Capítulo 12: "Aunque se te parta el corazón por el camino "

Horas después, en la misma habitación, un inquieto pelirrojo daba vueltas y más vueltas bajo las sábanas. Llevaba un buen rato intentado conciliar el sueño sin conseguirlo, repartiendo su atención entre el techo de su dosel, los ronquidos suaves de Harry y el can que yacía sobre la alfombra que había entre su cama y la de su amigo, buscando borrar de su mente las primeras horas de aquél mismo día. Las náuseas habían remitido poco después del desayuno, el dolor de barriga había desaparecido un poco más tarde, hacia media mañana, pero la imagen persistente de Hermione feliz y contenta porque creía ser correspondida era algo de lo que no se podía distraer. Volvía a él recurrentemente, ella sonriendo, ella confiada, ella tímida delante de otro, ella perdida para siempre.

No podía cerrar los ojos a aquello.

Se giró otra vez, esta vez mirando hacia la cama de Harry, y cerró los ojos con fuerza.

Ya está bien, se dijo, exasperado. Comenzaba a cansarse de tanta tontería, y se prometió no abrir los ojos hasta que se durmiera. ¡O se dormía por las buenas, o por las malas!

Pero, con los ojos cerrados, aún le era más difícil concentrarse en otra cosa que en su patética vida amorosa: ahora incluso imaginaba la voz de Hermione, llamándolo suavemente, y se le repetía la confesión de esa mañana. ¡Dios, estaba cansado! ¡¡Necesitaba dormir!!

Respiró hondo, con rabia, y se apretó los ojos con las palmas de las manos. Si, al menos, consiguiera hacerse daño, dejaría de dar vueltas a tantas tonterías. Porque él sabía que era una tontería, él sabía que lo estaba exagerando, y su falta de sueño lo estaba poniendo de muy mal humor: por la mañana, estaba convencido, vería que nada tenía tanta importancia como para perder preciosas horas en blanco.

Otro giro. Ahora, escondiendo la cara en la almohada. Los ronquidos de Harry eran rítmicos, pausados, siempre igual, y Ron se encontró odiándolo por vivir tan tranquilo, y odiándose a sí mismo por hacerlo. Era egoísta desear que sufriera con él, que le ayudara, que lo calmara. Era ruin desear que Cho le hiciera pasar lo mismo que 'Mione le estaba haciendo pasar a él, y ahogó un quejido enfadado en el edredón. ¡Menudo amigo!

Pero no lo deseaba, se tranquilizó, claro que no, sólo era que llevaba tres horas intentando dormir, ¡tres horas!, y ya había repasado la lista de alumnos de Hogwarts, valorando la posibilidad de cada uno con Hermione, cinco veces, ¡¡para no llegar a ninguna conclusión!!

¡¡Pero si el que más lógico le había parecido era Percy!!

Ron sacudió la cabeza y se volvió a quejar, aún entre almohadones. ¡Percy! Por favor, si Hermione antes se iría con Fred...

Fred. Debería de subir, despertarlo, ¡dormir en su cama, abrazado a él! Estaba desvariando, y cada vez era peor, ¡Percy y Hermione! ¡Fred y Hermione! Ya puestos, ¡él y Hermione! ¡¡O Sirius!!

Incluso al padrino de Harry había considerado, ¿cuán lejos podía llegar? Había pensado en Lupin, en Snape (no en serio, pero lo había hecho)... ¡hasta en Draco! Él sabía que ella no caería tan bajo (aunque, claro, si lo hiciera, no sería caer bajo, porque si ella lo eligiera, pues bueno, pues a lo mejor no era tan horroroso cuando lo conocían, a lo mejor sólo eran apariencias y, claro, con ese padre... pero a alguien le debía de gustar esa vida, y si Hermione cambiara de opinión y lo encontrara agradable, les tocaría respetar su decisión, y él lo haría sin dudar; no quería más desastres como el de Krum, aunque ese también, de Durmstrang, con la fama que tenían, allí debería haber ido Draco, qué tonta su madre que no había querido que fuera tan lejos, ¡ojalá!; pero qué estaba diciendo, ¡¿otra vez balbuceaba?!), pero había pensado en Malfoy como posible chico de Hermione. Al final, claro, del grupo desesperación (y no los llamaba así porque lo estuvieran ellos, ni porque fuera Hermione la desesperada, sino porque muy desmoralizado tenía que estar (y estaba) Ron para llegar a hacer cábalas con ellos), sólo habían quedado los dos Marauders: Lupin y Black. Los dos eran muy mayores, los dos estaban muy ocupados y, cosa de la cual Ron se alegraba sinceramente (¡¿tenía límites su egoísmo?!), habían perdido gran parte de su atractivo de juventud entre Azkaban y transformaciones lunares. Pero no todo, tenía que admitirlo, e inspiraban una seguridad y una madurez...

¿Y Bill? ¿Charlie? Puestos a considerar, ¿¿por qué no también su padre, y Hagrid??

No llegaba a ninguna conclusión, no encontraba a nadie a quien Hermione hiciera especial caso, o delante del cual se mostrara especialmente tímida, o, por el contrario, alegre, y eso hacía que no acabara nunca de dar vueltas a todos los chicos que conocía. Porque, ¿había dicho chico? ¿Había dicho hombre? ¿¿Había dicho otro, u otra persona?? Si era 'chico', sólo tenía que repasar (sí, otra vez) los alumnos de la escuela. Era poco probable que fuera alguien con quien no tenía demasiada relación; Durmstrang y BeauxBatons fuera. Si había dicho 'hombre' (y Ron estaba prácticamente seguro de que no, una palabra tan grande se le hubiera quedado marcada), sólo quedarían los 'desesperados'. Si era 'otra persona', ¡pues hala!, ¡cómo si no tuviera bastante con considerar las relaciones heterosexuales! Y si era 'otro'... ¡dudas, dudas y más dudas! Podría haber especificado un poco, ¡¿no?!

Por lo menos no era Harry. Por lo menos eso lo sabía seguro. Ni Krum. No tenía la más mínima idea de quién, y no podía dejar de pensar en ello, pero por lo menos, ¡por lo menos!, sabía que no era ninguna de las apuestas más claras, y eso le daba algo de margen. Para la locura, de acuerdo, pero margen al fin y al cabo.

Si la cosa no se aclaraba pronto...

Una mano picando suavemente su hombro le hizo dar un bote en la cama, abrir los ojos y girarse para ver quién era, todo a la vez, y se encontró con un preocupado Sirius sentado en su cama, observándole.

- Sirius... - comenzó, recuperando el aliento después del susto.

- ¿Te encuentras mal? - le interrumpió éste, rozándole la frente con la palma de la mano.

El pelirrojo se apresuró a sacudir la cabeza.

- Estoy bien. Vuelve... - dudó, señalando con movimientos de cabeza la esterilla que ocupaba el adulto en su forma animágica - vuelve a... Es peligroso...

- No nos escuchan - le tranquilizó Sirius. - Los he encantado para que no se puedan despertar. ¿Qué pasa, Ron? ¿No puedes dormir?

El chico enrojeció furiosamente. Notó cómo toda su cara subía de temperatura, avergonzado por el escándalo que debía haber hecho, para los sensibles oídos del perro, y se arrebujó en las mantas en busca de refugio.

- Te he despertado - comentó, con voz contrita. - Lo siento mucho, Sirius, no era mi intención...

- Yo tampoco podía dormir - lo tranquilizó él, y le sonrío cariñosamente. Casi no quedaban en él rastros del Sirius que había aparecido en Hogwarts tres años antes, demacrado, desaliñado y rayano a la locura. - ¿Qué te pasa? Harry me ha dicho que esta mañana te encontrabas mal...

- No - explicó él. - Ya estoy bien, no es eso. Tampoco estaba tan mal, esta mañana... He vomitado, pero... no era nada.

- Entonces, ¿estás bien? ¿Físicamente?

Ron asintió y bajó la vista. Sabía perfectamente que Sirius había sido un brujo destacado en el colegio, y antes de su captura (se lo había oído decir a McGonagall en Las Tres Escobas antes de conocerle), pero no esperaba que fuera tan rápidamente al problema. '¿Físicamente?' No, claro que no era físico. Estaba perfectamente bien, físicamente, y era una pregunta completamente válida. El problema era lo que implicaba aquella distinción: si físicamente estaba bien, no podía dormir porque...

Sirius lo interrumpió, moviéndose en su cama hasta que estuvo a su lado y apoyaba la espalda en el cabezal.

- Yo estoy igual - le oyó susurrar. - No dejo de darle vueltas a las cosas...

Ron asintió levemente y esperó a que el adulto dirigiera la conversación; para él todo iba demasiado rápido. Por lo visto, Sirius también esperaba que él tomara la iniciativa, porque permaneció un rato en silencio, pensativo, antes de decidirse a seguir.

- Qué envidia me da Harry - musitó, medio sonriendo. - James era igual: yo me pasaba horas dando vueltas en la cama, y él roncaba a pierna suelta.

Ron suspiró afirmativamente y dirigió una mirada rápida a Harry, que dormía de espaldas a ellos.

- Siento mucho haber hecho tanto ruido - se volvió a disculpar, sin saber qué más decir. - Tu oído debe de ser muy agudo, y supongo que...

- Para nada - le cortó Sirius. - Tengo el oído agudo, pero no hubiera dormido aunque no hubieras hecho ruido. De verdad.

Ron subió un hombro.

- ¿Es por Harry? ¿Temes que, si te duermes...?

- Hogwarts es seguro - repuso Sirius. - No creo que vinieran aquí a atacarle. Sólo... yo estoy tan loco. Estaba. No, no era por Harry. Quería dormir, pero supongo que han sido demasiadas emociones por hoy. ¿Y tú? ¿Qué te pasa, Ron?

Él sacudió la cabeza.

- Estoy nervioso - mintió. - También han sido muchas emociones, y no podía dejar de darle vueltas a... todo.

Sirius asintió suavemente.

- Menuda época os ha tocado vivir - reflexionó en voz alta. - Cuando yo tenía vuestra edad, casi no nos preocupaba el peligro, ni Voldemort, ni nada de eso. Teníamos los exámenes, los castigos, las bromas a Slytherin y las... chicas - Sirius sonrió, tímido. - ¡Y los howlers de nuestras madres, claro! Pero Voldemort estaba muy abajo en nuestra lista de preocupaciones...

Ron suspiró.

- A mí tampoco me preocupa tanto - explicó. - A ver, me preocupa, porque va detrás de Harry, y supongo que eso me incluye. Pero... hay que seguir adelante. Si no...

Sirius palmeó la rodilla de Ron con una expresión comprensiva.

- Oye, ¿quieres que vaya a buscar algo a la cocina? ¿Un vaso de leche caliente? Quizás te iría bien para dormir...

- No, gracias - respondió Ron, preguntándose exactamente cómo lo haría un perro para llevar un vaso de leche caliente desde la cocina hasta aquella habitación. - Ya... ya me dormiré.

- ¿No quieres contármelo...? Mis aptitudes sociales están bastante oxidadas, e igual mis consejos no valen mucho la pena, pero soy bastante bueno escuchando...

- No es nada - aseguró el chico, incómodo. ¿Cómo podía no explicárselo sin parecer desconsiderado? Pero ya tenía suficiente con Fred; no podía irlo sabiendo toda la escuela. Aunque confiara en Sirius. Aunque él no tuviera a quién decírselo.

- ¿Seguro...?

Él asintió.

- Sólo eran tonterías. No podía dormir, y me aburría, y empezaba a darle vueltas a cosas, para no aburrirme, y aún podía dormir menos... ¿Me entiendes?

- Perfectamente - suspiró él. - Te obsesionas con algo, que sabes que luego no tendrá importancia, y no puedes pensar en otra cosa. Y te dices, ¡va, ya! ¡Deja de pensar en eso! Pero vuelves, y vuelves, y si más te dices que dejes de pensarlo, menos puedes hacerlo...

Ron asintió levemente.

- Somos un desastre, ¿eh...?

Sirius suspiró con pena.

- Pero se arreglará - le aseguró. - Sea lo que sea, ya verás como se arregla.

- No sé - dijo el chico. - Ahora... no lo parece.

- A mí tampoco - añadió el hombre. - Pero... de alguna manera... siempre se arregla.

Aunque ella esté con otro y yo la consiga olvidar, pensó Ron. Aunque se te parta el corazón por el camino, es cierto, al final, siempre se arregla. Aprendes a vivir con ello.

- Tengo miedo de que se arregle - susurró Ron, sin voz.

Sirius se giró hacia él para mirarlo a los ojos, y le sonrió para animarle.

- No digas eso - le riñó, muy suavemente. - No te pongas en lo peor. Seguro que no es como tú piensas, y que luego todo sale bien, y eres muy feliz. No tengas miedo de que se arregle: ¡a veces es para bien! Y no te pido que me lo expliques, pero... ¿no es nada de tu familia, verdad? Quiero decir que... ¿están todos bien?

Ron sonrió y sacudió la cabeza.

- Perfectamente - aseguró. - No tiene nada que ver con ellos. Es... mucho más personal.

Sirius le dirigió una mirada inteligente, y Ron supo que sabía por dónde iban los tiros.

- ¿Seguro que no quieres hablar de ello...?

- No - reiteró él, ahora menos seguro respecto a su silencio. - No es nada. Es que... hoy me he enterado de que...

- ¿Otro? - dijo Sirius, sólo con los labios.

- No lo sé - titubeó el chico. - Pues... sí, pero...

- Igual no es otro.

- Seguro que sí - aseguró, cerrando los ojos con fuerza. - No puede ser que... yo...

- No seas tonto - le regañó el hombre. - Claro que puede ser. No te estoy diciendo que saltes a conclusiones precipitadas, pero no puedes ser negativo. ¿Por qué tú no? No eres peor que ningún otro.

- Tampoco soy mejor - concluyó él.

- Eres mejor que muchos - le aseguró Sirius. - Mira, por ejemplo, cierto Slytherin rubito y estirado...

- Puedo ser menos esnob, pero eso no significa que todas las chicas me prefieran a él.

- Si te gusta una chica que le prefiere a él antes que a ti, Ron, es que no has sabido escoger. Sólo alguien como él podría valorarle. Además... las relaciones entre... amigos... funcionan muy bien.

Ron le miró, sorprendido.

- No se te nota - se apresuró a explicar Sirius. - No, no, ¡claro que no! Pero... te he visto incómodo, todo el día, observando con atención a todo el que se acercaba a ella, y... No seas tonto, Hermione no se fijaría jamás en Malfoy, si no es después de un gran golpe en la cabeza. ¡¡Uno muy grande!! Pero tú eres su amigo, y has estado a su lado en muchos momentos importantes... Compartís mucho, y... No sé, chico, ¡yo creo que todo se puede arreglar bien, en este caso!

Ron guardó silencio y meditó unos instantes lo que Sirius le había dicho, considerando si explicarle que últimamente habían tenido una relación bastante fría, incómodos por lo del último baile. De lo que no se dio cuenta, mientras se lo pensaba, fue de que los párpados se le iban haciendo más y más pesados, y de que se giraba, inconscientemente, para adoptar una postura casi fetal. Se quedó dormido antes de darse cuenta siquiera de que no había respondido y Sirius, por su parte, desencantó a sus compañeros, volvió a su forma animal y, él sí, se resignó a enfrentarse a una noche de insomnio, no tan fácil de resolver como la del mejor amigo de su ahijado.

¡¡Eh!! ¡¡100 reviews!! ¡¡¡Gracias!!! ¡¡¡Muchísimas gracias!!! Y, además, ¡¡qué reviews!!

Y, si los capítulos son más cortitos... ¡Anda, perdonadme, va! :) ¡Que ando sin tiempo para nada!