1- Y te echo de menos
Tres años después de aquella noche, recibí una carta del Ministerio de Magia.
Había mantenido el contacto con todos: Harry, Ginny, incluso Ron. Jamás me reprochó haberme largado de aquella forma. Nunca podré agradecérselo lo suficiente. No me preguntó el motivo. Ginny y Harry sí lo hicieron, pero cuando me negué a contárselo, respetaron mi decisión.
Aquel día, esperaba recibir carta de Ginny, pero, en su lugar, una lechuza me entregó un sobre del Ministerio de Magia. Me pedían que trabajase en el departamento de Defensa Contra las Artes Oscuras. La sola idea de volver a estar rodeada de gente que era como yo, hizo que una sensación de alegría invadiese todo mi cuerpo. En la carta, venía una citación para esa misma tarde, si es que aceptaba el empleo. Lógicamente, acepté.
Corrí a mi habitación después de tomar una ducha, y comencé a revolver mi armario. Pero había olvidado que, al renovar mi vestuario, casi toda mi ropa era deportiva, cómoda y... algo sexy – claro está, debía ir a la moda si vivía en el mundo muggle.
Me puse los primeros vaqueros que encontré. Decidí acompañarlos con un chaleco rosa claro ajustado. Luego me miré al espejo. Al verme allí reflejada, un pensamiento visitó mi mente: Ron trabajaba allí.
No nos habíamos visto desde aquella noche. Y ahora... seguramente me cruzaría con él...
Siguiendo lo que me dictaba el corazón, entré en el baño y saqué todo mi maquillaje. Tuve tiempo de reaccionar, evitando ir como si fuese a una discoteca. Simplemente me eché algunos polvos, sombra de ojos morada, aunque no muy visible, y brillo de labios. Lo seguía queriendo, pero no iba a ir a trabajar como si fuese viernes por la noche. Tampoco iba a ir hecha una facha. Un punto medio.
Pero, como si me hubiese olvidado de su existencia, volví a verme reflejada en el espejo.
- Mi pelo... – murmuré.
Mi pelo. Me lo había cortado. Hacía sólo un mes, decidí cambiar totalmente de look. Por eso, toda mi ropa era deportiva. Y por eso... me había cortado el pelo a lo chico. Claro que ahora lo tenía algo más largo, pero seguía siendo a lo chico. (N/A: como Mandy Moore, o Jennifer López en "Nunca más")
Comencé a acariciarme el poco pelo que tenía – poco, teniendo en cuenta que antes tenía pelo para regalar, y encima, tan enmarañado, que tenía que gastar tres horas de mi tiempo en intentar desenredarlo y demás... No me arrepentía, ni me arrepiento, pero... algo dentro de mí me decía que a Ron, si es que lo encontraba por los pasillos del Ministerio, no le iba a hacer mucha gracia aquello...
Antes de salir, llamé a mi madre para que no se preocupase, y cuidase de la casa... También recibí una segunda lechuza, la cual me asustó, la verdad. Me comunicaban que habían colocado un traslador en una calle que yo no había visto en mi vida, aunque me alegré, porque no sabía dónde ir: no podía aparecer en el Callejón Diagon desde donde me encontraba.
Salí a todo correr. Pero, como caído del cielo, en una esquina de una calle que, casualmente, se encontraba desierta a aquellas horas, encontré algo que parecía ser un traslador. Así que aquella era la calle... jamás había reparado en ella.
Efectivamente, al acercarme y tocarlo, sentí que todo se movía a mí alrededor, para volver a aparecer en un lugar que nunca antes había visto: el Ministerio de Magia y sus alrededores.
Era impresionante: como un gran parque muggle, lleno de jardines y gente paseando, niños pequeños jugando con las varitas de sus padres, y allí, justo en el centro, un alto y esbelto edificio: el Ministerio de Magia.
Pero, ¿dónde tenía que ir? Seguramente me perdería por los pasillos del Ministerio... Suspiré y comencé a pasear por los alrededores. De todos modos, aún no era la hora de la cita. Me quedaban 2 horas que gastar. Ni que decir tiene que deseaba gastarlas con... Me quité esa idea de la cabeza. Ya sabía que trabajaba allí, en el departamento de Juegos y Deportes Mágicos, pero sería mucha coincidencia encontrármelo la primera vez que me acercaba al Ministerio...
Seguí paseando, pensando en miles de cosas... hasta que me tropecé con alguien. O al menos eso pensaba, hasta que noté las hojas caer sobre mí. Sí, tan distraída estaba que me tropecé con un árbol. Cuando estaba quitándome las hojitas del pelo, escuché que una voz me hablaba.
- ¿Está bien? – dijo la voz, era un chico, y sonaba preocupado.
Me di la vuelta, sonriendo, dispuesta a agradecerle su preocupación, pero que no había pasado nada, cuando me quedé sin habla. De entre todos los chicos del mundo, tenía que haber sido él quien se acercase...
- Ron... – murmuré - ¡¡Ron!! – dije, casi gritando, sonriendo - ¿Es que ya no te acuerdas de mí?
- ¿Hermione? – preguntó él, extrañado.
Me encantaba ver aquella expresión en su rostro. Se veía tan lindo... Yo no podía sino abrazarlo... fuertemente. Quería volver a sentirlo otra vez... Entonces la verdad cayó ante mí. Fui yo quien se fue, sin dar motivos... Y él había permanecido, digamos "fiel".
Sin saber por qué, mis ojos volvieron a ver aquella noche: cada rincón de su habitación, cada destello de las velas que nos alumbraban... Pero volví a la cruda realidad: ahora estábamos separados. Tres años nos separaban. Seguramente él habría encontrado una mujer maravillosa, y no me lo habría dicho para no herir mis sentimientos... porque él lo sabía, sabía que lo quería con toda mi alma...
Cuando nos separamos, él aún tenía esa expresión tan graciosa, y me miraba... el pelo...
- ¿Pero qué te has hecho? – preguntó al fin.
- Erm... – contesté yo, divertida, sin dejar de sonreír. – Un acto de rebeldía...
- ¡Herm! ¡Tu pelo!
- Lo sé, es mío –añadí, sacando la lengua.
Él me miró seriamente, luego sonrió como sólo él sabe hacer. Me miró de arriba abajo, y dijo, en tono de burla:
- ¿Soy yo o tú has encogido?
No sabía si pegarle, o reírme, o comérmelo a besos. Obviamente, lo último era lo que en realidad quería, pero a su vez, lo último que haría.
- Sí, Ron – dije – Si es eso lo que quieres oír, estás más alto y yo no he crecido ni un solo centímetro desde la última vez que nos vimos. Pero, digo yo que 170 centímetros está bien, ¿no?
- Aceptable – dijo él.
¿Cómo se las apañaba para hacerme reír? Siempre lo conseguía. Aunque no consiguió que le dijese lo que realmente pensaba.
"Más alto, y... sí, fuerte, y guapo, y dulce...", pensé.
Tal y como lo vi aquella noche... aquella imagen que no se iba de mi cabeza, la misma imagen que me visitaba cada noche en mis sueños... Siempre me había conformado con aquello, pero ahora que lo tenía delante...
- ¿Por qué lo has hecho? – preguntó – Tu pelo...
- ¿Sabes lo que es pasar 3 horas al día delante de un espejo, intentando desenredarlo, y que, encima, todo sea en vano?
- No...
Aún por aquel entonces, me costaba creer que no me preguntase por la última noche en que nos vimos. La misma noche en que ambos lo hicimos por primera vez. Cuando yo me fui sin darle ninguna explicación. Era increíble que no me odiase. O, si alguna vez lo hizo, que me hubiese perdonado. Pues yo no lo habría hecho... siendo él el amor de mi vida...
- Supongo que vienes por lo del Departamento de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? – me preguntó.
- ¿Cómo lo sabes?
- Herm, no seas tonta. Trabajo aquí. Había una vacante. Cuando mi padre me lo dijo, le propuse que le hablase de ti al Ministro.
- ¿Entonces es todo gracias a ti?
- No... – dijo él, sonrojándose un poco – Bueno... sí, tal vez...
¿Quién podría resistirse? Lo único que podía hacer era abrazarlo de nuevo. Era tan... Ron. No hay otra palabra para describirlo.
Sólo él podía haberlo hecho, ¿quién si no? Nadie más... Siempre me había cuidado, defendido, siempre había estado ahí para cualquier cosa que necesitase.
Y no se merecía aquello.
- El problema es que no tengo ni idea de dónde tengo que ir... – confesé.
- Ah, no te preocupes – dijo él, en tono despreocupado – No serías la primera en perderse. Te guiaré si me haces un favor.
Lo miré incrédula, si realmente conocía a Ron, me diría algo como...
- Haz algo con tu pelo – y volvió a sonreír.
Pero entonces, sucedió algo que yo jamás habría creído posible. Ya sabéis que en el mundo Mágico no funcionan los artilugios muggle, y menos si funcionan con electricidad. Pero, de entre todos los objetos muggles, el último que habría pensado que podría funcionar allí, fue el que lo hizo. Sin saber por qué, había guardado mi teléfono móvil en uno de los bolsillos posteriores de mis pantalones. Siempre lo hacía. Mi madre siempre tenía alguna urgencia relacionada con mis... alguna urgencia. Ni que decir tiene que me sobresalté.
- ¿Cómo...? – comencé a preguntar.
- Contesta – me dijo Ron, sonriendo – y luego te explico.
Lo miré, confusa, e hice lo que me dijo. Era mi madre.
- ¿Qué pasa mamá? – pregunté - ¿Cómo?... ¿Qué Hannah y Kian han hecho qué?... ¡Pero mamá! Te dije que cuidases de ellos... Mamá... mamá... mamá escúchame... ¡Mamá! – esto último, no tuve más remedio que gritarlo, no había forma de que me escuchase – Escucha... ¿Están bien? ... Vale, llévalos al médico... pero que no lleven lo que tú ya sabes... ¿vale? Sí... yo estoy bien, mamá, estoy en el Ministerio de Magia... no te alteres mamá...
Mi tono de voz ya sonaba desesperado. Ron me miraba con curiosidad, y sonreía.
- Sí, mamá. Ya te cuento en otro momento. Adiós. – añadí, justo antes de colgar. – Madres – suspiré, mirando a Ron.
- Dímelo a mí – contestó él.
- Vale, dime, ¿Por qué puede funcionar un móvil aquí?
- Simple. Muchos magos y brujas han contraído matrimonio con muggles. Y claro, esos "inventos" no pueden pasar desapercibidos. Aunque casi ningún mago posee uno, sólo aquellos que, como te he dicho, han contraído matrimonio con muggles, han hecho un arreglo por ahí para que puedan contactar con ellos en casos de emergencia.
Yo miraba a Ron, con cara de no creerme una palabra de lo que me estaba contando.
- Sé que suena raro. Pero créeme, ya has visto que te han llamado.
Sonreí, pues ciertamente, me habían llamado, y en un caso de emergencia, todo hay que decirlo.
- ¿Me llevas al departamento? – le pregunté
Aunque él no lo apreciase, mi cuerpo comenzó a temblar. Algo en mi interior me decía que todo iba a salir mal... ¿Por qué habría tenido que llamar mi madre? Justo cuando él estaba allí a mi lado.
Antes de que él pronunciase palabra, yo ya las oía en mi mente. Y me dolían. Me dolían por haberlo mantenido alejado de la verdad. Por no haber tenido el valor. Probablemente, él lo habría aceptado... pero no lo vi.
- Claro – respondió. – Sólo una cosa... ¿Quiénes son Hannah y Kian?
************************
Hola de nueeeeeevooooo!!!! He vuelto!!! Mwahahah!!
Uh, ok ok, basta de paranoias ^^ Yay!! Qué feliz estoy de que os haya gustado el
comienzo del fic!! ^^ Weno, ahora a ver si os gusta este, el segundo capítulo ^^
El reencuentro de Herm y Ron después de tres añitos ^^
Y claro, los magos tienen que modernizarse, asi que todos con un móvil!! *lol* Y
bueno... no me peguéis por lo del pelo de Hermione... es parte de la historia,
ok? ^_^
PAra variar, se lo dedico a mis niñas: las Ronnie's Lovers, y a Isilme ^^
A Sophie ^^ Que dice que le salvo la vida cada tarde ^^ *lol*
Y a los demás ^^ Que el caso es que el primero debía ser corto para
picaros en la historia ^^ Y ya veo que lo he conseguido!!! Weeee!!!
R&R please!!!!
GiNgEr WeAsLeY -- Ronnie's Lover #3
:: Remember the FUll Moon ::
Ohana
