El Destino

" It's a new world - it's a new start
It's alive with the beating of young hearts
It's a new day - it's a new plan
I've been waiting for you
Here I am "

***

- Mi señora, no encontramos rastro de él en ningún proyectante - explicó Información. - Al parecer está siendo sensato y no se acerca a los seres inferiores.

- Sí. Suerte siempre ha sido muy selecto. Pero dile al Clan que no se preocupen. Al encontrarse en un proyectante no podrá esconderse durante mucho tiempo, muy pronto habrá demasiada buena racha en algún lugar… Y a nuestro querido compañero se le acabará su tiempo. - susurró Sabiduría.

Tanto Información, como ella, quedaron mirando el gigantesco aparato que tenían frente a ellos en la sala de preguntas, que había sido inventado por estos seres hace millones de años. Muy pocas veces habían tenido que recurrir a aquella especie de brújula cargada de dibujos en sus bordes, cuyo significado era la clave de la pregunta. Solo había un problema en aquel momento: para hacer funcionar el aletiómetro se necesitaban a todos los integrantes del Clan… o al menos a la parte más sesuda: Los líderes.

- ¡Mi señora! ¡Mi señora! - entró alarmada Inocencia.

- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Ha vuelto a hablar Premonición? ¿Ya se sabe quién es el otro traidor? - preguntó Sabiduría, interesada.

- ¡No mi señora! ¡Ha ocurrido algo muy grave!

- Di. ¿De que se trata?

- Alguien la ha raptado. ¡Alguien se ha llevado a Premonición!

- ¿Qué? - preguntaron Información y esta a coro, totalmente acongojados.

***

- "… El tiempo de esta mañana de septiembre será soleado. Despejado o con alguna que otra nube en el cielo. Las temperaturas pueden llegar a alcanzar los 17 grados… "

¡BLAM!

Suerte volvió a darle otro manotazo a la radio. Esta vez ya no se escuchó ningún sonido. Asustado, levantó el negro aparatejo y lo agitó como lo haría con cualquier persona para que volviera en sí. Al no escuchar nada, se levantó de la mesa donde iban a desayunar y corrió agitado al lugar en el que Mary preparaba ahora los huevos revueltos.

- ¡MARY, MARY! - gritó.

- ¿Qué te ocurre ahora Sean? - preguntó ya por enésima vez. Después de todo el jaleo que había montado aquella noche con el ruido que producía la cisterna del váter, cualquier cosa le parecería natural.

- ¡La mujer que estaba atrapada en la caja negra! ¡Creo que la he matado al quererla rescatar! - lloriqueó. - ¡Jamás había matado a ningún ser, por inferior que fuera! Me siento miserable… - sollozó.

Mary se reflejó en los azules ojos del chico y lo miró compasiva. Luego dirigió la mirada a la joven chica rubia que miraba nostálgica por la ventana. El animalillo no se separaba de ella ni un solo instante.

- Creo que lo que quiere decir, es que acaba de romper su radio. - le dijo ella, sin apartar los ojos del cristal.

Suerte le dio otro tirón a Mary del delantal cual niño pequeño suplicando a su madre.

- No. No es eso. He matado a la mujer que estaba atrapada en la caja negra. - lloriqueó. - Yo… Solo le di unos golpes para abrirla y sacarla de dentro… pero… pero ahora ya no habla! Me temo que al intentarla rescatar, he acabado con su vida.

Mary suspiró profundamente en un intento de conservar la cordura, y luego se dirigió hacia su pobre radio nueva, ahora completamente inútil. La tomó con delicadeza con sus ágiles manos, le echó un rápido vistazo y luego con otro suspiro más largo que el anterior se dirigió a Suerte:

- Sean, cariño. - le dijo con dulzura. - No había ninguna mujer aquí adentro. ¿En ese lugar en el que vives no hay radio? Esto es un aparato para poder escuchar noticias, ¿sabes? Para recibir información. Además, no hay persona lo suficientemente pequeña como para caber aquí adentro. - le intentó explicar.

- ¡Pero yo la he oído! - insistió.

- La chica que hablaba no estaba en la caja, que dices tú. Ahora mismo debe de estar hablando en el estudio de la radio.

- ¿Estudio?

- ¡Eso es! - le explicaba. - La mujer habla desde un estudio, desde allí se transmiten sus palabras por medio de ondas… - decía esto como si hablara con un niño de 3 años, hacía gestos extraños y ponía la voz cariñosa y suave, a la vez que gesticulaba y realizaba extraños movimientos con los brazos y la cabeza. Lyra se rió por lo bajo al verla actuar así. -… y entonces llegan a casa y ¡MAGIA! Podemos escuchar su voz con la cajita negra.

La pupila de Suerte se contrajo súbitamente. Algo le golpeó la mente como un rayo al escuchar las palabras de Mary. Y pensó, que tal vez estos seres no fueran tan inferiores… o que tal vez los proyectantes no los distanciaban tanto los unos de los otros.

- ¡LO ENTIENDO! - exclamó. - En Althlaron hacemos lo mismo. - Y recordó su monótono trabajo de cada día… cuando se encerraba en su cámara repartiendo suerte a todos lo seres que engloba el mundo. Fueron miles de años repitiendo lo mismo hasta que escapó con Risa hacia su aventura del destierro… o tal vez algo peor. Un nudo se le hizo en la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas. Tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para que Mary no se diera cuenta.

- Entonces ya queda todo claro. - zanjó ella, dejando la radio estropeada de nuevo en su lugar. - Solo que vamos a tener que comprar una nueva. ¡Qué mala suerte!

Fue entonces cuando Sean, de forma completamente involuntaria, rozó el aparato. Y aunque Mary consideró que el que la radio hubiera vuelto a funcionar tan de súbito, era debido a que no estuviera tan estropeada, Suerte adivinó que no fue así… al igual que lo podría adivinar el Clan en cualquier momento.

.:.:.:.

Aquel desayuno era lo más fantástico que había probado en toda su larga vida. Todo lo que había en aquella ciudad lo sorprendía. Pero aaaah!! La comida!! Como era un ser superior e inmortal, no necesitaba cubrir ese tipo de necesidad. Es decir, Suerte jamás se había llevado nada a la boca. Y aquel sabor! Ese sentido placentero que comenzaba en su boca, se extendía y lo alteraba… ¡Indescriptible!

Ignorando que pudiera existir algo mejor que aquello, se abalanzó sobre la caja de cereales.

- Sean, cariño. Te va a sentar mal. - lo previno Mary. Pero este no le hizo ningún caso.

Su marido que ya había llegado a la mesa, lo miró con ese aire de desconfianza tan característico suyo.

- Si no fuera porque sé que es imposible, diría que vienes de otro mundo. - le dijo. Pero más que un comentario dirigido al chico, fue un comentario propio que pretendía ser ignorado. Sin embargo Mary sintió un fuerte pinchazo en el estómago al escucharlo, y una nostalgia proveniente de otros tiempos le ensombreció el corazón. Fue entonces cuando empezó a sopesar la teoría de su marido. ¿Y si aquellos chicos no eran de su mundo?

Mary volvió a suspirar dejando esas descabelladas ideas a un lado.

- Bueno, chicos. - dijo. - Será mejor que nos vallamos preparando. Os voy a llevar al instituto. No os podéis quedar aquí todo el día solos. John y yo trabajamos.

Lyra, que no hablaba desde hacía un buen rato, dejó caer la cuchara de golpe en el tazón de leche. Se puso en pie y desaprobó esa idea:

- ¿Y que ocurre con nuestro hogar? ¿Cuándo van a llevarnos a nuestra casa?

- Cariño, no sabemos nada acerca de vosotros. Por eso investigaremos hoy en el trabajo… - le contestó. - Y mientras tanto, os quedaréis en el instituto. ¿No sabéis que si os encuentran por ahí sin hacer nada, igual os pueden llevar? Los chicos de vuestra edad tienen que estudiar.

A regañadientes, Sean y Julia montaron en el extraño coche. Los dos se sorprendieron de un modo exagerado al ver las gigantescas carreteras repletas de los mismos, que conducían a velocidades vertiginosas. Otra de las cosas que le había molestado notablemente a Julia fue la su separación con el animalillo. Pero al final, la convencieron para que lo dejara en casa de Mary.

Cuando llegaron al instituto todo fue un gran alboroto. Grandes muchedumbres y revuelos de niños se dirigían exaltados hacia el edificio. Suerte al ver el problema que supondría tener que enfrentarse al hecho de no poder rozar a ninguno, se negó a bajar del coche. Pero como no, cuando la jauría se disipó no le quedó otro remedio.

Los dos fueron conducidos en primer lugar ante la presencia del director del centro. Resultó ser un hombre de edad avanzada bastante amable. Y colocó a los dos niños en la misma clase. Una vez rellenado el papeleo, aunque la mitad se quedó en blanco por razones obvias, fueron acompañados a su aula. Y tanto John, como Mary los abandonaron.

Se sentían incómodos por aquellos pasillos. Seguían a una mujer, que no era más que una profesora de secundaria. Avanzaba ligera. Casi volando. Sus tacones resonaban en el suelo con un ritmo estrepitoso, interrumpiendo el sepulcral silencio del interminable laberinto.

A Suerte le recordó a los largos y retorcidos pasillos de su ciudad. Sin embargo el color… Allí todo tenía una tonalidad diferente. Incluso se había vestido con una ropa distinta: Se traba de unos pantalones vaqueros y una camisa blanca… Se había empeñado en vestir con la ropa más clara posible, y eso al parecer, no era muy común en el proyectante en el que se encontraba.

Finalmente llegaron al fondo de un pasillo, y la mujer de los ruidosos zapatos tocó a la puerta con firmeza. Se escuchó un "Adelante" general del interior y entraron. Suerte y Lyra, siguieron a la profesora a una distancia prudencial y con una timidez bastante llamativa.

Su acompañante le dijo unas cuantas palabras al profesor que estaba impartiendo clase, y tras la breve explicación abandonó la sala con su peculiar taconeo, dejando a estos dos de pié. Justo delante de todo el alumnado.

Lyra notó como todos los ojos recaían en ellos. Ya sabía que no recordaba mucho más allá de lo ocurrido hace 12 horas, pero se sintió tan humillada que le pareció que no lo había pasado tan mal en toda su vida. La vergüenza se había fijado en ella. Y tan perdida, y tan vigilada al mismo tiempo, hizo que su corazón y su respiración se acelerasen. El no reconocer ninguna de las caras que tenía enfrente la agobiaba todavía más. El silencio la estaba poniendo nerviosa. Volvió a repasar las caras, las miradas, los susurros y comentarios que se escuchaban de lejos como el rumor del agua de lluvia. Observándolos a todos, sintió tanto miedo que estuvo a punto de salir corriendo… Pero…

Entre todos ellos: unos ojos. Unos ojos tan claros que el color era prácticamente indefinible. Sus perfiladas cejas negras le daban un aire serio a su mirada. De pronto se sintió más aliviada. No sabía exactamente el por qué, pero aquel chico desconocido le había trasmitido confianza en si misma. O tal vez… ¿Lo conocía de antes?

~*~*~*~*~

El lugar donde se encontraban era totalmente desconocido para ella. Acostumbrada a la luz blanca y a un clima agradable, la noche en el desierto se convirtió en un verdadero infierno. La temperatura había descendido y una tormenta de arena se avecindaba sobre ellos.

Sofocada por el temporal y casi sin respiración, se dio la vuelta. Y entre el viento cargado de suave arena que destruía y creaba dunas, distinguió la figura negra que todavía la seguía.

Ella le hizo una señal y se dirigieron hacia las rocas para refugiarse del tiempo. Caminaron inconscientemente con el viento azotándoles y silbándoles en los oídos, hasta que llegaron a una cueva.

Cuando estuvieron lo suficientemente adentrados, para que la tormenta se escuchara como apenas un susurro, ella se despojó de la capa que le había resguardado de la tormenta y encendió una fogata para iluminar aquella estancia tan repugnante.

La figura negra que la había estado siguiendo durante todo el camino, también se reunió con ella junto al fuego. Dejó el pesado bulto que había transportado hasta ahora. Lo depositó con asombrosa delicadeza en una esquina de la cueva, e imitando a la chica, se quitó el manto negro y lo sacudió para quitarle la arena.

- Bien, ya estamos aquí. - le dijo Risa a Mal, sin acercarse mucho. Ella sabía que él era su única salida, sin embargo su mala reputación no le ofrecía nada de confianza. - No debiste haber hecho aquello.

- ¿Hacer qué? - preguntó, haciéndose el tonto.

- Lo sabes. Destruiste el árbol y la alineación se perdió. Ahora Suerte está atrapado. - le reprochó.

- Aaaah… Así que se trata de eso. - dijo sentándose y poniéndose cómodo junto a la hoguera. Risa no se inmutó y siguió observándolo de pié y a una distancia prudencial. - Si lo hice fue por el bien de todos. Lo hubieran pillado, y a ti también. Pero es inteligente, ya encontrará el modo de volver.

- Eso ahora no importa. Premonición está con ellos. Tarde o temprano volverá a hablar y nos delatará. - dijo apartando la vista. La mirada intensa de Mal, la ponía nerviosa. - Deberíamos haber ido a tu nivel dentro de la ciudad. Nos hemos arriesgado cambiando de proyectante y pueden encontrarnos…

- No lo harán. - contestó muy convencido. - Necesitan a Suerte para hacer funcionar el aletiómetro.

- Y que me dices de… ¿Premonición? OOOHHH!! Te habías olvidado de ella… - comentó sarcástica.

Mal sonrió. Y lo hizo de tal forma que a Risa se le puso la carne de gallina.

- Fue en ella en la primera que pensé. Y no creo que sea un problema. - añadió.

A Risa se le empezó a ir la cabeza al escucharle decir esto. Ella mejor que nadie conocía el significado de cada sonrisa, de cada carcajada… Aquello no era nada bueno. Se le pasaban por la mente ideas horribles… ¿Y si Mal había sido capaz de cometer un asesinato?

- ¿Qué es lo que has hecho? - consiguió preguntar temblorosa.

- No les dirá nada a ellos, si es lo que quieres saber. - contestó.

- NO, yo he preguntado qué es lo que has hecho. - dijo clavando su mirada en la de Mal por primera vez. Ninguno de los dos apartó la vista.

- ¿Te doy miedo porque soy malo? - preguntó este de pronto.

Risa lo miro atónita sin saber que contestar.

- No te preocupes. - comentó cabizbajo. - Nadie se fía de mí. Estoy acostumbrado.

La chica lo observaba. Quería desmentir todo eso, pero sabía que era inútil. Mal estaba en lo cierto. ¿Quién sería capaz de confiar en el mal más puro? Y a cada cosa que pensaba, el chico se lo adivinaba y lo repetía casi con las mismas palabras que le iban y venían al cerebro.

- Supongo… que por muy difícil o extraño que me resulte, voy a tener que confiar en ti. - finalizó ella. Mal la miró atónito. - Aunque hayas matado a alguien o… vete a sabe qué cosas, me da igual. He oído decir a muchos seres inferiores "vendería mi alma al diablo por…" Si es cierto que todo tiene un precio, fiarme de ti será lo que me devuelva a Suerte.

Mal soltó entonces una sonora carcajada. Y para sorpresa de Risa, no fue fría o perversa. Sino muy cálida y agradable.

- Ya sé que se te hace muy difícil pero… Que sea malo no quiere decir que haya matado a nadie. - sonrió. - Solo nací malo por naturaleza. O tal vez ni sea malo… pero el caso es que se supone que lo soy. ¡MUAHAHAHAHAHAHA! TEMED MORTALES, HA LLEGADO EL AMO DE LAS SOMBRAS!!! - Exclamó con ironía.

Tanto Risa como él estallaron en carcajadas. Y la musical risa de ella, se percibió perfectamente en el mapa central que se encontraba en Althlaron.

- Entonces, ¿Qué ha pasado con Premonición? - quiso saber, cuando se hubo calmado un poco y se secaba las lágrimas que le habían saltado.

- Eso es lo más divertido de todo. - aseguró Mal.

Y dicho esto, se incorporó y se dirigió a la esquina de la cueva donde había dejado el bulto. Se agachó, y cuidadosamente lo descubrió de las mantas que lo protegían. Y allí apareció ella…

Risa tuvo que reprimirse un grito de terror, cuando vio su blanco rostro inexpresivo perdido en el infinito. Sus largos tirabuzones plateados caían como agua de lluvia sobre la superficie del suelo de la cueva. Allí tendida parecía un fantasma. De veras parecía que estuviera muerta… Sin embargo solo estaba tan ausente como la mayoría de los días de su desolada vida…

- TATATACHIAAAAAN!!! - canturreó mal, como quien descubre la más bella y sorprendente obra de arte. No esperaba aplausos, pero sí un poco más de alegría por parte de Risa. La cual estaba petrificada. - ¿Qué es lo que te pasa? - le preguntó al ver su gesto.

- ¿La has… secuestrado?

- ¡SÍÍÍÍ! - Exclamó entusiasmado. - Así no podrá delatarte, ni chivarles nada. Lo malo que la vamos a tener que cargar como si fuera un muerto, porque ella, la verdad, no es que ponga mucho interés de su parte. - añadió volviendo a mirar a la casi inerte Premonición.

- Pero… ¡ESTO ES TERRIBLE! - gritó angustiada. - Hemos raptado a un miembro del Clan… ¡A Premonición! ¡Nosotros! ¡De nivel inferior!

- ¡Bah! ¡Nivel inferior!- se mofó este. - Ya escuchaste lo que dijo ella: Habrá cambios… Y nosotros vamos a provocarlos.

- ¡Y ¿Qué es lo que vamos a hacer con ella?! - exclamó al borde de la desesperación.

- Muy fácil. - explicó Mal, totalmente calmado. - El Clan la utilizó contra vosotros. Se aprovecha de sus palabras… pero, ella solo habla en contadas ocasiones, ¿Por qué?

- No lo sé. - contestó Risa. Y se preguntó dónde acabaría todo esto. ¿Qué estaría tramando la retorcida mente de Mal?

- Yo te lo diré. Solo habla esas veces y solo parece tener vida entonces, porque el resto del tiempo está perdida en sus pensamientos. Está perdida.

- Mal, eso es una metáfora. - lo corrigió.

- ¡Me da igual! He oído hablar de un proyectante: El de los olvidados. Allí va todo lo que se olvida. ¿Has oído hablar alguna vez de eso que dicen los inferiores? "He soñado algo pero ya no recuerdo qué". ¡Pues todo eso que no se recuerda, va al proyectante de los olvidados!

- Entonces en ese proyectante solo habrá sueños. - resolvió Risa.

- NOOOOOO… También van las personas que han sido completamente olvidadas. En un tiempo también se le llamó el proyectante de los recuerdos perdidos, y es ahí, sin lugar a duda, dónde debe de estar la mente de Premonición. Si la llevamos a ese lugar, seguro que su mente vuelve a su cuerpo. Y volverá a hablar con naturalidad.

- ¿De veras crees eso? ¿Y para qué debería volver a hablar? ¡Siempre mete la pata!

- Si está hablando constantemente y solo para nosotros… Podríamos cambiar el futuro a nuestro favor. - concluyó Mal.

- Si el pasado no se puede cambiar… Dudo mucho que el futuro se pueda. - aseguró Risa.

- De todas formas es el único plan que tenemos. ¿Vendrás conmigo?

Risa se lo quedó mirando durante un segundo, y sin pensárselo dos veces sonrió:

- ¡Claro que sí!