Capítulo 9: "Lo haré"

Hermione también salió de su habitación temprano, aunque mucho menos que Ron. Se despertó antes que sus compañeras, oteó el horizonte en busca de algún rastro de Hedwig, que volviera con la respuesta, y se vistió. Para cuando cogía su mochila y revisaba su aspecto en el espejo, Parvati ya estaba haciendo la cama.

Ya en su rellano, dudó entre picar en la puerta de Ron y de Harry, para ver si estaban despiertos, o no. Por una parte, se moría de ganas de verlos de nuevo. Había algo en el aspecto de Ron acabado de despertar, con marcas de sábanas en la cara pecosa y los ojos medio cerrados, que encontraba adorable, y, si por ella fuera, no perdería oportunidad de encontrarlo así. Pero, por otra parte, podría encontrarlos a medio vestir, y sería una situación incómoda. Además, siempre los esperaba abajo. ¿Qué excusa justificaba un cambio de actitud?

Bajó las escaleras lentamente, esperando darles la oportunidad de salir antes de que ella llegara abajo, pero fue en vano. Se oían ruidos tras casi todas las puertas, pero era un cuarto de hora demasiado pronto. No sé cruzó con nadie.

Salió a la sala común prácticamente resignada a esperarlos hasta la hora de siempre, y se dirigió hacia el tablón de detrás del cuadro, para repasar los horarios de vigilancia que les habían asignado. Si mal no recordaba, eran el grupo más vigilado, y por motivos obvios. Estaban casi todo el rato con la profesora de Transformaciones y, cuando no, eran profesores igualmente poderosos los que les vigilaban.

Estaba a medio camino hacia el tablón cuando un par de manos la retuvieron, cogiéndola por los hombros. Supo, sin necesidad de girarse, que era Ron; sólo él olía tan bien, y se paró en seco, previendo que él no podría frenar tan rápido como ella. Un instante después él chocaba contra ella, golpeándola suavemente, y la chica sonrió, divertida. Aún la sujetaba por los hombros, y era prácticamente como si la estuviera abrazando, de tan próximo que había quedado. ¡Y qué bien se sentía tenerlo tan cerca!

- Perdona - susurró el chico, dando un paso atrás.

Antes de darse cuenta de lo que hacía, ella se encontró repitiendo su movimiento, caminando también hacia atrás para no dejarle alejarse de ella.

- No pasa nada - murmuró, enrojeciendo, mientras recuperaba la compostura y se giraba.

- Buenos días - le dijo él, con una sonrisa de disculpas.

Por un momento, Hermione se sintió deslumbrada, y su estómago dio un salto. ¡¡Qué guapo era!! Quizás no era el chico más favorecido del mundo, pero, cuando sonreía así, tan expresivo, era como un rayo de sol. Y ella conocía lo conocía tan bien, estaba tan acostumbrada a sus expresiones, que ya ni siquiera veía si tenía la nariz grande o si el pelo era imposiblemente rojo.

- Buenos días - respondió, y se dio cuenta, por el calor que sentía en el cuello, que debía de haberse puesto aún más colorada. - ¡Qué madrugador!

- No podía dormir - explicó él, alzando un hombro. - Llevo un buen rato aquí. ¿Y tú? ¿Ibas a mirar el horario? - La chica asintió y se giró hacia la vitrina un instante, para señalársela. - McGonagall nos vendrá a buscar, y luego tenemos clase hasta el mediodía - continuó él. - Nos han reorganizado las clases; ahora las optativas son todas a última hora, y las haremos en la biblioteca.

Hermione le miró, sorprendida.

- ¿Y Cuidado? ¡No lo podemos hacer en la biblioteca!

- Sí - corrigió él. - Haremos clases teóricas. Pero no sabes lo mejor.

Hermione le miró, expectante, y él continuó:

- He hablado con un monitor. A los de Slytherin también les han cambiado los horarios. ¡¡No compartimos ni una clase con ellos!!

- ¿De verdad? - exclamó la chica, encantada. - ¿No tendremos que ver a Draco, ni siquiera en Pociones?

- Ni siquiera en Pociones. Incluso han hecho dos grupos de Cuidado para que no coincidamos en nada; órdenes de arriba.

La chica asintió, con una gran sonrisa.

- No tener que ver a Malfoy - casi escupió el nombre - en todo el día. ¡Casi hace que te guste el estado de sitio!

Ron rió suavemente.

- Por lo que me ha dicho, han puesto Hufflepuff con Slytherin en todo, y nosotros vamos con Ravenclaw.

- Medidas de seguridad básicas - aventuró Hermione. - Después de todo, no es descabellado que algún Slytherin intente poner a Harry en una situación comprometida.

Ron coincidió en eso e hizo ademán de acercarse al sofá que ocupaba antes de que ella llegara. Cuando ella demostró seguirle, Ron se sentó, picando suavemente a su lado para que ella lo imitara.

- ¿Has dormido bien? - le preguntó, atento.

- Sí - dudó ella. - Me costó un poco dormirme, porque no dejaba de darle vueltas a lo de la Marca. Creo que deberíamos avisar a...

- Ya se lo he dicho - la interrumpió Ron, con una expresión complacida. -No parece muy deseoso de hacerlo, pero... le necesitamos. Si Harry está en peligro, tiene que saberlo.

- Si no le llama él - concluyó Hermione - lo haremos nosotros. ¿De acuerdo?

Ron asintió.

- Justo lo que había pensado - suspiró. - ¿Ya has recibido respuesta de Krum?

La chica sacudió la cabeza, azorada por el tema que acababa de sacar.

- Es pronto - aseguró. - Puede que tarde días.

- Bueno - concedió Ron. - Era sólo por si había vuelto Hedwig. Aunque, ahora que lo pienso, tampoco podemos enviar a Hedwig a llamarle. Llama mucho la atención, ¿no? Y Pig tampoco es una opción...

- Usaremos uno de la escuela, - dijo ella - por eso no te preocupes.

Ron asintió y pareció recordar algo que le volvió tímido, de repente; bajó la vista y se dedicó a observar la tela del sofá.

- ¿Estás bien? - preguntó Hermione, extrañada por su reacción.

- Sí - musitó él, sin alzar la vista. - Es que... Es que, 'Mione, quería hablar contigo.

Ella alzó las cejas, sorprendida, y su corazón se aceleró, pero intentó no imaginar en absoluto lo que podía ser. No más falsas esperanzas.

- Dime - lo animó, tocándole suavemente una mano.

El chico pareció dudar, y enrojeció.

- Es... es... sobre K-Krum - balbució.

- ¿Qué pasa? - insistió ella, con una sonrisa compasiva. - ¡Espero que no sea disculparte otra vez, Ron! ¡Te juro que está olvidado!

- No es eso - aseguró él, mirándola a los ojos durante una mínima fracción de tiempo. - Vaya, no exactamente. Es sólo que... creo que no está olvidado.

Ella frunció el ceño, sin comprender.

- De verdad que sí, Ron...

- Espera - la cortó él. - Sé que me perdonas por ser un memo, y sé que no me odias por todo lo que dije, aunque tendrías derecho a hacerlo. Lo sé, 'Mione. Pero... también sé que hay cosas que se... rompen... y que cuesta mucho rehacerlas.

Hermione le miró, sin comprender una palabra.

- ¿Qué pasa, Ron?

- Tu confianza - aclaró él. - Ya no confías en mí. Y... no te culpo. Ayer me di cuenta de que no nos contabas nada de ti y Krum, y entendí que... debe ser difícil decirme ese tipo de cosas, después de cómo reaccioné la primera vez. Y ¡lo siento! De verdad, Hermione, ¡no sabes cómo lo siento!

Ella sacudió la cabeza, molesta.

- Sí confío en ti - respondió, indignada. - ¡Claro que confío en ti, Ron, no digas tonterías! Si no os dije que me escribía con Viktor es porque no lo consideré importante.

- No es eso - reiteró él. - ¡No es sólo eso, Hermione! Mira, últimamente, prácticamente no hablamos, y que es culpa mía, porque me porté como un necio. Te lo he dicho muchas veces, siento haber reaccionado así, Krum me cae bien, es un buen chico, y si te hace feliz... ¡Pero no quiero que dejemos de ser amigos por algo que hice el año pasado!

Hermione miró a Ron, todavía sin entender demasiado bien a qué se debía aquella conversación.

- Somos amigos, Ron, exactamente igual - mintió. ¿Cómo podía ser amiga del chico que le gustaba? Sólo por gustarle ya le escondía cosas, y ¿cómo podía ser amiga de alguien a quien escondía cosas? - Y sí confío en ti. ¡Claro que confío en ti, no seas tonto!

Ron asintió y volvió a contemplar el sofá.

- Y, - empezó, después de un tenso silencio, con voz débil - si confías en mí, ¿por qué no me cuentas lo que te pasa con Krum?

- No hay nada qué contar - repitió ella, deseando que aquella conversación acabara ya. - Nos escribimos cartas, ¡y ya está! ¿Qué quieres que te cuente? ¡¿Me lo invento?!

- ¡No! - exclamó él, con un gesto de exasperación. - Mira, si no necesitas, de verdad, hablar conmigo, pues mejor. Pero... Pero quiero que sepas que me importa lo que te pase. Y que ayer... parecías triste. ¡Y puedes contármelo! No me pondré como una moto y te gritaré, como si todo fuera culpa tuya, ¡¡te lo prometo!! ¡Jo, 'Mione, estoy madurando!

Ella rió suavemente, y le volvió a tocar la mano.

- No estaba triste - comentó. - Y te lo contaría, si me pasara algo con Krum. Somos amigos, ¿no?

Ron la miró, tímido, pero con una sonrisa.

- Últimamente no hablamos mucho. - objetó. - A solas, quiero decir.

Él también lo había notado.

- No - admitió ella. - Supongo que no sabemos encontrar de qué hablar.

- Yo tengo miedo de volver a estropearlo todo - explicó el chico. - Igual, por eso, no sé qué decirte.

Y yo estoy desconcertada desde que sé que no eran celos, pensó ella.

- No lo estropearías - lo tranquilizó. - ¿Amigos, de nuevo?

Ron asintió, y le dedicó una sonrisa afectuosa.

- Gracias - murmuró. - Necesitaba que lo habláramos.

Hermione sacudió la cabeza.

- Me alegro que lo hayamos hecho. Lo de Krum, de verdad, está completamente olvidado. Como si nunca hubiera pasado. ¿De acuerdo?

Él asintió, descansado.

- Pero él sí que está por ahí - dijo, al cabo de unos instantes, con una expresión traviesa. - Y te escribe.

Hermione sonrió débilmente. Genial, ahora pasaban a hablar de su vida amorosa. ¡Justo lo que había empezado todo el embrollo! Le parecía genial que hablaran de la incomodidad que aparecía cada vez que estaban solos, de sus silencios y de la supuesta falta de confianza (que no era tal, sólo discreción, sólo esconderle lo que sentía por él) pero ¿tenían que hablar ahora de aquello? ¿Cómo podría mantener la ilusión de 'no, Ron, si yo confío completamente en ti, te lo diría todo' y, a la vez, hablar sobre los sentimientos de ella por Krum (o, por extensión, por Ron)? ¡Caía por su propio peso!

- No siento nada por él - aseguró, gélida. - Es un buen chico, y muy simpático, pero no... me gusta. En la carta de ayer se lo explicaba todo: que no puede ser, que le estoy haciendo daño, que soy incapaz de sentir lo mismo por él que él siente por mí.

O sea que era eso. Estaba estresada porque le tenía que decir que no. Porque tenía que confesarle que era incapaz de responderle. Y él la había malinterpretado, pensando que les escondía algo sobre Krum, algo importante. Realmente, no se lo había explicado porque no tenía importancia. Y, si al decirle eso, él había pensado que escondía algo, sólo era la presión, que la torturaba. Qué estúpido. El alivio se extendió por todo su cuerpo, y por primera vez se relajó.

- Me alegro mucho - murmuró, avergonzado. - Pensaba que estabas pasándolo mal por él, y que no nos dejabas ayudarte por si me volvía a subir por las paredes. Lo siento por Krum, pero me alegro, porque tú estás bien. ¿Cómo crees que se lo tomará?

Hermione alzó un hombro, dudosa.

- Lo hemos hablado muchas veces - explicó. - Él sabía que yo no sentía lo mismo que él, o sea, que no le vendrá de nuevo. Le dolerá, pero...

- Lo siento - repitió el pelirrojo.

- Tenía que hacerlo - murmuró la chica. - Me sentía fatal por estarlo engañando así. Yo no creo que pueda nunca...

La chica se interrumpió, y Ron se sorprendió sintiendo compasión por el búlgaro. Podía haber sido su competidor y podía habérsele adelantado al invitarla al baile, pero lo cierto era que le entendía y que no le costaba mucho imaginar cómo debía estarlo pasando. Y, puesto demasiado fielmente en su papel, se le escapó una pregunta punzante que la chica no recibió con agrado:

- ¿Por qué no?

Hermione alzó los ojos para mirarle, sorprendida y a la vez algo asustada, casi hostil. Ron se ruborizó furiosamente y se riñó por el interés: ¡no era asunto suyo!

- Desde el principio, Krum no me cayó muy bien - explicó ella. - Cuando lo conoces, ves que es agradable, pero... también es un poco persistente, y no tenemos mucho que decirnos. No lo sé, creo que no lo enfoqué bien desde el principio. Me daba rabia que fuera a la biblioteca, ¿recuerdas?

Él asintió. Se quejaba de que las chicas lo siguieran y la molestaran, más concretamente.

- Y luego - continuó la chica - resultó que era por mí. Curioso, ¿no?

Él asintió nuevamente.

- ¿Es por mí, 'Mione? - preguntó, finalmente, con el corazón encogido. - ¿Es culpa mía que no pudieras corresponderle?

- ¿Culpa tuya? ¿Qué quieres decir?

- Que - dudó él, y se encogió de hombros - que si... igual te... afectó que yo fuera tan... negativo.

Hermione calló, pensativa, y Ron interpretó eso como un sí, sin importarle lo que pudiera responderle después. Era como si estuviera buscando la manera de decirlo sin herirle.

- No - acabó por responder ella. - Afectó, porque pasó, y me influyó, pero no. Independientemente de tu reacción, no me hubiera podido gustar Krum.

Esta vez sí fue capaz de callarse un por qué que hubiera sido aún más molesto que el anterior, aunque lo reconcomiera.

- Lo siento - murmuró el chico, finalmente.

Hermione suspiró y sacudió la cabeza con resignación.

- Es una pena - pensó, en voz alta. - Viktor... creo que le gustaba de verdad. Pero, si no puede ser, no puede ser.

- Eres guapa - confesó él, intentando animarla. - Seguro que encontrarás un chico que sí te guste, y él estará loco por ti. Y Viktor, igual. Seguro que... se le pasa.

Ella lo miró un instante, con expresión triste, y luego asintió.

- Hay un chico - le confesó, muy flojito.

Por un momento, Ron no supo dónde se encontraba. Luego, se dio cuenta de que sudaba, estaba mareado, tenía la boca seca y temblaba de frío, todo a la vez, mientras Hermione sólo miraba el fuego, melancólica. Un chico. Un chico.

- ¿Ah... s-sí? - se interesó, con un hilo de voz.

Ella asintió, sin mirarle.

- Por eso no... no me sentía bien con Krum.

Él tuvo ganas de chillar. ¡Todo ese tiempo celoso, sin motivos, de Krum y resultaba que ya había otro, de quien sí tenía motivos para estar celoso!

- Y él, ¿no...? - preguntó en un susurro, sin poder conseguir articular sonidos.

- No lo sé - confesó Hermione. - No lo sé, durante un tiempo pensé que sí, pero, ahora... Parece ser que no.

La rabia se acumuló en el interior de Ron pero, por el momento, fue capaz de contenerla. Tenía que demostrar que, como decía, había crecido.

-¿Y cómo estás? ¿Cómo... lo llevas?

Ella se encogió de hombros.

- Mira - suspiró, con la vista aún fija adelante. - Depende del día.

- ¿Te gusta... mucho?

Ella asintió, con un quejido.

- No lo sabe nadie - le explicó. - Ni siquiera Harry. Sé que... debería habéroslo dicho antes, que debería haber confiado en vosotros, pero no me sentía preparada. No quiero que pienses que no confío en ti, ni que tiene nada que ver con lo del... baile. ¿Vale?

Ron asintió, con un nudo en la garganta.

- No se lo diré - murmuró. - Pero... pero... ¿no es Harry, verdad? Quiero decir que... él...

- Cho - rió Hermione, suavemente. - Lo sé, lo sé. No, no es él. Y se lo diré. Es sólo que... no quiero que me empiecen a hacer preguntas, o que lo sepa todo el colegio... ¿Me entiendes?

Él asintió y le picó compasivamente en la mano.

- Por mí no lo sabrán. Y, si necesitas hablar, de lo que sea, aquí me tienes, ¿eh? Para lo que sea..

Hermione sonrió débilmente. Un chico. Otro chico, o igual otro no, pero nunca Ron...

La autocompasión se adueñó de él, haciéndole sentir en inferioridad respecto a todos los demás, haciéndole creer que era imposible que fuera él quien había cautivado a Hermione. Durante unos instantes, los celos cedieron ante la pena, y Ron perdió la vista en el suelo, dolido. Cuando había sido Krum, podía haber sentido rabia y miedo de perderla: él sólo se le había adelantado, pero no había nada hecho. Krum iba detrás de Hermione, pero ella no iba detrás de él.

En cambio, ahora, no había lugar para la rabia. Existía la ínfima posibilidad de que fuera él el chico de que hablaba, pero lo más probable era que hubiera perdido toda posibilidad, por completo, porque ahora sí estaban los sentimientos de ella por medio.

Casi tuvo que contener un sollozo; tenía un día blando. Había llorado en la ducha, había llorado abrazado a Fred, estaba a punto de hacerlo entonces, y por la misma razón: aun confrontado directamente con el problema, era incapaz de decidir olvidarla.

- Seguro que a él también le gustas - murmuró, para contentarse a sí mismo con el hecho de que ella fuera feliz. - No sufras, seguro que él... también te ha notado.

Ella se inclinó para captar su mirada. Sonreía.

- No lo sé - dijo, sorprendentemente animada. - Quizás... sí.

- Si no, es un tonto - insistió el chico, mirándola con una media sonrisa.

- No - aseguró ella. - No es un tonto. Es un chico... ¡genial!

Ron asintió e hizo una mueca irónica.

- Te gusta mucho, ¿eh?

- Un poco - aceptó Hermione. - Aunque me... desconcierta. No para de enviar mensajes contradictorios.

- Quizás lo mejor sería que se lo preguntaras directamente - aventuró él, rezando para que ella no fuera lo suficientemente valiente.

Pero no tendría suerte ni en eso porque, sin dudarlo, ella repuso:

- Lo haré. No sé cuando, pero creo que... igual...

Y sonrió, mientras Ron se hundía. Tenía verdaderas esperanzas.

Harry, llegando a la sala común, tuvo el buen tino de liberarlo de esa tortura. En cuanto lo vieron aparecer, Hermione le sonrió afectuosamente a Ron, éste esbozó una respuesta parecida y guardaron completo silencio hasta que su amigo llegó a donde estaban ellos.

- Buenos días, madrugadores - dijo el recién llegado.

- Buenos días - respondió Hermione.

Ron sólo respondió con un movimiento de cejas.

- Sí que estás contenta hoy, 'Mione - observó Harry.

- No especialmente - aseguró ella, aunque Ron tuvo que coincidir con que estaba radiante, y eso le dio muy mala espina. - Es sólo que... estaba hablando con Ron, y... No sé, últimamente estábamos un poco raros, los dos. Pero lo hemos hablado, y estoy contenta de que hayamos vuelto a la normalidad.

- ¡Vaya! - exclamó el chico de gafas. - Me alegro mucho, de verdad. Parecíais incómodos.

Ron pensó que él aún lo estaba. Tenía que salir de allí. ¡Tenía que salir de allí!

- Voy arriba - anunció, hosco. - Me he dejado la pluma.

- No - le contradijo Harry, echando un vistazo a su mochila. - La llevas aquí.

- No la mía - inventó, molesto por la indiscreción de Harry, que casi lo descubre en una mentira. - Me llevé la de... ¡Fred! por accidente, anoche. No me había acordado hasta ahora, y no sé si ya la habrá cogido. Voy a asegurarme.

Harry asintió pero, para el descontento de Ron, Hermione se levantó y se acercó a él.

- Voy contigo - dijo la chica, todavía pareciendo muy alegre. - A ver si Hedwig ha vuelto.

Ron la miró un instante, mientras buscaba alguna traba, pero finalmente se dio por vencido y se giró para prácticamente correr escaleras arriba. Iría muy rápido, no le daría tiempo a decirle nada, que casi no pudieran hablar: no quería saber nada, ¡nada!, del chico que le gustaba a Hermione, y que, según parecía creer ella, correspondía sus sentimientos.

- Démonos prisa - susurró a Hermione cuando ambos llegaron al rellano que separaba sus dormitorios. - McGonagall vendrá pronto.

Y desapareció dentro de su habitación. Se quedó junto a la puerta, escuchó atentamente los ruidos del pasillo y, cuando estuvo seguro de que ella ya no estaba en las escaleras, salió y subió dos pisos corriendo.

Al dormitorio de los de séptimo.