Concierto para cinco.
Preludio: Llegada a La Madriguera

Al sentir la calidez de los rayos de sol que entraban por la ventana, decidió abrir los ojos. Miró alrededor y sonrió satisfecho. Se sentía feliz y seguro ahí. Bostezó sin discreción intentando desperezarse y se sentó en la cama.
-¿Harry? -llamó un chico de cabello rojo brillante, entrando en la habitación.
Harry Potter estiró el brazo hacia la repisa que tenía por encima de su cabeza y tomó sus lentes redondos.
-Buenos días, Ron.
-Buenos días. ¿Qué tal te sientes? ¿Te apetece desayunar? Nosotros ya lo hicimos, pero te veías tan cansado que no quise despertarte.
-Te lo agradezco -sonrió-. ¿Qué hora es?
-Casi las doce.
Harry abrió los ojos como platos.
-¿¡Las doce!? -gritó, poniéndose de pie de un salto y buscando su ropa entre el desastre que Ron tenía en el cuarto-. ¿Dices que ya todos desayunaron? ¡Pues claro! Es tardísimo.
-Vamos, Harry, cálmate. mamá te guardó tu parte. Además, hum...bueno...entendemos que...eh...
Ron calló y miró al suelo. Harry se sintió avergonzado de que su mejor amigo (y junto con él, su familia completa) lo considerase tan débil.
Como si fuera a romperme. Como si no hubiese pasado por situaciones difíciles antes, pensó.
Ron levantó la vista e hizo una mueca insegura.
-¿Sabes Ron? -Harry suspiró-. Preferiría tener la oportunidad de desayunar con ustedes que tener que hacerlo solo -inició un inútil esfuerzo por acomodarse el cabello. Finalmente se rindió-. Como sea, no tienes idea de lo contento que estoy de encontrarme aquí.
El pelirrojo le dedicó a su amigo una amplia sonrisa.
-Claro que lo sé, Harry -exclamó con picardía, empujando al chico de lentes fuera de la habitación-. A ver, dime ¿qué casa más elegante y cómoda podrías hallar en toda Inglaterra que La Madriguera?
Ron lo decía con sarcasmo, un método bastante efectivo para disimular lo mucho que significaban para él las palabras de Harry. Éste se encogió de hombros. Conocía bien a Ron y sabía que su mensaje había sido recibido.
Entraron a la cocina y Harry se sentó en una vieja y gastada silla para comer las tostadas que la Sra Weasley le había apartado. Ron se sentó a su lado.
-De cualquier modo, tres semanas y nosotros sin saber de tí...pensaba que Dumbledore no te dejaría venir este verano. Estabamos bastante preocupados; mamá permanecía al borde de la histeria.
El más joven de los Weasley disimuló la sonrisa que le provocaba el recuerdo de la cara de su madre cuando Harry se presentó el día anterior, sin previo aviso, en la puerta de la casa. En realidad sí se había anunciado la llegada del chico, pero había quedado como estricto secreto entre el director de Hogwarts y el Sr. Weasley. Dadas las condiciones actuales, tantas sospechas, toda la información (en especial la relacionada con Harry) estaba muy cuidada.
-Ya lo ves. Pero me anima pensar que por lo menos tendremos cinco semanas para...
-Ja! ¿Por lo menos? -soltó una voz afectada-. Yo más bien diría que es demasiado tiempo. ¿Y a qué planean dedicarlo? Imagino que sólo lo desperdiciarán en vanalidades, aún cuando las circunstancias son tan graves.
-Oh! Percy, ¡cállate! -cortó Fred, entrando junto con George a la cocina-. Tú deberías saber lo importante que es distraer a Harry. Él no debe preocuparse por nada, ¿entiendes? No ha sido fácil, todo esto...apesta. A nadie le resulta sencillo aceptar la perspectiva que nos ofrece el futuro.
-Pónte en su lugar, Percy -agregó George-, y trata de ser menos insensible. Cualquiera diría que cada día que pasas en el Ministerio te roba algo más de tu humanidad.
El tono de los gemelos se había vuelto más serio conforme hablaban. Esto desconcertó a Harry; no era muy común escucharlos hablar de esa manera.
Una prueba más de que fingir que nada ocurre no es una opción, reflexionó con tristeza.
-Venga, paren ya el monólogo. ¿Qué? ¿hay reunión familiar en la cocina? Por si no lo notaron, estaba intentando conversar con Harry en pri-va-do -apuntó Ron.
-Mira, Ronnie -contestó Fred, como si estuviera hablando con un bebé-, sólo veníamos a recordarte que prometiste a mamá ordenar tu habitación antes de que llegue Hermione. Y su tren llega en media hora.
-¡Ya lo sé! -gruñó el aludido-. Vamos, Harry -pidió tirando del otro, a quien apenas le dió tiempo de limpiarse con la servilleta y dirigir una señal de despedida a los que se quedaban en la cocina (dos con cara divertida y el restante en extremo ofendido).
Subiendo por las escaleras Ron se puso frente a su amigo y lo tomó por los hombros.
-Ahora en serio, ¿todo está bien?
-Totalmente -respondió Harry con firmeza.
Ron dudó, pero finalmente accedió.
-De acuerdo -abrió la puerta de su cuarto-. De acuerdo. Bueno, pues a trabajar.
Diez minutos más tarde las dos camas estaban arregladas, la pila de libros acomodada y la ropa sucia oculta en el armario.
-Ron, sólo por curiosidad, ¿cuánto tiempo hacemos hasta la estación de trenes?
-Yo diría... -Ron meditó la respuesta- que como quince minutos. Corriendo.
-¿Y entonces? -preguntó Harry después de mirar el reloj que Sirius le había hecho llegar vía lechuza a casa de los Dursley. Realmente lo echaba de menos, y estaba preocupado por él. Desde aquel día en que Dumbledore lo mandó a reunir al antiguo grupo, no había recibido de él más información que notas de hola y adiós.
-Entonces -respondió Ron, regresando a Harry a la Tierra- sugiero que corramos.


El tren iba disminuyendo la velocidad con lentitud.
Hermione observaba por la ventanilla, distraída. Era curioso pensar que hacía un año que no estaba por ahí y que tantas cosas habían ocurrido desde la última vez que pisó la casa de Ron. Se movió inquieta en el asiento. Sentía mucha ansiedad por ver a sus amigos y asegurarse de que todo marchaba bien.
Es una lástima que deba esperar más tiempo para ver a Harry (N.d.l.a. 1: Recuerden que es un secreto que Harry ya no está con los Dursley).
Con un fuerte silbido, el tren se detuvo definitivamente. Hermione tomó la bolsa que descansaba en el asiento contiguo y se dispuso a salir del compartimiento. Entonces escuchó unos golpecitos a su espalda. Volteó extrañada y su rostro se iluminó cuando vió a un par de chicos que la saludaban desde el otro lado de la ventana.
-Ahhh! -exclamó dejando caer la bolsa y precipitándose a abrir la ventanilla-. ¡Ron! Pero, Ron, ¡es Harry! -vociferó aturdida-. ¿Cómo...?
-Caray, Hermione, ¡contrólate! -rió el pelirrojo- ¿porque no bajas de una vez y te sorprendes acá todo lo que quieras?
Hermione le mostró la lengua y desapareció de la vista.
-Sí que la has asombrado, ¿eh, Harry? -dijo Ron, buscando entre la gente que se arremolinaba alrededor del tren.
-Bueno, ¿tú que dices? Tendrías que haber visto tu propia cara ayer por la noche.
Harry imitó la expresión anonadada de su amigo.
-Ja-ja-ja, me matas de risa. Eh! ¡Hermione! -gritó Ron al ver a la chica buscarlos.
Llevaba un bonito vestido veraniego azul , y el largo cabello enmarañado se movía con el viento (por cierto, lucía menos enredado de lo normal).
Al ubicarlos, Hermione corrió hacia ellos. Los chicos le sonrieron y a los dos pasos de llegar ella se lanzó a los brazos de Harry.
-¡Harry! -murmuró-. Oh, Harry! Qué gusto me da verte.
Él la rodeo con sus brazos torpemente. Aún le incomodaba un poco cada vez que ella hacía esto (abrazarlo), pero le incomodaba más que cada vez le incomodaba menos (N.d.l.a. 2: What? Jejeje XD).
-A mí también me da mucho gusto verte, Hermione.
Ella se separó un poco para verlo a la cara. Cuando sus ojos se encontraron, la chica experimentó la incontrolable necesidad de levantar la mano y acercarla al rostro de él, pero de inmediato desvió la mirada y se desasió de Harry por completo.
-Sí - manifestó Ron molesto-, yo igualmente me alegro de verte, Hermione, amiga.
Hermione giró hacia él, de buen humor y lo abrazó.
-Hola, Ron. Oye, tú sabes que me hace muy feliz verte.
-Mejor nos ponemos en camino ya mismo- propuso Ron, dando la espalda a sus amigos para esconder el interesante color rojo (a juego con su cabello) que había adquirido su cara-. Antes de que mamá empieze a alterarse.
-¡Tienes razón! (Cosa rara, por cierto) -expresó Hermione.
Esperó a que ellos se repartieran las maletas, enlazó un brazo al de Harry y el otro al de Ron y salieron de la estación.
Era un agradable día del primer verano posterior al regreso de Lord Voldemort.

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Bueno, aquí tienen mi cuarto fic de HP. Antes de que comienzen a mirarme feo, sí, ya sé que tengo la pésima costumbre de abandonar los fics por meses antes de siquiera intentar continuarlos. ¡Lo sientoooo! Pero les puedo asegurar algo: eventualmente...eventualmente los terminaré todos. De éste ya tengo la idea general. Sé cómo irá y, ¡asombroso!, sé cómo acabará (que es la parte que más se me dificulta =P).
Ahora para que sepan de una vez más o menos lo que puede pasar y lo que no , aclaro que mi tendencia es R/Hr, pero no me desagrada el H/Hr. Por otra parte soy 100% anti G/H y ahí de plano no hay peros. Finalmente, yo respeto a quienes les guste y a quienes lo escriban, pero no tengo planeado ningún tipo de relación entre miembros del mismo sexo (lo siento XD).
Ok, hasta aquí por hoy. ^^ Gracias por leer.