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Este fan fic lo hice hace mucho tiempo...se me había olvidado ponerlo aquí XD. Espero que les guste mucho.Aquí les va el segundo chapter
Dedicado a Lily, mi hermana, a quien le robé el 3er libro y que por cierto nunca le devolví ^^U
/*/*/*/*/
Segundo capítulo
Un año más tarde, en un remoto pueblo de Francia, se oían llantos muy agudos que provenían una casa grande y muy bonita, ubicada en una de las calles principales. Dentro, la señora Figg trataba de calmar a una niña pequeña, cuyos ojos azules brillaban bajo las lágrimas
- Arabella, mi niña, por favor, ¡quédate dormida de una vez! Era una fría noche de invierno y los llantos se mezclaban por el crepitar del fuego de la chimenea. La pequeña Arabella, cuyo cabello se desparramaba muy desprolijamente a ambos lados de su cabeza, no paraba de llorar. Estaba muy inquieta y enferma, aunque no daba la impresión de que le doliera algo. Más bien, lo único que hacía ella era mirar llorando a la ventana. Marla intentaba calmarla, acariciándola, cantándole, pero la niña seguía llorando, como si estuviera frente al diablo. Marla suspiró
- Marcus, querido - dijo, dándose vuelta y alzando a la niña en brazos - Por favor, prepara otra mamadera.
- ¿Otra más? - Preguntó Marcus con los ojos enrojecidos - Son las tres de la mañana, cariño. Aparte, si le das más leche no se va a... El señor Figg paró repentinamente de hablar.
- ¿Querido, que pasa? - Preguntó Marla, sorprendida por la interrupción - ¿Marcus? Marcus estaba inmóvil, con los ojos clavados en la ventana. Había visto algo. Al parecer, una sombra atravesar el jardín sigilosamente. Arabella comenzó a llorar cada vez más fuerte, como si le estuvieran aplicando el maleficio Cruciatus, y comenzó a golpear con sus pequeñas manos el pecho de su madre. Algo pareció moverse entre los arbustos y Marcus ató cabos, muy inteligentemente. La sombra, el llanto... De repente, se le cruzó por la cabeza una de sus peores suposiciones y creyó que se le venía el mundo abajo.
- Ma... Marla, Arabella no está enferma - tartamudeó, con la voz partida
- ¿Ah? ¿Qué dices? - preguntó Marla, extrañada y tratando de frenar a Arabella, quien la estaba lastimando con sus golpes
- Hay que llevarla lo más lejos posible ahora mismo - dijo Figg, retrocediendo en busca de la varita, que estaba sobre la mesa, y sin apartar la vista de la ventana
- No será... - preguntó temblado Marla, apretando contra sí a la pequeña y mirando también a la ventana
- Sí, parece que se la quieren llevar - dijo aterrorizado Marcus, mientras temblaba involuntariamente - Vamos, tenemos que ir al Ministerio, o a donde sea... Tom (o quien fuese ahora) esperaba atento el momento preciso para irrumpir dentro de la casa y llevarse a la niña. Pero se dio cuenta que algo sucedía dentro de la habitación
- Parece que sospechan - pensó Riddle, viendo el movimiento repentino de Marcus y Marla - Debo entrar ahora Y sin dudar un segundo más, hizo estallar la ventana de la sala y atravesando por los cristales rotos, cuyas afiladas puntas desgarraron parte de su túnica, se dirigió hacia la pareja que se hallaba junto a la chimenea, con la niña en brazos que, como si fuera posible, lloraba más que antes
- ¿Quién eres? - se atrevió a preguntar Marla, girando para proteger con su cuerpo a Arabella
- ¿No me reconoces, preciosa? -preguntó Tom, sonriendo (la sonrisa le contorsionaba extrañamente la cara blanca) y avanzó hacia la pareja - No tiene importancia quién soy, sólo pásenme la niña y no les haré nada.
- ¡¡NI LO PIENSES!!- gritó Marcus, con todo su coraje, en el momento que echaba polvos flu en la chimenea y empujaba a Marla con Arabella en brazos hacia el fuego verde Riddle dio un grito de furia cuando vio que Marcus, Marla y Arabella desaparecían por la chimenea y sacó la varita, pero fue tarde. Encolerizado, salió de la casa y la voló en mil pedazos, cosa que llamó mucho la atención de los vecinos y por supuesto, del Ministerio de la Magia. El Ministerio, en ese momento, era presa del pánico y la consternación, al escuchar el relato del matrimonio Figg, mezclado con el desgarrador llanto de Arabella, que parecía haberse dado cuenta que alguien había querido llevársela
- No "dejaguemos" que se queden en este país, "señog" Figg - decía consternado y casi atónito el mismísimo Ministro de Magia Francés - "segruía" muy "peligoso" para vosotros. Lo mejor "segruía" que "volviegan" a su país natal. Me "guefiego" a "Inglatega"
- Como usted diga - replicó Marcus, que seguía alarmado - Sabemos que usted es un gran mago, así que volveremos a Inglaterra, pero si dentro de un año no hay indicios de que nos estuvieran buscando, volveremos. Un año más tarde aún no había sucedido nada, así que decidieron volver, tal como habían acordado, a Francia. Volvieron al mismo pueblo y se quedaron en una casa muy cercana y parecida a la anterior y parecía que estaba todo en orden. Lo que no sabían era que Riddle aún no se había rendido, que seguía cambiando y aumentando su poder... y que seguía sus pasos con creciente sed de venganza. Pasaron dos años más, muy tranquilos, llenos de alegrías. Arabella ya había cumplido los cuatro años y era una alegre niña de mejillas sonrosadas y cabello revuelto que demostraba notablemente su poder mágico. Fue en ese momento cuando sucedieron cosas que cambiarían la vida de su familia para siempre.
- Arabella, ¡¡sal de aquí!! ¡¡NO!! No juegues con la sopa, ¡a la sopa no le gusta volar sobre el gato, cariño! - le gritaba desesperada Marla, mientras la pequeña, montada en su escoba de juguete, le tiraba la sopa al gato de la vecina. Hacía calor y la pequeña no hallaba en qué entretenerse.
- Mami, mami, tu no entiendes, ¡el gatito tiene hambre y "está chucho"!
- Ay, mi niña... - le dijo Marla, ya más calmada - El gatito no es tuyo, déjalo ya. Arabella no se había resignado a dejar en paz al pobre animal, pero desistió ante la mirada de su madre. Marla la estaba mirando atentamente dejar al gato en paz, cuando se escuchó un tremendo golpe, como si algo muy pesado hubiera caído al suelo.
- ¿Marcus? ¿Estás bien? - Gritó Marla, para que su esposo lo escuchara - ¿se ha caído la repisa nuevamente? - añadió, harta de las constantes caídas del maldito estante
- Cariño... Yo no fu... - comenzó Marcus desde la otra punta, pero se frenó bruscamente y dio un grito de horror, que le puso a Marla los cabellos de punta
- ¡¡¡AAAAAHHHH!!! ¡¡Expelliarmus!! Marcus comenzó a gritar toda clase de encantamientos, mientras que, detrás de sus gritos, se oían los de una voz fría y penetrante. Arabella desmontó de su escoba de juguete y miró con extraña seriedad hacia el otro lado de la casa. Marla reconoció la voz de inmediato y, antes que el terror la invadiera, agarró a Arabella y la empujó hacia el otro lado
- Dios mío, dios mío - tartamudeó, incapaz de sostener el tono de su voz - Arabella, quédate aquí, junto a la puerta A pesar de ser solo una chiquilla de cuatro años, Arabella era muy inteligente y se dio cuenta que pasaba algo muy grave y, ¿por qué no decirlo? Estaba paralizada. Los gritos de las dos voces eran tales que le ponían los pelos de punta. Marla corrió hacia el lugar del duelo y, al llegar, no pudo creer lo que veía: Marcus estaba arrodillado en el suelo, arrinconado por un mago altísimo, de unos dos metros por lo menos. La varita de Marcus estaba en un rincón de la habitación, solitaria y el mago alto, que no se había percatado de que Marla estaba tras él, parecía estar susurrándole algo a lo que Marcus negaba rotundamente. Marla sacó su propia varita cuando el mago levantó la suya y los gritos se mezclaron
- ¡Avada Kedavra! - gritó el mago con voz fría
- ¡Desmaius! - gritó Marla. Todo sucedió muy rápido. La habitación se llenó primero de un enceguecedor color verde y luego, el verde fue atravesado por un rayo muy grande, color rojo. Un instante después, el cuerpo inerte de Marcus cayó al piso con un ruido seco y el mago se desplomó desmayado a su lado. Con lágrimas en sus ojos y un odio intenso dentro, Marla se acercó al mago, lo pisó y lo pateó en la cara, quebrándole la nariz y fue hasta la cocina. Encontró a Arabella parada muy rígida, llorando sin sonido y mirando hacia la pared como si pudiera ver a través de ella. Sobreponiéndose a su dolor, Marla tomó a Arabella en sus brazos y partió rumbo a la casa de sus padres, en Inglaterra, porque sabía que aquel asqueroso mago, que había matado a su esposo, despertaría en cualquier momento.
/*/*/*/*/*/ Que tal?
Les gustó?
A mi si XD.Ya les subo los demás capítulos.Dejenme reviews, okis?
Buenos,nos vemos
Chausis
Arwen_Black
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Este fan fic lo hice hace mucho tiempo...se me había olvidado ponerlo aquí XD. Espero que les guste mucho.Aquí les va el segundo chapter
Dedicado a Lily, mi hermana, a quien le robé el 3er libro y que por cierto nunca le devolví ^^U
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Segundo capítulo
Un año más tarde, en un remoto pueblo de Francia, se oían llantos muy agudos que provenían una casa grande y muy bonita, ubicada en una de las calles principales. Dentro, la señora Figg trataba de calmar a una niña pequeña, cuyos ojos azules brillaban bajo las lágrimas
- Arabella, mi niña, por favor, ¡quédate dormida de una vez! Era una fría noche de invierno y los llantos se mezclaban por el crepitar del fuego de la chimenea. La pequeña Arabella, cuyo cabello se desparramaba muy desprolijamente a ambos lados de su cabeza, no paraba de llorar. Estaba muy inquieta y enferma, aunque no daba la impresión de que le doliera algo. Más bien, lo único que hacía ella era mirar llorando a la ventana. Marla intentaba calmarla, acariciándola, cantándole, pero la niña seguía llorando, como si estuviera frente al diablo. Marla suspiró
- Marcus, querido - dijo, dándose vuelta y alzando a la niña en brazos - Por favor, prepara otra mamadera.
- ¿Otra más? - Preguntó Marcus con los ojos enrojecidos - Son las tres de la mañana, cariño. Aparte, si le das más leche no se va a... El señor Figg paró repentinamente de hablar.
- ¿Querido, que pasa? - Preguntó Marla, sorprendida por la interrupción - ¿Marcus? Marcus estaba inmóvil, con los ojos clavados en la ventana. Había visto algo. Al parecer, una sombra atravesar el jardín sigilosamente. Arabella comenzó a llorar cada vez más fuerte, como si le estuvieran aplicando el maleficio Cruciatus, y comenzó a golpear con sus pequeñas manos el pecho de su madre. Algo pareció moverse entre los arbustos y Marcus ató cabos, muy inteligentemente. La sombra, el llanto... De repente, se le cruzó por la cabeza una de sus peores suposiciones y creyó que se le venía el mundo abajo.
- Ma... Marla, Arabella no está enferma - tartamudeó, con la voz partida
- ¿Ah? ¿Qué dices? - preguntó Marla, extrañada y tratando de frenar a Arabella, quien la estaba lastimando con sus golpes
- Hay que llevarla lo más lejos posible ahora mismo - dijo Figg, retrocediendo en busca de la varita, que estaba sobre la mesa, y sin apartar la vista de la ventana
- No será... - preguntó temblado Marla, apretando contra sí a la pequeña y mirando también a la ventana
- Sí, parece que se la quieren llevar - dijo aterrorizado Marcus, mientras temblaba involuntariamente - Vamos, tenemos que ir al Ministerio, o a donde sea... Tom (o quien fuese ahora) esperaba atento el momento preciso para irrumpir dentro de la casa y llevarse a la niña. Pero se dio cuenta que algo sucedía dentro de la habitación
- Parece que sospechan - pensó Riddle, viendo el movimiento repentino de Marcus y Marla - Debo entrar ahora Y sin dudar un segundo más, hizo estallar la ventana de la sala y atravesando por los cristales rotos, cuyas afiladas puntas desgarraron parte de su túnica, se dirigió hacia la pareja que se hallaba junto a la chimenea, con la niña en brazos que, como si fuera posible, lloraba más que antes
- ¿Quién eres? - se atrevió a preguntar Marla, girando para proteger con su cuerpo a Arabella
- ¿No me reconoces, preciosa? -preguntó Tom, sonriendo (la sonrisa le contorsionaba extrañamente la cara blanca) y avanzó hacia la pareja - No tiene importancia quién soy, sólo pásenme la niña y no les haré nada.
- ¡¡NI LO PIENSES!!- gritó Marcus, con todo su coraje, en el momento que echaba polvos flu en la chimenea y empujaba a Marla con Arabella en brazos hacia el fuego verde Riddle dio un grito de furia cuando vio que Marcus, Marla y Arabella desaparecían por la chimenea y sacó la varita, pero fue tarde. Encolerizado, salió de la casa y la voló en mil pedazos, cosa que llamó mucho la atención de los vecinos y por supuesto, del Ministerio de la Magia. El Ministerio, en ese momento, era presa del pánico y la consternación, al escuchar el relato del matrimonio Figg, mezclado con el desgarrador llanto de Arabella, que parecía haberse dado cuenta que alguien había querido llevársela
- No "dejaguemos" que se queden en este país, "señog" Figg - decía consternado y casi atónito el mismísimo Ministro de Magia Francés - "segruía" muy "peligoso" para vosotros. Lo mejor "segruía" que "volviegan" a su país natal. Me "guefiego" a "Inglatega"
- Como usted diga - replicó Marcus, que seguía alarmado - Sabemos que usted es un gran mago, así que volveremos a Inglaterra, pero si dentro de un año no hay indicios de que nos estuvieran buscando, volveremos. Un año más tarde aún no había sucedido nada, así que decidieron volver, tal como habían acordado, a Francia. Volvieron al mismo pueblo y se quedaron en una casa muy cercana y parecida a la anterior y parecía que estaba todo en orden. Lo que no sabían era que Riddle aún no se había rendido, que seguía cambiando y aumentando su poder... y que seguía sus pasos con creciente sed de venganza. Pasaron dos años más, muy tranquilos, llenos de alegrías. Arabella ya había cumplido los cuatro años y era una alegre niña de mejillas sonrosadas y cabello revuelto que demostraba notablemente su poder mágico. Fue en ese momento cuando sucedieron cosas que cambiarían la vida de su familia para siempre.
- Arabella, ¡¡sal de aquí!! ¡¡NO!! No juegues con la sopa, ¡a la sopa no le gusta volar sobre el gato, cariño! - le gritaba desesperada Marla, mientras la pequeña, montada en su escoba de juguete, le tiraba la sopa al gato de la vecina. Hacía calor y la pequeña no hallaba en qué entretenerse.
- Mami, mami, tu no entiendes, ¡el gatito tiene hambre y "está chucho"!
- Ay, mi niña... - le dijo Marla, ya más calmada - El gatito no es tuyo, déjalo ya. Arabella no se había resignado a dejar en paz al pobre animal, pero desistió ante la mirada de su madre. Marla la estaba mirando atentamente dejar al gato en paz, cuando se escuchó un tremendo golpe, como si algo muy pesado hubiera caído al suelo.
- ¿Marcus? ¿Estás bien? - Gritó Marla, para que su esposo lo escuchara - ¿se ha caído la repisa nuevamente? - añadió, harta de las constantes caídas del maldito estante
- Cariño... Yo no fu... - comenzó Marcus desde la otra punta, pero se frenó bruscamente y dio un grito de horror, que le puso a Marla los cabellos de punta
- ¡¡¡AAAAAHHHH!!! ¡¡Expelliarmus!! Marcus comenzó a gritar toda clase de encantamientos, mientras que, detrás de sus gritos, se oían los de una voz fría y penetrante. Arabella desmontó de su escoba de juguete y miró con extraña seriedad hacia el otro lado de la casa. Marla reconoció la voz de inmediato y, antes que el terror la invadiera, agarró a Arabella y la empujó hacia el otro lado
- Dios mío, dios mío - tartamudeó, incapaz de sostener el tono de su voz - Arabella, quédate aquí, junto a la puerta A pesar de ser solo una chiquilla de cuatro años, Arabella era muy inteligente y se dio cuenta que pasaba algo muy grave y, ¿por qué no decirlo? Estaba paralizada. Los gritos de las dos voces eran tales que le ponían los pelos de punta. Marla corrió hacia el lugar del duelo y, al llegar, no pudo creer lo que veía: Marcus estaba arrodillado en el suelo, arrinconado por un mago altísimo, de unos dos metros por lo menos. La varita de Marcus estaba en un rincón de la habitación, solitaria y el mago alto, que no se había percatado de que Marla estaba tras él, parecía estar susurrándole algo a lo que Marcus negaba rotundamente. Marla sacó su propia varita cuando el mago levantó la suya y los gritos se mezclaron
- ¡Avada Kedavra! - gritó el mago con voz fría
- ¡Desmaius! - gritó Marla. Todo sucedió muy rápido. La habitación se llenó primero de un enceguecedor color verde y luego, el verde fue atravesado por un rayo muy grande, color rojo. Un instante después, el cuerpo inerte de Marcus cayó al piso con un ruido seco y el mago se desplomó desmayado a su lado. Con lágrimas en sus ojos y un odio intenso dentro, Marla se acercó al mago, lo pisó y lo pateó en la cara, quebrándole la nariz y fue hasta la cocina. Encontró a Arabella parada muy rígida, llorando sin sonido y mirando hacia la pared como si pudiera ver a través de ella. Sobreponiéndose a su dolor, Marla tomó a Arabella en sus brazos y partió rumbo a la casa de sus padres, en Inglaterra, porque sabía que aquel asqueroso mago, que había matado a su esposo, despertaría en cualquier momento.
/*/*/*/*/*/ Que tal?
Les gustó?
A mi si XD.Ya les subo los demás capítulos.Dejenme reviews, okis?
Buenos,nos vemos
Chausis
Arwen_Black
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