Concierto para cinco

Tercer movimiento: El secreto
Hermione se incorporó en la cama sintiéndose un poco desubicada. Cuando despertó por completo y recordó dónde estaba, lo primero que hizo fue voltear hacia la cama de al lado. Una niña pelirroja dormía profundamente, o eso parecía.
-¿Ginny?
No hubo respuesta. Entonces Hermione comenzó a vestirse lentamente, repasando detalle por detalle lo ocurrido la noche anterior.
-Imbécil -murmuró al pensar en Ron.
¡¿Por qué tienes que ser siempre una aburrida aguafiestas!?. El recordar esas palabras le dolía muchísimo, pero al intentar desecharlas de su cabeza, sólo conseguía sustituirlas por las de Harry. Te quiero.
-¿En qué piensas?
Hermione se sobresaltó al oír la voz de Ginny.
-Er...nada especial.
-Mientes -dijo la pelirroja y sonrió con algo de tristeza-. Estás sonrojada, Hermione.
-¿De-de verdad?
Ginny asintió. Las dos se observaron en silencio por lo que pareció una eternidad.
-Creo...que mejor le decimos todo a Ron hoy -comentó Ginny, desviando la mirada con aspecto derrotado y dejando a Hermione perpleja.
-¿Q-qué?
-Bueno, él tiene que ayudarnos, ¿no?
Como se veía claramente que Hermione no entendía ni una palabra, Ginny se paró para coger un calendario que colgaba sobre su viejo escritorio y se lo puso en la cara a la castaña. En la hoja, el dibujo de un conejito saltaba alrededor de la palabra , y un brillante círculo rojo parpadeaba en el número 31.
Hermione abrió los ojos con entendimiento, mientras Ginny le dedicaba una risa que se antojaba más forzada que otra cosa.
-Ya. Es solo que...me cambias el tema sin avisar -se quejó Hermione con un tono que intentaba aligerar la tensión.
-¿Cuál tema? -preguntó Ginny, estudiando con distracción el calendario.
-Ginny...
-No digas nada -suspiró-. Escucha, Hermione, eres la mejor amiga que tengo en el mundo entero y eso es lo más importante para mí, ¿te enteras?
-Es sólo que...
-Déjalo ya. Mejor pensemos en la mejor forma de separar por lo menos cinco minutos a Harry de Ron.
Estaba más claro que el agua que Ginny no quería oír ni una palabra sobre lo que había visto cuando abrió la puerta de su dormitorio la noche pasada. Ni explicaciones, ni saber lo que Hermione sentía o pensaba. Tampoco quería escuchar que realmente no había ocurrido nada. Nada repitió Hermione, con una sensación de frustración tan grande que quiso arrear patadas. Era estupendo. Justo cuando necesitaba desahogarse, conversar con una amiga que le ayudara, que le orientara y le dijera que se calmase, que las cosas seguían igual que siempre y que no se complicara, sencillamente no contaba con su mejor amiga en el mundo entero, porque ésta tenía miedo de lo que ella le pudiese decir. Tampoco era que Hermione se muriese por reflexionar acerca de sus sentimientos. A decir verdad, ella también temía a lo que descubriría si profundizaba algo más en el tema Harry, Ron, mis mejores amigos y lo que siento por ellos.
-Agh!!! Estúpidas hormonas -escupió.
-¿Dices?
-Que estoy hambrienta. Venga, bajemos a desayunar y ya nos las arreglaremos para hablar con Ron a solas.


-¡Buenos días, dormilonas! -saludó alegremente la señora Weasley en cuanto las dos chicas atravesaron la puerta de la cocina-. Estuve a punto de ir a despertarlas.
-Buenos días, mamá. ¿Dónde está papá? -quiso saber Ginny.
-Se ha ido, cariño. Igual que Percy y Fred y George. No sé qué tramaban esos dos -añadió la mujer con preocupación.
Ron y Harry ya estaban sentados a la mesa, hablando muy bajito entre ellos. No fue hasta que Hermione se sentó frente al pelirrojo que se atrevieron a hablar.
-Hola -aventuró Harry.
-¿Qué tal? -fue la respuesta de Hermione. Ginny hizo un gesto con la mano.
El muchacho de lentes respiró, aliviado porque las dos actuaban con perfecta normalidad. Le aterraba que el en la habitación de Ginny tuviese repercusiones.
Al parecer, la reacción de Hermione con su amigo le inspiró valor a Ron, porque, luciendo su sonrisa más tímida, dijo:
-Buenos días, Hermione.
Gran error. Ella lo fulminó con la mirada, y no se molestó en contestarle. Él se enfadó, y pasó el resto de desayuno con el ceño fruncido.
-Mamá, tengo que hablar contigo -anunció Ginny cuando terminó sus muffins y bebió lo que quedaba de chocolate en su taza-. Es sobre..ejem..lo que te comenté...ya sabes.
Molly Weasley pasó sus ojos de su hija, a Harry, y de ahí a Hermione.
-Desde luego, cielo. Pero la verdad no entiendo por qué no le pides consejo al experto en la materia.
-¿C-cómo? -interrogó Ginny, asustada por lo que estaría ideando su madre. Lo único que quería era que le diera un pretexto para separar a los chicos. Si se quedaban a solas, podría pedirle que llamara a Ron bajo cualquier excusa, y así Hermione se quedaría con Harry, y ella podría contarle todo a su hermano.
-Harry -explicó la señora Weasley-. Él te sería más útil que yo en ese campo.
-Pe-pero...es que y-yo -Ginny puso la mente a trabajar a mil por hora en un esfuerzo por recordar qué tanto había estado hablando con su mamá. Al parecer, ésta no había captado que era sólo un pretexto.
-¿De qué se trata? -cuestionó Harry, con interés. Hermione escrutó a Ginny. La situación se le había ido de las manos.
-Estooo...
-Lo que ocurre es que Ginny quiere comprar una escoba. Por fin decidió darle uso a su ahorros, lo que, debo decir, me alegra mucho. Es hora de que seas un poquito egoísta y te des un lujo -señaló la señora Weasley mirando con ojos llorosos a su hija.
La chica se revolvió incómoda en su silla. Ahora sí que lo recordaba y se reprochaba mentalmente. Ese no era un asunto que estuviera dispuesta a discutir frente a Harry o Hermione. Sintió un nudo en la garganta. Se encontraba entre conmovida y humillada. Odio ser pobre.
-No sabía que te interesaba volar, Ginny -dijo Harry amablemente.
Ginny se sonrojó. Vivía rodeada de fervientes admiradores del quidditch, única mujer en una serie de hermanos varones, la mitad de ellos jugadores. ¿Cómo no iba a interesarle? Aún así, para ser totalmente honesta, sólo un chico había provocado que esa atracción aumentara, y cabía agregar que ni era pelirrojo, ni era su hermano.
-Si quieres ayuda, con mucho gusto te la doy. Pero te aseguro que de experto, nada, ¿eh?
Harry le sonrió y, después de agradecer el desayuno, se levantó de la mesa con Ron (que por cierto, seguía con cara de malhumorado).
-Buen intento, Ginny -apuntó Hermione cuando se quedaron solas.
La pelirroja quiso contestar, pero se había quedado sin voz.


-¡Ah, no! De eso ni hablar -declaró Ron con decisión.
-Ron...
-No me . La has visto en el desayuno. Quise ser amable y mira cómo lo pagué.
-Se sensato, si está enojada contigo es por tu culpa. Tu la ofendiste.
-¿De verdad? Se me olvidó -contestó el otro, obstinado-. No me voy a disculpar.
-Ok, hazle como quieras. Es la única salida, y lo sabes.
Harry contempló a su amigo encogerse de hombros y le dieron ganas de pegarle. No podía escoger a quién darle el premio a la persona más necia del año, si a él o a Hermione. Ni el uno ni el otro se veían con deseos de mostrar la bandera blanca.
-¿Ron?
-¿Que quieres, Ginny?
-¿Puedo hablarte un momento?
-Si es por lo de Hermione, puedes ahorrarte el sermón. Ya tengo a mi rollero particular aquí -apuntó a Harry, quien le mostró la lengua.
-Anda, idiota, que no es eso. Aunque no harías mal en pedir perdón.
-Cállate -gruñó Ron, y siguió a su hermana al jardín.


-¿Estás aquí, Harry? -preguntó Hermione al abrir con cuidado la puerta del dormitorio de Ron.
-Hola, Hermione. Imaginaba que estarías con los demás.
-Nope. Ginny está con Ron, y no me apetece verle la cara justo ahora.
-Te entiendo -concordó el muchacho, y dejó en la mesita de noche el libro que estaba leyendo por...bueno, había perdido la cuenta del número de veces que Volando con los Cannons había pasado por sus manos.
-¿Qué tal te encuentras?
-Sobrevivo.
-En dos días cumples 15 años.
Harry sonrió con ganas. Lo hacía sentir muy bien saber que alguien tuviera tan presente su cumpleaños.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?
-Hummm, pues dejando de lado que soy una aburrida aguafiestas...supongo que la llevo bien.
-Vamos, Hermione, déjalo ya.
-Déjalo ya. Eso mismo me dijo Ginny. Pero, ¿sabes?, cuando uno de tus mejores amigos te dice algo así, por alguna razón se te graba y lo repites una y otra y otra vez hasta que las palabras pierden todo sentido.
-Te dije que no fue en serio.
-Entonces...¿por qué no se disculpa?
-¡Porque es el chico más terco del planeta!
-Si mi amistad no le es más cara que su orgullo, puede irse directo a la mier...
-¡Hermione! -dijo Ron con sorpresa.
-Eh...
La chica comenzó a mascullar incoherencias, intercambiando una mirada nerviosa con Harry, que se tragaba las ganas de reírse. Jamás había oído a Hermione mandar a alguien...tan lejos.
-¿Podemos ir afuera? -preguntó el pelirrojo, sin mirarla.
Ella asintió y se despidió de Harry con un movimiento de mano.
-Ginny me ha contado todo. Lo cierto es que no me había pasado por la cabeza que era eso lo que se traían con tanto secreto. Pero es una excelente idea, Hermione, seguro que Harry se alegrará.
Hermione lo observaba fijamente, inexpresiva hasta la punta del cabello. Ron, que obviamente esperaba que ella dijera algo, se cortó.
-Ronald Weasley, ¿no te vas a disculpar nunca? Porque si es así, en tu vida me vuelvas a hablar.
-Hermione...
-No, me escuchas. Estoy más que harta de que me des por hecho. Sí, no te niego que disfruto bastante nuestra relación a lo sado-masoquista, pero no te permito que te creas que puedes ofenderme y después seguir la vida como si nada. Somos amigos, Ron, y te quiero como no tienes idea, pero...o te retractas de lo que me dijiste ayer o te olvidas de que me conociste.
Ron se quedó boquiabierto.
-No sabía...bueno, yo...no..que te hubiera afectado tanto, Hermione.
-¿Qué te esperabas? Ah! Mi mejor amigo va y me llama aburrida además de aguafiestas y se supone que no debe afectarme.
El pelirrojo se quedó en silencio, tratando de transformar lo que sentía en palabras.
-Lo lamento, Hermione. Nunca quise decir que eres...Si te hace sentir mejor, no es eso lo que pienso. Vale, quizá alguna vez lo hice, pero ahora te conozco.
-¿Y ahora que soy?
-Eres... -la chica más hermosa que he visto en mi vida Eso era, pero jamás, mientras estuviese en sus cinco sentidos, se lo diría- genial. Y tienes las mejores ideas para una fiesta de cumpleaños sorpresa. Perdóname, ¿quieres?
Hermione suspiró con resignación. De alguna manera sabía que siempre, ocurriese lo que ocurriese, terminaría perdonando a Ron Weasley.
-Te perdono. ¡Sólo porque hoy me encuentro de buenas, ¿eh?!
-Lo sé -rió Ron-. Te quiero, Hermione -añadió, casi sin pensar.
Hermione se congeló de la impresión.
-¡Jo! No te la esperabas, ¿verdad? -dijo Ron, como si acabara de mencionar que el cielo era azul y el mar es salado, sin embargo por dentro estaba que se quería tirar del último piso de su casa. Un descuido, y ya le había dicho que la quería. ¡Demonios!
Ella lo contempló aturdida.
-Yo también...también te quiero, Ron.
El chico la miró a los ojos y entendiéndose sin palabras se echaron a reír.
No tenía caso complicar las cosas entre ellos. Por ahora.

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Ok....lo sé, lo sé, ¡siempre hago lo mismo! Años sin escribir otro capítulo. Lo sientoooo TT. Pero es que, se me van todas las ideas. Este capítulo fue escrito cuatro veces. Lo que acabas de leer fue la última. Espero que no haya apestado demasiado. Me enrollo con el asunto Hr/R, ¡no puedo evitarlo! Había quedado mucho peor...
He intentado ser neutral con Ginny, y hacerla un personaje tan principal como mis queridos niños del trío, pero de una vez me excuso con los seguidores del G/H: jamás se verá algo de eso en un fic mío...¡va contra mis principios! XD
En otros asuntos, el título de esta historia es Concierto para cinco, así que se preguntarán: ¿dónde está el quinto? Ya, está por aparecer y será malvado, diabólico e increíblemente sexy...cómo siempre :)~ . La verdad yo trato de dejar a los personajes tan fieles al libro como pueda, pero en este caso...ya se verá.
Entonces, sólo recuerden que las opiniones son importantes para darme una idea de qué tal voy...porque yo misma me puedo repetir un millón de veces que voy estupendo y me lo creo, pero son ustedes los que se avientan mis locuras línea tras línea. Por cierto, gracias por leer ^O^.