'Mione, pensó con una sonrisa. ¡La había llamado 'Mione, estaba bromeando y hablándole, sin tratarla como a una empollona mojigata! ¿Que, a cambio, hablaban sobre Trelawney? ¡¡Le había dicho que la echaba de menos!! Vale, había empezado Harry, pero su expresión, y su voz, ¡habían sido tan sinceras! Le había salido del corazón, había sido un comentario abiertamente Ron, descontrolado, apasionado, espontáneo. La echaba de menos cuando no estaba. ¿Era amor? No. Pero no era odio, no era aburrimiento, no era silencio incómodo cuando ella estaba, no tener nada que decirle. Se sentía tan feliz de ver que, al menos, aunque no se lo demostrara demasiado cuando estaban a solas, la valoraba y la necesitaba, que hubiera abrazado a sus dos amigos tan fuerte que los hubiera dejado sin respiración.
Así que ¡que hablaran de Adivinación! La sola mención de Trelawney la ponía negra, de acuerdo, pero no con sus amigos, no cuando estaba con ellos y hacían bromas y reían. Si ellos la echaban de menos en sus clases, incluso con la profesora se reconciliaba.
'Mione. Harry la llamaba así, de vez en cuando, afectuosamente, pero Ron raras veces lo hacía, y no lo había hecho ninguna, que ella recordara, ese último año. Ninguna después de la pelea por Viktor, al menos. Que ahora la llamara así la hacía sentirse feliz y esperanzada: por lo menos, aunque despacio, volvían a la normalidad. No había en él lo que ella había supuesto, no eran celos reales lo que le hacían odiar al búlgaro, pero, al menos, aún la valoraba. Y, si estaban en silencio cuando estaban juntos... ¿podía ser que aún se sintiera culpable por lo de Vicky, en lugar de ser porque no tenía nada que decirle? ¿Que estuviera tan tímido como ella, tan inseguro ante su reacción, que temiera verla aún molesta?
Todo se arreglaría, se permitió pensar. Aunque no hubiera amor por medio, volverían a estar cómodos juntos, sin rencores ni miedos.
- ¿Nos sentamos? - preguntó Harry, señalando un banco de piedra que había cerca.
Hermione asintió y se adelantó, se sentó y observó a sus amigos mientras se sentaban también, Harry a su derecha y Ron a su izquierda. Era genial tenerlos allí, pensó mientras los miraba alternativamente. ¡Era genial tenerlos, y que no estuvieran enfadados, ni nada por el estilo!
Se había pasado un buen rato llorando como una estúpida porque Ron no se le declaraba, porque Ron casi no le hablaba, porque temía haberlo perdido y porque le quería muchísimo pero, ahora, rodeada por ellos, se sintió como si nada importara, como si todo el dolor y la pena por no tenerlo se desvanecieran. Volverían, claro, y no tardarían mucho: en cuanto el pelirrojo hiciera algo que le recordara que había sido, a un cierto nivel, rechazada, a pesar de sus estúpidas conclusiones sobre los sentimientos de su amigo, pero, en ese preciso instante, sólo disfrutaba del momento. Sin pensar, cogió a sus dos amigos por el brazo y los miró, radiante. Harry no tardó en devolverle la sonrisa.
- ¿Todo bien? - le preguntó, con las cejas alzadas.
- Perfectamente - le aseguró ella.
- ¿Tienes hambre? ¿Quieres que vaya a la cocina a por algo?
Hermione abrió la boca para decirle que no y protestar, porque ir a la cocina implicaba más trabajo para los elfos domésticos, pero Ron se le adelantó.
- Yo voy - se ofreció. - Mamá me ha enviado dulces caseros para los tres.
- Así - concluyó Harry, mirando a Hermione con una mueca - no tendremos que preocuparnos por los elfos, ¿verdad?
Ella sacudió la cabeza, completamente de acuerdo, y miró a Ron, que no se decidía a ir. El pelirrojo miraba la mano de ella, alrededor de su brazo, con una expresión pensativa que la chica no supo identificar.
- ¿Qué pasa, Ron? - preguntó finalmente, sorprendida.
- ¡Nada! - se apresuró a responder él. - Sólo pensaba... ¿los traigo todos? ¡¿Tenéis mucha hambre?!
- Yo no - dijo Harry. - ¿'Mione?
- Tráete uno para cada uno, ¿vale?
Ron asintió, se levantó y se dirigió, prácticamente corriendo, al interior de la escuela.
- ¿Cómo ha ido el entreno, Harry? - le preguntó Hermione, mientras veían alejarse a su amigo. - ¿Qué habéis hecho?
- Los gemelos se han inventado un par de tácticas nuevas, y las hemos estado practicando - explicó él. - Y yo he estado haciendo fintas y giros rápidos, para mejorar.
Hermione asintió lentamente.
- Te irán bien, las fintas. Sobre todo con Slytherin. ¡Draco se las cree todas!
Harry asintió también.
- Pero no son tan fáciles - suspiró. - He intentado hacer la de Wronsky durante meses, y siempre acabo virando demasiado pronto o demasiado tarde. Madame Pomfrey comienza a estar harta de mí, y amenaza con prohibirme entrenar si vuelvo a hacerme daño.
- Ten cuidado - le aconsejó Hermione, alarmada. - ¡Mira que, si después de tanto perseguirte, te pasa algo y Voldemort no ha tenido nada que ver en ello!
Harry sonrió suavemente.
- Le daría rabia, ¿eh?
- En serio - continuó ella, dejando de lado la broma, - ten cuidado, Harry. Esa finta es muy difícil, y te puedes hacer daño de verdad. Además, no te hace falta: ¡ya eres el mejor buscador de la escuela, con fintas o sin ellas!
- Gracias, 'Mione, pero no soy tan bueno. Y, no sé, me gustaría hacerla. Sé que puedo.
La chica calló, pensando en la única vez que habían visto esa finta, en la final de la Copa del Mundo de Quidditch. Había sido Viktor quien se la había hecho al buscador de Irlanda, y le había funcionado a la perfección: el buscador irlandés, Lynch, se había estrellado contra el suelo, mientras que él había girado en el último minuto, salvándose.
- Si necesitas ayuda, dímelo. Puedo buscar información en la biblioteca. Quizás haya algo interesante.
- Gracias - repitió él, con una sonrisa. - No creo que haya mucho, por eso: es más cuestión de práctica.
- ¿Quieres - musitó ella, insegura - que le pregunte algo a Viktor...?
- ¿Aún le escribes? - preguntó Harry, mirándola sorprendido.
- Sí, de vez en cuando. ¿Quieres que se lo pregunte?
El chico guardó silencio unos instantes, pensándoselo.
- No sé - suspiró, al final. - Si quieres, si tienes que escribirle. Pero no lo hagas expresamente, ¿eh? No es tan importante. Además... Ron se pondría como una moto si se enterase...
Ella le sonrió, con expresión triste. A Ron, a aquellas alturas, no le importaría en absoluto saber que Hermione aún escribía al buscador búlgaro. Fuera lo que fuera lo que le había hecho reaccionar tan mal a la intromisión de Krum, o ya no estaba allí, o era algo que Hermione no había podido identificar y, probablemente, poco importaba, ya. Si era realmente miedo a la traición, por ejemplo, ya habría desaparecido, al finalizar el Torneo.
- Se lo preguntaré - prometió, al final. - Si quieres, sin que Ron se entere, pero no creo que le importase, ahora.
- No sé - dudó Harry. - Ya lo conoces. Yo creo que montaría el mismo escándalo que el año pasado...
- Pero ya no hay traición, Harry - corrigió ella. - Él temía que yo le ayudara, ¿recuerdas?
Harry le dirigió una mirada sorprendida.
- Eso es lo que dijo - admitió. - No sé, tuvimos suerte de que Padma y Parvati quisieran venir con nosotros. ¡Sobre todo yo, que no podía ir sin pareja!
Hermione le sonrió compasivamente.
- Fue muy incómodo, todo el baile - comentó. - Todo el mundo buscando pareja, tantos problemas para todo...
Ron apareció de nuevo en el jardín, y ambos se interrumpieron para verlo acercarse.
- ¡Hola! - saludó el chico, acercándose. - Ya estoy aquí. ¡Tened!
Después de repartirles sus dulces, el pelirrojo se sentó de nuevo al lado de Hermione, resoplando por la carrera.
- Gracias - dijeron sus amigos, a la vez, con la boca llena.
- De nada. Tengo más arriba, si queréis más, ¿eh? Mamá ha hecho un montón, esta vez. Por cierto, Hermione, me he encontrado con Neville en la sala común, y me ha preguntado por ti.
- ¿Por mí? - repitió ella. - ¿Qué quería?
- El castigo de Snape - explicó el pelirrojo, mientras daba un mordisco a su pastelito. - Se ve incapaz de hacerlo, y me ha preguntado si podrías echarle una mano, después de cenar.
La chica asintió.
- Le ayudaré mientras vosotros hacéis Adivinación, ¿de acuerdo?
Los dos chicos asintieron, comiendo vorazmente. Realmente, los pasteles de Molly, aunque a veces no tuvieran la mejor pinta del mundo, estaban deliciosos, y Hermione se encontró acabando el suyo mucho antes de darse cuenta.
- Tu madre es genial, Ron - dijo Harry, cuando ellos también hubieron acabado de comer.
- Cocina muy bien - coincidió Hermione. - Dale las gracias de nuestra parte, ¿eh?
El pelirrojo asintió.
- Y qué, ¿qué me he perdido? - preguntó, después de una pausa.
- Nada especial - le respondió Harry. - ¿Y nosotros? ¿Qué hay en la residencia?
- Nada, tampoco - dijo Ron. - Fred y George están en la sala común, jugando a cartas con Lee y Angelina, y Neville, Seamus y Dean están haciendo los deberes de Pociones.
- ¿Te ha dicho de qué es el castigo? - preguntó Hermione, ante la mención de Longbottom.
- Mantícoras - se quejó Ron. - No entiendo qué tiene que ver con lo que estamos haciendo.
- Por fastidiar, lo pondría a hacerlo sobre las formas posibles de los Boggarts, documentándolas con ilustraciones - exageró Harry.
Los tres guardaron silencio, asintiendo levemente.
- Por cierto - dijo finalmente Ron - ¿qué sabes de Snuffles?
Hermione miró a Harry, haciendo la conexión lógica que había llevado a Ron hasta Sirius: los Boggarts los estudiaron con el profesor de Defensa en tercero, Remus. De Remus a Sirius, el salto era obvio.
- No me ha escrito más - explicó el chico. - Está muy ocupado.
- ¿Y Lupin? - preguntó Hermione. - ¿Qué hace?
- Sólo sé que está en su casa, y que está ayudando a Dumbledore desde ahí. Me escribe, de vez en cuando, pero nunca me dice nada de lo que hace.
- Es una lástima que no le propusieran ser el nuevo profesor de Defensa - se quejó Ron, con una mueca de disgusto. - Es el mejor que hemos tenido nunca.
Hermione tuvo que mostrarse de acuerdo. Aunque había estado meses desconfiando de él, por ser un hombre lobo, tenía que aceptar que, como profesor, era muy bueno: iba directo al grano y con clases prácticas, que eran las que de verdad interesaban. Además, era muy amable y cordial, y al final había demostrado ser una gran persona. Que Harry lo quería mucho era algo que todos sabían, igual que el chico que sobrevivió quería a su padrino, pero lo cierto era que Hermione también recordaba con afecto a los dos Marauders, y sospechaba que Ron también. Después de todo, casi les habían salvado la vida, separándolos de Scabbers, y ahora eran prácticamente la única familia de Harry, aunque ilegal. Si hacían a Harry feliz, especialmente Sirius, ¿cómo no quererlos, ellos también?
Ojalá aún estuvieran cerca. Cuando los tenía allí, al menos, se sentía más protegida. Sirius había estado en Hogsmeade poco tiempo, el año anterior, y de nada había servido, pero había sido un consuelo saber que tenían a quién recurrir, si algo iba mal. Les quedaba el director, claro, pero tanto Padfoot como Moony eran mucho más cercanos, mucho más accesibles. El primero, especialmente, sabía mucho del mundo, aun habiendo estado tantos años en Azkaban, y la hacía sentir menos indefensa.
Si estuvieran cerca, además, tendría alguien más con quien hablar. Sonaba fatal incluso en su mente, pues tenía a los dos chicos, que la escucharían en lo que fuera, pero lo cierto era que se sentía desbordada por su extraña relación con Ron, y le iría muy bien tener a alguien completamente ajeno a ella para que la aconsejara. Imaginaba al profesor Lupin, tan comprensivo como siempre, dándole pistas sobre los motivos que hacían que Ron se comportara así, sobre cómo actuar. Si no estuviera tan ocupado, estaría bien escribirle, explicárselo, soltárselo todo a alguien, pero, en las circunstancias actuales, era casi imposible: había prioridades, y unos estúpidos malentendidos y desamores entre dos adolescentes estaban debajo de muchas otras cosas. El ex profesor no rechazaría su carta, probablemente, pero ella misma veía cómo de ridículo era su problema. Nunca, ¡nunca!, molestaría a Sirius ni a Remus con algo tan estúpido, por mucho que lo necesitara. Tomaría sus propias decisiones, como siempre, tan bien como pudiera. Y eso incluía mandar, o no, la carta que había sobre su escritorio, la que había caído de su mochila y que había hecho que su autocontrol zozobrara.
Había estado postergando, por cierto, esa misma decisión durante casi una semana. Había escrito esa carta cinco días atrás, al volver de la última visita a Hogsmeade, en un momento en que se encontraba especialmente deprimida: se había quedado casi una hora con Ron, y habían cruzado menos de cinco frases. Empezaba a desesperar porque el tiempo pasaba y sólo retrocedía, con su amigo, y llegó a su habitación con la firme convicción de que tenía que hacer algo drástico. Lo hizo, por escrito y en un pergamino; ahora sólo faltaba que lo mandase a Bulgaria.
Ron y Harry habían vuelto a hablar, esta vez sobre los Cannons, y Hermione se permitió seguir en silencio, meditando.
¿La mandaba? ¿Le decía a Krum toda la verdad, rompiendo toda posibilidad entre ellos, se sacrificaba por algo tan poco probable? Había necesitado un cambio, y el único paso posible que había visto en su camino era darle un sí o un no a Viktor. Se había enamorado de Ron, y ahora sufría por haber imaginado que él de ella también, pero, con sinceridad, no podía hacer otra cosa que explicarle la verdad a Viktor, y esperar que la comprendiera y que no le hiciera demasiado daño. Si necesitaba hacer algo, fuera lo que fuese...
Y lo había escrito. Había puesto por escrito todo lo que sentía, todo lo que no se había atrevido a decir, y se había permitido incluso explicarle sus frustradas esperanzas y el reciente comportamiento de Ron cuando estaban a solas. Era una carta más de desahogo que de comunicación, y se preguntaba si era justo que fuera Krum, tan implicado como estaba, quien la recibiera.
Además, ¿qué sentido tenía tal carta en su situación? ¡¿Cómo la liberaba de la realidad de Ron?!
Lo hacía, en cierta medida, y más de lo que era lógico esperar. Krum había significado el enfado de Ron, y, después, las esperanzas de ella. Si explicaba a Krum la verdad, se reconciliaba con ella; si ya no tenía posibilidades con Viktor, negaba los celos de Ron y podía imaginar que los borraba también del pasado. El búlgaro la había puesto en ese escenario, y, para salir de él, necesitaba dejar todo claro, empezando por su relación con él. Era algo que hubiera tenido que hacer, si Ron sintiera algo por ella y se lo hubiera dicho; ¿por qué no hacerlo, igualmente? Podía ser la única que sufriera, en vez de hacer sufrir también a Krum con falsas esperanzas. Y aunque la halagara tener a alguien tan famoso como él enamorado de ella... Era algo que tenía que hacer, triste por Ron o no. Fue una buena decisión, aunque no se correspondiera a la situación.
Escribiría una nueva carta y se la mandaría, aquella misma noche, mientras ayudara a Neville. Le pediría a Harry que le prestase a Hedwig, y añadiría en la carta la pregunta de Harry sobre la finta.
Unos golpecitos suaves en el hombro la sacaron de sus pensamientos. Alzó los ojos y encontró los de Ron, que la miraba preocupado.
- ¿Estás bien? - le preguntó el chico.
- Sí - le aseguró ella. - Lo siento, estaba pensando, y he desconectado. ¿De qué hablabais?
- De nada - la tranquilizó el pelirrojo. - Parecías... triste.
Ella sacudió la cabeza, algo sorprendida.
- Estoy bien - le aseguró.
- ¿Seguro? - insistió Harry.
- Seguro - repitió ella, con su mejor sonrisa.
El chico de gafas hizo una mueca de duda, pero pareció creérselo, y se levantó, después de disculparse, para ir al lavabo.
Ron y ella permanecieron unos instantes en silencio, viéndolo partir, antes de que él abriera la boca.
- Pensabas en... Krum, ¿verdad? - musitó él, casi inaudiblemente.
Hermione se giró para mirarlo, muy sorprendida.
- ¿Por qué lo dices?
Él alzó un hombro, incómodo.
- Lo parecía. Parecías triste, y... ¿qué más te puede poner así?
Hermione asintió levemente.
- No estaba triste - repitió. - De verdad. Los Cannons me aburren, Ron, y me he puesto a pensar... Lo siento.
- Pero - dijo él, bajando la vista, - entonces, no pensabas en él, ¿no?
Hermione dudó antes de responder. No como él pensaba, pero sí. Pero si le decía que no era como pensaba, él preguntaría cómo, y ¿qué podía responderle?
- Sí - dijo, finalmente. - Pensaba que tengo que responderle la última carta, que hace ya mucho que la recibí.
Él asintió lentamente.
- ¿Quieres que vayamos ahora? Tienes tiempo...
- No corre prisa - le aseguró ella. - Sólo lo he pensado porque estoy muy ocupada, últimamente, y se me van las cosas de la cabeza. Ya le escribiré después.
Ron volvió a asentir, con la mirada ausente.
- ¿Le pedirás a Harry que te deje a Hedwig? - murmuró, al cabo de un rato en silencio.
- Sí - respondió ella, sorprendida por la banalidad de la pregunta. - ¿Por qué...?
- Pig está fuera - explicó él. - Se lo he dejado a Ginny. Si no...
Hermione sacudió la cabeza, con una sonrisa agradecida, pero él no la vio, pues aún tenía la vista fija en algún punto del suelo. De nuevo se quedaron en silencio unos instantes, hasta que Ron habló.
- ¿Qué... - dudó - qué se... cuenta?
- No mucho - repuso la chica. - Sigue entrenándose con la selección, ya sabes.
- Sí - susurró él. - ¿Y le va... bien?
Hermione lo miró, realmente sorprendida de la pregunta.
- Sí - balbuceó. - ¿Por qué...?
Ron la miró un instante y se encogió de hombros.
- ¡No sé! - se quejó. - ¡Para saber cómo le iba todo!
- Bien - repitió ella. - ¿Y tú, estás bien...?
- ¡Sí! - exclamó él, irritado. - ¡Sólo intento interesarme por lo que hace! ¡¡Quería ser amable!!
Hermione le dirigió una mirada que intentaba ser tranquilizadora, pero ella misma era consciente de que estaba demasiado sorprendida como para que fuera convincente.
- Gracias - murmuró. - No sé mucho de él, la verdad; hablamos poco, y sólo por carta...
- Perdona - admitió él, más calmado. - No pretendía... enfadarme.
- No pasa nada - le aseguró ella, observándolo atentamente para intentar entender lo que pensaba.
- No... No quiero que creas que no me cae bien ni... nada de eso. Fui un estúpido...
- No te preocupes - le interrumpió ella. - Ya hablamos de eso, y... Sólo temías que le pasara información, lo entiendo.
Ron la miró de reojo antes de encogerse de hombros.
- Siento mucho todo lo que dije, Hermione - susurró, finalmente. - De verdad, fui muy... desconsiderado. Pero Krum... Krum está bien. Quiero decir, que...
- Lo sé - le volvió a cortar, con una sonrisa. - Lo sé. Yo también siento lo que te dije. Los dos estábamos nerviosos.
Ron asintió y sonrió suavemente.
- Me alegro de que... no me odies por ello.
- Claro que no - le aseguró ella. - Fue un año... complicado, ¿eh?
Ron asintió otra vez, ahora más convencido.
- Primero me enfadé con Harry y luego contigo. Lo siento mucho.
- No es nada - repitió ella. - Por cierto... Harry me ha pedido que le pregunte a Viktor sobre la finta de Wronsky. ¿No... No te importa, verdad?
Ron sacudió la cabeza, mirándola sorprendido.
- ¿Por qué debería? Él la sabe hacer muy bien... Es normal que Harry le pregunte.
- Harry no quería sacar el tema, creo. Y yo sólo quería... asegurarme. ¡Si te enfadaras con Harry por culpa mía, me sentiría fatal!
Ron inspiró profundamente antes de responderle.
- No me enfadaría con Harry. No quiero enfadarme más con él, ni con nadie. Bueno - añadió, a media voz y con una sonrisa pícara, - con algún Malfoy, pasa. Pero no con vosotros: el mundo ya está bastante mal sin que nos peleemos.
Hermione asintió, comprendiéndole perfectamente.
- Da miedo perderle, ¿eh? - susurró, acariciando suavemente el brazo de Ron, que la miró a los ojos un instante antes de asentir gravemente.
- Mucho, 'Mione. Muchísimo.
¡Gracias de nuevo por todas las reviews! ¡Ah, y una nota! Como podéis ver, uso la terminología inglesa en muchas ocasiones. No he leído los libros en castellano, sino en Catalán, y la traducción es muy diferente (¡y lo digo en serio!) Posteriormente, los leí en inglés. Como imagino que casi nadie de por aquí sabe lo que es el Catalán, y mucho menos lo entiende, creo que es mejor poner los nombres en inglés, que son los originales, que estar media hora buscando las equivalencias. Siento mucho si eso os dificulta la lectura; no puedo hacer más. Sería peor si los pusiera con los nombres que conozco: 'Cucbrut' por Skrewt, 'Lladruc' por Padfoot, 'Enllunat' por Moony... Vale, vale, reconozco que sé que se llaman Canuto y Lunático. Lo sé. ¡Eso no quiere decir que me guste la traducción! ~_~ Así que se quedan con Moony, Padfoot, Prongs, Wormtail, que es como los pensó JK Rowling. ^_^
