DISCLAIMER: Todos los personajes de la saga de Harry Potter son propiedad
de los dueños del copyright y fueron creados por J.K. Rowling. Los
personajes que no aparezcan en las novelas ya publicadas o cualquier
similitud que éstos puedan tener con las futuras incorporaciones a la saga
es pura casualidad.
N/A: Esta historia, aunque coincidan los personajes no tiene nada que ver con la que escribí anteriormente. Es, más bien, una adaptación de la anterior con SUSTANCIALES cambios en el argumento. Este súbito cambio se debe a unas ideas que he estado madurando estos últimos meses, pero puedo asegurar que los lectores habituales quedarán más que satisfechos con la nueva versión. Para cualquier duda, dejad un review o escribidme a: acaldela@hotmail.com (tengo msn Messenger)
HARRY POTTER Y LA LUZ DE LA ETERNIDAD
CAPÍTULO IX: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad
-¡Profesor Dumbledore!, le dije que no era algo que corriese prisa
-¿A que te refieres, Harry?- En ese momento, entró Hedwig por la ventana y le entregó al anciano la carta del alumno
-Mejor se lo enseño en mi habitación, si hace el favor de seguirme, por favor. . .
Ambos subieron por las escaleras en silencio y Dumbledore aprovechó para leer la carta y esto sólo consiguió aumentar su curiosidad ya que Harry parecía un poco asustado por alguna razón y no era algo que se viera todos los días. Cuando entraron en la pequeña habitación, Dumbledore no pudo dejar de notar que Harry estaba cerrando las ventanas y corriendo las cortinas y luego se fijó en las ropas de Harry y dijo medio en serio medio en broma:
-Bonito modelito, Harry, aunque un poco pasado de moda, recuerdo haber visto algo similar en algún sitio hace poco. . .
-Pues tiene bastante que ver con lo que le tengo que explicar- y, sin más dilación, Harry le explicó al director su "sueño" omitiendo las partes de la Orden y de su angelito y concluyó: -Profesor, tengo miedo de lo que pueda llegar a hacer
-Harry, es solo un sueño, dudo que.-pero se quedó con la boca abierta cuando un pergamino fue levitando desde la mesa de Harry hasta su mano extendida, era la carta de Elladan
-Pues entonces explíqueme cómo he conseguido que la carta llegue hasta mi mano y lo que en ella está escrito- dijo Harry tendiéndole la carta al director; Dumbledore fue leyendo la carta con creciente expresión de asombro, pero cuando llegó al final de la misma estalló en carcajadas
-Esto explica algunas cosas, incluido tu "modelito". Mira, Harry, en primer lugar. . .
Pero Dumbledore no pudo acabar la frase, pues una fugaz expresión de dolor cruzó el rostro de Harry que hizo ademán de llevarse una mano a su cicatriz; justo después, una expresión que reflejaba el odio más amargo se formó en su rostro y Dumbledore retrocedió unos pasos tambaleándose, no podía creer lo que veían sus ojos, su alumno había desaparecido de delante suyo y, en su lugar, se hallaba un hombre alto con los ojos dorados, iba vestido, esencialmente, igual que Harry, pero habían aparecido unos guantes largos en sus manos y una capa con capucha le cubría el rostro dejando a la vista sólo sus ojos, y eran unos ojos que solo irradiaban cólera, una cólera fría, pero sin control, un trueno se oyó en el exterior y, entre un resplandor dorado, desapareció.
----------
Ron, los gemelos y sus padres estaban regresando a la Madriguera cuando un resplandor verde sobre ésta los sobresaltó, todos dejaron de hablar al mismo tiempo y miraron con terror el origen del resplandor: la Marca Tenebrosa se extendía como la mano de la mismísima muerte sobre su hogar.
-¡Dios mío!, ¡No!- dijo el señor Weasley mientras se precipitaba varita en mano hacia su casa- ¡Ginny!, ¡Percy!- gritó desesperado
Cuando llegaron a la casa se encontraron con que el salón estaba destrozado y un cuerpo estaba tendido en el suelo con unas gafas quebradas a su lado, era Percy, pero todos se asustaron cuando vieron a tres mortífagos con las varitas en la mano, habían cometido un terrible error al precipitarse hacia la casa; cuando ya se disponían a vender caras sus vidas, un resplandor dorado les cegó y alguien apareció frente a ellos y exclamó lleno de ira:
-Vais a pagar con sangre vuestro atrevimiento esto no.- pero entonces el misterioso encapuchado se calló y vio que uno de los mortífagos llevaba a una niña pelirroja en brazos que parecía inconsciente y sangraba por una profunda herida que tenia en la cabeza. Con una cólera nada disimulada en la voy, el extraño salvador exclamó:
Amortaa vanima Mallenwen (t/a: álzate bella doncella dorada)- y, acto seguido, Ginny se alzó flotando de entre los brazos del mortífago y, con un movimiento brusco de su mano derecha, el salvador envió a los mortífagos fuera de la casa flotando y atravesando la pared; acto seguido, una luz verde se empezó a vislumbrar en las manos del desconocido hasta que una voz gritó:
¡¡¡Ana Valadad!!! (t/a: ¡¡¡Valadad, detente!!!)- todos se giraron hacia el lugar de donde provenía la voz y vieron a un hombre considerablemente alto y delgado embozado en una capa de color verde con dos árboles grabados, uno en oro y otro en plata; cuando escuchó su voz, el hombre que les había salvado se dio la vuelta, y cuando el visitante de la capa verde exclamó en un extraño idioma- ¡¡¡Libéralo ahora!!!- el salvador de los Weasley pareció perder algo de altura y, arrodillándose al costado de la Weasley más joven que yacía en el suelo la tomó entre sus brazos y empezó a cantar en una bella lengua y con voz dulce:
Ai! Laurië lantar lassi súrinen
yéni únótimë ve rámar aldaron!
yéni ve lintë yuldar avánier
mi oromardi lissë-miruvóreva
Andúnë pella, Vardo tellumar
nu luini yassen tintilar i eleni
ómaryo airetári-lírinen.
Sí man i yulma nin enquantuva?
An sí Tintallë Varda Oiolossëo
ve fanyar máryat Elentári ortanë
ar ilyë tier undulávë lumbulë
ar sindanóriello caita mornië
i falmalinnar imbë met,
ar hísië untúpa Calaciryo míri oialë.
Sí vanwa ná, Rómello vanwa, Valimar!
Namárië! Nai hiruvalyë Valimar!
Nai elyë hiruva! Namárië!
Acto seguido, acercó su cara a la de ella y le dio un beso en la frente susurrándole al oído::
Vanima Mallenwen, ¡vanima Mallenwen!, ¡¡amanelve vanima Mallenwen!!, ¡¡¡CUIVIËA AVARANEL!!! (n/a: El poema es el Namarië escrito por Tolkien, y en esta última frase Harry esta llamando a Ginny- Bella Doncella Dorada, ¡Bella Doncella Dorada!, ¡¡Bendita Bella Doncella Dorada!!, ¡¡¡ DESPIERTA PRINCESA PROHIBIDA!!!) Acto seguido, todos los presentes vieron como el extraño caía desvanecido al suelo y, una vez se esfumaron la capa y los guantes, todos pronunciaron un gemido ahogado y vieron como el desconocido se transformaba en alguien a quien todos reconocían: Harry; por lo menos, eso es lo que a todos les pareció en ese momento. Acto seguido, todos se quedaron mirando al muchacho como si se tratara de un extraterrestre y con los ojos como platos; pero esta situación no duró mucho, pues la señora Weasley tenía en sus brazos el cuerpo aparentemente inerte de un muchacho de unos veinte años: Percy, el antiguo Premio Anual de Hogwarts había sido asesinado a sangre fría por los mortífagos mientras intentaba proteger en vano a su joven hermana, o al menos eso es lo que parecía; el porqué del intento de rapto -pues de eso se trataba- únicamente lo sabía una persona de los presentes, y el individuo en cuestión no estaba dispuesto a revelar nada, pues, sin ningún preámbulo, tomó al desmayado Harry entre sus brazos y, en un estallido de luz verde, desapareció de la vista de todos para reaparecer en la habitación del muchacho en Privet Drive ante los ojos desorbitados de un Dumbledore poco acostumbrado a las sorpresas.
-Profesor Elladan, veo que lo ha traído, gracias, le estaré eternamente agradecido
-No se preocupe por eso ahora, Albus, limítese a preocuparse de que descanse un rato y será suficiente, este muchacho ha tenido una "visita" tan inconveniente como inesperada y está agotado; ahora permítame que le explique algunas cosas que debe saber...
----------
(De vuelta en casa de los Weasley)
-¡Asesinos!, ¡malditos sean todos!- gritaba desconsolada la señora Weasley en un rincón.
-¡Percy!, hijo mío, dime algo- decía el señor Weasley mientras sostenía el cuerpo de Percy delicadamente entre sus brazos y rodeado del resto de la familia, pero, entonces, fue Ginny quién habló:
-Percy, te has sacrificado por mi- Decía la joven Weasley mientras lloraba arrodillada al lado de su hermano, entonces, una de las lágrimas de Ginny calló sobre la cara de su hermano mayor y, aunque ninguno lo percibió, durante un instante un resplandor dorado rodeó al malherido Weasley (n/a: no estaba muerto, pero sí malherido y sin salvación) y, de pronto, Percy abrió los ojos y exclamó mirando a su familia con ojos desorbitados:
-¡Corred!, hay mortífagos aquí, debéis huir...
-¡Cálmate!, Harry los hizo huir, o al menos me pareció que era Harry, porque al principio parecía... diferente- Dijo Ron con voz entrecortada por la emoción
-Era Harry
-¡¡Ginny!!- Exclamaron todos percatándose al fin de que su hermana había recuperado el conocimiento- Pero como. . .
-Él me llamó, o, por lo menos, eso me pareció- Dijo la joven Weasley al tiempo que enrojecía hasta la raíz del cabello
-Me parece que nuestra hermanita se está haciendo mayor, ya sueña con su príncipe azul y todo- añadieron los gemelos para desesperación de Ginny, y, entonces, todos los Weasley se fundieron en un abrazo. Al cabo de unos momentos, el señor Weasley, ya más calmado, dijo:
-Chicos, no creo que esa persona fuese Harry, él nunca sería capaz de hacer morder el polvo de esa manera a dos mortífagos, creo que, como todos pensábamos que habían venido a por él, nos pareció verlo, pero eso es imposible; de todas maneras, este ataque es preocupante, voy a escribirle una carta a Dumbledore explicándole lo sucedido; Percy, registra los alrededores y asegúrate de que no hayan más mortífagos, el resto, no salgáis de la casa mientras escribo la carta y aseguro las puertas.
----------
-Y esto es todo, Albus, como ves, este muchacho es mucho más importante de lo que cualquier persona podía llegar a imaginar- El profesor Dumbledore estaba mirando anonadado a Elladan mientras removía parsimoniosamente su té con una cucharilla, era una de las primeras veces que se quedaba sin habla, no sabía qué decir; lo que Elladan le había dicho abría un tremendo abanico de posibilidades, pero la situación no carecía de peligro, pues Harry estaba caminando por la cuerda floja; cualquier error, ya fuera de ellos o del muchacho tendría consecuencias espantosas para toda la humanidad, y en especial para el mismo Harry, pues él desaparecería tal y como le conocían para convertirse en algo peor que el propio Voldemort: un asesino despiadado que no vacilaría en deshacerse de todo aquel que le estorbase en su propósito ya fuese amigo o enemigo, sin ningún tipo de distinción ni escrúpulos. Era algo tremendamente delicado y el encontrarse hablando en la casa de Elladan bajo la tenue luz de la luna y con la única luz artificial proporcionada por un crepitante fuego que no hacía más que pronunciar las ya de por si tenebrosas sombras no ayudaba a calmar al anciano director, de hecho, a Dumbledore lo que le ponía más nervioso era el hecho de que le tenía que confiar la vida de un muchacho al que consideraba como a un hijo -aunque este punto no estaba dispuesto a aceptarlo ante nadie- a unas manos que sabía expertas pero en las que no confiaba, de hecho, le ponía nervioso no poder controlar todos los movimientos del muchacho, el muchacho había conseguido ganarse su afecto, su confianza y algo que muy pocas personas habían conseguido hasta la fecha: su respeto; definitivamente, el muchacho se parecía demasiado a su padre, y para colmo de males, tenía algunos de los rasgos del carácter de su madre, jamás se lo perdonaría si le sucediese algo, pero también era consciente de que, aunque Elladan no era de su total confianza, su historia coincidía con la de Harry y era la única persona que le podía ayudar, bueno, él y su pueblo, que aunque únicamente eran los restos de lo que otrora fue un gran pueblo, seguían siendo tan poderosos como antaño y además, algunos como por ejemplo Elladan, habían regresado desde el Oeste con un solo objetivo: ayudar a Harry, o mejor dicho: controlar a Valadad para que no causase una catástrofe. Cuando Dumbledore supo quién era en realidad Elladan, o, mejor dicho, de donde provenía, no había dudado ni un segundo en darle el puesto que solicitaba, pero de eso a entregarle a Harry. . . había una gran diferencia.
Sin saber por qué, el director de Hogwarts se sentía turbado, ya que normalmente estaba seguro de sus decisiones, pero la llegada de Harry a Hogwarts había cambiado esto. El muchacho lo había cautivado al instante por su fortaleza de espíritu y su arrojo. Pero todavía había algo que le desconcertaba, y era que, leyendo entre líneas lo que le decía Elladan, estaba bastante claro que Valadad debía ser controlado antes del regreso de Harry a Hogwarts, pues algo podía suceder en el colegio que destruiría a Harry y sólo quedaría Valadad, y esto era lo que Elladan quería evitar: el renacer de la maldición que casi había causado la destrucción de su pueblo, más aún, quería que un estúpido juramento pronunciado miles de años atrás de forma apresurada condenase a los Edáin a su irremisible destrucción. Y, entonces, Dumbledore se hizo una idea bastante aproximada de lo que podía encontrar Harry en Hogwarts y un estremecimiento de miedo le recorrió.
-¿Lo entiende ahora, Albus?- Dijo Elladan con el tono de voz de quien sabe exactamente lo que había pasado por la mente del anciano- Debo llevármelo con su pueblo y entrenarlo a nuestra manera. . . o será destruido, y eso es algo que nadie desea.
-Entonces, mañana iremos a por Harry y espero que la confianza que deposito en usted no me decepcione
-Descuide, no lo hará; pero una cosa le advierto: Harry ya no será nunca el mismo, usted me entregará un niño y yo le devolveré un Calaquendi hecho y derecho que pensará actuará y vivirá como tal, es más, mi intención es entrenarlo a la manera de los Vanyar en la que lo más importante es observar. . . parta luego atacar de forma rápida e inesperada.
-Lo dejo en sus manos, pero sabe perfectamente que lo hago porque no tengo otra elección; no hay otra salida y usted lo sabe.
-Estése tranquilo, pues le he probado mi ascendencia y sabe tan bien como yo que es prueba más que suficiente de mis intenciones.
N/A: Esta historia, aunque coincidan los personajes no tiene nada que ver con la que escribí anteriormente. Es, más bien, una adaptación de la anterior con SUSTANCIALES cambios en el argumento. Este súbito cambio se debe a unas ideas que he estado madurando estos últimos meses, pero puedo asegurar que los lectores habituales quedarán más que satisfechos con la nueva versión. Para cualquier duda, dejad un review o escribidme a: acaldela@hotmail.com (tengo msn Messenger)
HARRY POTTER Y LA LUZ DE LA ETERNIDAD
CAPÍTULO IX: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad
-¡Profesor Dumbledore!, le dije que no era algo que corriese prisa
-¿A que te refieres, Harry?- En ese momento, entró Hedwig por la ventana y le entregó al anciano la carta del alumno
-Mejor se lo enseño en mi habitación, si hace el favor de seguirme, por favor. . .
Ambos subieron por las escaleras en silencio y Dumbledore aprovechó para leer la carta y esto sólo consiguió aumentar su curiosidad ya que Harry parecía un poco asustado por alguna razón y no era algo que se viera todos los días. Cuando entraron en la pequeña habitación, Dumbledore no pudo dejar de notar que Harry estaba cerrando las ventanas y corriendo las cortinas y luego se fijó en las ropas de Harry y dijo medio en serio medio en broma:
-Bonito modelito, Harry, aunque un poco pasado de moda, recuerdo haber visto algo similar en algún sitio hace poco. . .
-Pues tiene bastante que ver con lo que le tengo que explicar- y, sin más dilación, Harry le explicó al director su "sueño" omitiendo las partes de la Orden y de su angelito y concluyó: -Profesor, tengo miedo de lo que pueda llegar a hacer
-Harry, es solo un sueño, dudo que.-pero se quedó con la boca abierta cuando un pergamino fue levitando desde la mesa de Harry hasta su mano extendida, era la carta de Elladan
-Pues entonces explíqueme cómo he conseguido que la carta llegue hasta mi mano y lo que en ella está escrito- dijo Harry tendiéndole la carta al director; Dumbledore fue leyendo la carta con creciente expresión de asombro, pero cuando llegó al final de la misma estalló en carcajadas
-Esto explica algunas cosas, incluido tu "modelito". Mira, Harry, en primer lugar. . .
Pero Dumbledore no pudo acabar la frase, pues una fugaz expresión de dolor cruzó el rostro de Harry que hizo ademán de llevarse una mano a su cicatriz; justo después, una expresión que reflejaba el odio más amargo se formó en su rostro y Dumbledore retrocedió unos pasos tambaleándose, no podía creer lo que veían sus ojos, su alumno había desaparecido de delante suyo y, en su lugar, se hallaba un hombre alto con los ojos dorados, iba vestido, esencialmente, igual que Harry, pero habían aparecido unos guantes largos en sus manos y una capa con capucha le cubría el rostro dejando a la vista sólo sus ojos, y eran unos ojos que solo irradiaban cólera, una cólera fría, pero sin control, un trueno se oyó en el exterior y, entre un resplandor dorado, desapareció.
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Ron, los gemelos y sus padres estaban regresando a la Madriguera cuando un resplandor verde sobre ésta los sobresaltó, todos dejaron de hablar al mismo tiempo y miraron con terror el origen del resplandor: la Marca Tenebrosa se extendía como la mano de la mismísima muerte sobre su hogar.
-¡Dios mío!, ¡No!- dijo el señor Weasley mientras se precipitaba varita en mano hacia su casa- ¡Ginny!, ¡Percy!- gritó desesperado
Cuando llegaron a la casa se encontraron con que el salón estaba destrozado y un cuerpo estaba tendido en el suelo con unas gafas quebradas a su lado, era Percy, pero todos se asustaron cuando vieron a tres mortífagos con las varitas en la mano, habían cometido un terrible error al precipitarse hacia la casa; cuando ya se disponían a vender caras sus vidas, un resplandor dorado les cegó y alguien apareció frente a ellos y exclamó lleno de ira:
-Vais a pagar con sangre vuestro atrevimiento esto no.- pero entonces el misterioso encapuchado se calló y vio que uno de los mortífagos llevaba a una niña pelirroja en brazos que parecía inconsciente y sangraba por una profunda herida que tenia en la cabeza. Con una cólera nada disimulada en la voy, el extraño salvador exclamó:
Amortaa vanima Mallenwen (t/a: álzate bella doncella dorada)- y, acto seguido, Ginny se alzó flotando de entre los brazos del mortífago y, con un movimiento brusco de su mano derecha, el salvador envió a los mortífagos fuera de la casa flotando y atravesando la pared; acto seguido, una luz verde se empezó a vislumbrar en las manos del desconocido hasta que una voz gritó:
¡¡¡Ana Valadad!!! (t/a: ¡¡¡Valadad, detente!!!)- todos se giraron hacia el lugar de donde provenía la voz y vieron a un hombre considerablemente alto y delgado embozado en una capa de color verde con dos árboles grabados, uno en oro y otro en plata; cuando escuchó su voz, el hombre que les había salvado se dio la vuelta, y cuando el visitante de la capa verde exclamó en un extraño idioma- ¡¡¡Libéralo ahora!!!- el salvador de los Weasley pareció perder algo de altura y, arrodillándose al costado de la Weasley más joven que yacía en el suelo la tomó entre sus brazos y empezó a cantar en una bella lengua y con voz dulce:
Ai! Laurië lantar lassi súrinen
yéni únótimë ve rámar aldaron!
yéni ve lintë yuldar avánier
mi oromardi lissë-miruvóreva
Andúnë pella, Vardo tellumar
nu luini yassen tintilar i eleni
ómaryo airetári-lírinen.
Sí man i yulma nin enquantuva?
An sí Tintallë Varda Oiolossëo
ve fanyar máryat Elentári ortanë
ar ilyë tier undulávë lumbulë
ar sindanóriello caita mornië
i falmalinnar imbë met,
ar hísië untúpa Calaciryo míri oialë.
Sí vanwa ná, Rómello vanwa, Valimar!
Namárië! Nai hiruvalyë Valimar!
Nai elyë hiruva! Namárië!
Acto seguido, acercó su cara a la de ella y le dio un beso en la frente susurrándole al oído::
Vanima Mallenwen, ¡vanima Mallenwen!, ¡¡amanelve vanima Mallenwen!!, ¡¡¡CUIVIËA AVARANEL!!! (n/a: El poema es el Namarië escrito por Tolkien, y en esta última frase Harry esta llamando a Ginny- Bella Doncella Dorada, ¡Bella Doncella Dorada!, ¡¡Bendita Bella Doncella Dorada!!, ¡¡¡ DESPIERTA PRINCESA PROHIBIDA!!!) Acto seguido, todos los presentes vieron como el extraño caía desvanecido al suelo y, una vez se esfumaron la capa y los guantes, todos pronunciaron un gemido ahogado y vieron como el desconocido se transformaba en alguien a quien todos reconocían: Harry; por lo menos, eso es lo que a todos les pareció en ese momento. Acto seguido, todos se quedaron mirando al muchacho como si se tratara de un extraterrestre y con los ojos como platos; pero esta situación no duró mucho, pues la señora Weasley tenía en sus brazos el cuerpo aparentemente inerte de un muchacho de unos veinte años: Percy, el antiguo Premio Anual de Hogwarts había sido asesinado a sangre fría por los mortífagos mientras intentaba proteger en vano a su joven hermana, o al menos eso es lo que parecía; el porqué del intento de rapto -pues de eso se trataba- únicamente lo sabía una persona de los presentes, y el individuo en cuestión no estaba dispuesto a revelar nada, pues, sin ningún preámbulo, tomó al desmayado Harry entre sus brazos y, en un estallido de luz verde, desapareció de la vista de todos para reaparecer en la habitación del muchacho en Privet Drive ante los ojos desorbitados de un Dumbledore poco acostumbrado a las sorpresas.
-Profesor Elladan, veo que lo ha traído, gracias, le estaré eternamente agradecido
-No se preocupe por eso ahora, Albus, limítese a preocuparse de que descanse un rato y será suficiente, este muchacho ha tenido una "visita" tan inconveniente como inesperada y está agotado; ahora permítame que le explique algunas cosas que debe saber...
----------
(De vuelta en casa de los Weasley)
-¡Asesinos!, ¡malditos sean todos!- gritaba desconsolada la señora Weasley en un rincón.
-¡Percy!, hijo mío, dime algo- decía el señor Weasley mientras sostenía el cuerpo de Percy delicadamente entre sus brazos y rodeado del resto de la familia, pero, entonces, fue Ginny quién habló:
-Percy, te has sacrificado por mi- Decía la joven Weasley mientras lloraba arrodillada al lado de su hermano, entonces, una de las lágrimas de Ginny calló sobre la cara de su hermano mayor y, aunque ninguno lo percibió, durante un instante un resplandor dorado rodeó al malherido Weasley (n/a: no estaba muerto, pero sí malherido y sin salvación) y, de pronto, Percy abrió los ojos y exclamó mirando a su familia con ojos desorbitados:
-¡Corred!, hay mortífagos aquí, debéis huir...
-¡Cálmate!, Harry los hizo huir, o al menos me pareció que era Harry, porque al principio parecía... diferente- Dijo Ron con voz entrecortada por la emoción
-Era Harry
-¡¡Ginny!!- Exclamaron todos percatándose al fin de que su hermana había recuperado el conocimiento- Pero como. . .
-Él me llamó, o, por lo menos, eso me pareció- Dijo la joven Weasley al tiempo que enrojecía hasta la raíz del cabello
-Me parece que nuestra hermanita se está haciendo mayor, ya sueña con su príncipe azul y todo- añadieron los gemelos para desesperación de Ginny, y, entonces, todos los Weasley se fundieron en un abrazo. Al cabo de unos momentos, el señor Weasley, ya más calmado, dijo:
-Chicos, no creo que esa persona fuese Harry, él nunca sería capaz de hacer morder el polvo de esa manera a dos mortífagos, creo que, como todos pensábamos que habían venido a por él, nos pareció verlo, pero eso es imposible; de todas maneras, este ataque es preocupante, voy a escribirle una carta a Dumbledore explicándole lo sucedido; Percy, registra los alrededores y asegúrate de que no hayan más mortífagos, el resto, no salgáis de la casa mientras escribo la carta y aseguro las puertas.
----------
-Y esto es todo, Albus, como ves, este muchacho es mucho más importante de lo que cualquier persona podía llegar a imaginar- El profesor Dumbledore estaba mirando anonadado a Elladan mientras removía parsimoniosamente su té con una cucharilla, era una de las primeras veces que se quedaba sin habla, no sabía qué decir; lo que Elladan le había dicho abría un tremendo abanico de posibilidades, pero la situación no carecía de peligro, pues Harry estaba caminando por la cuerda floja; cualquier error, ya fuera de ellos o del muchacho tendría consecuencias espantosas para toda la humanidad, y en especial para el mismo Harry, pues él desaparecería tal y como le conocían para convertirse en algo peor que el propio Voldemort: un asesino despiadado que no vacilaría en deshacerse de todo aquel que le estorbase en su propósito ya fuese amigo o enemigo, sin ningún tipo de distinción ni escrúpulos. Era algo tremendamente delicado y el encontrarse hablando en la casa de Elladan bajo la tenue luz de la luna y con la única luz artificial proporcionada por un crepitante fuego que no hacía más que pronunciar las ya de por si tenebrosas sombras no ayudaba a calmar al anciano director, de hecho, a Dumbledore lo que le ponía más nervioso era el hecho de que le tenía que confiar la vida de un muchacho al que consideraba como a un hijo -aunque este punto no estaba dispuesto a aceptarlo ante nadie- a unas manos que sabía expertas pero en las que no confiaba, de hecho, le ponía nervioso no poder controlar todos los movimientos del muchacho, el muchacho había conseguido ganarse su afecto, su confianza y algo que muy pocas personas habían conseguido hasta la fecha: su respeto; definitivamente, el muchacho se parecía demasiado a su padre, y para colmo de males, tenía algunos de los rasgos del carácter de su madre, jamás se lo perdonaría si le sucediese algo, pero también era consciente de que, aunque Elladan no era de su total confianza, su historia coincidía con la de Harry y era la única persona que le podía ayudar, bueno, él y su pueblo, que aunque únicamente eran los restos de lo que otrora fue un gran pueblo, seguían siendo tan poderosos como antaño y además, algunos como por ejemplo Elladan, habían regresado desde el Oeste con un solo objetivo: ayudar a Harry, o mejor dicho: controlar a Valadad para que no causase una catástrofe. Cuando Dumbledore supo quién era en realidad Elladan, o, mejor dicho, de donde provenía, no había dudado ni un segundo en darle el puesto que solicitaba, pero de eso a entregarle a Harry. . . había una gran diferencia.
Sin saber por qué, el director de Hogwarts se sentía turbado, ya que normalmente estaba seguro de sus decisiones, pero la llegada de Harry a Hogwarts había cambiado esto. El muchacho lo había cautivado al instante por su fortaleza de espíritu y su arrojo. Pero todavía había algo que le desconcertaba, y era que, leyendo entre líneas lo que le decía Elladan, estaba bastante claro que Valadad debía ser controlado antes del regreso de Harry a Hogwarts, pues algo podía suceder en el colegio que destruiría a Harry y sólo quedaría Valadad, y esto era lo que Elladan quería evitar: el renacer de la maldición que casi había causado la destrucción de su pueblo, más aún, quería que un estúpido juramento pronunciado miles de años atrás de forma apresurada condenase a los Edáin a su irremisible destrucción. Y, entonces, Dumbledore se hizo una idea bastante aproximada de lo que podía encontrar Harry en Hogwarts y un estremecimiento de miedo le recorrió.
-¿Lo entiende ahora, Albus?- Dijo Elladan con el tono de voz de quien sabe exactamente lo que había pasado por la mente del anciano- Debo llevármelo con su pueblo y entrenarlo a nuestra manera. . . o será destruido, y eso es algo que nadie desea.
-Entonces, mañana iremos a por Harry y espero que la confianza que deposito en usted no me decepcione
-Descuide, no lo hará; pero una cosa le advierto: Harry ya no será nunca el mismo, usted me entregará un niño y yo le devolveré un Calaquendi hecho y derecho que pensará actuará y vivirá como tal, es más, mi intención es entrenarlo a la manera de los Vanyar en la que lo más importante es observar. . . parta luego atacar de forma rápida e inesperada.
-Lo dejo en sus manos, pero sabe perfectamente que lo hago porque no tengo otra elección; no hay otra salida y usted lo sabe.
-Estése tranquilo, pues le he probado mi ascendencia y sabe tan bien como yo que es prueba más que suficiente de mis intenciones.
