Cambios, por Kit-chan

Capítulo 2: En el Gimnasio...


Luego de un entrenamiento muy flojo, Hanamichi se dirigió a las duchas. Quedó tan inmerso en sus pensamientos que tardó más de lo acostumbrado. Desde afuera, la voz de Akagi le gritó:

"¡Oye, Sakuragi! Dejo las llaves del gimnasio en tu bolso. No puedo esperar más a que salgas. ¡Tráelas mañana!"

"Bueno" dijo Hanamichi saliendo del trance y cerrando la canilla de agua caliente. Ya medio vestido, observó por la ventana que estaba bastante oscuro. Seguramente sería por la lluvia que había comenzado a caer suavemente sobre la ciudad. Luego de ponerse su buzo, tomó las llaves de su bolso y se dirigió a la puerta del vestuario, y antes de apagar las luces se dio cuenta que Rukawa se había quedado dormido en un banco. Sin saber si dejarlo encerrado o despertarlo, se decidió por ésta última. La verdad era que se sentía cansado de todo. Cansado de Haruko y de las peleas con Rukawa. La vida se le había vuelto muy monótona. Por la mañana, Haruko le hablaba de basketball y por la tarde, Rukawa no hacía más que estar atento a cada cosa que decía o hacía para molestarlo. Por eso, decidió que era hora de crecer un poco y dejar de comportarse como un niño. Pero al ver un marcador negro tirado en el piso pensó /¡qué demonios! Ésta será la última vez, ajajajaja/ y con una sonrisa maliciosa, le dibujó prolijamente unos bigotes en las mejillas al chico que se hallaba durmiendo. Luego lo despertó.

"RUKAWA! Levántate que tengo que cerrar el gimnasio" gritó y de pronto... ¡Pum! El puño de Rukawa se estrelló contra su cara.

"Idiota" susurró sin abrir los ojos y siguió durmiendo.

Levantándose del suelo, Hanamichi se encontraba furioso. "¡Oye! ¿Cuál es tu maldito problema? Levántate estúpido zorro, o te encierro ahora mismo"

Poco a poco las largas pestañas de Rukawa comenzaron a separarse dejando lugar a esos ojazos azules.

"..." Se sentó en el banco, guardó algunas cosas en su bolso y pasó al lado de Hanamichi. /¿Qué le sucede? No me ha golpeado.../ pensó Rukawa.

Hanamichi miró el vestuario una vez más y apagó las luces. De pronto, un trueno lo hizo saltar en su lugar; seguido por el traqueteo de las gotitas de la lluvia sobre el techo del gimnasio. Era imposible oír nada más. Se había desatado una tormenta y tendría que esperar a que pasara sino quería que su madre lo dejara esperando afuera por lo mojado. Además, no le gustaba mucho el agua. En la puerta, parado más o menos como a quince metros de Hanamichi, se encontraba Rukawa mirando hacia fuera.

"¡Si no te hubiera tenido que esperar, ya estaría en mi casa!"

Rukawa se volteó dejando al descubierto un rostro en cuyas mejillas, unos bigotes le daban un aspecto completamente felino. Al verle el rostro, Hanamichi no pudo más que sonreír. Realmente parecía un zorro.

"¿De qué te ríes?"

"De nada, nada" y al decir esto no pudo contener las carcajadas.

"Idiota" y sin darle importancia, se sentó en el suelo con toda la intención de volver a dormirse.

"Oye, zorro. ¿Te vas a dormir?"

"...."

"¡No te atrevas a ignorarme, maldito Rukawa!". Al mismo tiempo, otro trueno más fuerte que el anterior retumbó en las paredes del gimnasio "¡Aaagh!" Gritó Hanamichi y corrió al lado de Rukawa. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se separó.

"¿Le tienes miedo a los truenos?"

"No, no, no... Jajajaja. ¿Yo? ¿Miedo a los truenos? Sólo un idiota como tú pensaría eso. Es sólo que me sorprendí un poco, jajaja. Yo soy el talen-" pero sus palabras fueron cortadas por otro trueno. Inconscientemente se tomó del brazo de Rukawa y cerró con fuerza los ojos.

"No era que no tenías miedo" dijo el muchacho de pelo negro, mirándolo acusadoramente. Todo sonrojado, Hanamichi se alejó de Rukawa y sin decirle nada metió sus manos en su bolso y sacó un paquete de galletitas Oreo. Disfrutando de una, sintió la mirada de Rukawa sobre él. Y sin saber por qué, le ofreció el paquete.

"¿Quieres?"

"... ¿qué les hiciste?" lo molestó Rukawa.

"NADA. ¿TE ATREVES A DESCONFIAR DE MI? Claro, como tú no tienes la más mínima idea de lo que es la generosidad. PERO YO SÍ PORQUE ADEMÁS DE SER UN TALENTOSO BAS-"

"Ya cállate. Eres un torpe." Lo cortó Rukawa mientras sacaba una Oreo del paquete. Hanamichi gruñó pero no quiso discutir más sobre el asunto. Y mientras observaba a Rukawa cuidadosamente, una pregunta surgió en su cabeza.

"Oye, Rukawa... ¿Te puedo hacer una pregunta?"

"Ya la hiciste"

"¡Maldito zorro! Te voy a-"

"Veo que estás volviendo a ser él mismo torpe de siempre."

"¿Qué?" preguntó Hanamichi más curioso que enojado. Rukawa apartó su mirada y se quedó en silencio. Sabiendo que no iba a conseguir respuesta alguna del otro chico, se resignó y finalmente dijo: "Bueno, ¿me vas a dejar preguntarte?"

Rukawa suspiró ligeramente y el pelirrojo tomó eso como un sí. "¿Hay algo entre tú y Haruko?" dijo Hanamichi mirando al suelo tímidamente.

"¿Quién es Haruko?" respondió el chico de cabellos oscuros.

"¿No sabes quien es Haruko?" Rukawa sacudió ligeramente su cabeza, negando. "Entonces eso contesta mi pregunta..." Hubo un largo rato en silencio en el que la lluvia no dejó de caer torrencialmente sobre el gimnasio. Parecía una tormenta muy fuerte.

"Oye torpe... ahora pregunto yo." Rukawa sorprendió a Hanamichi quien pensaba que el chico de pelo negro ya se había quedado dormido. Pero por lo visto no era así, solo se había quedado pensando.

"¿eh? ¿De qué se trata?"

"¿Por qué actúas diferente ahora?"

"¿A qué te refieres?"

"A que ya no golpeas o insultas tanto como antes."

/jajaja/ pensó Hanamichi /el zorro extraña mis golpes y mis insultos. Seguramente ya se ha dado cuenta que los merece/ Pero más allá de la broma, Hanamichi no entendía por qué le estaba preguntando eso. "¿Y eso a ti que te importa?" fue lo único que se le ocurrió decir.

"Sólo curiosidad"

" No veo por qué está persona talentosa debería contestarle a un zorro como tú."

" Eso no es justo", dijo el chico de pelo negro sin variar su tono de voz. "Yo te contesté"

Pero cuando el pelirrojo comenzaba a imaginar como burlarse de Rukawa, otra duda surgió de su mente. Era una pregunta que le había rondado en su cabeza y que nunca había pensado lograría formular. Pero ahora tenía una oportunidad.

" Oye Rukawa, ya que estamos jugando a verdad-consecuencia, aquí te va otra pregunta", dijo con una sonrisa maliciosa. Y antes de que el otro chico pudiera negarse, le dijo "Si me contestas, yo te contesto."

Rukawa se quedó en silencio un momento, y luego le respondió:

"No. Contesta primero."

Finalmente, Hanamichi se rindió y comenzó a hablar. Le contó lo de Haruko y lo de que se estaba cansando de su relación. Cuando terminó, se arrepintió un poco de habérselo contado precisamente a su peor enemigo, pero sabía que Rukawa no hablaría con nadie. Además, necesitaba sacarse ese peso de encima. Rukawa no sabía que decir, así que solo se quedó callado. Lo único que no podía entender era como alguien -por más idiota que fuera- pudiera sufrir tanto por una chica.

"Ahora me toca a mí..." dijo Hanamichi. Y sin más prólogo, lanzó su pregunta "¿Por qué no sales con ninguna chica? ¿Acaso no te gustan las mujeres?"

Los ojos de Rukawa se abrieron por completo y sus cejas se elevaron ante la ridícula e inoportuna pregunta.

"¿Eh?"

"Ya me oíste... ¡Contesta! Yo ya lo hice."

"No tengo ganas"

"Eres un zorro sin palabra."

"......"

"Entonces, sino contestas, tomaré ese silencio como una respuesta afirmativa"

"¿Y que sucedería si fuera verdad?" dijo en su tono normal y recuperando la tranquilidad.

"¡¿Entonces es verdad?!"

"Yo no dije eso" Y sin decir nada más, estiró su mano para agarrar la última Oreo que quedaba en el paquete.

"¡Hey! ¡Esa es mía!" Sin darse cuenta, Hanamichi había puesto su mano sobre la de Rukawa que sujetaba el paquete. Cuando vio lo que había hecho se quedó paralizado. Ambos se quedaron quietos mirándose a los ojos sin decirse nada. De pronto... ¡BUM! Otro trueno los hizo sobresaltarse. Nuevamente, Hanamichi terminó prendido del brazo de Rukawa, cerrando los ojos fuertemente. Entonces sintió como una mano se posaba en su espalda y lo acercaba al chico de ojos azules. Tan sorprendido estaba que se olvidó de golpearlo y de resistirse. Tampoco pudo moverse cuando esas manos le tomaron el rostro y los labios de Rukawa se tocaron con los suyos. Quizás haya sido la oscuridad del lugar que acentuaba con pequeños toques de luz las facciones de ambos muchachos la que hizo parecer al pequeño beso durar una eternidad.

"¡Ahhh! ¡Rukawa! ¡¿Qué Haces?!" reaccionó finalmente Hanamichi separándose de manera brusca del tímido abrazo en el que se encontraba envuelto. El pelirrojo tenía su rostro en llamas.

"Respondo a tu pregunta." Eso fue lo último que le dijo Rukawa, antes de comerse la última Oreo y salir del gimnasio entre la lluvia torrencial.

Hanamichi sólo se quedó ahí, sentado, mirando como el muchacho de cabellos oscuros desaparecía en la noche.

-continuará...-