Cambios de sentimientos, por Kit-chan.
Capítulo 8: Sin palabras...


"¡Ru-rukawa!" Susurró nervioso Hanamichi al sentir la presión del cuerpo del otro chico contra el suyo. Tan cercanos estaban, que el pelirrojo había sido forzado a inclinarse hacia atrás procurando distancia. "¡¿Qué-que haces?!".

El pequeño armario estaba casi totalmente a oscuras, solo se podía ver dentro de él algunas sombras y haces de luz de luna que anunciaban a la noche.

Rukawa apretó firmemente su mano detrás de la cintura de Hanamichi y le acercó su rostro.

"Me gustas."

El rostro de Hanamichi ardía en llamas, en lo único que podía pensar era en escapar de aquella incómoda (muy incómoda) situación. Pero Rukawa no lo soltaba, y mientras más intentaba zafarse, con más fuerza era retenido; no en vano era Rukawa el único capaz de enfrentarse a él a los golpes.

De pronto: ¡BUM!, un trueno muy potente silenció todo cuanto se hallaba en movimiento y finalmente Hanamichi cedió a los brazos de Rukawa por el terror que le producía el ruidoso fenómeno. Rápidamente, ocultó su cabeza en el pecho de Rukawa como si fuera un niño y ahora era él quien se aferraba. Igual como lo hubiera hecho en el gimnasio aquella vez, Rukawa levantó su cabeza por el mentón y colocó el rostro del pelirrojo a unos centímetros del suyo propio.

"Eso es, déjate llevar...", el suave murmullo y el arrastre de sus palabras sedaron profundamente a Hanamichi. Casi podría decirse que lo había embriagado con su esencia y la dulzura de sus movimientos. Con mucho cuidado, le acarició las mejillas y colocó un tierno beso sobre sus labios secos. Primero, lo tomó de los hombros y los apretó firmemente para darle seguridad y calma.

Todo dentro de Hanamichi, sus emociones, sus sentimientos y la adrenalina del momento, se mezclaban como un gran cóctel de pasión, el cual obligaba a su cuerpo a responder a cada pequeño estímulo (una caricia, una suave respiración sobre su boca, una pequeña presión sobre sus partes más íntimas), con un jadeo o un suspiro.

La mano derecha de Rukawa fue deslizándose lentamente, saboreando cada centímetro de la tela que cubría los bien formados brazos de su compañero de equipo, hasta alcanzar la mano del otro. En un rápido movimiento, digno del mejor jugador del Shohoku, entrelazó sus dedos con los del otro y con sus ojos buscó la mirada indecisa y esquiva de Hanamichi.

"Vas a ser mío quieras o no."

La lluvia había comenzado a caer torrencialmente afuera de la casa de Akagi y el fresco de la noche hizo que el cuerpo de Hanamichi se estremeciera aún más. En un arrebato, el muchacho de pelo negro acercó bruscamente su boca a la del pelirrojo y bebió de sus labios hasta el punto de no dejarlo respirar. La mano que tenía libre se escabulló por debajo de la camisa de Hanamichi y contuvo la pequeña convulsión que provocó su frío contacto con la piel desnuda de su pecho. Inclinándose un poco más sobre Hanamichi, congeló el tiempo en un instante para oír los latidos de su corazón. Y mirándolo por última vez, le sonrió y comenzó nuevamente a besarlo en un furioso desenfreno...

-continuará...-