Las aventuras de la Compañía: La deshonra del Bosque Negro


Capítulo 1ro: Una llamada al Bosque Negro

La Compañía acababa de cruzar el puente de Khazad-dûm corriedo tan rápido como sus piernas les permitían. El último era Gandalf, que no llegó a cruzar. Se quedó de pie, a medio puente, esperando la llegada del Balrog, que les seguía de muy cerca.

"¡No puedes pasar!" gritó Gandalf imponente.

"¡Gandalf!" gritó Frodo, mirando aterrado como el Balrog empuñaba su espada de fuego para atacar al mago.

"Soy siervo del fuego secreto, administrador de la llama de Anor. ¡Tu fuego oscuro es en vano, llama de Udûn!" siguió gritando Gandalf alzando su vara en el aire justo en el momento en que el Balrog le golpeaba con su espada de fuego. Hubo un estallido de luz blanca que cayó al abismo como gotas de agua resplandecientes: Gandalf había detenido el golpe del Balrog con un escudo mágico. Aun así, el Balrog desenfundó ahora su látigo de fuego. "¡Regresa a la sombra!"- continuó Gandalf - "¡¡No... puedes... pasar!!" Dio un poderoso golpe en el suelo del puente con su vara, estallando un relámpago de cegadora luz blanca que se perdió en la oscuridad de las minas. El demonio dio un paso adelante, echando llamas y calor por su piel con cada uno de sus movimientos. Pero no dio más de uno, porque el puente se derrumbó bajo sus pies con un fuerte estruendo, justo hasta donde Gandalf había golpeado con la vara, que se mezcló con los rugidos del malvado Balrog, no lamentándose por haber perdido la batalla, sino rugiendo de furia.

Parecía que la batalla había finalizado y ,viendo al Balrog caer precipicio abajo, la Compañía suspiró de alivio. Mas su alivio no duró mucho. El Balrog tuvo la sangre fría de mover su látigo de fuego una vez más para agarrar el pie de Gandalf, que descuidadamente ya había bajado la guardia y se disponía a volver con sus compañeros. El anciano mago gritó al ser arrastrado precipicio abajo, pero tuvo la agilidad de agarrase a los restos que quedaban del puente de Khazad-dûm. Pero no aguantaría mucho. Gandalf lo notaba en sus viejas y débiles manos.

"¡Gandalf!" gritó Frodo echando a correr hacia su amigo mago, pero Boromir, que estaba a su lado, la agarró en seguida para que no se acercase.

"¡No! ¡No!" gritaba Boromir. No podían correr el riesgo de que el puente se derrumbara y perdieran a ambos guía y Portador del Anillo. Aun a pesar de la enorme fuerza de Boromir, Frodo se agitaba violentamente en un esfuerzo de liberarse y correr en la ayuda de Gandalf. Cuando de repente se detuvo en seco y miró a Gandalf a los ojos. Éste le miraba también, y de una manera que Frodo nunca olvidaría: le miraba como si se estuviera despidiendo de él.

"¡Corred insensatos!" dijo Gandalf. Y cayó.

"¡Nooooooooo! ¡Gaaannndddaaalf! ¡Noo! ¡Nooo!" gritaba Frodo con desesperación mientras que Boromir ya le había tomado en brazos como a un niño y se lo llevaba fuera de las minas junto a los otros hobbits, Legolas y Gimli. Mas Aragorn, hijo de Arathorn, no se movió. Quedó un instante paralizado, mirando fijamente justo en el lugar donde Gandalf había caído.

"¡Aragorn!" gritó Boromir viendo como el hombre no parecía tener intenciones de moverse y viendo a demás cómo se acercaban una horda de trasgos y orcos armados con sus arcos desde el otro lado del puente. Tras oír la llamada de Boromir, Aragorn reaccionó y corrió también hacia la salida, mientras varias flechas silbaban muy cerca de él.


Después de tres días de viaje dentro de las minas, por fin volvían a ver la luz del sol. Y pensaban recibir ese momento con alegría, pero no fue así, porque uno de ellos no había podido salir de Moria. Agotados y abatidos por la pena, Sam, Merry y Pippin se dejaron caer al suelo y lloraron amargamente. Pippin parecía el más afectado de todos y yacía tumbado en el suelo llorando y sollozando con fuerza mientras que Merry le acariciaba y estrujaba en un intento de consolarlo.

Boromir agarraba a Gimli, que intentaba volver a entrar en las minas de Moria, aun sabiendo que no podía salvar a Gandalf, hasta que los dos se dejaron vencer por la cruda realidad y lloraron silenciosamente y en pie.

Legolas, por su parte, seguía de pie, no abatido por el cansancio ni la pena. Pero mostrando confusión en su rostro. ¿Qué había acabado de pasar? ¿Dónde estaba Gandalf? ¿Por qué lloraban todos? La muerte era algo que él no acababa de entender, ya que no era algo normal en la gente de su raza. Sólo una vez había perdido a un amigo y de eso hacía más de mil años. Mas tuvo una extraña sensación que pocas veces tenía: sintió pena y tristeza.

Aragorn limpió la sangre de orco que manchaba el filo de Andúril "¡Legolas!"-dijo-"¡Qué se levanten!" Y el Elfo obedeció, tomando a Merry por la mano, pero el hobbit no parecía que iba a levantarse y aun menos Pippin, que yacía sobre su lecho llorando.

"¡Dales un momento, por piedad!" gritó Boromir a Aragorn.

"¡Para el anochecer esto será un hormiguero de orcos! ¡Debemos ir a los bosques de Lothlórien! ¡Vamos, Boromir!" Tenía razón. Boromir asintió y ayudó a los hobbits a levantarse. Aragorn tomó a Sam y le puso en pie "Arriba Sam" dijo gentilmente y el hobbit se secó las lágrimas asintiendo.

Frodo se alejaba de la Compañía, pero no fue muy lejos porque Aragorn le llamó y tuvo que volver con los demás, andando pesadamente mientras una sola lágrima recorría su mejilla.


No hacía más do dos horas que andaban por campos pedregosos, rumbo a Lothlórien. Aragorn les guiaba delante (ahora que Gandalf no estaba, Aragorn había tomado el puesto de líder y guía), tras él andaban Legolas y Gimli, éste último con la cabeza gacha. Siguiéndoles de cerca estaba Boromir, pero de vez en cuando se detenía y miraba atrás esperando a los hobbits, que iban los últimos y un trecho más lejos. Merry andaba sin dificultades y Sam no parecía tenerlas tampoco. Frodo andaba más pesadamente y con la cabeza gacha, mientras que Pippin debía ser sostenido y arrastrado por Merry y Sam.

Legolas alzó la vista como llamado por alguien y Aragorn se dio cuenta. "¿Qué ocurre Legolas? ¿Qué oyen tus oídos de elfo?"

"Una lechuza bate su alas hacia aquí" dijo él, mirando en el horizonte, donde un pájaro se acercaba volando, demasiado lejos para que Aragorn o Gimli dijeran por cierto que era una lechuza. Pero tan pronto como estuvo más cerca pudieron distinguir la hermosa ave blanca. Llevaba algo atado en su pata izquierda. "Es una lechuza del Reino del Bosque Negro" añadió Legolas acercándose a la ave y extendiendo el brazo en el aire, donde la lechuza aterrizó y permaneció hasta que Legolas desató el trozo de papel que había en su pata.

"¿Qué dice? ¿Quién lo envía?" preguntó Aragorn ansioso.

"La envía mi padre, Thranduil, Rey del Reino de los Bosques. Reclama inmediatamente mi presencia" - Legolas arrugó el papel - "Tal vez quiera que le informe sobre los útlimos acontecimientos y le dé buenas nuevas"

"Si seguimos rumbo este en lugar de dar giro al sur llegaremos al puente que cruza el Río Grande hacia los Bosques Negros"- los demás llegaron junto a ellos -"Después seguiríamos rumbo norte por los lindes del bosque hasta el Paso de los Elfos. Desde allí tú podrías guiarnos hasta el Reino. Luego sólo habríamos que seguir el curso del Río Rápido hacia el sur y volver rumbo oeste al puente por el Camino Viejo"

"¿Iremos al Bosque Negro?"- preguntó Frodo, hablando por primera vez desde que salieron de Moria - "Bilbo me contó muchas historias acerca del bosque. Historias de cuando él estuvo allí, con los enanos"

"Sí, iremos. Pero no nos demoraremos mucho. Y cuando lleguemos a Lothlórien pasaremos menos tiempo allí del que teníamos previsto" dijo Aragorn.

"Bilbo me dijo que el bosque estaba invadido por enormes arañas que se alimentan de carne humana" continuó Frodo.

"No te preocupes por eso. Legolas nos guiará por caminos seguros, ¿verdad?"

"Eso haré" -dijo el elfo - "No encontraréis ningún peligro por los caminos que os llevaré"


Así partieron y cuando las diminutas estrellas se posaron en el firmamento ya habían llegado al puente del Río Grande. Allí pasarían la noche, con el monótomo sonido del agua fluyendo rápida y poderosamente río abajo. Eran tres días de camino hasta llegar al prado de Beorn y seis días más hasta el Paso de los Elfos a través del Bosque Negro. Encendieron un fuego y después de comer un delicioso ciervo cazado por Aragorn y cocinado por Sam, se echaron todos a dormir, menos Legolas, que le tocaba la primera guardia.

Legolas mantenía la vigilia sin cansancio. Era normal que los elfos aguantasen el sueño y se mantuvieran en pie y sin cerrar los ojos durante varios días si es era realmente necesario. Sabía que los demás estaban dormidos, pero no profundamente, pues se despertaban de vez en cuanto, probablemente pensando en Gandalf. El único que parecía dormir profundamente era el enano, que no dejaba de roncar ruidosamente. Pero Frodo no dormía esa noche. Legolas podía sentir su tristeza. A demás, aquella noche casi no había probado bocado, al igual que Pippin (algo muy extraño en él ya que es el más tragón de la Compañía). Y Pippin tampoco pegaba ojo, y Legolas sabía que el hobbit estaba llorando. Al final el hobbit Pippin se levantó y se alejó de la Compañía, queriendo pasar un rato a solas.

"No te alejes mucho, Pippin" le dijo Legolas, mas Pippin ni le miró y se alejó un trecho donde podía estar totalmente a solas ya oscuras.

A más de media noche terminó el turno de Legolas y despertó a Aragorn, ya que le tocaba a él la vigilancia. El hombre se frotó los ojos y enseguida estuvo bien despierto y dispuesto para montar guardia.

"Quel Kaime" le susurró Aragorn y el elfo asintió.

"Hannon le"

Legolas se estaba tumbando cuando Aragorn le llamó pareciendo alarmado.

"¿Dónde está Pippin?" preguntó. Legolas le indicó el lugar donde se encontraba, señalando con el dedo.

"Ahí, entre la oscuridad. Parecía querer estar solo. Por eso le dejé ir, sin que se alejara demasiado" Aragorn suspiró mostrando pena en sus ojos. Ya no dijo nada más. Se levantó y se acercó al hobbit. Tal vez un poco de charla le animaría más que la propia soledad. Aragorn estaba preocupado porque se había dado cuenta que no había comido prácticamente nada aquel día.

Pippin se había acurrucado junto a un árbol, rodeándose las piernas con sus brazos y apoyando su cara sobre las rodillas. No se dio cuenta que Aragorn estaba a su lado hasta que el Montaraz habló.

"¿Pippin?" El hobbit se sobresaltó y miró a Aragorn, aunque no podía verle la cara por la oscuridad, al igual que el hombre al hobbit. "Lo siento. No pretendía asustarte"- habló Aragorn en seguida y sentándose a su lado. Como había dicho antes, no podía verle la cara, pero sentía la tristeza de Pippin.

"Entiendo que sientas tristeza por la muerte de Gandalf" -dijo el Montaraz - "pero no deberías dejar que eso te impida seguir adelante" Pippin no respondió. Sólo se frotó los ojos con la mano. "Pippin"- dijo Aragorn poniendo esta vez su mano sobre el hombro del hobbit - "Todos hemos llorado su muerte, y tú más que nadie. Ya les has dado tus respectos y te has despedido de él, pero creo que estás llevando las cosas demasiado lejos; no ha comido nada, ni has dicho nada en todo el día, sin mencionar que no has dejado de llorar para tener un descanso. ¿Y ahora no duermes? Si continuas así caerás enfermo"

"Fue mi culpa..." dijo Pippin en un hilo de voz.

"¿Qué...? ¿Qué quieres decir?"

Rápidas lágrimas se deslizaron por las mejillas de Pippin "Fue mi culpa que Gandalf muriera... Y casi mato a Frodo también... Si no hubiera sido tan insensato y no hubiese tocado ese esqueleto..."

Entonces Aragorn comprendió. Estaba hablando de cuando dejó caer sin querer el esqueleto de un enano por el pozo causando un gran ruido. Después de aquello habían llegado los orcos y el trol. "Oh, Pippin. No fue tu culpa. Nadie podía saber que eso ocurriría. Seguramente esos orcos ya sabían que estábamos ahí. Nos habrían atacado de todas formas y el Balrog habría despertado"

"¡Pero si Gandalf tenía razón!" - alzó la voz Pippin - "¡Soy un insensato! ¡Siempre os meto en problemas con mis estupideces! ¡No soy más que un estorbo!" Ahora Aragorn puso su otra mano en el otro hombro de Pippin y se acercó más a él.

"Pippin. ¿Cómo puedes decir estas cosas de ti mismo? Si fuera así, yo no estaría ahora en esta Compañía. Admito que en un principio tuve mis dudas, pero ahora digo que no elegiría otros compañeros para afrontar el peligro. Probaste tu fuerza en las Minas de Moria. Te enfrentaste valientemente contra el trol de las cavernas y le vencimos gracias a ti. No lo olvides. tu fuiste le que le clavó la espada en la nuca para que Legolas le atravesase el cuello con la flecha"

Pippin gimoteó. "¿De verdad piensas así?"

"Te hablo sinceramente. Yo nunca miento"

Entonces Pippin se echó a llorar otra vez y Aragorn le rodeó con los brazos y apoyó la cabecita del hobbit sobre su pecho. Así se mantuvieron un rato hasta que, vencido por el cansancio, Pippin quedó profundamente dormido en el lecho de Aragorn.

Legolas no se había acostado. Estaba con los demás junto a la hoguera, pero no se había tumbado. Había estado escuchando la conversación de Pippin y Aragorn, y no podía dejar de observarles con sus magníficos ojos de elfo. Se decía a sí mismo que las otras razas de la tierra media eran muy diferentes a la suya. Y les admiraba. ¿No podría llegar nunca él a ser como ellos? Vio como Frodo se levantaba y se acercaba a ellos. Decidió que ya era hora de echarse a dormir.


Frodo andaba silenciosamente (como es normal en los hobbits) pero de todos modos Aragorn le oyó acercarse. El hobbit se arrodilló frente a ellos y miró a Pippin mostrando preocupación en sus enormes ojos azules. "¿Se encuentra bien?" - dijo.

"Estará bien" - respondió Aragorn - "Sólo necesita un poco de reposo. ¿Y tú, Frodo, cómo estás? No has dormido tampoco"

"No puedo dejar de pensar en Gandalf" - respondió él - "No puedo creer que haya muerto... Le hecharé de menos"

"Todos lo haremos" - dijo Aragorn con una mirada compasiva. Fue entonces cuando se dio cuenta que Frodo tenía el rostro pálido y agotado - "¿Estás seguro que te encuentras bien, Frodo? No tienes buen aspecto"

"Oh, no te preocupes. Aun estoy aun poco dolorido por el golpe que me dio el trol. Eso es todo"

"¡El trol!" - recordó Aragorn - "¡Se me había olvidado por completo! Han pasado tantas cosas... Perdóname Frodo. Deja que me asegure que no tienes ninguna herida grave" Dicho esto, Aragorn se levantó llevando a Pippin en brazos y le dejó dormido junto al fuego. Luego volvió su atención a Frodo e hizo que se quitara la malla de mithril. Como había pensado, Frodo tenía una enorme marca en el pecho. La marca de un fuerte golpe.

No tenía buen aspecto, así que buscó en la bolsa de Sam hasta encontrar hojas de athelas. Tomó tres y las hervió en un poco de agua. el aire se llenó con el dulce y fortaleciente aroma de las athelas y Frodo ya se sintió mejor en sólo aspirarlo. Incluso los que dormían parecían respirar más aliviados en sus sueños.

Luego tomó las hojas y las frotó en la herida de Frodo y la empapó con el agua caliente también. Instantáneamente, Frodo ya se sintió mucho mejor. Era como si se hubiese quitado un peso de encima. Y después de beber unos sorbos de aquella agua se sintió completamente bien del todo.

Le dio las gracias a Aragorn mientras se abrochaba las ropas y se fue a la cama. Aragorn aun debía seguir con la vigilancia hasta que le llegase el turno a Merry. Frodo llegó al lecho donde se había acostado junto a Sam y se acomodó de nuevo. Pero antes de cerrar los ojos miró a legolas, que hablaba en sueños diciendo: Amin hiraetha...


"¡Esto es inadmisible! ¡Inadmisible!" - El Rey Elfo golpeó la mesa con todas sus fuerzas, haciendo que varios vasos de cristal cayeran y se rompieran en pedazos. Se dio la vuelta para mirar a su hijo y sus largas ropas de tonos marrones que recordaban a los jóvenes árboles frescos en la primavera se movieron en el aire como pájaros batiendo sus alas. Tenía los ojos imponentes y azules, y su pelo era largo y rubio (peinado al estilo élfico) y una corona tallada en oro y llena de esmeraldas verdes, que echaban destellos como estrellas en la noche, le adornaba la frente - "¡¿Y tú te atreves a llamarte hijo mío?! ¡¿Cuántas veces tendrás que cometer el mismo error?! ¡ No eres más que un fracasado! ¡Deshonras a la familia!¡Le wethrine amin!"

Legolas permanecía arrodillado ante el Rey, su padre, con la cabeza agachada y con una mano en e pecho. Una muestra de respecto
. "Padre. Heruamin. Amin..."

"¡Aun no he terminado!" - gritó el Rey Elfo interrumpiéndole - "¡Has tenido muchos fracasos y me has fallado otras veces, pero ésta ya ha ido demasiado lejos! ¡Después de esto ahora estoy seguro de que no mereces el título de Príncipe
y heredero e Hijo de Thranduil!" - no era la primera vez que se lo decía. Legolas permanecía impasible: su rostro no cambió. Tan sólo miraba el suelo sin ninguna expresión en la cara; ni tristeza, ni furia, ni odio... nada.

"Pero padre, heruamin, Gollum es una criatura silgilosa como un zorro y escurridiza como un pez..." - intentó explicarse Legolas.

"¡Silencio! ¡No tolero que intentes excusarte! ¡No hay excusa para tus frecuentes fallos! ¡No entiendo de donde salió un elfo tan poco ágil, tan inútil! ¡Y en todos estos años aun no manejas el tiro con arco a la perfección! ¡¿Cuando dejarás de ser un fracasado?!" El Rey le dio la espalda a su hijo, furioso como estaba.

"Perdóneme padre. Amin hiraetha. Amin hiraetha" dijo Legolas sin ningún cambio en su rostro y con voz inexpresiva también.

"Te diré lo que harás" - volvió a decir el Rey, esta vez bajando el tono de voz pero no calmando su furia - "Irás ahora mismo a Rivendel, a La Casa de Elrond, y le informarás a Elrond en persona sobre tu desastroso fallo. Le pedirás disculpas por haber dejado escapar a aquella criatura Gollum"

"Eso haré, padre, heruamin" - Se levantó y se dirigió hacia la salida. Antes de irse, miró por última vez a su padre - "Namárië" - y se fue. Manteniendo su rostro impasible, tomó las provisiones necesarias, a su caballo blanco, y partió rumbo al oeste. Pero en su mente seguía repitiéndose aquellas palabras que con tanta pena deseaba decir a su padre. Pena que le removía y le quemaba por dentro.

"Amin hiraetha... Amin hiraetha..."



Legolas despertó al amanecer. Sus horribles recuerdos disipándose con los primeros rayos del día, asomando por los bosques montañosos del este. Después de pasar una mala noche, apreció el canto de los pájaros de la mañana, hasta los ronquidos del enano. Aragorn y Boromir ya estaban despiertos también. Preparándose para partir. Despertaron a los hobbits y al enano, que se levantaron quejándose de que tenían sueño, y partieron rumbo este, donde pronto encontrarían los primeros árboles del Bosque Negro, antes de partir al norte en dirección al Paso de los Elfos y finalmente a su destino.




The Balrog of Altena: Bueno, primer capítulo terminado. Espero que os haya gustado. En el próximo capítulo pasarán por la casa de Beorn y llegarán al Bosque Negro. Dejadme vuestros reviews, por favor ^_^

*Quel kaime = que tengas buenas noches
*Hanon le = Gracias
*Le wethrine amin = Me has decepcionado
*Heruamin = Mi Señor
*Amin = Yo
*Amin hiraetha = Lo siento