo realmente brutal, era entrenado sin compasión y podía ser atacado por cualquier otro Mago de Batalla en cualquier momento. Harry pensó que los Magos de Batalla eran una especie de aristócratas entre los magos, nada más lejos de la verdad pues, aunque para un Mago de Batalla era literalmente imposible trabajar para el mal, usaban los trucos más directos y barriobajeros posibles. Harry aprendió todo tipo de trucos sucios y despiadados, como una vez le dijo Godric: "Te voy a llevar hasta el borde de la muerte sino más allá, Harry, vas a entrar en el fuego que lo quema todo, absolutamente todo, y hay dos salidas, puedes morir o puedes salir reforjado de las llamas del infierno, duro como el metal meteórico, implacable y frío como el acero más puro. Solo hay una cosa segura, no volverás a ser el mismo."

Dos largos años pasaron, y, entonces una buena mañana, Godric le dijo en el desayuno:

-Bienvenido, Mago de Batalla, yo te nombro Gran Maestro de Magos de Batalla, Señor del Fénix, Guardián de los Caminos, levántate y únete a nosotros, se conocido, a partir de este momento como Valadad Ver Saryan -y, dicho esto, Las ropas de Harry cambiaron para convertirse en unas iguales a las de Godric- He aquí tus armas y tu cinturón, jamás te separes de ellas. Mañana marcharas a tu tiempo, heredero, haz renacer la orden, adelante y buena suerte.

Las despedidas fueron sentidas pero necesarias. Al fin, el momento de partir llegó y Harry se vistió a la manera de los Magos de Batalla: Pantalones negros con botas hasta las rodillas negras con borlas plateadas, Blusa negra con trabajos en plata y oro en cuello y puños, capa negra con runas doradas por todo el borde y guantes de cuero negro que le llegaban hasta medio brazo; además, la capa tenía una capucha que siempre llevaba puesta así como una bufanda que le tapaba el rostro de nariz para abajo dejando su cara entre tinieblas. Como accesorios llevaba su espada, su arco y un carcaj de flechas a la espalda, varios puñales y dardos escondidos así como algunas estrellas arrojadizas en sus antebrazos bajo guardas de cuero y plata, su cinturón negro, lleno de pequeños compartimientos y con la hebilla del fénix dorada y con esmeraldas por ojos y lo más importante, el Anillo del Fénix que era un sencillo anillo de oro con una gema magnífica engarzada y con el dibujo de un fénix llameante en ella. Volvamos ahora a sus armas la espada era una arma con filo de hierro meteórico casi imposible de romper y empuñadura de diente de basilisco finamente trabajada, su arco era de fibras negras y blancas engarzadas en oro y profusamente trabajadas, para el ojo inexperto, se trataba de un arco magnífico, pero las fibras de las que estaba hecho eran hueso de dragón, la cuerda era de pelo de cola de unicornio, y, por lo tanto irrompible y, para acabar, los extremos eran de cuerno de unicornio tallado; las estrellas arrojadizas, los dardos y los filos de los cuchillos eran de hierro meteórico y las empuñaduras de éstos últimos de hueso de dragón. Pero lo más extraño, era el carcaj de flechas, pues era de piel de dragón engarzada en plata y las flechas eran totalmente negras excepto por los penachos que eran de diferentes colores dependiendo del veneno que llevase la flecha, era el mismo esquema de color utilizado en los dardos. Todas sus armas eran un claro exponente de la artesanía de los Magos de Batalla y habían sido construidas y adornadas por el propio Godric, además, todas tenían un adorno común, tres pequeños fénix grabados en oro blanco.

Así atraviado, se dirigió a los establos acompañado de su fénix: Lady Falcore y tomó su caballo de batalla, de la raza del monte Fénix, más grande que un caballo normal, más inteligente e inmensamente más peligroso. Todo él irradiaba un aura de tranquilidad y poder. Pero ya era el momento de partir y llegó a la puerta que daba a los Caminos, a la que estaba dentro del propio castillo del Fénix, y con un destello de luz, volvió a su tiempo.

Al fin, había regresado, pero esta vez con los medios para pararle los pies a todo aquel que se le pusiese por delante y estaba dispuesto a usarlos, su intención era detener a Voldemort y a sus seguidores y les detendría. Era una máquina perfectamente engrasada y lista para acabar con todo lo que se le pusiera por delante, pero lo más importante era que acabaría con sus enemigos sin pestañear.