Título: Tonos

Autora: Kumagorou Girly

Pareja: RuHana

Notas: Esta parte me encanta! Gracias a todos por los comentarios

Tonos

Capítulo II

Esa semana nos vimos bastante, a pesar de nuestros horarios diferentes y nuestros casuales desencuentros. Yo podía notarlo, él se aferraba a mí como a nadie más, me hacía sentir único, indispensable. Y llegué a creerlo.

Sin embargo me hacía muchos desplantes. Mientras yo no dejaba de mirarlo, sabía que se hacía el importante y ni siquiera me dirigía una mirada. Hubo días fríos, tan fríos que llegaba a estrujarme el cerebro pensando qué podría haber hecho mal. Pero al día siguiente ahí estaba otra vez. Esa calidez que me convidaba sólo a mí, a su manera especial. Y yo lo odiaba por eso, porque tenía esa maldita influencia a la cual yo no podía igualar jamás. Él nunca dependería de mí como lo hacía yo de él.

En estos vaivenes puedo rescatar un día aislado, un momento en que sentí que todo sería para siempre, que el resto de las personas podían morir frente a mis ojos y que ya nada me importaría si me podía quedar a su lado, así, enfrentándolo con miedo a que me dejara y con la tranquilidad de que no sería así, porque no era típico de él.

Ese día, como en alguna de nuestras estúpidas peleas infantiles, yo debí haberle gritado que me trataba mal o algo así, porque recuerdo como Yohei llegó y dijo que parecíamos un matrimonio. Como idiota que soy, creo que grité un poco más y a Yohei también y me fui; me alejé para esperar a que terminara la práctica de los que estaban todavía en el gimnasio. En ese momento, conmigo apoyado en la baranda de la escalera, mirando al suelo, pensaba en cuánto lo odiaba, en cuánto me gustaría poder herirlo más que nunca, pero no como solía hacerlo sino de la misma manera que él lo hacía conmigo.

Fue en ese momento en que sentí una respiración detrás de mi oreja, el aire llegaba regular y se mantuvo allí unos momentos calculados fríamente para seguramente hacer que mi presión descendiese. Él podía calcularlo todo, quizás por eso era tan callado y tan hiriente a la vez.

- Yo no te trato mal –en un susurro, las palabras recorrieron mi cabeza hasta llegar a mi cerebro. Allí me sentí débil, pequeño, como hacía tiempo no lo hacía y casi caigo en el abrazo en el que ahora había sido apresado. El pensamiento se me nubló, no supe que contestarle. Creo que dije un "sí" como para complacerlo y luego descansé mi mejilla en su hombro. Como deseaba que no me estuviese abrazando; fue tan doloroso para mí, y a la vez tan feliz...

Continuará...

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