MIRADAS CLARAS, SENTIMIENTOS OSCUROS
III
Trunks no llegó a su casa hasta la medianoche. Se fue a las montañas a pensar. No podía creer lo que había hecho. Cuando llegó a su casa, Bulma estaba muy preocupada por él. La lluvia era más fuerte que nunca y Trunks estaba empapado.
—Mírate: estás empapado, vas a resfriarte. Pero dime: ¿Qué ocurrió? Estaba muy preocupada por ti.
—Estoy bien, no te preocupes... —Trunks le contestó con la voz muy apagada y con un tono angustiado.
—¿Seguro?
—Sí...
—Te haré un té caliente, espera. Así me cuentas que ocurrió.
—Mejor mañana, estoy demasiado cansado...
—De acuerdo, ¿por qué no te das un baño?
—Eso haré. Hasta mañana...
Trunks le dio un beso en la mejilla se fue hasta su cuarto. Bulma sabía que algo en él había cambiado, le bastaba con verlo. Cuando Trunks llegó al cuarto, se arrojó a la cama. No podía pensar en nada. Se levantó para ir a la ducha y en ese momento lo recordó:
—¡Mi espada! Debo haberla olvidado en... ¡Oh, no!
Sin pensarlo, abrió la ventana de su cuarto y, sin que su madre lo notara, salió hacia aquel lugar donde esa misma tarde había estado con Dieciocho. Al llegar, Trunks empezó a buscar su espada, pero grande fue su sorpresa cuando encontró a su más grande enemiga en aquella cama, abrazada a su espada. Se acercó lentamente a la cama, tratando de no despertar a la androide, pero, en ese instante, estornudó. Por el ruido, ella despertó.
—¡Volviste!
—No es lo que tú piensas… ¡Dame mi espada!
—¿Por qué eres así...?
—¿Cómo?
—¡Tan frío!
—Mira quién lo dice...
—Pero... ¿No sentiste nada?
—Sí, pero...
—Fue tan extraño. ¡No sabía qué estaba sucediendo ni qué estaba haciendo...!
—Yo sentí lo mismo...
—Entonces imagino que te gustó tanto como a mí.
—Fue muy extraño, por un momento olvidé quién eres...
—Yo también lo olvidé, niño. —Dieciocho intentó besarlo, pero Trunks no se lo permitió. La frenó.
—Fue un error. ¡No tuvo que haber pasado!
—¡Pero pasó, Trunks!
—¿Qué intentas decir?
—Quizá, así tenía que ser. —Trunks abrió los ojos enormes, no podía creer que esa chica que estaba enfrente de él fuera Dieciocho, la maldita androide que mató a su padre y a su maestro—. Me gustas, niño.
No pudo más: Trunks se rindió.
—Y tú a mí...
Se acercaron y se besaron lentamente, tratando de sentir cada sensación.
Continúa...
Dragon Ball © Akira Toriyama
