1.- Primos

- ¡Venga, vamos, mátale!

- ¡No puedo, Neji!

- ¡Venga, Hinata, dale fuerte!

- ¡¡No puedo, no sé!!

- ¡Arg! ¡Eres tonta, Hinata!¡Ahora te ha matado él a ti y tenemos que empezar de nuevo!

El niño de 8 años señalaba la pantalla de televisión y vertía toda su frustración sobre su prima menor, preguntándose por qué sus padres le obligaban a jugar con ella, ¡si era tonta! La pequeña de pelo negro y ojos cristalinos observaba el mando de la consola en su regazo, sintiéndose la niña más estúpida del mundo. Ahora su primo estaba enfadado y ya no querría jugar nunca más con ella, pero es que el "malo" era muy rápido y el mando, muy difícil de manejar y...

Fue en ese momento cuando Neji escuchó los leves sollozos. Su prima era un llorica y eso siempre le había causado una extraña irritación, pero, en este caso, se sintió, además, inquieto. No podía hallar la causa de su desazón, así que lo achacó a que sus padres se enfadarían si la vieran llorar, sobre todo si ella decía que había sido por su culpa. Y no era por su culpa, es que ella lloraba por todo, era débil. Claro que esta vez, él le había gritado y le había llamado de todo, pero es que ¡ella era TAN torpe! De todas formas, daba igual, como sus tíos estaban de visita, seguro que sus padres le castigaban. No había otra solución: tenía que hacerla callar.

Claro que eso era mucho más fácil de decir que de hacer; Neji nunca en su vida se había enfrentado al problema de consolar a alguien. No tenía hermanos pequeños y tenía por principio no trabar amistad con niños "llorones", por lo que no tenía ni idea de qué hacer. Mientras, Hinata, un poco asustada por la seriedad de su primo, lloraba cada vez más abiertamente.

Por fortuna, el instinto le previno al chico en contra de amenazar, pegar o insultar a la niña por su debilidad. De alguna forma, supo que los métodos que su padre utilizaba con él no iban a servir de nada con su prima. Pero, entonces, ¿qué podía hacer? Inseguro, se agachó al lado de la pequeña, que ya se tapaba la cara con las manos.

- Hmmm... No te preocupes, Hinata, da igual... Ya verás como ahora le ganamos, ¿eh?

Hinata era una muy sensible a la crítica. Desde que tenía uso de razón notaba cómo sus padres la miraban... raro, como tristes. Cuando creció un poco más, aprendió la palabra "decepción", pero ya era tarde: por mucho que lo intentara, no conseguía hacer las cosas bien, nunca. Por lo tanto, no resulta extraño que, ante el tono tan poco convencido de Neji, no le creyera en absoluto. Las mentiras piadosas no contaban para la chiquilla, a su corta edad ya era experta en detectar la verdad oculta en ellas.

Viendo el escaso resultado de su estrategia, Neji decidió que era hora de tomar decisiones drásticas (sus padres podían escucharla en cualquier momento). El chico empleó todos los trucos que, según había observado en sus compañeros, podrían hacerla reír: intentó hacerle cosquillas, hizo el payaso por toda la habitación y, en definitiva, expuso todas sus cualidades cómicas. Que tampoco eran muchas, todo hay que decirlo. Hinata no dejó de llorar.

El niño estaba desesperado, se le habían agotado todos los recursos y su prima seguía inconsolable. De pronto, comprendió con absurda claridad lo que debía hacer y se sintió casi estúpido por no habérsele ocurrido antes. Era tan simple que no lo pensó dos veces: se acercó a su prima hasta poder rodearla con los brazos, con suavidad y firmeza.

Tal vez parezca extraño, pero era la primera vez que abrazaba a alguien. La familia Hyuga era muy distante en lo que a contacto corporal se refiere, por lo que poco podía esperarse el niño la extraña calidez que lo asaltó de repente. Por algún motivo desconocido para él, era agradable abrazar a su pequeña prima, la llorona.

Hinata se sintió confusa al principio: ¡su prima la estaba abrazando! Entonces... ¿no estaba enfadado con ella? Intentó girar la cabeza para leer su expresión, pero estaban mejilla con mejilla y no pudo. Sin embargo, Neji no la soltaba,  así que no debía estar enfadado. La niña tardó un poco en comprender cabalmente el significado del gesto: ¡su primo no estaba enfadado! ¡No estaba enfadado! ¡Ella era tonta y torpe, pero él la perdonaba!

De pronto, Neji sintió cómo dos alegres bracitos le estrangulaban el cuello y, a la vez, su mejilla sufría potentes y sonoros besos, que retumbaban en sus oídos. Muy contento sin saber por qué, se zafó, decidido a salir con vida del entusiasmo de su prima:

- ¡Ea, vamos a matar al malo!

- ¡Síiiiiii!